Me acerco como puedo, pese a estar borracho mi sentido de la justicia cristiana se impone.
¿Qué ocurre? Tranquilo, ¿Puedo ayudarle?
A tu alrededor se hace el silencio mientras te concentras en entender al hombre, que balbucea. El resto de la taberna sigue divirtiéndose y jugando a los juegos de los borrachos. Tú te sientes momentáneamente sobrio, las palabras del hombre son como un jarro de agua fría.
- Nos atacaron... unos bandidos, a la caravana comercial que venía de Portbou... Muchos... todos... muertos.
El hombre se estremece de un dolor sólo en parte físico, y continúa:
- Me dieron por muerto cuando me tiré al suelo con la herida de flecha, luego saquearon la caravana y le prendieron fuego. He venido caminando desde entonces, mirando siempre detrás de mí...
Con semblante y tonos serios digo:
No se preocupe buen hombre, saldremos en su búsqueda y haremos justicia. Salgo en dirección al castillo.
Muy bien. La escena queda cerrada.