Jim observa al nativo con los ojos entornados. Por qué hay tanta luz? Sus ojos se laceran, el cansancio y la fiebre hacen a sus pupilas susceptibles. Pero al menos no han atacado aún... aunque una parte de él quiere que lo hagan, una parte de él quiere que levanten las lanzas y el monstruo salte y la sangre tiña todo de rojo, y...
Sacude la cabeza levemente. Por el rabillo del ojo observa a la joven señorita, aparentando valentía cuando puede verse la tirantez en su rostro, el blanco de los nudillos aferrados al fusil. Lo observaba a él con miedo? Oh, tenía motivos, seguramente... y luego Molly.
Mary.
No, Molly.
Entonces las nieblas de sangre se disiparon un poco. Recuperó algo de su fuerza, se irguió en toda su estatura y enfrentó a los hombres que tenía delante.
- Los blancos no van solos. Van conmigo. Soy hijo de la Savanna, soy tierra y acero y muerte. Y vamos donde digo. Ustedes están muy cerca de tierras de blancos... dejó la pregunta en el aire. Si se habían creido que Jim era algo más que un simple hombre a punto de morir, tal vez se creyeran esto. Y además, seguro podían reconocer a la muerte en sus ojos, y la falta de miedo a enfrentarla. Tal vez los Fang fueran valientes, pero nadie quiere morir si puede evitarlo. Excepto Jim. Probablemente.
Molly observaba la escena desde atrás. Había visto cómo Jim se levantaba con esfuerzo,todo él movido únicamente por la fuerza de su voluntad, cómo se pintaba con barro y salía a desafiar a esos salvajes. Sabía que nada más podía hacer ella en esos momentos salvo mirar, y rezar para que salieran de este nuevo peligro. No entendía las palabras que cruzaban afuera, pero la voz de Jim le puso los pelos de punta. Lo miraba fascinada, como si un dios (¿o un demonio?) de la sabana se hubiese encarnado en él.
Los Fang estudian a Jim con ojos entrecerrados, no muy seguros sobre que hacer ahora, tal vez, pasada la sorpresa inicial, dándose cuenta de su debilidad.
Pero antes de que puedan responder un monstruoso relámpago cae al norte, en dirección al abandonado campamento. Por un momento el cegador resplandor llena vuestro mundo, cuando pasa se adelanta la anciana sacerdotisa
-<Chango esta de caza, no es tiempo para que los débiles caminen, el guerrero ha de prepararse para el juicio del cazador>-
Los Fang miran hacia el norte, parecen dudar un momento y luego se dan la vuelta y se alejan
Jim y Lady Cottonwell entienden a Rumbidzai
ustedes dirán
Cuando los Fang se dan la vuelta sientes subirte una nausea por la garganta, no sabes si por los Fang, por Jim que de repente parece un extraño, o por algo que hayas comido o bebido hoy, no son las condiciones mas salubres
Boring expulsó el exceso de aire acumulado en sus pulmones por la tensión. La actuación de Jim había sido magistral y aquel rallo divino parecía haberles convencido para marcharse. Bajó el arma lentamente cuando ya estaban bastante alejados los salvajes y entonces dijo: Debemos marcharnos ya. Puede que hayan ido a por refuerzos. - No había entendido lo que dijo Rumbidzai. Se giró hacia Molly. - Molly, por favor, ayude al señor Farewell. Los demás debemos recoger el campamento...o lo que sea esto. - Dijo entristecido mientras veía las ajadas lonas que le habían servido de cobertizo. Cuanto daría por un buen techo. Se pusó manos a la obra y cuando pasó al lado del guía le comentó: Buen trabajo. De no ser por usted no sé lo que había pasado.
Lady Cottonwell se quedó un instante quieta como si fuera una figura de bronce o mármol, quizás más de mármol debido al color de su rostro, que había palidecido tanto que podía rivalizar con Jim fingiendo ser un fantasma.
Escuchó a Boring decir algo, pero ya no era capaz de entender lo que decía, su arma cayó bruscamente al suelo.
Después solo podía vomitar lo que fuese que hubiera comido hasta entonces, las arcadas eran tan fuertes que doblaban su débil cuerpo y temblaba como si fuera una hoja al viento.
Una vez dicho esto comenzó a recoger la lona, momneto en el cual vio como Lady Cottonwell dejaba caer el arma y comenzaba a vomitar. Se acercó a ella con las mejores de las intenciones pero tras ver su cara absolutamente blanca se asustó por un momento. Le traeré un poco de agua. -Dijo apremiado y llenó un cazo on algo de agua potable que les quedaba. Volvió y se lo acercó. Por favor, señora. Es usted una mujer muy fuerte. Necesito que me ayude a sacar a esta gente de aquí. - Le comentó señalando a los niños y a la mujer mayor. Tenemos que llevar a Jim al pueblo lo antes posible...ha de verle un médico.
En aquellos momentos una idea se pasó por la cabeza de Boring. No era otra que huir. El solo podría llegar al pueblo, Jim le diría como hacerlo. Mirando a su alrededor se dio cuenta que tenía como carga a dos mujeres, a un enfermo moribundo, a unos niños y una anciana. Todo aquello era un mal chiste. Si les atacaban otra vez, seguramente no tendrían tanta suerte. Podría salvarse de dejarlos allí...pero sabía que no podría llevar esa carga sobre su conciencia. No se lo perdonaría.
Venga, - dijo intentando animar a todos - no falta mucho para llegar al pueblo. En realidad si faltaba bastante, pero eso era algo que nadie quería escuchar.
Las palabras de la anciana habían helado la sangre de Molly. No había entendido nada de la conversación con los canívales, ni tampoco estas últimas palabras. Pero el tono no decía nada bueno, y ese rayo...¿de veras habría sido eso? ¿O quizás...? Imágenes terroríficas acudieron a su mente. Apenas hizo caso a Boring, si bien al ver vomitar a su señora Molly salió de su estado de piedra. Se levantó solícita a atenderla, le sujetó la frente y cuando Boring regresó con agua, se la acercó para que bebiera.
- Milady, el sr.Boring tiene razón, habéis sido muy valiente, y ahora debemos sacar fuerzas de flaqueza y continuar la marcha. Debemos alejarnos de ese rayo...y llegar cuanto antes a algún lugar civilizado
Jim se tambaleó, solo, en el medio del lugar. Sus fuerzas comenzaban a flaquear, y sin siquiera su rifle para usar de bastón, le costaba cada fibra de su voluntad el no caer como una muñeca de trapo. Mary.
Dió un paso tembloroso hacia Boring, hasta colocarle la mano en el hombro. Tal vez se apoyaba con un poco más de fuerza que la normal, pero confiaba en que el buen hombre no se lo tomara a mal.
- El monstruo viene. Viene hacia aquí. Y yo soy una carga. Sus ojos duros se fijaron en las mujeres, para corta de raiz cualquier comentario al contrario. Pero puedo detenerlo. Sé que puedo. Una hora, o minutos, pueden ser lo que necesitan para llegar al pueblo. Tal vez allí estén a salvo.
Se inclinó, arrodillándose. Con la punta del cuchillo comenzó a trazar un mapa, indicando a Boring y a Lady Cottonwheel la forma de orientarse. No deben perder tiempo. Si Chango sigue rastros como un cazador, pasará por aquí y podré hacerle frente y comprarles unos minutos. Si me evita, al menos no los habré retrasado. Y si llegan al pueblo, esperen un día y luego podrán venir a buscarme.
Hizo una seña a Molly para que se acercara. La pálida cara de Jim hizo una mueca mientras susurraba unas frases solo para ella.
Estas fueron las palabras que Jim susurró a Molly:
- Señorita, no he sido un hombre bueno. He matado, y no siempre por necesidad. He robado, he mentido y he engañado. Cuando era joven, allí en Escocia, tenía una esposa. Una mujer joven, bonita y enérgica como usted. Pero el miedo me impidió entrar a rescatarla cuando nuestra casa prendió fuego. Su alma aún me sigue por las noches...
- Necesito que usted viva. Necesito saber que usted se salvará, y que mi propia vida tendrá algún sentido. Esto es lo único que puedo hacer, lo único que tengo para comprar mi redención. Acéptelo. Márchense.
Boring sintió la fuerte mano de Jim en su hombro. No salía de su asombro al ver la férrea voluntad del guía pese a estar en las condiciones deplorables en las que se encontraba. Era todo un ejemplo a seguir. Cuando le habló de dejarlo allí tirado, Boring iba a protestar. En el ejército le enseñaron que nunca se debía dejar a un compañero herido tirado en el campo de batalla. Pero Jim miró a las mujeres y Maurice captó lo que quería decirle. Quizás aquel grupo necesitara de algún sacrificio para sobrevivir. En efecto, Jim les estaba retrasando y si aquel monstruo aparecía de nuevo estarían perdidos. Si la lógica se imponía dentro de aquella situación de locos, debían dejarlo allí. Siempre quedaba la posibilidad de volver a por él, o al menos quería consolarse conque aquella esperanza podía ser posible. Prestó atención al mapa que le dibujó Jim y después, atragantándose con las palabras por la culpabilidad que sentía, dijo: - Creo que el señor Farewell tiene razón. Me duele en el alma dejar a alguien atrás, pero si aparece Chango otra vez, no tendremos posibilidades. De todas formas Jim -y entonces le miró a los ojos- es más sensato que no se enfrente a él. Escóndase, le dejaremos provisiones, y le prometo que en cuanto lleguemos al pueblo yo mismo comandaré una expedición para traerle de vuelta. Dicho lo cual Boring pensó en dejarle el afilado disco de Chango, pero estaba seguro que lo necesitaría para defender al grupo. Esperó un poco para ver la reacción de los demás.
Molly quería protestar, no pensaba dejar atrás a Jim. Pero entonces él le habló, sólo a ella. Con una determinación mezclada con algo parecido a ¿la dulzura?, mientras sus ojos penetraban en lo más profundo de su ser. Dos lágrimas acudieron a los ojos de Molly al responderle. Posó un momento su mano en la mejilla embarrada de Jim, luego se apartó y se volvió al resto.
- Haremos lo que él ha dicho. Cuanto antes, mejor. Y que Dios cuide de todos nosotros.
Sigo enferma o se me pasa ya? ;)
Embarazo o he pillado un bichillo malo?
Esto es lo que Molly responde a las dramáticas palabras de Jim:
- No me importa lo que hizo en el pasado. Ha pagado con creces por todo aquéllo, estoy segura, y se ha transformado en un buen hombre, aunque no lo crea. Sólo un hombre bueno haría el sacrificio que usted nos ofrece, yo nunca podría haber sentido este cariño por alguien malvado. Y sé que ella le habrá perdonado. Si se parecía a mí, lo habrá hecho hace mucho.
Molly posó su mano con cariño en la mejilla del guía, con las lágrimas acudiendo a sus ojos por lo que estaba a punto de hacer: aceptar dejarle solo.
- Está bien, respetaré su decisión, pero necesito que me prometa que intentará sobrevivir, que no se lanzará a la muerte si puede evitarlo. Yo le prometo lo mismo, y que regresaremos a buscarle, al nuevo Jim, ya sin tormentos, redimido. ¿Me lo promete?
ahora ya te encuentras mejor, pero no tienes conocimientos medicos como para decir que ha sido eso, puede que solo la tensión
Una vez tomada la determinación empezais a prepararos para continuar vuestro viaje, vuestro equipaje es mas ligero tras una comida y dejando la camara oculta por una lona en ese mismo arbol bajo el que queda Jim sentado.
Las palabras de despedida son dolorosamente escasa, ya esta dicho todo lo que se tenía que decir
Jim no había podido articular palabra ante el pedido de Molly. Solo le apretó la mano; y esperó que ello lo interpretara como le fuera menos doloroso. No tenía sentido discutir, y a veces la esperanza tiene la capacidad de dar fuerzas. Si la esperanza de ella, y de Boring, eran encontrarlo con vida luego... esperaba que encontraran en ese pensamiento fuerzas para seguir.
Así pensaba mientras les sonría y ellos se alejaban. Sentado bajo el árbol, una vez los perdió de vista, se convirtió en roca esperando la lluvia.
Me quedo con un rifle?
Lady Cottonwell parecía reponerse, al menos por el momento. No dijo mucho sobre el incidente de los guerreros Fang, pero aunque hubiera querido, no sabía qué decir, al igual que cuando se despidió del guía. Solo pudo mirarle sinceramente con los ojos del corazón y poner su mano en su rostro, después le apretó el hombro en señal de fuerza... ojalá la suficiente para volver a tiempo a por el.
Solo cuando ya se marchaban, se volvió para decir: Gracias. Y de nuevo emprendió el duro viaje de vuelta a la parte civilizada que tenían más cercana.
uys que penita
Me quedo con un rifle?
por supuesto, nadie ha dicho nada de dejarte desarmado