Partida Rol por web

El local ni siquiera tiene nombre, los habituales lo llaman simplemente el bar de Morgan, su propietario, un gales que parece perdido cuando sale de su bar. El local se mantiene medianamente fresco, esto en primavera quiere decir que esta cerca de los 25-30 grados. Los clientes habituales son europeos, militares, comerciantes, marineros... no es un local de mucha clase pero se puede conseguir bebida decente y Morgan no deja entrar a los negros

WIlliam entra en la taberna dejando su rifle de caza apoyado en la puerta como un inglés cualquiera dejaría su paraguas a la entrada de un pub londinense. Saluda a todos los parroquianos mientras se dirige a la barra. Es un tipo popular: no porque caiga bien ni porque deje de caer. Es simplemente que siempre parece estar cruzado en todos los follones que hay en cien kilómetros a la redonda. Es bien conocida su afición a montar peleas con apuestas en algunas noches demasiado calurosas. En esos casos lo normal es ver a su inseparable compañero Jim organizando el tinglado mientras Bill se parte la cara con algún viejo conocido para diversión de los lugareños. Luego, pasado el combate y cobrado el dinero, los púgiles suelen emborracharse hasta el amanecer.

Eso es cuando no hay trabajo, claro. Cuando ningún europeo con ganas de emoción llega a la selva para intentar conseguir alguna pieza con la que sorprender a sus familiares y conocidos en el continente. En casos como ese Bill no suele beber... demasiado.

- Eh Morgan, - vocea como es habitual - a ver si me puedes poner un poco de ese agua con gotas que llamas whisky. Pero vaso pequeño, que creo que me han soplado que igual hay trabajo pronto...

En una esquina, Jim juega con un vaso de cerveza que hace tiempo ya que está tibia. Y aguada, pero eso desde el principio.

Bill, el bravucón de Bill, entra como siempre, llenando la habitación con su presencia y su carisma natural de macho alfa. Seguramente ni se hubiera fijado en él, solo repantigado en su silla, botas cruzadas, sombrero sobre la cara.

Sus ojos observan con atención a los presentes. Si hay trabajo, él no lo ve aún. Los mismos de siempre, como una cacofonía de simios luchando por la última fruta en la copa de un sicoromo. Simios con sus chillidos, y él, solo, con la cerveza tibia en la mano. 

Después de llegar a caballo a Pourt Hardcourt me presenté en la guarnición con el culo destrozado y un humor de perros. Dejé mis cosas en la habitación para oficiales que me habían designado, fui a la iglesia a rezar y decidí salir a relacionarme en sociedad y beber un poco. Salí por un par de club elegantes con mi uniforme recién estrenado, como echaba de menos la casaca roja, pero allí no encontré a los guiás del safari. Me pareció extraño y pregunté a un comerciante británico, los conocía pero desde luego no por su buena fama y me indicó donde encontrarlos. Llegué algo achispado por la bebida a aquel antro. Me acerqué a la barra con buen paso y me quite el casco*. Me gustaban los bares populares y este parecía estar libre de negros.

- ¡Hey! Camarero ponga un whisky irlandés generoso - dije con tono agradable al hombre que atendía la barra - ¿conoce a usted a ... - tuve que mirar el papel para acordarme de sus nombres - William Harthower y Jim Farewell? Les estoy buscando por un trabajo en el que harán de guías - le pregunté cuando se acercó para servirme. Me señaló a dos hombres uno de ellos en la barra y el otro sentado en una mesa, me acerque al de la barra y con tono serio, que no sonó tan serio a causa del alcohol, le dije – Dean Costigan oficial de la Royal Niger Company y fiel servidor de Su Majestad – le tendí la mano con gesto amable - tengo entendido que debemos hacer un trabajo juntos para Lord Edmund Cottonwell  ¿me equivoco? - continué preguntándole a aquel tipo, que parecía más afectado por el alcohol que yo. Encajaba bien en lo que me habían contado fanfarrón y buscavidas pero poco peligroso.

Al escuchar sus nombres, Jim prestó atención al achispado oficial, todo envarado en su casaca almidonada.

No durará un segundo en la sabana. Y estos son los especialistas que nos prometieron?

El que se acercara a Bill lo libró de tener que hablar con el hombre. Escuchó la conversación mientras limpiaba un largo y peligroso cuchillo en una longa de cuero de rinoceronte.

William tendió la mano. El tipo está achispado: un buen comienzo. Se estaba temiendo que le mandaran a uno de esos militares que parece que se han tragado una escoba.

- Yo pago esta ronda Morgan.- le dice al dueño del local mientras estrecha la mano de Costigan.

No llama a Jim. ¿Para qué? Sabe que su compañero no estará de humor para charlas intrascendentes. Y por el momento parece que eso es lo que se avecina.

- Relájese amigo.- dice dándole una palmada al militar en un hombro - Sí. Nosotros seremos sus guías en la sabana y por lo que me han contado ustedes nuestros guardianes. Brindo por eso.- dijo levantando la copa. - ¿Cuándo llegan los aventureros?