El viaje a Mukardi fue mas lento de lo esperado, heridos y agotados física y emocionalmente como estabais. Al llegar os encontrasteis con tropas de la Royal Niger Co., enviadas por Sir Luggard por la desaparición de vuestra expedición. Por supuesto nadie creyó vuestra historia de dioses nativos y monstruos. Y aunque pasaron varias semanas buscando a todos los demás, lo único que encontraron fue el cuerpo que fue identificado como el capitán de la Legión Extranjera Francesa Alain Deniel
Cuando se hizo evidente que esperar mas era una tarea fútil emprendisteis el regreso a europa, acompañados por los fantasmas de los participantes en la expedición
tenéis libertad para poner cada uno un post en plan epílogo de vuestro personaje. Como le fue, que hizo.
Boring estaba sentado en su cabaña en la aldea. Estaba bebiendo un vaso de whisky, la botella, semivacía, estaba a su lado. Llevaba sin beber más de diez años pero, en esos días, era la única forma que tenía para poder dormir. Los recuerdos se agolpaban en su mente. Lo que había comenzado como una expedición cazadores se convirtió en una carnicería. Todos había muerto: Lord Cottonwell, Fondec, los guías, etc.
La gente debía saber. "El cazador cazado", así tenía pensado titular lo que sería el artículo del siglo para el periódico. Lo había escrito con avidez un par de días después de su llegada. Ahora ese artículo estaba hecho cenizas en una hoguera. Cuando se lo mostró al capitán de la Royal Niger se rió de él, al igual que a los pocos altos mandos que le acompañaban. Se sintió furioso y humillado, como nunca antes se había sentido. Las muerte de tanta buena gente sería en vano, no serviría para demostrar lo que Boring tenía claro...ese ser no era de este mundo. Debía callar, si no quería que todo su prestigio y, sobretodo, el de su esposa cayeran en picado...lo tratarían como a un loco. Volvería a su hogar y se guardaría eso para siempre. Al menos él, era el único que no había visto perecer seres queridos en aquel lugar...podría rehacer su vida, volver con su mujer. Con esos pensamientos, Maurice Boring echó el último trago, se tumbó en el catre y durmió profundamente.
Molly recordaría las semanas en Mukardi como en un sueño. Desde su regreso de la expedición hasta que emprendieran de nuevo viaje a Europa, sólo podía recordar la espera ansiosa de buenas noticias con cada atardecer, cuando las tropas de Sir Luggard volvían de una búsqueda que resultaba siempre infructuosa. El resto estaba difuminado, había estado sumida en una especie de trance, recordando el horror al que se habían enfrentado, e imaginando las últimas horas de Jim, y qué hubiera ocurrido de no haber sido malherido por la leona.
Una vez en Europa, siguió al servicio de Lady Cottonwell. Compartían un secreto que las unía firmemente, pues sólo encontraban consuelo en la mirada comprensiva de la otra. Y en sus ratos libres, Molly comenzó a escribir su historia. Nadie hubiese creído a Boring de haberlo relatado en un artículo, bien lo había sabido el periodista. Pero en forma de novela, la joven que se había enamorado durante la aventura, volcó su pasión en la escritura y logró un drama fantástico que fue pronto publicado y cosechó gran éxito. "La criatura de la sabana" permitió a Molly dar una vida acomodada a sus padres y hermanos. Nunca se casó, a pesar de numerosos pretendientes; pero ningún hombre de Inglaterra podría igualar el valor de su adorado Jim. Sin embargo, no fue infeliz, había vivido algo extraordinario y podía contarlo, y los horrores que experimentó hicieron que saborease la vida de manera diferente.
El sol cae sobre la dura tierra como gotas de plomo. Los restos sobresalen como dagas blancas; los huesos limpios por los depredadores primero, por el clima después.
Los dos nativos que se aproximan apenas le prestan atención; después de todo, que son unos huesos más en África? Aún si son de un hombre, con algunos jirones resecos de ropa en ellos.
El más bajo sin embargo se detiene, señalando a su compañero unas marcas en el suelo.
<Tmbo, Tmbo! Qué es eso?>
El otro, alto y de miembros finos como un manojo de alambre, se agacha en cuclillas para revisar lo que su compañero señala. Recorre las marcas con los dedos. <Parece la escritura de los blancos. Ashu sabe leerla. Parece... como lo dijo... gusanos*>
Ambos rieron bajo el sol ante la forma estúpida y extraña de los extranjeros. Tmbo volvió a recorrir las marcas con los dedos. <Y eso?>
Koma escarbó en la tierra para revelar aquello que, reflejando el sol, había llamado su atención. <Un cuchillo. Algo útil.>
Lo hoja era mucho mejor de lo que ellos mismos podían hacer u obtener. Tenía unas inscripciones en el mango, pero lo que más llamó la atención a Koma fue un reflejo en el acero, como si detrás de él hubiera fuego, un infierno, un grito.
Se giró asustado, pero solo encontró a Tmbo que lo miró sorprendido, para luego burlarse.
<No es gracioso,> dijo Koma guardando el cuchillo entre sus cosas. Se sentía liviano, caliente. <Vamos,> empujó a Tmbo y retomó la marcha.
Detrás de ellos, el sol siguió cocinando los huesos, al lado de la inscripción tallada a cuchillo en los duros terrones de tierra.
* NdT: Imposible de traducir, debido a la similitud fonética en inglés de words y worms.
PD: Había puesto esto en mi escena, pero quería compartirlo con ustedes también :)
Desde que Lady Cottonwell llegó sana y salva a Mukardi, todo fue como una terrible pesadilla, casi no pudo distinguir la realidad del sueño, entre lo que le daban los médicos y su pena interior la comían poco a poco. No solo había perdido a su primo, su querido primo, al que ella misma invitara a aquel maldito safari, sino que perdió también a su esposo, quien en Londres había sido casi invisible a ella, la había tratado como una desconocida todo el tiempo, pero a quien había encontrado en África, a quién había amado en África...
Cuando se dieron cuenta de que estaba embarazada, los médicos la colmaron de cuidados, así como el resto de gente, apenados por su situación, Molly no la dejaba sola nunca, bajo ningún concepto. Todos decidieron que era momento de volver ya que tras numerosas incursiones a la sabana, no habían encontrado ningún superviviente más.
Molly lloraba a solas cuando creía que su señora no podía escucharla, Dorothy lo hacía a todas horas, cualquier cosa la hacía llorar, ya fuera una puesta de sol o una comida. Sus sentimientos rotos y sus sentidos agudizados por el embarazo la hicieron vivir una tortura infernal en el continente cálido.
Una vez, en Europa dio a luz una hermosa niña a la que llamó Marie, por supuesto con toda la oposición de su familia por ponerle un nombre francés a una niña británica. Pero Lady Cottonwell había pasado por mucho como para que le importara un bledo la sociedad londinense.
Unos años más tarde, cogió a su niña, la mayoría de su dinero y desapareció, nadie supo dónde se fue, todos pensaban que había sido secuestrada, o asesinada, o cualquier otra cosa...
Poco tiempo después, a nadie le importó, Molly estaba acomodada gracias a su novela, no necesitaba el trabajo y un día sin más, su señora se había marchado dejandole una gran mansión. También dejaba parte de su herencia al periodista que sobrevivió junto con ellas a la expedición a África, a pesar de que no volvió a verle nunca más.