Partida Rol por web

Misión: Rescatar al grupo perdido en el interior del bosque

 Al abrir los ojos, serian recibidos por un entorno siniestro y desconocido, encontrándose en el claro en medio de un bosque donde abundaban árboles grisáceos y de hojas oscuras, con suaves corrientes de viento frío que apenas removían sus ropas, pero que aun así les erizaban la piel.

 Detrás de ustedes se encontraban una vieja cerca de metal oxidado y madera que en algún momento pudo señalar la entrada a aquel bosque, o tal vez la salida: el caso es que la reja estaba abierta, y al otro lado se podían observar unas llanuras muertas. Por el lado contrario, el claro tenía un único sendero que se dirigiría al interior del bosque entre los árboles, los cuales permanecían demasiado pegados como para pasar entre ellos en busca de otro camino, y aún siendo posible la oscuridad que había entre estos sembraba en ustedes una sensación de que no era buena idea hacer eso, al igual que de intentar salir hacia las llanuras el viento frío les haría reconsiderar esa opción.

 Allí estaban presentes los cuatro, y nadie más, con unos trajes que, si bien no recordaban haber utilizado nunca, les resultaban familiares y nostálgicos, tal vez siendo símbolos de sueños pasados...

 Además de los presentes, el camino hacia el interior del bosque, y una fácil salida, también se encontraba una vieja y sucia mochila de viajero tirada en el suelo sobre una fogata apagada.

Ración de comida x8
Vendajes x2
Antidotos x2
Mapa x1

 Para el tamaño de la mochila, la verdad es que no tenías muchas cosas, pero definitivamente era más de lo que esperaban, y claramente lo que más llamaría la atención de quién decidiese revisarla seria el mapa en su interior, el cual se encontraba básicamente en blanco a excepción de un espacio donde parecía estar dibujado el claro donde estaban, y un sendero hacia otro lugar.

De repente abrí mis ojitos y me encontré con algo muy distinto, un ambiente bastante feo, aterrador. No lo conocía en verdad, ni siquiera en mis pesadillas y el mero hecho de sentirme un poco sola, me dio mucho miedo. Lo bueno es que al recorrer con la mirada, comprobé que no lo estaba, había compañeros a mi lado y tuve el freno antes de hablarle porque me costaba la vida hacer amigos, no quería fracasar con ellos, siendo un peso enorme que cargaba en las espaldas. 

Por esa razón, bajé la mirada y comprobé que llevaba el vestido de mariposas puesto, siendo un fiel referente de que no estaba loquita y todo aquello que vi, era cierto. ¡Había vencido a un monstruo horrible! Y eso no tenía porqué ser malo, aunque no me quedó claro si me encontraba dentro de una pesadilla o no, si era en verdad real todo este lugar. Así que por ello con la mirada un poquito en el suelo comencé a avanzar hacia donde se encontraba la mochila, la intención era abrirla y repartir, quizás hablando sobre ello no me costaría tanto relacionarme. 

—Miren, miren... Hay cosas—dije para llamarlos—. Hay comida y esto. 

Alcé el mapa con las manitas y lo desplegué. Tenía las mejillas muy muy rojitas, me daba muchísima vergüenza ser la primera en hablar, temía incomodar, decir algo que no les agrade. Esas cosas feas que he vivido siempre en el Instituto y a lo que más miedo le tengo obviamente. De todos modos allí estaba mostrando el mapa, esas cosas me recordaron a los de la búsqueda del tesoro o como los piratas. Estaba bueno. 

Parpadeó por un momento y ya no estaba en aquella extraña reunión. Lo rodeaba un bosque pero no se le hacía nada extraña aquella transición, como si fuera lo más natural del mundo, como si el supiera que aquello era lo usual. Miró a su alrededor y le invació un poco el sentimiento pesado y lúgubre del sitio pir lo que respondió al estímulo dando algunos saltos haciendo que graciosamente la colita pompón se zarandease al igual que sus largas orejas. -BRRR... Dio una palmada y se fijó en sus compañeros, todos eran muy diferentes entre si pero parecían de la misma edad y no pudo si no sonreír ante la osadía de la chica tímida mariposa, por lo que se acercó a ella y le palmeó la espalda como saludo. -¡Hey! O sa tukuna li ni tiko na kakana?Muy pronto se daría cuenta de algo extraño y es que la chica había hablado en japonés. Esa fue la primera vez que parecía volverse consciente de su alrededor pues... Eso no era la realidad porque se había ido a dormir hace nada pero tampoco eran sus sueños porque en los mismos hablaba y se entendía con otros en su idioma natal... -This Sucks... resopló enfadado consigomismo antes de darse cuenta de que posiblemente estaba confundiendo a la chica y al resto. Alzó sus manos a la altura de su propio pecho, enseñando las palmas en señal de disculpa. Con una sonrisa nerviosa-Jejejeje.... Sorry no muy bueno japones. Me llamo Kailani. Or only Kai.  En realidad no solo se le presentaba a ella si no también a los otros tres. ¿Where est...oy...tamos? definitivamente aunque entendía el japonés lo suficiente para comunicarse era aún pésimo para hablarlo el mismo. Confundía muchas palabras y rellenaba con el inglés como podía. -This no sueño. ¿No? No sabía si más se habían dado cuenta de que esto era sumamente raro porque no se podía calificar de realidad pero... Tampoco sueño. En los sueños todos entendían todo a su alrededor con naturalidad y este no era el caso. De cualquier modo se interesó por el mapa que la chica había abierto y puso un dedo en el mapa indicando interés. - Es... Pequeño. Miró al resto. -¿Cuales... Nombres? Si.. Definitivamente se iban a reir en su cara por tan penosa habla japonesa. Al menos tenía la esperanza de hacerse entender. 

De pronto, nos encontrábamos en un entorno muy distinto. Era un sitio muy oscuro y feo. ¿Por qué estaba todo tan muerto y sucio? Encima, hacía mucho frío. El viento acariciaba mis piernas desnudas y me daba escalofríos. No me gustaba. Quería irme de allí.

—¡Hola! Yo me llamo Aina. Okada Aina. ¿Cómo os llamáis? —Observé con ojos como platos la ropa que llevaban, fijándome especialmente en el vestido de mariposas—. ¡Lleváis una ropa muy chula! —Luego miré al chico conejo y sonreí de oreja a oreja—. ¿Y tú? ¿Eres medio conejo? ¡Qué guay! —Me acerqué a él e intenté agarrarlo de la cola, riendo, y luego intentaría acariciarle las orejas.

El chico empezó a decir cosas, pero hablaba muy raro. Yo lo miré torciendo la cabeza y torciendo un poco las cejas.

—¿Eh…? ¿Eres extranjero o algo? ¿Hablas el idioma de los conejos?

La chica de pelo verde tomó la iniciativa y fue la primera en acercarse a esa mochila tan fea y sucia. A mí me daba bastante repelús, así que lo agradecí.

—¿Hay comida? Pero… ¿está limpia? —Eso de que estuviese dentro de una mochila tan sucia me daba aprensión—. Ese mapa es un poco raro, ¿no? ¿Para qué sirve si solo nos enseña dónde estamos?

Me abracé un poco mis propios brazos, y junté las piernas. Estaba tiritando.

—Tengo frío… Quiero irme de aquí… ¿Nos vamos…? —dije señalando hacia el interior del bosque.

No quería ir hacia las llanuras. No parecían llevar a ninguna parte, y me daban un poco de miedo. El bosque también, pero algo me decía que debíamos ir hacia allí.

- ¡Ah!

Suelto un chillidito de sorpresa al ver que estamos en otro sitio distinto. ¡Y este ya no es bonito! Aunque mi vestido sí, jeje. Me giro a un lado y a otro, viendo que hay... O un bosque con pinta de maloso... O un sitio en el que parece que no hay nada... Hmmm ninguno parece buena opción. ¡Por suerte no estoy solita! Aunque hay dos que hablan un poco raro. ¿Eso es... inglés? ¡Pero yo no sé inglés...! Bueno, poquito. Por suerte, hay otra niña que también habla japonés y al escucharla esbozo una sonrisa... ¡Porque además parece un hada! 

- ¡Yo-yo-yo soy Nakahara Karin! ¡Pero me puedes llamar Karin! - respondo emocionada, levantando la mano y saltando - ¡Y tú también llevas ropa muy bonita! ¡¿Eres un hada?! ¡¿Y tú qué eres?! ¡¿Y tú?! - pregunto a los otros dos, dando saltos en el sitio, hasta darme cuenta de que no los entiendo mucho - Kai. "Ai an Karin." - me señalo, intentando hablar en inglés un poco nerviosa - "Disu isu..." No lo sé. - me encojo de hombros. ¿Esto es un sueño? Al ver la mochila feota, me acerco con curiosidad para ver las cosas que hay dentro y doy una palmada con una sonrisa - ¡Ah, ya sé cómo se juega a esto! ¡Ejem! - carraspeo, poniendo voz de mayor - Tenemos que repartirnos las cosas, y así todos tenemos algo y si se nos pierde la mochila no es un problema. ¿Os vale?

Aunque la chica del vestido azul y Kai no me entendieran bien, cogería el contenido de los objetos y les daría dos raciones a cada uno y unas vendas o un frasco de antídoto según lo que prefiriesen, a menos que quisieran llevarlo todo en la mochila.* El mapa se lo dejaría a la chica azul que era la que lo había cogido primero, aunque es verdad que no parecía servir para mucho. Y como había dicho Aina, la iba a seguir al bosque... aunque cerca de ella porque parecía muy oscuro...

 No parecía que ninguno tuviese intenciones de salir del bosque por lo que parecía ser el camino fácil, por lo que acabarían optando por adentrarse más a él en busca de una salida, esencialmente porque al menos dos se adelantaron y las otras no pensaban quedarse solos allí, más no se fueron sin antes examinar aquella mochila donde encontrarían unas provisiones que, luego de considerar repartirlas entre todos, básicamente irían desapareciendo con un aura mágica que iría entrando en cada uno de ustedes, siendo que el mapa fue el único de todos los suministros que se dividió en cuatro, pues el resto lo hizo individualmente. Estaba claro que todo aquello resultaba ser mágico, y es que de alguna forma ahora todos tenían en sus cabezas una imagen clara del mapa, por más que estuviese básicamente en blanco, además del conocimiento de que, de quererlo, podrían hacer aparecer aquellos suministros sin la necesidad de tener que cargar con ellos todo el tiempo, por lo que ni siquiera tendrían que cargar con la mochila. [1]

 Tendrían tiempo para dar sus opiniones y comentar cosas durante el camino, pues el recorrer el sendero que se habría entre los árboles les tomaría por lo menos cinco minutos, pero poco después empezarían a escuchar voces no muy lejos, llegando a otro claro donde se desarrollaba una peculiar escena.

 Tres criaturas de alta estatura, cuerpos negros y cráneos por cabeza se enfrentaban a un grupo de cuatro adultos que para todos resultaban desconocidos, a pesar de tener cierto sentimiento de conocer a alguno en específico de alguna parte que no podían especificar...

 Por un lado, estaba una mujer de rasgos americanos utilizando unas vestimentas que igual mostraban más de lo que cubrían, pero que no parecía ser una molestia para ella, pues su prioridad ahora era vaciar los cargadores de sus dos pistolas en una de esas criaturas.

 -¿¡Puedes hacer algo más que mandar mientras te quedas viendo!? -gritaría entonces a otro de los adultos, rodando para evitar un ataque de una de las criaturas.

 Aquel al que la mujer regañaba no era otro que un hombre de elegante porte, con un cabello rubio y unos afilados ojos rojizos que permanecía en pie apoyándose en un antiguo bastón, a una distancia considerable de los otros tres y, por lo tanto, del combate.

 -Querida, soy bueno para muchas cosas, pero definitivamente el combate no es una de ellas -declararía con una sonrisa de confianza, antes de voltear su mirada hacia la entrada por la que llegaron ustedes. -. Además, parece que ya llegó la caballería -añadiría, dedicándoles una cálida sonrisa.

 Otro de los que estaba metido en el combate con las criaturas, si correr de un lado a otro siendo perseguido por una de ellas se podía llamar combatir, era un hombre de cabello verdoso, gafas, y una bata de doctor: si bien se veía delgado, por la forma en la que corría parecía tener cierta resistencia física.

 -¿¡NIÑOS!? ¿¡NUESTRO APOYO SON NIÑOS!? -se quejaría de lo obvio, dándose la vuelta velozmente tras meter la mano en su bata para sacar entre sus dedos un trío de jeringuillas que arrojaría a la criatura, provocando que se clavasen en su pecho y esta soltase un grito monstruoso mientras se detenía, dando tiempo al hombre a tomar algo de distancia.

 El último era un hombre de cabello blanco y ojos rojizos, que vestía con unos ropajes tradicionales japoneses y que, a simple vista, parecía ser el más fuerte físicamente de los cuatro, esto debido a que se estaba peleando en solitario contra una de esas criaturas con nada más que sus puños.

 -No deben ser niños normales: uno tiene orejas... -señalaría luego de un rápido vistazo a vuestro grupo antes de concentrarse nuevamente en la criatura, con la cual tenía cierto juego de esperar a que atacase para esquivar y contraatacar.

 Además del camino por el que llegaron, al otro lado del claro se encontraba otro sendero, siendo que parecía que el camino hacia el interior del bosque continuaba, pero ahora estaban en presencia de aquella escena de combate en la que podían participar: después de todo, aquel hombre albino tenía razón, y es que sentían en su interior que estar allí les permitía hacer cosas que antes no podían...

—Hola Kalani, yo hablo inglés. Soy de Norteamérica—dije en un tono algo bajo—. Puedo entenderte bien... 

​​​​​​Y mientras intenté mirar el mapa, dos compañeras comenzaron a hablar mucho y eso me despistaba, no les entendía nada porque no sé su idioma. Por un momento dibujé unos morritos, pero no salieron las lágrimas ya que me estaba esforzando por entenderles. 

Una de ella coge un frasquito y comida, yo hice lo mismo tras guardar el mapa porque si ella lo hacía, significaba que estaba bien mientras hablaba en chino o japonés, no tenía idea de nada. Lo bueno es que el chico de las orejitas lindas usaba el inglés y eso me animó porque al menos él podría decirle a ellas las cosas y entendernos. 

—Yo no habló chino—comentó en inglés—. Lo siento, lo siento. 

De alguna manera se organizaron con las cosas, las mías desaparecieron y no sé dónde quedaron. ¡Pensé que tenía un bolsillo! Pero no, nada de eso así que emprendí el camino hasta que de repente aparecieron esos bichos negros de mis pesadillas. Las piernas me temblaron un poquito y sentí un feo escalofrío en todo el cuerpo porque recordé que había enfrentado a uno y un chico me había ayudado. 

—Tenemos que ayudar... Yo puedo hacer la garrita. 

Sin más cerré mis ojitos mientras de las manitas, pude invocar una garrita algo floja al principio cerca de uno de esas sombras. Quizás podía atacarla, pese a que no entendía nada de lo que decían los demás, yo quería ayudar y era muy probable que me estuviera metiendo en problemas como de costumbre. Además el chico rubio me resultó cara conocida. ¿Era él?

Lo cierto era que tener a una compañera que hablase inglés era un enorme alivio para el, aunque parecía que no era capaz de hablar el japonés. -¡Genial! Hacemos piña con el inglés, yo soy de Fiji pero vivo ahora en japón jejeje... Por suerte puedo entenderles y hablo un poco de japonés. ¡No te preocupes que yo les diré lo que quieras decir! Hablaba en un perfecto inglés mientras alzaba el pulgar todo convencido de ser el traductor oficial, aunque para los japoneses la realidad era que ese chico era una patata chapurreando su idioma. Suerte era que los entendiese. Todos eran super simpáticos y eso era realmente agradable. De hecho, era la primera vez que un japonés se interesaba y esforzaba por presentarse en inglés, cosa que le dio cierto toque de calidez. 

-Sí, I'm a conejo Rió agarrándose una de las orejas y mirando a Aina. Dirigiéndose a Karin sonrió. -Puedo entender. Only hablo difícil. Entonces señaló con el pulgar y de manera desenfadada a Adele. - I Hablo for she. No habla japonés. Mezclaba un poco los idiomas pero no tenía mejor forma de hablarlo rápido. Estuvo deacuerdo en que lo mejor que podían hacer era moverse y se colgó la mochila a la espalda. ¡La educación ante todo! Y siendo todo chicas, debía cargarla el aunque se fueron repartiendo las cosas y veía como desaparecían de alguna manera. Por si las moscas llevaría la mochila, nunca se sabía si la necesitarían más adelante. 

No tardaron mucho en frenar en seco, frente a ellos había una batalla y el sonido de los disparos era realmente estridente y terrible. -¿La... Garrita? Lo dijo en inglés y confundido, viendo como la chica se esforzaba en crear algo y de algún modo al mirar hacia las figuras, cerca de una apareció una... ¿Garra? -¡uoah! ¿Los demás podrían hacer cosas así? Su colita de conejo se meneó con expectación pero... Bua. No podía resistirse a dar saltitos, solía ser calmado y no se metía en peleas pero... No porque no supiera si no... Porque sabía que podía hacer daño. ¡¿Tendría ahora algún problema con ello?! No, pues claro que no. Tení vía libre para atacar y además le daba la sensación de haber vivido aquello de alguna manera. 

De un último saltito de calentamiento corrió hacia uno de los monstruos y le fue a atizar un golpe que ojalá fuera certero

No me había fijado antes en la chica rubia, porque no había dicho nada. A diferencia de los otros, hablaba normal y era de mi edad. Además, llevaba un vestido muy bonito.

—¡Hala! ¡Tu vestido es muy chulo! ¡Me gusta mucho! —Sonreí, animada. Ante su siguiente pregunta yo entorné las cejas, extrañada—. ¿Eh…? ¿Un hada? No. Soy una niña normal.

Miré mis ropas. ¿Por qué llevaba ese vestido? ¿Cuándo me lo había puesto? ¿Me habrían tocado las hadas y yo no me acordaba? ¡Qué lío!

Al ver que las otras dos chicas empezaban a buscar entre esa mochila tan sucia, yo puse cara de asco.

—Yo no quiero tocar la mochila —afirmé poniéndome de morros.

Cuando empezaron a repartir las cosas, acepté dos raciones de comida y uno de esos frasquitos. ¿Sería una poción mágica? ¿Qué es lo que haría?

Para mi sorpresa, al tocarlos, desaparecieron, pero podía hacerlos volver a aparecer cuando quisiera. ¡Era magia! Sonreí, muy contenta.

Caminamos hacia el interior del bosque, ya que la otra dirección parecía una opción aún peor. Después de un rato, oímos ruidos, como de una pelea.

—¡Ah! —Solté un gritito al ver esas terroríficas criaturas. Eran muy feas y daban miedo. Tenía sensación de haberlas visto en alguna parte... Y de que me lo habían hecho pasar mal. Pero no me acordaba.

No estaban solas, pues cuatro personas mayores estaban peleando contra ellas. La chica de las pistolas me daba una sensación extraña... Era como si la hubiese visto antes. Pero al mismo tiempo no la recordaba de nada.

Al ver lo que hacía el señor de la bata, solté un gemido y me eché a temblar. Mi cara se puso blanca. No me gustaba nada aquel hombre. Me quedé ahí parada, sin saber qué hacer.

—¡E…Ese señor es malo! —exclamé señalándolo con el dedo, incómoda y asustada.

Aunque seguía sin entender a la chica del pelo azul, asiento con un "ahhh" a Kai cuando dice que ella solo habla inglés. ¡Así va a ser muy complicado hablar! Pero seguro que nos podemos entender de alguna forma u otra. Y la chica hada no era un hada del todo, ¡pero no pasa nada! Los tres parecen muy amables así que con las cosas... uhm, desaparecidas pero a mano, voy andando algo más contenta con todos los demás. El bosque da un poquito de miedo, pero entre todos se hace mucho más fácil. 

- ¡Ahí hay gente! - señalo hacia el frente, echando a correr hacia delante para ver qué pasa. 

Me quedo parada de golpe al ver a los tres monstruos atacando a los adultos. Sin querer, retrocedo un pasito, nerviosa y asustada. Son monstruos feos de las pesadillas... Sin saber qué hacer, veo cómo la chica inglesa y Kai se preparan para atacar a uno de los monstruos y me giro hacia Aina, que parece más asustada, pero por otro de los señores que está en peligro. 

- ¡Eh, el señor de la tarta no es malo! - ¿Eh? ¿Señor de la tarta? Parpadeo algo sorprendida, sin saber por qué he dicho eso y niego con la cabeza. ¿Le he visto antes...? - ¡Pero no te preocupes por eso! Él también está en peligro... Y si intenta meterse contigo, yo te protegeré. - aseguro muy segura de mí misma, dándome un golpecito con el puño en el pecho y sonriendo - ¡Pero los monstruos son más importantes! - así que girándome hacia los monstruos, junto las manos como si fueran una pistola, imitando a la chica mayor, y apunto hacia uno de los monstruos - ¡BAM!

 Claramente, la respuesta del rubio no fue del agrado de la mujer, quién tampoco parecía muy emocionada de que lo que él llamaba caballería resultase ser un grupo de niños, aunque debía admitir que le picaba la curiosidad la manera en la que iban vestidos...

 -¡Pues mantén la boca cerrada y deja a los que saben pelea hacer su trabajo! -gritaría nuevamente al hombre que se mantenía apartado, antes de apuntar a la criatura que corría hacia ella para jalar múltiples veces los gatillos de sus armas.

 Tal como había comentado, aquel hombre no parecía tener intenciones de luchar, más al escuchar el grito de Aina al ver en acción al doctor, decidiría acercarse lentamente a la niña con una cálida sonrisa de amabilidad.

 -Tu amiga tiene razón: el señor de la bata no es malo, aunque a todos nos asustan las jeringuillas, ¿cierto? -su tono era cálido y transmitía una calma absoluta, a pesar de toda la escena que se estaba desarrollando. A diferencia del resto, que sudaban por el combate como era natural, él se mantenía fresco y sereno, una sensación que se transmitía a modo de seguridad a todos los presentes, incluso a Adele que no entendía Jápones...

 -¿¡AH!? -si había algo que sobresaltó al pobre doctor, más allá del hecho de ser perseguido por una criatura oscura con afiladas garras, fue la acusación de aquella inocente niña. -. ¡Soy de los buenos! Las paletas las pago con mi salario, ¿sabes? -en ese momento la mirada del hombre se quedaría un poco "perdida", como si hubiese recordado momentáneamente algo, o tal vez se perdió por como Karin le llamó "Seño de la tarta", pero rápidamente volvió a la realidad para sacar otra de aquellas jeringuillas, esta rellena con un líquido verdoso y "burbujeante" que se dispondría a clavar en la criatura que le perseguía.

 Por su parte, el hombre que peleaba con las manos desnudas contra la criatura parecía más concentrado en evitar morirse en sus manos en lugar de discutir con el resto sobre utilidad u otras cosas, enarcando una ceja ligeramente al ver a Kailani aproximarse velozmente para soltar un puñetazo sobre la bestia.

 -Hmph... -observaría sin decir nada, momentos antes de acompañar al chico al cargar con un potente puñetazo contra la criatura desde el lado contrario.

 Las criaturas no parecían haberse percatado de vuestra presencia hasta que empezaron a intervenir en el combate, siendo que la garra de Adele surgiría junto a aquel monstruo que enfrentaba a la pistolera, lanzando un zarpazo en busca de provocarle algún daño, aunque la bestia seria capaz de bloquear con sus brazos. Sin quedarse quieta, Navy habría disparado a la criatura con sus armas, siendo está incapaz de reaccionar ante las balas y recibiendo dos de estas en su cuerpo. [1]

 Por otro lado, Karin llamaría la atención de la criatura que perseguía al doctor al dispararle con su dedo y hacer "bam", provocándole una herida a la bestia de la cual empezaría a emanar ese líquido negro que bien podía ser su sangre. Esta distracción fue suficiente para hacer que la bestia perdiese de vista a Taro durante unos instantes y este le clavase una de sus jeringuillas, siendo que el contenido se metería casi de inmediato en el cuerpo de la criatura y está seria recorrida momentáneamente por unas líneas verdosas que brillaban a través de su cuerpo como cientos de venas. [2]

 En el caso de Kailani, quién fue directamente a enfrentar cuerpo a cuerpo a otra de las bestias, lanzando un puñetazo que, si bien impactaría en la criatura, no parecía haber sido tan fuerte como pudo serlo. La bestia se mantuvo en pie durante unos segundos, volteando a ver por encima de su hombro al chico con esa mirada sombría y vacía, instantes antes de que el hombre albino tomase impulso y soltase en todo el pecho de la criatura un puñetazo que resonó en los alrededores, sacudiendo a la bestia mientras esta liberaba un grotesco rugido al igual que expulsaba una cantidad abundante de líquido negro de su boca: ¡Un golpe estremecedor! [3]

 Por supuesto, aquellas criaturas no se iban a quedar de brazos cruzados mientras eran usadas de saco de boxeo, pues aquella que se enfrentaba a Navy, si bien también tenía en su vista momentáneamente a Adele, optaría por atacar a quién tenía más cerca, que era a la propia pistolera, lanzándole un corte con sus garras que la chica tendría que cubrir con sus brazos, provocando que la mujer soltase un sonoro quejido mientras comprobada que las heridas no fuesen profundas. [4]

  Otro caso fue el del doctor, quién se vio perseguido nuevamente por la criatura a la que hace poco había inyectado una jeringuilla: en su caso, optaría por algo más inteligente e intentaría esquivar, pero aun así seria alcanzado por las manos de la bestia, haciéndole rodar un par de metros por el suelo debido al golpe. [5]

  Por último, estaba la criatura que apenas se mantenía en pie luego del terrible golpe recibido por parte de Kazuya: en lugar de atacarle a él o a Kailani, esta simplemente abriría sus fauces, y liberaría un ensordecedor rugido que resonaría por todo el bosque, sacudiendo vuestras cabezas y obligando a más de uno a cubrirse los oídos por el chillido irritante que surgía de en medio del grito. [6]