Partida Rol por web

He tenido sueños muy raros, pero aquel fue especialmente extraño. ¿Qué clase de edificio asqueroso era ese? Parecía una mansión encantada que fuera a caerse a pedazos en cualquier momento. El agua goteaba por todas partes. Si allí vivía alguien, me daría mucha pena.

Fijándome más en el entorno y la estructura, tuve una incómoda sensación de familiaridad. Y entonces caí en la cuenta. Era la clase de edificio que jamás quería volver a visitar: un hospital. El lugar ya era inquietante, pero, de repente, había pasado a ser aterrador. Empezó a invadirme la angustia.

Quería salir de allí corriendo y, sin embargo, por alguna razón, me sentía impelida a seguir hasta el final. Era como si me hubiese dejado algo importante allí. Una parte de mí que debía recuperar. Me sorprendí a mí misma acercándome hacia aquel sitio.

Tras aquella puerta esperaba una habitación mugrienta, como el resto del edificio. Todo estaba roto o sucio. La cama daba auténtica grima. ¿Por qué había entrado allí? No había nada mío, sin duda. Tenía que irme de allí.

Sin embargo, cuando me di la vuelta para salir por donde había venido, la puerta se cerró de golpe, dejándome a oscuras en esa siniestra habitación. Inmediatamente, me lancé contra la puerta y traté de girar el pomo, pero no se movía. Empecé a dar golpes, enfadada y asustada.

—¡EH! ¡SOCORRO! ¡DEJADME SALIR! —grité. ¿Había alguien? ¡Tenía que haber alguien que pudiera ayudarme a salir!

Por mucho que gritase y golpease, nadie respondía, y la puerta permanecía inmóvil como un muro de ladrillo. La luz se hacía cada vez más tenue, y yo me agobiaba más y más. Me fijé en la oscuridad bajo la bombilla, que parecía extenderse cada vez más. ¿Qué pasaría si me alcanzaba? ¡Tenía que salir de allí!

—¿Esencia…? ¿Qué…? —Miré alrededor confusa. ¿De dónde venía aquella voz? Fuera quien fuese, daba mucho miedo—. ¿Puedes sacarme de aquí? —pedí, con un hilo de voz.

Viendo que no había otra salida, intenté abrir la otra puerta, pero tampoco se abría. Le di golpes, pero no se movía lo más mínimo. Estaba completamente atrapada… Nunca iba a salir de allí. Me di la vuelta y apoyé la espalda contra la pared, intentando alejarme todo lo posible de aquella mancha negra.

En ese momento la vi: Aquella bola de luz… Era tan bonita… Solo con verla, me transmitía esperanza, alegría y calidez, mientras que todo lo demás era desesperación, tristeza y frialdad. Claramente no pertenecía a aquel lugar. ¿Era eso lo que había venido a buscar?

De alguna manera, sabía que esa luz era lo único que podía salvarme, de modo que me acerqué, evitando aproximarme a la mancha de oscuridad. Extendí mi mano derecha lentamente, con intención de tocarla.

 Como si algo en tu interior te hubiese indicado exactamente lo que tenías que hacer, te extenderías a alcanzar aquella esfera de luz que, según acercabas la mano, iba aumentando su brillo, hasta que finalmente entraste en contacto con ella, y fuiste bañada por una sensación de paz y tranquilidad.

 Mientras tu cuerpo se movía por si solo en la nada, tus ropas se iban desvaneciendo en un aura blanca que, en su lugar, cubría tu cuerpo con la forma de otras vestimentas, tomando forma de múltiples luces mágicas. Como si un coro de ángeles cantase a tus oídos, danzabas entre las bolas de luz mientras te cubrían por aquellas vestimentas que pronto adoptarían color y textura: un hermoso y fantástico vestido verde con una tiara y unos mágicos tacones, todo con un diseño floreado que llamaba a la naturaleza: para cuando las luces se disiparon, estabas completamente cambiada, física y mentalmente...

 Tal vez no dejabas de sentir miedo, sin embargo, ahora también tenías un sentimiento de confianza y poder, como si hubieses sido dotada de la capacidad de enfrentar a los seres de la oscuridad que atormentaban tus pesadillas...

 Con tu cambio realizado, aquella mancha en el suelo empezaría a "vibrar", empezando a crecer y a moldearse como una masa negra que iba formando una silueta. Era más alta que el adulto promedio, con largos cuernos que recordaban a las ramas crecientes de un árbol; poseía largas extremidades, y como si sufriese de algún tipo de desnutrición le colgaba la piel de las costillas. Así mismo, iría completamente desnudo, solo cubierto por gruesas capas de pelaje negro que bajaba desde su cabeza, en donde en lugar de haber un rostro se encontraba la calavera de algún animal o criatura, en cuyas cuencas resaltaban un par de brillantes luces amarillas a modo de ojos.

E̸̬͐s̵͚̉e̶̱̐n̵̰̈́c̷̗͑í̵͜ą̵̏.̴̺̒.̶̣͗.̶̫͐

D̶̠̈ë̸͉ḃ̷̤o̴̱͊ ̶̻̈́r̸̬͗e̵̪͑ċ̷̼ó̶͔l̸͍͐e̷͝ͅc̷͖̐t̶̡͌ä̵̮ŗ̵͒ ̴̂͜l̶̻̍ǎ̴̰ ̶̫̄e̵͕͝s̵̬̅ê̸̙n̴̥͒c̸̹͌i̷̧̔ă̷̬.̵͉̓.̴̹͑.̶͍͝

  Repitiendo nuevamente aquellas palabras, la bestia soltaría un baboso rugido, claramente con intenciones agresivas.

Tal y como esperaba, todo cambió en cuanto toqué aquella esfera de luz: mi nerviosismo se desvaneció, dando paso a una calma serenidad. Aunque momentos antes estaba muerta de miedo, ahora rebosaba confianza. Nuevas energías recorrían mi cuerpo.

Abrí la boca fascinada al ver que cómo mi ropa se convertía en una preciosa luz blanca, para después transformarse en un precioso vestido que parecía sacado de un cuento de hadas. El tacto era suave y era muy cómodo, dándome libertad de movimientos.

No todo era bueno, pues frente a mí la sombra se convirtió en un horrible monstruo. Empecé a temblar. Estaba asustada, incluso más que antes. Sin embargo, al mismo tiempo, ahora sentía una seguridad que antes no tenía. La criatura era aterradora, sí. Pero ahora me sentía con fuerzas para enfrentarme a ella.

Volvió a decir aquellas extrañas palabras que yo no entendía. Además, rugió, dispuesto a atacarme. Eché a temblar. Estaba en peligro, pero también sabía que podría derrotarlo.

Extendí mis manos hacia delante. Me concentré y, enseguida, apareció un bonito arco ornamentado y floral. No recordaba haberlo hecho nunca y, sin embargo, sabía que era capaz de hacerlo.

—No sé qué eres, pero… ¡déjame en paz! ¡No sé qué es esa esencia, pero yo no la tengo! —exclamé, con voz trémula, pues no podía ocultar el miedo que sentía.

Coloqué una flecha en el arco, me armé de fuerza y tiré de la cuerda, apuntando a la criatura, para después disparar.

Viéndolo moverse hacia mí, me asusté aún más de lo que ya estaba. Pero sabía que podía hacerle frente.

Entorné los ojos, mirándolo con resolución, y lancé la flecha directa a su pecho. Sin embargo, para mi horror, tuvo mucho menos efecto de lo que esperaba. Casi no pareció inmutarse, y no evitó que siguiera avanzando. No pude hacer nada mientras alzaba su garra y la lanzaba contra mí.

—¡AHHH! —grité a la vez que salía volando por los aires y me estrellaba contra la pared.

Me dolió. Me dolió mucho. Era un bicho muy raro y feo, y me estaba haciendo daño sin que yo hubiese hecho nada. No era justo. Miré en dirección a la puerta por la que había entrado. Sabía que estaba encerrada allí con ese monstruo, así que no podía escapar.

Me levanté, aún dolorida, y empuñé el arco nuevamente, aunque esta vez con mayor temor y dudas. Pero, de alguna manera, de repente supe que poseía un poder con el que podía hacer mucho daño a ese monstruo.

En mi arco aparecieron no una, sino tres flechas, con las que apuntaría a la criatura con cara de pocos amigos. Me había hecho enfadar.

—¡Déjame en paz! —exclamé, justo antes de lanzarle las tres flechas.

Aquel ataque sí que pareció hacerle un montón de daño. Y de sus heridas salió una cosa rara y negra. ¡Qué asco! Daba un montón de repelús.

Sin embargo, ni siquiera eso sirvió para detenerlo: continuó caminando hacia mí, con clara intención de pegarme otra vez. Y yo estaba arrinconada contra la pared, sin escapatoria.

Cuando creía que iba a llevarme otro golpe, se abrió de golpe aquella puerta, por la que entró una mujer a la que yo no conocía de nada. ¡E iba armada!

—¡Ayuda, por favor! —exclamé nada más verla. Aunque no haría falta que me ayudara, porque el bicho pareció olvidarse de mí por completo. La atacó a ella con mucha más ferocidad que a mí. Pero, por suerte, se libró de la tunda con una voltereta espectacular.

Pegué un saltito del susto al oír dispararse aquella bala. Si no tenía más cuidado, acabaría dándole a alguien. Luego, me pidió ayuda, con lo que la situación había dado completamente la vuelta.

—¿¡Cómo que todo el trabajo!? —exclamé frunciendo el ceño, algo irritada. Acababa de llegar, no había hecho absolutamente nada ¡y va y suelta eso!

Nuevamente, apunté al monstruo, invocando una única flecha. Disparé, deseando que este ataque acabase definitivamente con él.

 -Vamos, vamos, no te enfades ahora por eso -intentó restarle importancia la mujer ante tu respuesta por su comentario, fijando su atención en lo que les importaba ahora: la criatura.

  En ese momento la sombra volvería su atención a ti, visiblemente más rabiosa que antes mientras alzaba sus garras para arremeter nuevamente, no obstante fuiste capaz de lanzar nuevamente uno de tus ataques que penetraría en uno de sus brazos provocando otra herida sangrante, y aprovechando ese momento la mujer jalaría los gatillos de sus armas disparando una bala con cada arma hacia la criatura, la cual al recibir los disparos detendría su avance.

 La bestia soltó un grito desgarrador, y poco a poco su cuerpo empezó a derretirse en aquel líquido negro que empezaría a brotar de todo su cuerpo, desmoronándose también en pedazos que explotaron en motas de polvo al tocar el suelo, dejando nada más que una mancha negra en el suelo como último rastro de la criatura.

 -¡Toma! -celebró la mujer, dándole un par de vueltas a sus armas antes de guardarlas en su cinturón -. No se te da mal disparar con esa cosa, ¿eh? -te elogió entonces.

  Fuiste invadida por un sentimiento de victoria y calma, sabías que aquella criatura no te asustaría más, de momento, y es que poco luego de su desaparición empezaste a percatarte de como tu visión se iba nublando poco a poco por una luz, teniendo como última imagen la figura de la mujer sonriente antes de que simplemente todo acabase, como nada más que un sueño...

[Fin del Prólogo]