A ver que Tobías no tuvo problema de sentarse conmigo, rápido me acomodé sobre su regazo mientras intenté prestar atención a las conversaciones. Me costaba a veces porque eran variadas y con muchas preguntas, eso me hacía despistar un poco y no estar tan atenta. La falta de costumbre, quizás el no poder socializar tanto hacía mella en mi y no sabía como manejarme aún con el grupo, algunos eran muy decididos, otros más desenvueltos, como si fuera algo natural en ellos actuar así. Pero para mi era super difícil.
Así que me centré en lo básico: comer. Y era esa deliciosa hamburguesa la que se llevó mi atención, así que me acerqué el platillo y busqué la mirada de Tobías, quizás buscando aprobación o permiso. En algunas cuestiones era muy tímida y en otras no, de igual modo siempre estaba la barrera invisible que me separaba de las personas. Quizás porque yo la construía y no sabía como quitarla, al punto de que te acostumbras a ella.
—Está bien... —respondí Adele al de pelo verde y luego miré a Tobías—. ¿Quieres la mitad? Creo que es mucho para mi...
Ya cuando todos se dispusieron a comer, me fijé en los platillos de los demás y se veían deliciosos, parecían comidas de otros lados y quizás eran de su país. Pero no me atreví a preguntarles si podía probar, eso ya era como un avance super grande de mi confianza o coraje. Ya tocaría más adelante.
Bajo la mirada un poco decepcionada al ver que los mayores no pueden sentarse. ¡Y eso que siempre dicen que hay que dejarles el sitio! Me llevo las manos a la boca al escuchar a Kai decir tantas palabrotas de golpe.
- No hace falta pelear... - murmuro, un poco preocupada porque se peleen aquí.
Pero lo que dice Kantoku-nii-san me da una idea. A lo mejor no en... pero sí entre. Con una sonrisa tiro de Taro-san y le señalo la silla dando unos toquecitos para que se siente.
- Si te sientas atrás y abres las piernas... ¡Yo quepo en el huequito! - así que después de que se siente, me quedo en el hueco en medio de sus piernas. Me caigo un poquito pero no pasa nada y así nadie se enfada.
Después me quedo escuchando a Kantoku-nii-san, con la cabeza de lado. ¿No estamos durmiendo todos a la vez? ¡Ahhh, porque es magia! ¡Como Papá Noel! Pero cuando dice cómo van a estar los guardianes con nosotros, me giro hacia atrás, hacia Taro-san, con una sonrisa y los ojos brillando de emoción.
- ¡¿Eso significa que vas a ser mi amigo siempre?! ¡Y y y vas a conocer a Kuro-kun y a Yuki-sama y Nemu-kun y a la abuelita y...! - bajo de la silla de un salto para hablarle bien, dando saltitos de emoción en el sitio. Tanto que casi me ahogo y tengo que coger aire - ¡Y a toooodos! No te preocupes, ¡seguro que te lo pasas muy bien y no te aburres!
Sigo dando saltitos y empiezo a correr en el sitio, ahora con ganas de ver si al volver puede ver a todos los demás y hablar con ellos. ¡Qué emoción! ¡Otro amigo más! Me quedo quieta de pronto al oler un montón de comida deliciosa que va apareciendo frente a los demás. Oh, hay que comer. Me siento en el hueco de la silla que me ha dejado Taro-san, saco la comida y mientras se está formando pienso en la cena normal de todos los días, que va a apareciendo poco a poco. ¡Ah, pero puedo pedir lo que sea! Aún emocionada, cierro los ojos con fuerza, mientras el plato se detiene y empieza a reaparecer de nuevo, pero esta vez como una enorme torre de tortitas con fresas.
- ¡Uaaaaah...! - abro los ojos feliz, como si tuvieran chispitas, y empiezo a mover las patitas, casi dando saltos en la silla - En casa nunca me dejan comer estas cosas... N-no se lo digas a mis padres, ¿vale? Y a cambio te dejo coger fresas. - me giro, de pronto un poquito asustada. No quiero que me castiguen...
—Puf... —respondió Kaoru a Lilith, como si hacerla caso fuera un esfuerzo titánico—. Que yo no presto atención, qué tontería...
Negó con la cabeza en profunda decepción mientras escuchaba a las conversaciones. O intentaba escuchar. Más bien intentaba escuchar, sí. La atenciónd e Kaoru, después de todo, era legendariamente terrible. Aunque había un tema que captó su interés.
—¿Y no podemos... yo qué sé, quedarnos aquí? Tampoco es que me haga falta volver a clase. Total, tampoco es que vaya a aprender nada nuevo —comentó Kaoru mientras zarandeaba la mano derecha, gesticulando como si eso diera más fuerza a su argumento—. Yo no quiero despertarme. ¡Quiero pasarme aquí todo el tiempo del mundo!
Y mucho más si cuando despierte voy a tener esa compañía, pensó con cierto resentimiento. Pero ese resentimiento nno podía competir con algo diferente y más intenso: ¡El hambre! Mientras los demás pensaban en platos elaboradísimos o simbólicos para ellos, Kaoru pensó muy, muy fuerte para que frente a él apareciera...
Un tarro de ramén instantáneo, humeando como si estuviera recién salido del microondas. Alimentación básica de los acabados de la vida.
—¡Ajá! ¡Buen provecho! —A él ni se le ocurrió la idea de compartir, aunque como era una ración individual tampoco es que hubiera mucho para repartir.
—¿Por qué no hay asientos para los mayores? ¿Quieres que se queden de pie mientras nosotros cenamos? ¡Eso está muy feo!
-E-Es que no había espacio para una mesa más grande... -aseguraría Kantoku, con una sonrisa nerviosa.
Oye niña, si tú prefieres someter a tu compañero a la vergüenza de ser utilizada como silla no es mi problema. Aunque por como nos miras parece que lo haces más por superioridad moral que por amabilidad. Deja de buscarle la mierda a los demás y preocúpate de limpiarte la tuya.
-¡Ey! ¡Vuelve a hablarle así y juro que yo misma te daré de comer un par de hostias! -le amenazaría Navy, visiblemente disgustada por la forma en la que Kailani respondió a Aina.
-Oye, al niño conejo no lo tocas -respondería Kazuya, señalando con un gesto vago de su mano a la pistolera, observándola con la cabeza ligeramente levantada, con superioridad.
Pese a cierto intercambio de miradas asesina por parte de ambos adultos, ninguno parecía querer tomar la iniciativa de formar un alboroto, por lo que no interrumpirían los otros asuntos que se trataban en la mesa.
- Si te sientas atrás y abres las piernas... ¡Yo quepo en el huequito! - así que después de que se siente, me quedo en el hueco en medio de sus piernas.
Si bien el doctor no parecía tener problemas en quedarse en pie, viendo las vueltas que le daba Karin decidió seguirle el juego y tomar asiento con las piernas separadas, dejándole un espacio reducido en donde tomar asiento.
- ¡¿Eso significa que vas a ser mi amigo siempre?! ¡Y y y vas a conocer a Kuro-kun y a Yuki-sama y Nemu-kun y a la abuelita y...!
-¿Esos son los que mencionaste antes? Supongo que podría conocerlos... -concluiría el doctor, queriendo ver a donde llegaba todo eso.
¿Me lo explicas, porfa? ¿Qué es eso de que no puedes hacer cosas? ¿Eres como un fantasma?
-Eso entendí yo... -respondería Navy a Aina, antes de sentir algo de pena por la expresión de tristeza en su rostro por no poder presentarle a su padre, ante lo cual la mujer solo pudo darle un par de caricias sobre la cabeza intentando que no se preocupase por eso.
- Espera ¿y los guardianes nunca despiertan?
Por un instante, Kantoku se quedó con esa sonrisa en el rostro mientras miraba a Erika, como si estuviese pensando detenidamente que responderle, pero sin abrir la boca acabaría mirando hacia otra parte para contestar otras preguntas: la había ignorado descaradamente.
- Yo no quiero despertarme. ¡Quiero pasarme aquí todo el tiempo del mundo!
-No, no, no: la idea es que el juego no intervenga con sus vidas, por lo que todos deben volver y continuar haciendo las cosas que deban hacer -explicaría Kantoku.
-¿tú no quieres comer nada?
- En casa nunca me dejan comer estas cosas... N-no se lo digas a mis padres, ¿vale? Y a cambio te dejo coger fresas.
¿Que quieres comer?
Tú también puedes probar si quieres, Navy
-Ahora que lo mencionas, no tengo hambre... -respondería Lucy.
-Yo tampoco -añadiría Navy.
-Yo no tengo hambre, pero no voy a decir que no a comida gratis -seria la opinión de Kazuya, quién con la mano alcanzaría del "plato" de Kailani, siendo que estaba parado al igual que él pues nadie se decidió a tomar el asiento, y que alguien que no fuese uno de ellos dos lo hiciese seria un poco anticlimático...
-Yo tampoco tengo hambre... ¿Es normal? -cuestionaría entonces Taro, mirando al resto de guardianes que, por sus expresiones, compartían la misma saciedad a pesar de no haber comido nada en quién sabe cuanto tiempo.
-Vuestros cuerpos pueden ingerir y procesar la comida, pero no la necesitan -explicaría Lena desde la barra. -. Pueden comer por gusto, pero no necesitarán hacerlo por hambre.
Con esa explicación, muchos darían por hecho que no era algo a lo que tuviesen que darle muchas vueltas: ya habían escuchado demasiadas cosas raras como para sorprenderse por no tener la necesidad de comer, por lo que muchos empezarían a aceptar las ofertas de sus generadores, siendo que básicamente todos habían ofrecido a su guardián.
-Oye, ¿no piensas ofrecerme? -juzgaría Lilith a Kaoru, que fue el único que no ofreció aparte del chico con ropajes dorados.
De ese modo, todos podrían disfrutar de aquella agradable y deliciosa cena, compartiendo con sus guardianes e incluso entre ustedes mismos, más mientras se desarrollaba la escena Jack se acercaría a la bartender para hablarle en un tono de voz que no llegaría a la mesa.
-Ahora enserio, ¿por qué hay tan pocas sillas? -le preguntaría el fumador.
-El otro grupo se quedó peleando contra el campeón -seria la respuesta de la bartender mientras terminaba de acomodar unos vasos sobre la barra de forma decorativa.
-Hmph... -sin la necesidad de seguir preguntando, Jack volvería su mirada hacia la mesa donde se encontraban. -. Al menos ellos no saben como habrá terminado...
-¿Puedes hacer aparecer cosas de la nada pero no puedes buscar un lugar donde entremos todos? - Preguntó con incredulidad al alien, tomando una porción de pizza y regresando a sentarse en el suelo. Notando que había varios allí que miraban la comida del resto, se detuvo a medio camino del suelo y volvió a la mesa para empujar su pizza hacia el centro. -Los picnics son más divertidos si todos comemos de todo - Salvando un par como Kaoru por lo que veía casi todos tenían comida de sobra para más de uno. Se dejo caer sentada en el suelo, con su trozo de pizza, recargando la espalda en la pared más cercana que tuviera.
Como siempre los adultos complicando las cosas... -Comportense de su edad y no peleen, están asustando a los niños - Reprendió a Navy y Kazuya - O salgan afuera - Le daba igual mientras no molestaran.
Se quedó mirando fijamente al peliverde cuando la ignoró, más aún cuando todos los guardianes empezaban a dejar en claro que no tenían hambre- ¿Ellos están vivos, verdad? - Preguntó alzando el tono de voz lo suficiente para que no fuera posible ignorarla tan facilmente.
Pasó totalmente de Navy y su comentario, cenando con calma hasta que Erika ofreció ponerlo todo enmedio para que todos pudieran disfrutar de la pizza y diciendo que una comida compartida sería mejor. Quizá tenía razón, lo que el mismo estaba comiendo se preparaba alrededor de un fuego junto a mucha gente por lo que el sentimiento sería mejor si se compartía. Estiró sin problemas la hoja de plátano para que esta estuviera más en el centro y agarraría un cacho de pizza tras limpiarse la mano con una servilleta. -Gracias, podéis comer de lo mío también. La pregunta de la chica sobre los adultos le haría quedarse con medio cacho de pizza en la boca aún sin morder durante unos segundos antes de reaccionar y tragar apresurado.
-¿Eso es posible? ¿Es posible que estén muertos y podamos verlos y hablar e interactuar con ellos? Aquello parecía que más que miedo le hacía ilusión por alguna razón.
Al recibir esa reprimenda por parte de Kailani, me quedé muda. Lo miré con estupor. Luego torcí los labios, me revolví en el sitio y aparté la mirada. ¿Qué era eso de «superioridad moral»? ¿Por qué me hablaba así? ¿Por qué usaba esa palabra tan fea? Yo no le había hecho nada malo a nadie; nunca lo hacía. Me estaba hablando igual que los niños malos de mi cole, así que él debía de ser otro niño malo como ellos. Incluso allí, se metían conmigo. Y yo que creía que podría ser mi amigo… No. Eso era imposible: nadie quería ser mi amigo. Mi único amigo era Elvin, que ni siquiera era una persona.
Para empeorar más las cosas, Navy y el hombre de pelo blanco empezaron a pelearse. Además, la chica de la gorra también me criticó. Ella y el chico malo acabaron sentándose en el suelo para no dejar sin sitio a sus guardianes, lo que me hizo sentir mal. Pero… yo creía que no tenía nada de malo sentarme en el regazo de alguien. ¿Y si de verdad estaba molestando? ¿Y si era yo la que estaba siendo egoísta?
—Navy… ¿Te molesta que esté sentada aquí…? —susurré con voz trémula, mirándola a los ojos con inseguridad—. Si quieres, puedo quedarme de pie o sentarme en el suelo… —Lo último que quería era hacer mal a los demás, así que no dudaría en levantarme si sabía que la estaba molestando.
Luego, noté su mano acariciándome la cabeza, en un gesto que me recordaba a… cuando lo hacía mamá. Desde que ella se había ido, pocas veces me habían hecho ese gesto. Solamente papá, en las pocas ocasiones en que pasaba un rato conmigo.
Por lo que decía Kantoku-san, debíamos volver a nuestra vida normal. Eso significaba que tendría que volver al cole y ver a los niños malos, y que no tendría mis poderes mágicos ni este vestido tan bonito. Pero había una diferencia: ahora Navy me acompañaría. No estaría sola.
Luego, los mayores comentaron que no sentían nada de hambre, lo cual sonaba bastante raro. Pero enseguida le quité importancia: seguro que solo era cosa de la magia, como todo lo demás.
Cuando la chica de la gorra propuso que compartiéramos la comida, yo me quedé en silencio, agarrando mi plato con fuerza. Tenía razón en que era bueno compartir. Pero esa podría ser mi última oportunidad de volver a probar el plato de mamá… Aunque solo probara un poco cada uno, enseguida se acabaría.
—Está bien… —acabé diciendo con resignación. Comí aproximadamente la mitad del plato y luego lo empujé hacia delante—. Probad un poco… —dije con mucho pesar por no poder terminármelo.
A cambio, yo también querría probar los platos de los demás, especialmente el postre de Karin. Aunque no llegaba a alcanzarlos sin levantarme, por lo que pediría que me los acercaran. Si no me hacían caso, tendría que levantarme, y luego volver a sentarme en mi sitio. Lo que no probaría sería el plato raro del chico malo, porque era malo.
De pronto, la chica de la gorra hizo una pregunta muy rara, momento en que me quedé en silencio. ¿Y si de verdad eran fantasmas?
—Navy… No estás muerta, ¿no? Los muertos no pueden estar con nosotros. Se van al cielo, como mamá… —dije, mirándola confundida.
La verdad es que da un poco de miedo ver a los adultos pelearse así que cuando los generadores de Aina y Kai empiezan a pelearse, cierro los ojos e intento no escuchar... Pero siempre es complicado no escuchar... Ojalá mis amigos estuvieran aquí, ellos siempre consiguen hacerme reír... Por suerte la discusión no dura mucho y además, Taro-san parece contento por conocer a mis amigos.
- ¡Sí, son los que estaban con nosotros en el bosque! Pero ellos solo son dos, ¡tengo muuuuchos más amigos! - grito ilusionada abriendo los brazos. Luego me giro hacia Kantoku-nii-san, bajando la cabeza y hablando en bajito - Pero yo no quiero volver...
No entiendo por qué se preocupan los adultos de no tener hambre. ¡Si se supone que es de noche, de noche se mime pero no se come! Luego veo cómo otros niños se llevan las cosas al centro para compartir. En clase siempre dicen que está bien compartir, aunque no nos gusten las cosas de los demás o nos gusten mucho las nuestras. Pero mis amigos nunca me piden compartir nada. Y si comparto cosas como la comida, o los juegos, o los amigos, o el tiempo... al final me quedaré sin nada.
Miro mi plato de fresas con nata y empiezo a sentirme un poquito mal de no haber pensado en algo menos delicioso para comer. Pongo las manos a los lados del plato, un poco plof por tener que compartir hasta que escucho la pregunta de Erika. Entonces tiro del plato un poco más hacia mí y muevo la cabeza a los lados.
- Yo... yo estoy bien con mis cosas. - murmuro, levantando la cabeza hacia atrás para mirar a Taro-san y luego habló a los demás, con la mirada fija en una de las fresas de las tortitas - ¿Y qué más da si están muertos o no? Si podemos hablar con ellos, es que están aquí con nosotros. Y tampoco tienen cara de zombies, así que eso está bien. - asiento con la cabeza, comonforme con lo que he dicho y comiéndome de golpe la fresa.
No tenía mucho para decir, estaba comiendo una deliciosa hamburguesa y no quería perder tiempo en soltar palabras, además Tobías se había quedado callado y el hecho de saber que no necesitaría alimentarme para estar bien en este "mundo" me sorprendió un poquito aunque nada dije al respecto. Sólo me quedé mirando a los presentes, pensando tal vez cual sería el próximo movimiento considerando que había terminado mi hamburguesa.
—¿Y ahora que haremos?
Fue la única pregunta que hice, no me había quedado claro si volvería a la casa hoy mismo o si tenía que juntar energía, eso me interesaba y quería saber. Así que busqué la mirada de aquel chico con pelo verde y esperé paciente una respuesta, pensé en mi hermano, ya lo echaba de menos y me daba cosa estar lejos de él.
-¿Puedes hacer aparecer cosas de la nada pero no puedes buscar un lugar donde entremos todos?
En ese punto, Kantoku no podía hacer más que quedar con una expresión de derrota y verguenza, sintiéndose mal por ser victima de todas las verdades que le lanzaba Erika apenas podía: tanto que se había esforzado...
-Comportense de su edad y no peleen, están asustando a los niños - Reprendió a Navy y Kazuya - O salgan afuera -
Aquel comentario provocaría que Erika se ganase cierta mirada de molestia por parte de ambos adultos, mientras junto a ella Lucy simplemente soltaba una pequeña risa con una sonrisa de superioridad.
—Navy… ¿Te molesta que esté sentada aquí…? —susurré con voz trémula, mirándola a los ojos con inseguridad—. Si quieres, puedo quedarme de pie o sentarme en el suelo…
-Para nada, no le hagas caso -afirmaría la mujer a Aina intentando que no se dejase desanimar por las palabras de Kailani.
¿Ellos están vivos, verdad?
Seria aquella pregunta lo que provocaría que el ambiente se volviese un poco más pesado, con varios girando su mirada hacia Kantoku esperando su respuesta, mientras que otro directamente opinaban o preguntaban al respecto.
-¿Eso es posible? ¿Es posible que estén muertos y podamos verlos y hablar e interactuar con ellos?
—Navy… No estás muerta, ¿no? Los muertos no pueden estar con nosotros. Se van al cielo, como mamá…
¿Y qué más da si están muertos o no? Si podemos hablar con ellos, es que están aquí con nosotros. Y tampoco tienen cara de zombies, así que eso está bien.
El hombre peliverde, si bien se notaba volvió a intentar ignorar a Erika, por la manera en la que el tema corrió de boca en boca fue incapaz de continuar en silencio, aunque no se le notó particularmente cambiado al hablar del asunto.
-"Vivo" y "Muerto" son términos relativos... Para ponerlo simple: Los guardianes no existen... -revelaría el hombre, provocando todo tipo de reacciones en los rostros de los adultos, desde sorpresa, confusión, hasta curiosidad. -. En algún momento vivieron en vuestro mismo mundo, pero por obra del destino su existencia fue borrada del pasado, presente o futuro: el tema es que no están muertos como tal, es más como que su existencia permanece en un limbo entre la consciencia y el olvido... Y por eso están aquí: no solo participan como guardianes en el juego para recuperar sus perdidos recuerdos, sino para determinar si son merecedores de volver a la realidad... ¡Pero no tienen que darle vueltas! Es como dice Karin: ¡están con nosotros aquí y ahora, y eso es lo que importa!
Entre charla y charla, pronto todos empezaron a llenar sus estomagos, habiendo o no compartido sus platillos con el resto, y si bien había quien deseaba continuar directamente con el juego, otros tenían interés por volver...
—¿Y ahora que haremos?
-Ahora que han acabado de comer, podrán regresar a sus hogares -anunciaría el hombre peliverde, con una de sus sonrisas. -. Si vuelven al pasillo de las puertas, encontrarán al fondo una que antes no estaba: basta conque la toquen y... "pff", despertarán todos en sus camas -en ese momento, Kantoku pasaría su atención a Karin, a quien había logrado escuchar más de una vez expresar sus deseos de quedarse. -. Y no tienen que preocuparse, prometo que volveremos a vernos más pronto de lo que esperan.
Sentí un poco de penita al saber que los Guardianes no estaban en la realidad de momento y se preguntó que sería ese punto intermedio, como si fuera el mundo de Morfeo. Eso era, como el de los sueños y desde ese punto es que me quedé pensando en ello, allí las cosas siempre salían bien o mal, además de que eran locas. Al menos asocié todo desde ese lado y tras mirar a Tobías, me dio muchísima tristeza y me propuse a mi misma intentar de que regrese para que tenga su vida.
—Haré todo lo posible para que estés del otro lado, promesa de meñique—comenté con una sonrisa y le regaló una caricia en el rostro, es que a veces tenía una empatía rara u ocasional—. Lo cumpliremos.
Después ese tal Kantoku o como se llame, responde a mi pregunta y ahora sí que me quedo más que tranquila. Al menos podía volver a casa y estar con mi hermano, tal vez le contaba sobre todo esto para que me explique sobre eso del limbo o de esas cosas donde la gente no está ni viva ni muerta y espera que suceda algo para volver. Era demasiado loco todo eso y me tenía dando vueltas en la cabeza, al menos era un motivo para investigar y sentirme parte de esto.
—Gracias por responder y la comida, estaba rica—dije sonriendo—. Me gustaría volver a verlos, a todos...
Le dediqué una mirada a Kaoru y me ruboricé, lo sentí como mi amigo, pero con mis problemas a la hora de relacionarme siento que podía serlo de todos si no fuera tan torpe. Sólo estoy a un pasito, pero ese pasito cuesta un montón. De todos modos abandoné el regazo de Tobías y le di un sentido abrazo, seguía con la penita en el corazón de eso que no podía volver al mundo real como yo. Luego me preparé para irme, quería estar en mi casa también.
La respuesta que me dio Navy hizo que se disiparan mis dudas. Como ya me habían dicho en numerosas ocasiones, lo mejor era no hacer caso a lo que dijeran los abusones, de modo que lo ignoré y me quedé allí sentada, disfrutando de la cena.
Me sentí decepcionada al ver que Karin no compartía su delicioso postre. Yo había decidido compartir el plato de mi madre y ella no quería compartir el suyo. ¡No era justo! La miré con el ceño fruncido, frustrada, pero no dije nada.
Por otro lado, yo sí que pude probar la comida de los demás. La pizza estaba muy rica, así como algunos de los otros platos. No quise probar el de Kailani, ya que era un chico malo y podía haber puesto algo en la comida que me hiciera sentir mal; ya me habían hecho esa broma en bastantes ocasiones.
De pronto, Karin soltó un comentario bastante extraño. Luego, Kantoku-san dio unas explicaciones más extrañas aún.
—¿Cómo que no existen? —Giré la cabeza, mirando a Navy con perplejidad—. ¿No existes, Navy? ¿Cómo puedes no existir? —Volví a mirar a Kantoku-san mientras daba su explicación, parpadeando varias veces. No entendía nada—. Pero entonces, si no existen, ¿cómo pueden estar aquí? ¿Y por qué ellos pueden estar aquí y mamá no? —dije entornando las cejas con tristeza, contrariada.
El tiempo pasó y, finalmente, la cena acabó. La noche había estado cargada de buenos momentos, pero también otros que no lo fueron tanto. Había conocido a muchos niños y adultos, había conseguido unos poderes muy guays y había probado comida muy rica. Por otro lado, también había descubierto que los mayores no existían y algunos de los otros chicos no me habían tratado bien. Tenía una sensación agridulce. Pero, con un poco de suerte, quizás la próxima vez iría todo mucho mejor.
Me levanté del regazo de Navy, dejándome caer al suelo. Luego la cogí de la mano, mirándola con algo de lástima. Me parecía injusto que ellos pudieran estar allí y mamá no, pero aun así ellos también me daban pena.
—Vamos. Tenemos que volver a casa. —Me giré hacia Adele—. Yo también quiero volver a veros. Me alegro de haberos conocido. —Miré hacia los demás—. Adiós. Espero volver a veros pronto —me despedí saludando con la mano.
Tras la pequeña despedida, caminé junto a Navy hacia la puerta de salida. La toqué, preparada para regresar.
Kaoru lanzó una mirada de refilón a Lilith.
—¿Quieres probar esto? ¿Tú? ¡Pero si tiene pinta de que eres de comer con cubiertos de plata! —Carraspeó un poquito, y apartó ligeramente el botecito de ramen, al que todavía le quedaba algo más que un cuarto—. Pero bueno... puedes probar, si quieres.
Y aunque inicialmente no estaba haciendo mucho caso a nada de lo que ocurría en torno a él, una vez más hubo algo que llamó su atención. No existen, pero existieron. ¿Por qué le daba una sensación tan extraña eso? ¿Por qué hacía que la sangre se helara en sus venas? Estaba lejos de ser tan avispado como para entenderlo, y mucho menos todavía de ser suficiente sincero consigo mismo como para admitir que era una idea que le daba miedo.
—Despertar... ¿de verdad tenemos que hacerlo? —murmuró desganado.
Se levantó lentamente y miró a los demás, uno a uno. ¿Qué pensaba de ellos? Bueno, lo que estaba claro era que pensaba que eran mejor que nada de lo que le esperaba en el mundo del despertar.
—¡Más vale que nos veamos otra vez! —remarcó, lanzando una mirada al peliverde—. ¡Voy a estar muy enfadado si no! Y los demás... bueno. Pasadlo bien y todo eso. Nos veremos pronto.
Miró a Lilith antes de empezar a caminar lentamente hacia la puerta. Ahora que sabía de la situación de la mujer ser abrasivo con ella le era ligeramente más difícil. Como no quería volver, en lugar de tocar la puerta apenas llegó, esperó frente a ella, despidiendose uno a uno de sus compañeros —incluso aquellos que conocía menos— antes de hacerlo, en última posición.
Levanto la cabeza hacia Kantoku-nii-san cuando habla de que los guardianes no existen y le miro un poco enfadada. ¡¿Por qué no va a existir Taro-san si está aquí conmigo?! Es lo que siempre me dicen, pero espero a la explicación entera, porque no quiero enfadarme con Kantoku-nii-san. Y lo que dice es un poco raro con lo que ha dicho antes, porque si están en ese "limpo" es que sí existen.
- ¿Así que si ganamos podrán volver? - miro otra vez a Taro-san y me doy con el puño en el pecho como una machota, porque voy a ser la mejor y voy a hacer que exista otra vez - ¡Lo conseguiremos, ya verás como sí!
Después de terminarme las fresas y las tortitas y todo, me doy unas palmadas en la barriguita, contenta y sonriente. Pero dejo de estar tan feliz cuando Kantoku-nii-san dice de volver a casa. Me cruzo de brazos triste y me quedo en mi trocito de silla sin querer irme a casa.
- ¿Seguro que podremos volver? ¡Es una promesa, eh! - le digo, un poquito preocupada igual que Kaoru. Pero Kantoku-nii-san no nos mentiría, siempre ha dicho la verdad o eso parece. - Vamos, Taro-san. Aún podremos jugar los dos cuando nos despertemos. ¡Adiós a todoooos!
Me levanto de la silla de un saltito, tirando de la mano del doctor y despidiéndome de los otros con la mano. Han sido todos muy majos y parecen más amables que los niños de mi cole, así que espero que nos veamos a ver. Aún me paro un momento antes de abrir la puerta de salida, mirando hacia atrás preocupada y al final termino saliendo también.
Mantuvo la mirada de ambos adultos, cruzándose de brazos, ignorandolos y volviendo pronto a su comida, había cosas más importantes que andar haciendo de niñera de gente que la superaba en edad. Afortunadamente el resto repitió su pregunta lo suficiente para que el alien no fuera capaz de escaquearse esta vez. Aunque la respuesta no fue lo que esperaba. Eso era aún peor que estar muerto. -Osea que sus existencias dependen de nosotros... - Miró a Lucy sintiendo una ola helada que la cubría de pies a cabeza. No había tenido un deseo hasta entonces, pero ahora definitivamente tenía uno. Después de eso la comida quedo abandonada por su parte, tenía el estómago revuelto y ya no quería tocar nada más. Se quedo sentada sin mencionar otra palabra hasta que el resto empezó a levantarse.
-Hasta pronto - Se despidió del resto taciturna, poniéndose de pie también y caminando hacia su guardiana -Vamos - Indicó a la mujer en el mismo tono comenzando a caminar hacia la puerta sin mirar a nadie.
Aquello se volvió más oscuro aún si cabía. ¿Que no existían como tal? ¿Ni siquiera tenían la calidad de muerto? Aquello tenía que ser lo más triste que escucharía en ese día. Miró a su guardián, siendo otro de los que dejaría de comer por pérdida de apetito y luego miró a Kantoku. -¿En serio está bien decir que hay alguien en este mundo que no se merece existir? Sinceramente, no le desearía aquel destino ni al ser más ruin y desagradable del planeta.
Se dirigió a su guardián entonces.
-¿Estáis bien con esto?... Se le veía preocupado. -Odio despertar y tener que ir al colegio pero ahora mismo tampoco quiero estar aquí. ¿Tú qué quieres hacer? No arrastraría a su compañero sin saber lo que el quería hacer, si el guardián decidiera quedarse en ese lugar un rato más no se lo negaría.
Si este decidía que estaba bien si se iban, se despediría de todos. -Siento mucho que nos hayamos conocido aquí. Nos podríamos haber divertido más en otras circunstancias y con videojuegos o algo más normal. Esto apesta un poco... Diría mientras meneaba su mano con una sonrisa medio incómoda para decir adiós.
Finalmente cruzarían la puerta tal y como les había indicado el tipo del que poco se fiaba.
—Haré todo lo posible para que estés del otro lado, promesa de meñique—comenté con una sonrisa y le regaló una caricia en el rostro, es que a veces tenía una empatía rara u ocasional—. Lo cumpliremos.
- ¿Así que si ganamos podrán volver? - miro otra vez a Taro-san y me doy con el puño en el pecho como una machota, porque voy a ser la mejor y voy a hacer que exista otra vez - ¡Lo conseguiremos, ya verás como sí!
-Osea que sus existencias dependen de nosotros... -
Si bien el gesto de la niña le tomaría un poco por sorpresa, Tobias no tardaría en corresponderle con una sonrisa mientras enseñaba el meñique doblado.
-Es una promesa -respondería, mostrándose agradecido por las intenciones de Adele.
Por su parte, Taro solo reiría un poco por la seguridad de Karin.
-Cuento con eso.
Por último, Lucy simplemente correspondería la mirada de Erika y le intentaría mostrar una leve sonrisa, intentando que la chica no sintiese presiones ahora por la situación en la que parecían estar.
—¿Quieres probar esto? ¿Tú? ¡Pero si tiene pinta de que eres de comer con cubiertos de plata!
-¡Pues claro que no lo quiero probar! Pero lo menos que puedes hacer es ofrecerme para luego yo decirte que no -respondería Lilith, sonando increíblemente sincera al decir aquello, como si estuviese segura de que tenía algún sentido.
—¿Cómo que no existen? —Giré la cabeza, mirando a Navy con perplejidad—. ¿No existes, Navy? ¿Cómo puedes no existir?
-Creo que es algo muy complicado... -seria la respuesta de la mujer, que no parecía tener muy claro lo que pasaba.
¿En serio está bien decir que hay alguien en este mundo que no se merece existir?
Pero entonces, si no existen, ¿cómo pueden estar aquí? ¿Y por qué ellos pueden estar aquí y mamá no? —dije entornando las cejas con tristeza, contrariada.
-No soy yo quién determina esas cosas, es el destino... -respondería Kantoku, para nada orgulloso de ello. -. Tú mamá sigue existiendo: aún tienes recuerdos de ella, ¿no? Eso es lo que la hace diferente de los guardianes, y por eso digo que es algo diferente a la muerte...
-¿Estáis bien con esto?... Se le veía preocupado. -Odio despertar y tener que ir al colegio pero ahora mismo tampoco quiero estar aquí. ¿Tú qué quieres hacer?
-Bueno, nunca es agradable que te digan que no existes, pero... Puedo vivir con eso: y no creo que hagamos nada quedandonos, así que... -por su parte, Kazuya parecía bastante relajado al respecto, siendo que no tenía un interés particular por detener el avance de todo aquello.
Finalmente, todos empezaron a despedirse antes de retirarse.
-¡Nos vemos! -se despediría energéticamente Marco con una sonrisa.
-Tengo el presentimiento de que nos divertiremos mucho -seria el comentario de Yuki.
-¡Hasta luego! ¡Nos veremos de nuevo más pronto de lo que esperan! -seria la forma en la que Kantoku despediría a todos en general.
De ese modo, todos fueron tocando la puerta con su acompañante, y aquellos que iban detrás podían ver como sus cuerpos se desvanecían en un polvo mágico que atravesaba la puerta misma. De dos en dos se fueron retirando, hasta que no quedaron más que los trabajadores de aquel lugar.
-Y bien... -voltearía entonces Kantoku hacia la barra, mirando a Lena. -. ¿Por qué es que faltan sillas...?
-El otro grupo se quedó enfrentando al campeón -seria la respuesta de la bartender.
-Vaya... Una lastima... -se entristecería entonces Kantoku, suspirando. -. Por lo menos el resto parece tener potencial: estoy seguro de que les irá bien -concluiría el hombre, sin interesarse por conocer los detalles de como acabó el enfrentamiento para el grupo faltante...
Fin del Capítulo 1