Partida Rol por web

—Bueno, ¿nos turnamos entonces y aprovechamos el viaje de noche o estamos todos lo suficientemente cansados para empezar mañana temprano? —preguntó Tony— Yo no tengo problema, pero tengo que admitir que este rato me ha dejado más tocado de lo que creía... 

Y eso que Tony no había visto las últimas fotos del marco, tuvo la agilidad suficiente de evitar estas últimas... ¿Fotos escondidas en un marco en la casa de un pederasta...? No hacía falta pensar mucho.

—¿Seremos capaces de madrugar y salir tempranito? —añadió con sorna intentando hacer alusión a las pintas que teníamos esa mañana.

- Señor Altísimo de la Misericordia, contempla en Tu Poderoso Corazón la necesidad de paz y de redención para todas las almas que viven sobre la Tierra. - el Chief había elevado la llamada plegaria por las almas inocentes mientras veía junto a Reba como aquel sobre se convertía en cenizas.

Descendió en silencio las escaleras de aquel cochambroso edificio junto a sus compañeros y valoró la pregunta de Tony durante unos segundos.

- No tengo claro que sea capaz de descansar esta noche. - tenía claro que en aquella búsqueda iban a tener que pagar un precio mayor del que cualquier podría imaginar y el sueño sería el primer peaje. - Puedo hacer el primer turno sin problema.

- Yo voy a cerrar el puto ojo tan pronto como me siente, si o si. Tendré unas putas pesadillas horribles pero... Digamos que hoy me he pasado forzando el mecanismo, y eso...- Comentó señalando con un gesto de cabeza el edificio del que acababan de salir.- ... no va a ayudar pero estoy muerta. Muerta varias veces consecutivas. Como no os voy a poder dar relevo, dejo en vuestras manos la decisión de seguir, peor estoy con Chie. Estaría bien avanzar lo máximo posible esta noche. Lo que no sé es dónde coño amaneceremos mañana, no me extrañaría que en le puto infierno.- Reba escupía cada vez que soltaba un taco, era sucumbir a aquel tourette o romper a llorar, y no tenía especiales ganas de llorar, aún por debajo de las gafas, delante de sus compañeros.

Cliff estaba sentado en el asiento del conductor de su coche y se giró para observar al resto.

—Descansad lo que podáis —dijo mirando a Tony y Reba que estaban sentados en el asiento trasero—. Entre Chief y yo avanzaremos lo que podamos. Yo tampoco creo que pueda dormir. Todo este galimatías sin sentido me está dando vueltas en la cabeza y no puedo apagarlo.

Giró el contacto del coche y lo puso en marcha.

—Hay unos mapas de carretera debajo de tu asiento, Chief. Creo que hay que coger la interestatal 30 hasta Everglade Park y luego la 20.

Sacó la petaca de dentro del abrigo antes de alargarlo al asiento de atrás. Dio un pequeño trago y conectó la radio a un volumen muy bajo.

Greenwood, Mississipi, 7:00

Aún no había amanecido cuando el coche pasó el cartel que daba la bienvenida a Greenwood, Mississipi, capital mundial del algodón. El cartel no parecía gran cosa y la ciudad menos. Según el censo una pequeña ciudad de apenas 20.000 habitantes que parecía anclada en el pasado. Pero, después de todo, ¿acaso no era lo que venían buscando? Respuestas del pasado.

Aunque Chief había tomado el relevo a las dos horas y media de salir de Dallas, Cliff no había pegado ojo. Se habían pasado el viaje en silencio, roto tan solo por los momentos en que Cliff tarareaba una melodía que hacía que Chief lo mirase de reojo. ¡Otra vez! Aquel tema que parecía de Johnson pero sonaba nuevo. Aún así el sacerdote no tenía demasiadas ganas de charla. Necesitaba meditar por todo lo que había pasado el día anterior. Así que se limitó a escuchar la tonada que, curiosamente, parecía desvanecerse en su memoria casi tan pronto como Cliff dejaba de tararearla.

En el asiento de atrás Tony y Reba dormían placidamente, uno apoyado contra la ventanilla, la otra con la cabeza en el hombro de su compañero de viaje. Sólo la llegada del amanecer y la entrada en Greenwood los despertó de un sueño inquietante que no lograron recordar al despertar. Se entraba en la ciudad por una carretera que había visto tiempos mejores. La ciudad —más bien el pueblo grande— se mostraba gris y apagada, con abundantes zonas verdes. Un orgulloso pueblo del sur de los EEUU.

Pero ¿a dónde se dirigían los viajeros?

Reba se deperezó como buenamente pudo en el asiento de atrás, en espera de que l resto decidiesen dar tregua a sus legañas y le permitiesen estirarse tan alta como era fuera del coche, azotada por las añejas nubes de polvo que habían arrastrado a más de una bala de salicor por el lugar.

—¿Ya hemos llegado? —preguntó Tony, casi como un niño chico que está harto del asiento de atrás— Primera parada, una cafetería, ¿no? —añadió casi de forma retórica. No se imaginaba empezar el día sin desayunar— Y luego ya... ¿Pensión de Williams? ¿La cantina de Alphonse? Habrá que buscar dónde quedaban esos sitios.

- O la bilbioteca. - sugirió el Chief mientras ponía el intermitente y aparcaba frente a los ventanales de un dinner. - Tendrán periódicos y mapas antiguos y quizá incluso listines telefónicos.

No pudo evitar estirarse nada más descender del vehículo mientras el tarareo de Cliff volvía escapar de su mente por milésima vez.

- También sabemos que Josephine fue enterrada aquí. - no tenía claro que se podrían encontrar en su tumba después de los eventos del día anterior pero cruzaría ese río cuando llegarán, no tenía sentido darle más vueltas.

Al menos hasta que saciaran su hambre con un buen plato de huevos con bacon y varias tazas de café.

Llevaban unos minutos desayunando en aquel bar y parecía que el grupo se iba desperezando.

—Bueno, apurad el desayuno que hay trabajo que hacer. Si por mi fuera, me gustaría echar un vistazo a esa pensión Williams. Aunque solo fuera por la casualidad de que Robert Johnson se hospedara en ella. ¿Qué os parece si voy yo a la pensión con uno de vosotros y otros dos van a echar un vistazo a cantina de Alphonse... si es que sigue existiendo?

Pocos instantes después, le vino a la cabeza la propuesta de Chief.

—O la biblioteca... ufff, puede ser buena idea pero como me siente delante de un montón de papeles me temo que voy a tener una ardua lucha contra el sueño. Quizá Tony o... bueno, quizá Reba —sonrió tras guiñar un ojo a Tony sabedor de que aquel no era su área de especialidad.

- No tengo problema en ir a la biblioteca.- Reba no tenía unas ganas locas, pero habiendo cerrado el ojo todo el camino, poca excusa tenía.- O a la taberna, lo que más rabia os dé, muchachos.- Moon era más que nada una fumadora social, y ahora mismo consideraba que se había ganado un pitillo, en vista de que tendría que tener algunos vicios un poco bajo cuerda durante el viaje. Sustrajo un Marlboro de una cajetilla que debía rondar por sus bolsos y pantalones desde hacía más de un mes y se dedicó a echar la ceniza en los restos de clara de huevo que quedaban en su plato, sin poder reprimir un escalofrío al recordar a la criatura/niños de la noche anterior.