Partida Rol por web

Cliff se acercó a la mujer.

—La entiendo señora... y sobre todo, la comprendo —dijo mientras masticaba el nombre de ese Willis.

Anotó algo en su libreta y se acercó a la señora.

—Ha sido muy amable señora... —reprimió pronunciar su apellido de casada—. Y disculpe el desencuentro inicial.

El Chief asintió cuando se mencionó las dificultades de la comunidad negra en aquella tierra de los sueños que era América, más aún si añadías el ser una mujer. Cuanto les faltaba aún por aprender.

Y entonces Cliff volvía a hacer gala de la falta de empatía en el momento en que se obsesionaba con algo, sacando la libreta y volviendo a dar la imagen de periodistas sin escrúpulos que la pobre mujer había tenido de ellos.

- Hermana, rezaré por usted y por el alma de todos los Scott. - dijo no queriendo incordiar más a la mujer y sintiendo que necesitaban descansar y poner toda la información en orden. - Si no le importa, me gustaría acercarme otro día a ver cómo se encuentra e informarle si hemos hayado novedades de su famila.

Se quedó un momento pensando, queriendo ofrecerle algo de reposo a la mujer y así lo hizo.

- Y, si pasamos por Greenwood, pondremos unas flores en su nombre en la tumba de Josephine.

Reba se despertó con las primeras luces de la mañana, depositó la foto de Emily en su lugar, en la mesa de la cocina, junto a la lata que había dejado a medio beber por la noche, tras darle un beso a su fría superficie, la marca de sus labios marcaba la integridad de la cabeza de su nov... ex novia, no solo sus labios, pero era el único retrato que tenía de ella en que no ponía caras raras. Se acercó, aún desnuda, a su colección de discos y se puso a escarbar hasta encontrar algo que la pusiese de buen humor. Levantó la tapa de su tocadiscos, revisó su aguja (estaba algo tocada, tendría que cambiarla pronto) y puso a girar el plástico negro antes de situar la punta de la aguja en el primer surco.

Se pegó una ducha rápida, repasó su agenda (algo que solo hacía en los días en que tenía programa en directo) y cató el primer café del día, preguntándose cómo les habría ido a los chicos. ¿Les habrían apaleado unos yonkis dejándolos tirados en una cuneta cercana a la de la acera donde los dejó? Esperaba que no, peor visto lo visto cualquiera sabía. Se quedó en su casa todo el tiempo que pudo, esperando a que alguno de ellos la llamase. Menuda jodienda...

Tony dejó a Cliff y Chief en un motel tras abandonar la casa de la señora Painbell. Había sido un día intenso, lleno de información, de datos, fechas, nombres...

En cuanto tocaron el colchón todos quedaron dormidos profundamente debido al cansancio.

Al día siguiente tendrían que empezar a tirar de alguno de los hilos.

Aquella misma noche en varios puntos del mundo diversas personas sintonizaron, de forma casual, una emisora de radio desconocida. Sólo escucharon una canción.

Arthur Keller, en Nueva York, dejó el gas abierto y cuando regresó por la noche al piso se encendió un cigarro. Mientras lo hacía tatareaba esa melodía pegadiza con una sonrisa en los labios. Pensaba también en todas las veces que sus vecinos se habían quejado de lo alta que ponía la música.

Simon Pazos condujo una hora y media desde Santiago hasta una zona costera de acantilados. Mientras aceleraba tatareando la melodía se dio cuenta de que el nombre de Costa da Morte era muy adecuado para la ocasión. Atravesó la valla y durante unos breves instantes del vuelo sintió que su alma era libre como la música que había escuchado.

Laura Dimeno decidió ceder a las insinuaciones de aquel compañero de trabajo llamándolo a medianoche para que acudiera a su casa en las afueras de Roma. Cuando terminaron de hacer el amor le clavó unas tijeras en los ojos. Luego fue se rajó el cuello de lado a lado y se dejó morir abrazada mientras en su cabeza resonaba todavía la melodía.

Para ninguno de ellos tenía sentido seguir viviendo después de haber escuchado algo de semejante belleza.

Y aquello era sólo el comienzo.

Finalmente Cliff llamó a Reba cuando esta ya se estaba planteando el darles plantón e irse a vaciar un par de gin tonics para abrir el apetito. Aparentemente habían dado con buena mierda la noche anterior (en contra de lo que ella esperaba, y puede que incluso ansiaba) y tocaba ponerse al día antes de que ella tuviese que volver a darles plantón por la tarde.

Quedaron en un Tom's Diner (Si, bautizado tras la puta canción*) que les quedaba más o menos a medio camino. Ella pidió un plato combinado de huevos y beicon acompañado de una patatas fritas de congelador bañadas en unas tristes raspaduras de queso, con una cerveza sin alcohol a modo de aglutinante. El que estos hubiesen aparecido podía ser señal de que tocaba tomarse la jornada en serio.

Entre los tres le contaron el encuentro con ma'am Painbell, no dejaba de verlos como unos trasuntos de mediana edad de los Goonies, ilusionados por haberle rascado unos cuantos nombres a la pobre señora. Cuando comentaron lo de que les saludó con una escopeta tuvo un ligero flashback sobre su sueño, la parte en la que Emily se volaba la cabeza en una especie de sketch, pero no recordaba el resto.

- ¿Y ahora, alegres muchachos?- Les preguntó, más que nada porque ella tenía el directo por la tarde y ellos eran quienes se podían plantear avanzar algo más en su investigación. Realmente tenía el picorcillo de la curiosidad, pero el pan era lo primero. Dependiendo del plan, vería cómo unirse a aquella peculiar Mystery Machine.

Tony no era de desayunar fuerte. Un buen café negro, un sandwich y listo. Preparado para la acción.

—Bueno, como nota más importante, la abuela está muerta —respondió a Reba con un tono indiferente antes de dar un largo sorbo al café negro—, enterrada en Greenwood... ¿Eso no salía en las cartas? —preguntó arrugando la frente intentando recordar— Igual no es mal sitio para empezar. ¿Tú tienes programa hoy, niña?

Otro sorbo de café y la mente le recordó el gesto de la señora en la puerta.

—Oye, ¿os fijasteis en cómo tocó el colgante cuando habló de Josephine? —preguntó como si la intriga llevase comiéndole por dentro desde la noche anterior.

El Chief se había levantado pronto y había asistido al oficio en una iglesia cercana, sentándose en un banco de la última fila y sin identificarse como pastor de otra congregación, más por disfrutar de la oración a dios que otra cosa.

Con el ánimo de espíritu renovado, volvió al motel para que Cliff le dijera que habían quedado con Reba para un desayuno tardío. ¿O era más bien un almuerzo temprano?

Sea como fuera, ahí estaban los cuatro de nuevo, poniendo al día a la fémina sobre lo sucedido.

- En el hotel pregunté a qué distancia estaba Greenwood y me indicaron que el de Arkansas se encuentra a setenta millas. - explicó al Chief al resto. - Aunque hay otros en Luisiana o Indiana, supongo que en la época de Johnson no saldrían del estado, por lo que podríamos estar allí a la hora de comer.

Cuando escuchó lo que decía Tony, se quedó pensativo; había estado más pendiente de las necesidades emocionales de la mujer y, pese a que vio el gesto, no le dio la importancia suficiente en aquel momento.

- Pensé que podrían ser las cenizas de Josephine pero dijo que había sido enterrada... puede que sea un amuleto de santería o una protección cajún. - el Chief se había criado en Nueva Orleans y había visto como la obeah, el vodoo jamaicano, había permeado en el día a día de los que allí habitaban y se mezclaba con cualquier religión.

—¿En serio queréis ir a ver una tumba? —preguntó tras darle un sorbo al café americano—. ¿Estáis pensando en hablar con la muerta?

Aunque parecía ser sarcástico, Cliff tenía cierta preocupación porque sus compañeros quisieran hacer exactamente eso.

—Ese colgante puede ser el amuleto del que hablaba en las cartas, el que Josephine le quitó a su marido y que supuestamente lo protegía. Aunque debe de ser el falso... en las cartas decía que la mujer había entregado el verdadero a ese J.L.

Dio otro largo sorbo al café pensativo.

—¿Qué plan tenéis? Greenwood está lejos pero Nashville todavía más. Si os apetece un viaje quizá podamos encontrar a esos "amigos" de Alphonse pero, ¿a alguien se le ocurre cómo?

Mientras charlaban sobre que hacer Tony pensaba en el pequeño colgante de la mujer. Era una bolsita pequeña de cuero pero dudaba que la buena señora llevase allí algo de marihuana. Tendría que ser otra cosa. Chief, ante el comentario del joven, recordó como en alguna ocasión había discutido con sus feligreses la mala influencia del hoodoo en la religión. Igual que la santería eran cosas que se apartaban de la senda del señor. Ideas traídas de la espiritualidad africana original que posteriormente se mezclaron las religiones de los amos en las primeras plantaciones.

Pero en la letra de Johnson había referencias directas al hoodoo. No sería descabellado pensar que el amuleto que probablemente protegiese al malogrado Alphonse fuera de ese tipo. En la última carta decía que Josephine se lo había entregado a quienes representaba J.L. Pero la señora Painbell lo acarició en el momento que mencionaba a la difunta. ¿El mismo? ¿Uno similar? ¿Otro con un valor sentimental? Estaba claro que, de un modo u otro, el hoodoo también era parte de aquel enigma que rodeaba las grabaciones perdidas.

A Reba le habría encantado ver el colgante del que hablaban, reconocía tener interés por los fetiches e iconos de ese tipo, pero tampoco tenía mayor idea sobre ello, era más por mero gusto estético y esa idea animista de que los objetos tienen poder o alma. Ella misma sospechaba que algunos objetos la miraban cuando estaba distraída pero solía achacárselo al alcohol o la mierda que se hubiese metido en ese momento.

- Si, hoy tengo programa y con todas estas mierdas ni he pensado de que voy a hablar... Creo que voy a repasar la historia de Gloomy Sunday, su asociación a decenas de suicidios y de cómo fue prohibida por la BBC en tiempos de guerra por considerar que minaba la moral del pueblo. Creo que sigue estando prohibida... No es una historia tan oscura o sobrenatural, pero el campo es bastante limitado, y en espera de que tal vez consigamos una historia más jugosa o las malditas grabaciones... Supongo que si os invito y te consigo una guitarra, Cliff, no nos tocarás ese tema que se te escapó en el almacén, por mucho que digas que era Cross Road Blues.- Terminó su bebida y engulló lo que le quedaba de una tira de beicon antes de continuar. - Puede que Cliff tenga razón con lo de visitar a la muerta, pero vamos a donde vuestro instinto os diga, en estas mierdas las corazonadas no son moco de pavo.  Mientras estemos de vuelta en menos de una semana, para preparar el programa de la semana que viene y estar atenta por si tengo que cubrir a algún compañero en las emisiones de madrugada, me llega.

Se encogió de hombros y encendió un pitillo mientras aún conservaba el sabor de carne crujiente en el paladar. 

- O si os pica mucho el culo, trato de alcanzaros mañana.

—Oye Chief, ¿y qué sentido tiene que estuviese metido en una bolsa de cuero? —preguntó torciendo la boca — Si es un colgante... ¿Por qué no enseñarlo? 

Hoodoo... Todo ese tema era nuevo para él, pero Tony era de esas personas que se toma muy en serio todo lo que se escapa de lo común y le gustaba estar siempre preparado. 

—No sé, Cliff... Estoy de acuerdo en que no creo que a una lápida le saquemos gran cosa, pero no es lo único que nos puede interesar en Greenwood, ¿no? —Tony preguntaba con cierta inseguridad, casi buscando una aprobación, a fin de cuentas, el experto en el tema era Cliff— Quiero decir, allí murió Robert Johnson, Alphonse tenía su cantina, se menciona en las cartas y, por algún motivo que no tiene por qué ser el apego al lugar de nacimiento, Josephine quiso ser enterrada allí.

Desde luego, por el tono de su voz, Tony estaba buscando mucho más una confirmación de sus compañeros que intentar convencerles de nada.

Mientras hablaban, Tony se acercó a la barra a que la camarera le sirviera más café, y aprovechó para asegurar que nadie se estaba interesando en exceso por su conversación.

Chief se quedó mirando a Cliff ligeramente desconcertado cuando éste preguntó si pensaban ir a hablar con la muerta. Aunque esa no había sido su intención, dudaba si realmente en el fondo había esperado que el espíritu de Josephine se apoderase de él como había ocurrido en alguna ocasión durante una de sus misas.

- No, no. - respondió a su compañero. - Creo que no... pero quizá allí podamos encontrar más información sobre el pasado de esa mujer y seguir sus pasos, como bien apunta Tony.

Al parecer, había más Greenwoods en Estados Unidos que apóstoles seguían a Jesús pero desplegaron un mapa de carreteras y todos se pusieron de acuerdo en cuál era el que les interesaba mientras Reba les informaba de su agenda radiofónica.

Él tenía la suerte de tener a un jover diácono al que había dejado a cargo de su pequeña congregación, por lo que con unas simples llamadas para asegurarse que sus miembros más fieles supieran que estaría unos días fuera serían suficiente para tener libertad a la hora de viajar.

- El colgante puede ser la bolsa de cuero, al fin y al cabo es algo que cuelga de una cuerda o una cadena. - explicaba a Tony. - Dentro puede haber desde un mechón de pelo a un atillo de hierbas o las cenizas de un ser querido regadas con sangre de gallina...

Se mesó el pelo mientras valoraba las opciones que tenían ante ellos.

- Podeos hacer día aquí y tratar de averiguar más sobre quién era ese Michael o Morgan Willis de la discográfica, quizá unas llamadas o una visita al registro... - sugirió. - Mañana podríamos salir en dos coches, para tener mayor movilidad, y aprovechar para ojear la guía de carreteras y ver dónde alojarnos.

—Sí, puede que tengas razón Tony... además, no será un viaje en balde, siempre quise visitar ese puto sitio —bromeó.

En seguida se puso a reflexionar sobre el colgante.

—Según las cartas —respondió a Chief—, Josephine dio el colgante a ese JL así que dudo mucho que sea el verdadero. Probablemente sea la copia que citan en las cartas pero, ¿en realidad pensáis que tiene importancia? A mi modo de ver tenemos varias opciones: viajar a Greenwood para estudiar el entorno, quién sabe si podemos contactar con algunas de esas tribus a las que Alphonse pidio ayuda; investigar más sobre ese Willis, quizá Ace pueda saber algo de él, se mueve bien en el entorno musical... y sino, puedo hacer unas llamadas; echar un vistazo a la casa de Sugarman, aunque no creo que allí haya mucho rastro. ¿Algo que se me escape?

Dejó un instante de silencio para que alguien aportara lo que considerase.

—Creo podríamos cubrir las cosas más cercanas mientras Reba termina su programa y luego coger el primer tren de la noche a Greenwood. Yo me encargo de los billetes. Reba, ¿crees que podrías averiguar algo de ese Willis a través de tu programa?

- Bueno, puedo tirar la piedra, a ver si suena la flauta. Michael Willis o Morgan Willis son nombres la hostia de comunes pero puede que delimitando la búsqueda a personas relacionadas con discográficas de hace treinta años podamos afinar un poco, aún así no apostaría todo mi dinero a esa casilla, pero, ¿Qué diablos? ¿Para qué sirve si no tener un programa en abierto? Si alguien cree que puede desgranar la información que os dio esa señora con algo de interés en el programa, es más que bienvenido. Si no echaré la caña y a ver si pica algo.- Comentó Reba encogiéndose de hombros. No solía usar su programa para consultar a la audiencia, peor ahora hasta le parecía una buena manera de rellenar la difusa escaleta que tenía para la emisión de esta noche.

—Bien, ¿a qué hora acabas? —preguntó mirando un viejo reloj de pulsera que colgaba en su muñeca—. Yo voy a hablar con Ace a ver si hay suerte y conoce a ese tal Willis o me da algún cabo para tirar. ¿Nos vemos en el local de Reba al acabar su programa?

Miró al resto de sus amigos. En sus rostros podía deducirse la confusión y que no tenían muy claro por donde avanzar.

—¿Tony, me acercas a mi coche? Está en el parking del Vintage... ¿Chief y tú, qué haréis?

- Terminaré a eso de las diez pero entre que adoctrino a mi técnico de sonido y hablo con un novato que empieza hoy, pongamos que a las once. Trataré de preparar una maleta de emergencia para el viajecito.- Comentó Reba, musitando si tendría suficiente polvo de hadas para el viaje. Al carajo, se iba a arriesgar, por dos o tres día sosteniéndose en cervezaz ocasionales y lo que quedase en las esquinas de alguna bolsita.

- Si no necesitáis ayuda ninguno de vosotros, me acercaría a ver a la señora Painbell con una cesta de bollería en una mano y las sagradas escrituras en la otra. - reconoció el Chief mirando al grupo. - Quisiera enmendar la situación por cómo se desarrollaron las cosas anoche.

Le preocupaba realmente el estado de aquella mujer, la mezcla de odio y resentimiento no podía resultar en nada bueno cuando se fermentaba en el interior de una persona. Al menos, quizá una taza de café con él podría servirle como válvula de escape.

- Me acercaría en taxi y podemos quedar con Reba a la salida en su emisora. - sugirió como punto de encuentro.

—Claro, te llevo, hombre —respondió a Cliff aunque se sobreentendía—. Yo puedo intentar hablar con la camarera de ayer. Ella también sabe del mundillo seguro...

Tony no estaba muy convencido de que Ally fuese a ser de ayuda pero a unas malas echaría unas risas con ella antes de irse a tomar por culo a otro estado.

—¿Entonces todos lo tenemos claro? Nos vemos a las 11 en la emisora de Reba —dijo antes de levantarse de la mesa rumbo al coche— Eh, Chief, no te olvides de preguntarle más de lo del colgante, que a este paso no voy a dormir hoy tampoco... —añadió en un tono entre serio y en broma.