Una figura que le había seguido toda su vida, diablos, está claro que no era ni mucho menos la que cargaba con fantasmas y cadáveres en el armario, pensó Reba sin saber qué decir, aún así le inquietaba aquella otra maldita figura, no creía que Tony hubiese vivido tan tranquilamente viendo aquella luna cancerosa con clavos en la cabeza y embutida en cuero negro a diario.
- ¿Creéis que el párroco del lugar será una buena persona a la que consultar sobre esa hermandad o tal vez haya otra opción que no se pueda replegar ante nuestras preguntas? Está claro que las bibliotecarias son demasiado reservadas para nuestros encantos.
Chief asintió levemente ante la propuesta de Reba.
- En los pueblos pequeños, este tipo de organizaciones suelene tener lazos con la igleisa local. Como ocurre con el Klan en muchas ocasiones... - le preocupaba que pudiera meterse de lleno si el párroco estaba involucrado en la Hermandad pero tenían que empezar a indagar por algún lado.
Mientras Chief observaba la flor marchita pensó en el tema de las floristerias. Era lo que iban a visitar antes del extraño suceso que tuvo lugar ante sus ojos y que casi se había llevado por delante a Tony.
Os lo recuerdo porque justo tuve que meter el interludio cuando realmente ya ibáis encanados. Si esto fuera una partida de mesa sería hace 10 minutos, pero entre el encuentro y mi gripe se nos ha ido unas 2-3 semanas en el tiempo y es normal que os hayáis despistado.
"Y Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado."
El versículo vino a la mente de Chief en ese momento y, como en ocasiones anteriores, no tuvo dudas de que Dios le había hablado*. A veces era un versículo, otras una canción o una melodía, como con Cliff, pero lo suficiente para saber que no caminaba solo.
- Con todo lo sucedido... - hizo un vago gesto en dirección al cementerio - nos hemos olvidado de la floristería, Eden Garden. Si son los que mantienen las flores frescas de Josephine, tienen que saber quién está costeándolo.
*o el Master en este caso ;D
- Cualquier opción es buena ahora mismo, vamos?- Contestó Reba a la iniciativa de Chief, mientras sacaba su penúltimo pitillo de la cajetilla, le quedaba el del deseo, dado la vuelta. ¿Serían capaces de dar con una ínfima pista antes de tener que dar cuenta de ese último cigarro?
Un poco después estaban en la floristería. Se notaba que era un lugar con solera, pero también cuidado con mimo. Había un montón de centros florales y múltiples coronas de defunción expuestas, sin duda por su cercanía al cementerio, pero en lugar de pesadumbre la floristería transmitía una cálida sensación de paz.
Su dueño, que se había presentado como Erwin, era un anciano de sonrisa amble y movimientos pausados. Vestía de forma impecable y parecía hacer juego a la perfección con su negocio.
Cuando le contaron el motivo de su visita —la historia de Chief sobre que venían a poner flores a Josephine y se encontraron el trabajo hecho— el hombre asintió, contestando con su voz calmada y amable:
—Oh, sí, Josephine Scott. ¡Vaya un encargo! Le llevo flores a su tumba todas las semanas desde su fallecimiento. Creo que le quedaba algún familiar vivo en Dallas pero nunca los he visto por aquí. Los que pagan los centros son los cofrades de la Hermandad del Secreto. Bueno, en realidad se destinó una partida para ello nada más tener lugar el fallecimiento y todos los años la renuevan.
Al contrario que la bibliotecaria parecía que hablar de dicha Hermandad no suponía un problema para el anciano florista.
- Vaya, muchísimas gracias por la información, últimamente hemos comenzado a saber sobre la vida de Josephine y habíamos llegado a un punto en que o veníamos a pagar tributo visitando su última morada eterna o nos habríamos sentido mal por el resto de nuestras existencias.- Comentó Reba, incluyendo a todos en su comentario buscándolos con la mirada. -¿Ha dicho la Hermandad del Secreto? Qué curioso nombre. ¿Podría contarnos más sobre esa orden? Puede que a fin de cuentas, y continuando con nuestras pesquisas sobre la querida Josephine, debiéramos saber sobre aquellos que se preocuparon por ella cuando la mayoría de la gente gira la vista para no devolver la mirada.
¿Se tercia una tirada de Influenciar para tratar de saber más?
Chief sonreía y mostró genuina curiosidad cuando el hombre mencionó la Hermandad sin ningún tipo de apuro.
- ¿Algún tipo de congregación? - añadió a la pregunta de Reba. - Últimamente hay varios clubs sociales que adoptan nombre rimbombantes y dan lugar a equívocos.
Lo último lo dijo a su compañera, como si se lo estuviera explicando solo a ella, en un intento de mantener la conversación lo más distendida posible.
Tony, a diferencia de su comportamiento habitual cuando había mujeres de por medio, en esta ocasión se quedó a mirar las flores a una cierta distancia. Tampoco quería llamar la atención del florista, ya que las heridas le hacían andar un tanto quejumbroso y con dificultad. Ya eran un grupo bastante variopinto como para llamar más la atención.
Mientras miraba las flores, inconscientemente, empezó a buscar rosas blancas como las que le había dejado la figura en la tumba.
Bueno, a ver si hay de esas, igual tiene algo que ver.
—Oh, bueno... ya saben como son las hermandades. Ésta tiene bastante solera, según su presidente data de antes de la Guerra Civil y tuvo su momento álgido allá por los 50, con los movimientos por los derechos civiles. Oh, quizás deba aclararles que es una asociación religiosa mayoritariamente negra. Bueno, afroamericana como dicen ahora. Aunque ahora ya aceptan a gente blanca en sus listas.
Se quedó un momento callado, como dudando si decir algo. Finalmente se decidió:
—Mire: hay mucha gente que les tiene miedo o habla mal de ellos. Porque son negros ¿sabe? Lo mismo pasa con los homosexuales. No puedes ser homosexual en este país si no es para que te acompañe el sambenito de ser un depravado y un peligro para la sociedad. Pero las veces que he tratado con ellos... bueno, son gente que ayuda a los suyos. Y eso es algo que se tiene que valorar. ¿No?
Se fijó en que Tony miraba las rosas blancas:
—¿Le gustan esas?— pareció recordar algo —Vaya... pues la señora Scott las odiaba. Decía que le recordaban a su marido.
No es necesario influenciar porque parece dispuesto a hablar (de vez en cuando tengo que soltar madeja).
Las rosas blancas son una flor muy común, la hay en cualquier floristería.
A Reba le daba la impresión de que Chief sería mejor llevando aquella conversación a todos los niveles, más viendo que podía tener que ver con organizaciones de 'su gente' de las que desconocía hasta su mera existencia, peor aún así la curiosidad le reconcomía por dentro.
Tony giró la cabeza sorprendido de que el señor se hubiese dado cuenta. Por alguna razón, creía que estaría más entusiasmado hablando con Chief y Reba.
—Sí, bueno, son bonitas, ¿no? —respondió Tony— ¿Las odiaba por recordarle a su marido? ¿Por qué sería malo que le recordasen a su marido? —preguntó haciéndose el loco. Habían dado con el cotilla del pueblo, cuanto más pudiera preguntar sin ser obvios, mejor.
La curiosidad del Chief se convirtió en completo interés cuando aquel buen hombre explicó la base de aquella Hermandad.
- No pasa nada, la piel sigue siendo más negra que blanca. - dijo sonriendo y mostrando el brazo bajo la camisa.
Él nunca había tenido problema con el término, nacido y criado en un barrio negro, en una ciudad multiracial, aunque entendía su rechazo en las nuevas generaciones y la búsqueda de nuevos terminos.
- Soy miembro de una agrupación similar en mi ciudad natal por lo que debo reconocerle que me encantaría conocer a otra asociación hermana. - miró al resto, como si estuviera pidiendo permiso para dedicar tiempo a ello. - ¿Dónde podríamos visitar dicha Hermandad?
El anciano se encogió de hombros ante la inocente pregunta de Tony:
—Nunca lo supe. Eludía hablar de su marido como quien evita un mal recuerdo, pero también había una cierta culpabilidad en sus palabras. A veces la gente que sufre siente dolor incluso cuando queda libre. ¿Quién puede comprender al corazón humano? Pero discúlpenme... me viene la vena de poeta frustrado cuando hablo de sentimientos.— sonrió amablemente volviéndose haca Chief —La Hermandad ha tenido tiempos mejores. Ahora se reduce a un grupo pequeño de ancianos de que se reúnen de vez en cuando en el local social de la comunidad. El señor Prunty lleva el tema de los pagos de la tumba de la señora Scott. Era taxidermista aunque ya está retirado. Vive en una cabaña a las afueras de la ciudad. Si siguen la carretera principal verán un ramal que lleva al camping de Roake. En esta época del año está cerrado pero si llegan a él y siguen el sendero rural la cabaña de Prunty está a las orillas del río.
Tony torció la boca levemente. Esperaba, por alguna razón, que aquella conversación diese más de sí.
—¿Lo conoció? A su marido, digo... —preguntó intentando exprimir aquella naranja todo lo que pudiese— ¿Venía aquí a por esas rosas blancas? —añadió con una pequeña sonrisa intentando mostrarse amable con las preguntas.
—Oh, no, cuando yo la conocí ya era viuda desde hacía mucho tiempo.
Se quedó un momento pensando antes de añadir:
—Pregúntenle al señor Prunty si lo visitan. Él se llevaba mucho más con la señora Scott.
Cuando el florista citó el oficio del tal Prunty, Reba no pudo evitar recordar lo que les había pasado (porque había pasado, ¿Verdad?) en el almacén: aquel cocodrilo disecado devolviéndoles la mirada desde el otro lado del velo. Seguro que era imposible que aquella pieza fuese obra de este tipo, pero la taxidermia era un horror y una horterada con la que la locutora no se cruzaba tan a menudo. También recordó que cuando era pequeña visitaba a un dentista que tenía varias cornamentas y una cabeza de ciervo en su sala de espera. Una vez se forzó a tocar el ojo del animal, solo para cerciorarse de que realmente estaba muerto y no reaccionaba cerrándolo como acto reflejo.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo mientras se dirigía hacia la puerta, esperando poder encender su último pitillo de la cajetilla mientras comenzaban a caminar siguiendo las indicaciones del simpático tendero.
- No quisiéramos robarle más tiempo. - dijo el Chief sonriendo mientras daba un par de golpecitos suaves al mostrador. - Ha sido usted extraordinariamente amable, le tendré en mis oraciones.
Esperó por si alguno de los otros dos tenía algo más que añadir y salió al exterior, junto a Reba.
- Bueno, creo que será mejor conocer a ese taxidermista directamente, ¿no?
Sin más dilación se montaron en el coche siguiendo las indicaciones de Erwin esperando encontrar, al final de las mismas, una pista sobre la muerte de la señora Scott.
En el cielo las nubes de tormenta arreciaban nuevamente.
Seguimos en La Hermandad del Secreto.