Partida Rol por web

—Sí. Era un hombre de color de unos cuarenta, quizás cincuenta años. Calvo, de bigote, con unos ojos muy expresivos. Me llamó la atención lo intenso de su mirada. Delgado, alto, se notaba que era un hombre de negocios por la firmeza con la que hablaba. Se interesó mucho por la correspondencia de mi hermano. Cuando llevaba la Hermandad se carteaba con mucha gente.

Se quedó un momento pensando en algo.

—Las cartas del Josi...— dijo sin duda refiriéndose a la señora Scott —Eran las que más le interesaban. Eran unas cartas que mi hermano le había enviado a su marido y que luego ella trajo de vuelta. Mi hermano guardaba una caja con centenares de cartas. Se las vendí todas... ¿estoy metido en algún lío?— parecía dudar ahora —Yo... verán... supuse que eran de mi hermano y por lo tanto no tendría valor alguno excepto gente que estudiara las cosas de la Hermandad... ¿Son ustedes abogados de la familia de Josi?— dijo recordando que Cliff se identificó como investigador privado.

—No, no somos abogados. Esté tranquilo —dijo Cliff dando una larga calada a la pipa—. Ha sido usted muy amable y lo último que querría es que tuviera usted problemas por nuestra culpa. Cualquier cosa que usted recuerde de aquello, nos sería de gran ayuda. Contactos de su hermano, viajes, algún tipo sospechoso... cualquier cosa.

—¿Centenares? —respondió Tony abriendo los ojos como platos— Y quitando esas... ¿Recuerda alguna que su hermano guardara con especial ilusión?

Después de que Simon aclarara que hablaba de cartas que había traído Josephine de vuelta, Tony empezó a perder interés en aquel tema. Ahora era él el que empezaba a pensar que por ahí no sacarían nada más.

El hombre se encogió de hombros.

—Mi hermano era un buen hombre a su manera pero demasiado egocéntrico. Se carteaba con cualquiera que le siguiera el juego de darle importancia. Como si su Hermandad fuera algo de lo que debiera estar orgulloso.

El tipo parecía también cansado de la charla.

—Miren... siento no poder serles de más ayuda pero la Hermandad del Silencio es algo que quisiera que quedase en el pasado. Me deshice de las cartas, que era lo único que me quedaba después de que Prunty se llevase los libros alegando que eran de la Hermandad. Seguramente él pueda serles de mayor ayuda que yo¹.

- Disculpenos por haberle importunado y traerle recuerdos poco agradables. - se excusó un Chief cuyo cansancio se volvió en agotamiento cuando aquel hombre mencionó a Prunty.

Se estaba empezando a dar cuenta que parecían Jinetes del Apocalipsis, dejando un reguero de muerte y locura por donde pasaban, y empezaba a dudar de si estaba haciendo lo que se esperaba de él.

- Nos queda un largo camino por delante, así que no le robaremos más tiempo.