El manotazo de Cliff, de ese Cliff embelesado por el camino al Segundo Círculo, provocó un latigazo de dolor en el viejo sacerdote, haciendo que el costado que chocó contra la viga volviera a dolerle como en aquel desván polvoriento varias millas atrás.
- ¡Tony, no puedo pararle! - informó al tercer miembro del equipo con grito mientras trataba de alcanzar a al hipnotizado, solo que esta vez era para avanzar a su lado.
Chief estaba herido tras el lanzamiento de cura que se realizó en el desvancillo del bar, así que no va a ponerse a forcejear así que vamos tras el conejo blanco...
Tony había empezado la marcha dándose prisa para alcanzar a sus compañeros, pero de repente comprendió que la escena no era la que pensaba.
Habían pasado de querer entrar al local a estar obligados a entrar al local... ¿Qué estaba pasando?
—¡No! —gritó Tony mientras corrió a por Cliff.
El salto fue digno de repetición en los mejores placajes de la NFL de ese fin de semana. El hombro de Tony aterrizó en la cintura de Cliff y con su peso lo lanzó al suelo antes de que llegaran a la entrada.
—¿Qué coño te pasa? —le gritó— Despierta, coño —añadió mientras se subía encima y le chocaba la espalda a su amigo contra el suelo— ¿Ya?
Motivo: Violencia
Tirada: 2d10
Resultado: 17(-2)=15 [7, 10]
Joder, vaya papa tengo, jajaja...
—¿Pero qué cojones te pasa? —dijo Cliff una vez en el suelo mirando a los ojos de Tony con gesto de ira—. Métete en tus putos asuntos, engreído.
La mirada de Cliff no era la habitual. Su pupila estaba dilatada y un gran halo rojo la rodeaba. Y ese gesto iracundo; no era normal. Intentó empujar a Tony de encima suyo pero no pudo moverlo. Físicamente era muy superior a él. Tenía el cuello en tensión manteniendo levantada la cabeza mirando fijamente a Tony a los ojos. Las cuencas de los ojos de Cliff parecían no poder contener sus ojos dentro. Un segundo después, la cabeza de Cliff cayó sobre el suelo como si se hubiera roto una cuerda que la mantenía elevada y en tensión. Y se cerraron sus ojos.
La respiración de Cliff volvía a ser reposada y, unos minutos después, volvió a abrir los ojos.
—¿Qué haces ahí1 Tony? Creí que solo te iban las mujeres —dijo bromeando antes de entrecerrar los ojos para controlar el dolor de su cabeza.
[1] Me estoy imaginando a Tony sentado a horcajadas encima de Cliff para sujetarlo
Tras asegurarse de que Cliff volvía a estar en sus cabales Tony se levantó. Todavía inquieto mantuvo agarrado por el brazo a su compañero mientras su mirada se alzaba hacia el edificio de pesadilla que tenía ante él.
Los otros ahora también pudieron verlo. Era inquietante y trasmitía una malevolencia evidente. Pero también tenía algo de tentador, una promesa de respuestas entre el peligro.
¿Iban a entrar ahora que las puertas estaban abiertas o preferirían retroceder en busca de más información antes de arriesgarse?
Estando los tres de pie frente a un local que, claramente, no era la discoteca de al lado de su casa, Tony miraba la entrada como quien mira al horizonte, esperando enfrentarse a un futuro incierto, y sin tener muy claro si estaban preparados para ello.
—No sé si esto va a funcionar o nos van a echar a patadas de aquí —dijo, aunque estaba convencido de que sus compañeros estarían pensando igual— ¿Tendrán algún tipo de etiqueta? —pregunto arqueando las cejas— Y ese olor...
Desde luego, Tony parecía más dispuesto a informarse antes sobre el lugar, pero no tenía la menor idea de por dónde empezar.
- Propio de una entrada a los infiernos... - dijo Chief con claro asco en su voz, mirando aquella torre que no había podido vislumbrar hasta ese momento, oculta a plena luz en un barrio residencial.
Se encontraban cansados y maltrechos, llevaban varios días enfrentándose a fuerzas desconocidas y sintiéndose como si estuvieran jugando un Whac-A-Mole diabólico con la sintonía de Johnson de fondo.
- Poder y señales y prodigios mentirosos... - miró de nuevo aquella entrada frente a ellos. - Hemos visto cuál es el verdadero valor de las promesas que ofrecen, cómo se retuercen las sugestivas insinucaciones que salen de la boca de la serpiente... debemos entrar pero bajo nuestras propias condiciones, descansados y prevenidos.
Miró a Cliff, sin tener claro si aquel investigador encarnecido querría arriesgar la vida, y seguramente algo más, de los tres allí presentes...
Cliff meneó la cabeza.
—Eso es soberbia padre —dijo con sorna—. ¿De verdad creéis que nosotros podemos poner las leyes? No creo que tengamos una oportunidad dispuesta cuando a nosotros nos venga bien. Creo que el momento es ahora. La puerta está abierta y nosotros frente a ella. El final de la búsqueda... y el principio de otra.
Se levantó con dificultad. Aún le dolía el golpe de Tony para detenerlo. Avanzó un par de pasos hacia la puerta y miró hacia atrás para valorar los gestos de sus compañeros.
—En serio, ¿por qué ponéis esa cara? ¿De verdad pensáis que vamos a poder abrir la puerta cuando nos de la gana?
Chief miró dolido a Cliff cuando le escupió la acusación de soberbia y tuvo que respirar hondo, buscando la paz que le daba su fé, para no responderle como se merecía.
Los tres navegaban por aguas turbulentas, incluso habían dejado un pequeño naufragio de pelo rubio en la travesía, pero no todos eran capaces de vislumbrar el faro que iluminaba al sacerdote.
- Puede que no pongamos las normas pero si podemos elegir levantarnos de una mesa donde claramente las cartas están amañadas. - respondió optando por una analogía menos espiritual de lo habitual, haciendo un esfuerzo por llegar a sus compañeros.
Dio un paso hacia atrás, dejando clara su postura mientras negaba con la cabeza.
- Nunca nada bueno se ha dicho de un sitio que se sirve de engaños y triquiñuelas para atraer a una persona. Ahora sabemos dónde está la entrada y seremos capaces de volver a encontrarla, como encontramos el acceso al amuleto de Sugarman o al espíritu de la amante de Johnson... pero las proclamas de ahora o nunca solo le sirven a los vendedores de coches usados en su anuncios para cazar a algún pardillo insomne.
—Si nos levantamos de la mesa nunca sabremos cual es la siguiente carta... y necesito saber. Saber como sacar esta mierda de mi cabeza y... —hizo una pausa avergonzándose de sus próximas palabras—. Y quiero llegar hasta el final y escuchar las piezas prohibidas. No os voy a pedir que vengáis conmigo, pero tengo la sensación de que este es el camino correcto y, de ser así, tengo que seguirlo.
Tony miraba la conversación como el que acude a un partido de tenis. Giraba la cabeza con cada golpe de argumento y parecía encontrarse a gusto en cualquiera de los dos escenarios. Luego volvió la mirada a aquella entrada. Imaginó lo que podría estar ocurriendo, dada la situación.
—Cliff, te voy a hacer una pregunta. Si me convences, estoy contigo. Si no, con Chief... —dijo sacando el melodrama a paseo— Si bajas y resulta que hace falta... No sé, una etiqueta especial, o una clave de algún tipo... ¿Cómo crees que acabarás?
La preocupación de Tony se hacía notar en la pregunta, pero no era por el posible espectáculo que pudiera haber abajo, ni siquiera por llegar a participar en él, si no que estaban entrando en, claramente, un sitio donde no estaban invitados. Y no parecía uno de esos lugares donde vale el "solo vengo a por tabaco".
—No lo se —dijo agachando la cabeza. No tenía esa respuesta y probablemente Tony tenía razón... y Chief. Pero el impulso de Cliff era demasiado grande —. ¿Acaso hemos tenido alguna vez una respuesta? No me preguntes por qué, pero tengo la sensación que dentro de nosotros están todas las respuestas que nos hacen falta para cruzar todas las puertas. ¿Por qué yo toqué aquella canción que no puedo recordar? ¿Por qué Chief ha visto el pasado de los Scott? ¿Por qué estamos viendo esta puerta que nadie más ve, Tony? ¿Tienes tú esa respuesta?
Meneó la cabeza y miró fijamente a Tony. Éste pudo ver los ojos enrojecidos de su compañero, posiblemente algo húmedos.
—Si no estáis seguros lo mejor es que os marchéis. Pero yo solo veo dos salidas, arriesgarme a conocer o acabar el resto de mis días en un psiquiátrico. Y eso me gusta menos que cruzar esa puerta, Tony.
Chief dejó escapar en un suspiro todo el cansancio que llevaba encima, todo el sufrimiento que aquejaba su cuerpo, toda la lucha contra lo insoportable que llevaban teniendo desde aquella reunión con Ace...
- En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. - dijo poniendo una pesada mano sobre el hombro de Cliff.
Asintió levemente hacia Tony, quien le recordaba a uno de esos dibujos de la tele donde al protagonista se le aparecían un ángel y un demonio a cada lado. Solo esperaba que no fuera literal.
- No caminarás solo. - sentenció.
En silencio, pero con una tensión palpable, Tony volvió a mirar a la entrada y suspiró. Luego se dirigió a Chief.
—En eso tiene razón —le dijo al sacerdote—, quizá esto está todo escrito y debemos bajar ahora, que es cuando hemos llegado... Puede que más adelante estuviésemos preparados para más situaciones, pero también puede que lleguemos tarde.
Casi se sentía mal por cambiar de lado, sobretodo teniendo aún tantas dudas, pero... Bueno, de perdidos al río.
—Como me arrepienta de entrar ahí abajo te la ganas —amenazó a Cliff señalándole con el dedo, imitando de forma jocosa la típica frase de madre.
INTERLUDIO
La chica pausó un momento la grabadora del móvil:
—No pretenderás que me crea toda esta mierda ¿verdad? ¿Fetos vivientes? ¿Espectros? ¿Zarzas asesinas? ¿Y ahora un club disco infernal?
Al otro lado de la mesa, en la oscuridad, el viejo jugueteaba con la bolsita de heroína. Se encogió de hombros:
—No fui yo quien llamó a tu puerta desesperado por encontrar la historia sobre las canciones.
La muchacha meneó la cabeza. Aquel material no era exactamente lo que esperaba pero podía aprovecharse de otras maneras. Si no daba para un documental conocía a un par de tipos que podrían hacer una buen guió de serie B sobre aquellos mimbres. A veces hay que saber improvisar.
Fue entonces cuando se apagaron las luces.
—¿Pero qué puñetas...?
Intentó encender la linterna del móvil pero se dio cuenta de que estaba sin batería. Entonces oyó ese ruidito insidioso y tardó un momento en darse cuenta de que era la risa del viejo. Era una risa cascada, amenazadora.
—Querías la historia sin engaños y te la estoy dando. Con un tour incluido.
—¡Que alguien encienda las putas luces! ¡Esto no tiene gracia!
Y en ese momento, cuando las luces se encendieron, se dio cuenta de que a veces no es bueno conseguir lo que quieres. Alguien gritaba de terror. Le costó un rato darse cuenta de que era ella misma la que gritaba.
Mañana os abro la puerta al Club en otra escena ;)