Partida Rol por web

Se acerco a los barrotes para estar cerca de él, tampoco quería levantar mucho la voz, nunca se sabía quien podía estar escuchando, y de nuevo, como ya iban dos veces, interrumpir.

Negó -¿Sabes? no me gustan los niños ¿para que quiero niños? y aun más ¿humanos? si fuesen niños drows que son duros como rocas, todavía podían tener alguna utilidad, pero humanos... no me interpretes mal, habrá de todo, pero sin duda como todos o la mayoría sean como esos guardias... esta claro que tu pareces de otra pasta, por suerte- le guiño y prosiguió -No suelo cruzarme con mucha gente cuando voy sola, ya ves como me tratan, así que intento evitar el contacto y sin duda no me cuentan chismes y si hay chismes y me han visto son sobre mi- hizo una mueca de desagrado -Eso si, no encontraras una rastreadora y exploradora mejor aquí, vivir bajo tierra te forja  a fuego y sin duda veo mejor que vosotros en la oscuridad.... igual os pueda ser útil- le sonrió pícara, enrollandose un mechón en un dedo.

Shalt chasqueó con la lengua, algo decepcionado

-Pero con eso que me dices no consigo que te dejen libre, encanto. ¿No tienes nada que pueda valerme?

Quiero decir... ¿Que te ha traido cerca de esta aldea? ¿Por que estabas sola cuando te encontraron, si es que estabas sola? ¿Que esgrimen ellos en tu contra?

Se giró en dirección a Ripp, dándo la espalda a los barrotes y separándose un paso de ellos.

-¿Tú que opinas, Ripp? Yo creo que nos viene como caída del cielo. y en este caso el tiempo juega en nuestra contra...

Haciendo pinza con el índice y el pulgar de su mano derecha se agarró el mentón y achinó los ojos.

-Y lo cierto es que se me está ocurriendo una idea un poco...pelirgosa

- ¿Qué estúpida idea se te está ocurriendo Shalt? – Dijo Ehaes Vadrud entrando de nuevo por la puerta con una amplia sonrisa en su desdentada boca.

El inesperado retorno del anciano guardia les cogió a todos por sorpresa. Shalt esperaba que para ese entonces su compañero ya estuviera en el séptimo cielo y babeando sobre su almohada. Sin embargo, parecía que se había dedicado a escuchar tras la puerta, como si le estuviera poniendo a prueba. No obstante, no parecía enfadado para nada, sino más bien parecía que sentía cierta curiosidad por lo que la mente de aquel extranjero podía haber llegado a tramar.

-Demonios, Vadrud, harás que se me salga el corazón por la boca!

Dijó sobresaltado el Shaltiano agarrándose el pecho.

-Pues pensaba que lo que está ocurriendo en el Nav precisa de un rastreador explorador, y  de eso precísamente no tenemos. Contamos con el Golem mecánico del martillo inmenso, contamos con el enano minero de buen corazón, contamos con un apuesto buscador de tesoros intrépido  y viril pero no especialmente diestro en lo que a buscar rastros se refiere... y contigo, claro.

A medida que hablaba, asignaba gestos teatralmente exagerados a cada uno de los nombrados.

-Estamos en mitad del invierno y el asunto de los niños es acuciante. ¿Cuanto tardaríamos en coseguir que viniese un rastreador hasta aquí? Preguntó al veterano guardia.

- ¿Crees que Bruja Zorra Pelo de Plata os ayudará en algo? – El guardia empezó a reír a carcajada suelta.

Sus risotadas eran tan altas que si algún vecino de la zona estuviera durmiendo ya a esas horas, sin duda se hubiera despertado. Vadrud trataba de clamar su risa para tratar de hablar de nuevo, pero cada vez que lo intentaba, una nueva carcajada se lo impedía. Permaneció así durante algunos minutos, mientras todos los presentes le miraban con incredulidad. Finalmente pudo dejar de reír, pero para aquel entonces estaba sudoroso y sus ojos cubiertos de lágrimas.

- Puede que sirva para calentar la cama, pero ayudarte… - Negó con la cabeza. - …no lo creo. ¿Cómo pretendes sacarla de la celda? El jefe no te lo permitirá y además es prisionera de los Vigilantes de los Caminos. ¿Qué les dirás a ellos? Es una drow, no puede estar en nuestro territorio. Es delito… justo o injusto, es delito y tú como guardia debes velar por que se cumpla la ley… - Parecía por su comportamiento que aquel hombre estaba loco, pero realmente tenía razón en lo que decía.

-Bueno, digamos que no al mismo nivel, pero tampoco creo que les haga mucha gracia a esos patanes que un shaltiano se pasee por vuestro imperio cuando estáis oficialmente en guerra con ellos, ¿no? y en cambio aquí me tienes, sin rebanar el cuello a nadie y trabajando de guardia...

Deambuló algunos pasos por la sala, tratando de buscar las palabras adecuadas para expresar lo que le rondaba la cabeza de la forma menos terrible.

-A mi lo que me preocupa es encontrar cuanto antes a la niña desaparecida en buen estado... y para eso necesitamos un explorador...

Tú me has confiado su custodia. No tienes por que estar aquí en este instante... Y ella es una drow. Seguro que sabe abrir una cerradura. Digo más, estoy seguro que está ocultando una ganzúa ahora mismo...

Los drow son sigilosos como el demonio, en un descuido me noquea y se escapa como alma que lleva el diablo en dirección a su guarida Drow, ¿Me sigues? Los guardacaminos tendrán que ir tras ella inmediatamente.

Lo cierto es que le estaba costando mucho el plantearlo sin que sonase a lo que realmente era, violar práctiamente todas las normas de su cargo.

-Yo me llevo los palos Vadrud, no me importa. Luego ella nos ayudará a dar con la chuiquilla y lo comido por lo servido. Yo no pienso estar mucho más por aquí por lo que en cuanto resolvamos todo esto te cederé mi parte de mérito. Tendremos un guarda con el reconocimiento debido tras toda una vida de trabajo duro, una niña a salvo y un shaltiano al que una drow le deberá un favor de los gordos. Todos ganamos. Los únicos que pierden son esos de ahí fuera, los que no hacen más que mandarnos tareas y mirarnos como si nos perdonasen la vida...

¿Que me dices, compañero?-Preguntó con un deje de preocupación en su tono

El viejo guardia adoptó una expresión más severa que la que había mantenido hasta ahora, frunciendo el poblado ceño mientras escuchaba el alocado plan de aquel shaltiano.

-Estás más loco de lo que yo me pensaba, Shalt... y te aseguro que ya te tenía por un pirado de cierto calibre...

Se mesó la barba sin cambiar el gesto severo.

-Y no se por que diantres me cuentas todo esto, si yo estoy durmiendo la siesta en la habitación de al lado... No quiero saber nada de todo esto. refunfuñó

-Como dices, tú te llevarás los palos, joven... y de veras te digo que lamentaré cuando te encuentren en una pista forestal con la garganta tajada. Pero si de verdad estás decidido, como te digo yo no quiero saber nada más.

Dió la espalda a los presentes y encaminó hacia la sala de la que había surgido.

-Aunque en ningún momento he escuchado a la Bruja plateada aceptar tu trato...

¿Y qué haces vagando por la superficie, drow, alejada de tus sacerdotisas y de tus arañas? -pensaba Ripp mientras Cavatina se presentaba entre palabras melosas-. ¿Eres una exiliada, una fugitiva, o has escapado para evitar que te matasen?

Si Cavatina había huido de la Infraoscuridad como Ripp pensaba, encerrada podría estar a salvo de las drañas que enviaran detrás de ella. Pero no aquí. No en Nav Hidad, con sus guardas ineptos y vagos. Y la elfa oscura parecía valorar más su libertad que su pellejo, de todas formas.

-Yo también voy. Es mi hija -dijo Ripp cuando Shalt enumeró los efectivos que contaban la misión.

El viejo aventurero se cruzó de brazos. Pese a que había dejado atrás la plenitud de su cuerpo, seguía siendo un hombre robusto, musculoso, con una espalda grande, unos brazos grandes y unas manos grandes y callosas. Y sus callos no se habían formado de utilizar el arado, precisamente.

Pero sabía el aspecto que daba en ese momento: con su túnica de algodón, sus pantalones y sus polainas parecía un aldeano más fuerte de lo normal, no un guerrero. De tal forma que dio a su afirmación el tono férreo de alguien que no va a admitir que le digan que no.

-¿Por qué no hablamos con los vigilantes antes de intentar ningún plan estúpido? -preguntó, señalando con el pulgar por encima de su hombro-. Quizá estén dispuestos a permutar su pena por servicios a la comunidad. Como ayudar en este asunto.

- No... - Dijo Vadrud. - No lo creo. La condena no depende de ellos. Aquí sólo la estamos custodiando hasta que amanezcan. Entonces la presentarán en Aedai ante el magistrado de la comarca. - Ehaes negó con la cabeza mientras chasqueaba la lengua. - Cobran un suplemento por cada captura y aunque pudieras pagarlo están liderados por Voran Tal. Ese vigilante lleva inscrito el odio por la raza de Zorra Bruja en su corazón. No negociará con vosotros. Antes la mataría por pura venganza que entregarla...

Con las manos en la cintura cambiaba el peso de un pie al otro, escuchando como discutían sobre que hacer ciertamente sin haberle preguntado a ella, aunque realmente deba un poco igual, hasta que el viejo curiosamente reparo ne ella.

Sonrió -Hummm no se, no se, veamos déjame pensar un momento... si quedarme aquí con mis agradables y limpias compañeras y viendo a mi viejo amigo Vadrud sorbiendo sopa y diciendo estupideces o bien irme con el hombretón y el guaperas a buscar una niña... creo que no hay color querido -dijo mirando a Vadrud -he disfrutado mucho de tus charlas insustanciales y de tus ruidos asquerosos, pero es hora de que nos despidamos- le sonrió ampliamente, miro al "guaperas" que lo había denominado ella -las pistas se enfrían pronto con este tiempo, solo digo eso-

-Bueno-dijo mirando a Ripp-Supongo que tu eres el primer interesado en resolver todo este asunto, no tengo intención de impedirte que nos unsas y, si me permites añadirlo, no creo que seas menos apto que el resto de mis compañeros...a excepción del bueno de Vadrud, claro-dijo como guiño hacia el veterano.

-Y por suerte no pareces especialmente horrorizado por mi plan. Eso es un alivio...

Deambuló por la estancia pensando como poder llevar a cabo su idea de la mejor forma.

-Está bien, esto es lo que vamos a hacer... para empezar, Vadrud, lo mejor para ti es que te vayas a ocupar tu puesto-dijo señalando con la cabeza hacia el cuarto de descanso.

Luego se giró en dirección a la celda y miró hacia su ocupante con una expresión seria, bastante inusual en él.

-Pelo de plata, parte de este plan radica en que confíe ciegamente en ti, y esa es la parte que peor llevo en toda esta historia, pero no me queda otra. Tienes mi garantía de que si me sigues el juego y las cosas salen bien, tendrás tu libertad. Pero necesito tu palabra de que harás todo lo que yo diga... y eso empieza por ponerte esto.

Lanzó unos grilletes al interior de la jaula. -Pontelo en la izquierda y luego acércate para que le lo ponga a la derecha por la espalda.

Levanto una plateada ceja y miro al guaperas -¿Vas a confiar en una drow? realmente eres muy valiente o muy tonto- sonrió maliciosa -te digo desde ya, que lo de aceptar ordenes no se me da bien, de ahí que no viva con los míos... aunque si a cambio de unas cuantas ordenes soy de nuevo libre...- pensó un momento y seguidamente se puso los grilletes en la izquierda, volviéndose y pegándose a las rejas para que el guaperas hiciese su parte -No aprietes mucho guaperas - le susurro casi ronroneante.

El Shaltiano resopló. Estaba seguro que iba a acabar arrepintiéndose de todo aquello, pero no estaba dispuesto a dejar pasar una oportunidad como aquella para tratar de recuperar con vida a la hija de Ripp. Además, sus investigaciónes habían dado con un callejon sin salida en aquel pueblo y contar con la perspectiva de una Drow quiza era lo que necesitaba para retomarlas... pero lo primero era lo primero.

-Con calma, gatita-le puso los grilletes lo suficientemente apretados como para que las finas muñecas de la drow no pudiesen escabullirse.

-Ripp, ahora te tocará a ti. cógela y llévala hasta mi casa y asegura bien los grilletes a una argolla que cuelga de la viga con esta cadena, más que nada para asegurarme que no intenta abandonar nuestra compañía antes de tiempo, por lo que se especialmente cuidadoso a la hora de asegurarte que está bien amarrada.

Dirigió una mirada algo recelosa a la cautiva-No es que no quiera fiarme de ti, pelo de plata, pero mi madre me dijo siempre que nunca pusiese mi vida en manos de una mujer que no fuese ella o mi esposa, y aún me faltan como cincuenta años para pensar en matrimonio-Se encogió de hombros

-Pero al fin y al cabo todo esto es para asegurar tu bienestar. Si consigo mantenerte escondida lo suficiente y mi plan funciona, en cuanto esos guardas abandonen el pueblo podremos ser más laxos en lo que a tu libertad se refiere, así que intenta portarte bien, por la cuenta que te trae...

Volvió su atención al hombretón que observava la escena con aire preocupado.

-Evitad la lumbre de las antorchas, que no os vea nadie... moveos por las sombras e intentad no dejar rastros en el suelo, caminad sobre las marcas de pasos más recientes. Abrió la puerta de la celda, agarrando enseguida los grilletes que amarraban las manos a la espalda de la drow, para luego invitar a Ripp a que se hiciese con el control de la prisionera, no sin antes susurrar al oido de la drow -Ni una tontería, recuerda por quien hacemos todo esto...

En cuanto Ripp tuvo agarrada fírmemente a la prisionera por los grilletes sacó un puñal de su cinto y hábilmente jugueteó con la cerradura hasta que sonó un "click"

-Y antes de marcharos, una última cosa. Necesito que me des un buen puñetazo aquí-dijo a Ripp señalándose la mejilla izquierda -Y no te andes con remilgos, pégame como si te hubiese enterado de una vez como me como con los ojos el trasero de tu mujer desde que llegué al Nav-Sabía que Ripp estaba afrontando una situación delicada y que sus nervios deberían estar a flor de piel, y él necesitaba un golpe auténtico. Lamentaba haber tenido que recurrir a eso pero lo cierto es que tampoco había dicho ninguna mentira, pensó a modod de consuelo mientras apretaba los dientes esperando el golpe.

Ripp le echó a Shalt una mirada de pocos amigos. ¿Por qué tenía que mencionar el trasero de su esposa? ¿Quería que le pegara realmente fuerte para que pareciera auténtico? No necesitaba enfadarse para pegar fuerte. Eso lo hacían los brutos, y los orcos. Para pegar fuerte sólo hacía falta tener los músculos y saber cómo moverlos para aprovechar toda la inercia.

Pero él lo había querido

Ripp se acercó al guardia, cerró su mano en un puño, giró la cadera y ¡PUM! Le soltó a Shalt el que, probablemente, fuera el puñetazo más fuerte que le habían dado en la vida. Era como si le hubiera pegado con un martillo en vez de con las manos desnudas.

-Vamos -le dijo a Cavatina.

Después de aquella demostración de gancho de derechas no creía que la drow tuviera ganas de buscarle las cosquillas.

Tras dar un par de pasos renqueantes  hacia atrás casi perdiéndo el equilibrio, dió con su espalda en la pared, lo que le ayudó a no caer al suelo. Sin ninguna duda de haber sido un golpe inesperado el shaltiano habría acabado con sus huesos en el suelo.

Tras frotarse la zona del golpe escupió un gargajo lleno de sangre.

-¡Ja! estás hecho todo un animal, Ripp, tampoco era necesario intentar matarme...-dijo en tono bromista, con una mueca que asemejaba una sonrisa.

La cabeza le daba vueltas, pero lo cierto es que necesitaba un buen golpe para que todo aquello resultase verosimil. Una simple rojez en la mejilla no habría convencido a nadie.

No pudo reprimir la risa que le dio ver que el grandullón casi tumba al humano -¿Se supone que yo te he hecho eso? creo que nadie se lo creería viendo mi tamaño, además yo prefiero armas no a cuerpo tan descubierto, buenos músculos fortachón- rió.

Dado que la luz no hacia mucha ayuda a sus ojos, agradeció que tuviesen que ir evitándolas -¿Escaparme? no digas tonterías ¿porque iba a evitar la compañía de tan apuestos humanos? tu madre era una mujer muy lista, aunque si tardas cincuenta años, teniendo en cuenta que vivís menos que nosotros... igual no te casas guaperas- miro a Ripp -Vamonos grandullón- dijo ya encadenada.