Nion caminaba al frente de la expedición. Aquel pequeño ser del tamaño de un gato y peludo como un oso olfateaba el rastro que había detectado algunos kilómetros atrás. Alzo la mirada y se rascó su cabezota cubierta por su tan característico pelo blanco. Seguido por sus dos inseparables compañeros, un mooh de pelaje dorado y otro mooh de pelaje oscuro habían encontrado la entrada de aquella caverna que parecía un buen refugio para pasar la noche.
Nada más penetrar en su interior, Najh señaló restos de sangre seca que a Nion y Buajh no le gustaron ni un pelo. Aquellos tres moohs comenzaron a caminar de forma furtiva, más furtiva que de costumbre hasta que llegaron a una encrucijada que dividía el pasadizo en dos nuevos caminos.
Buajh señaló aterrorizado el camino de su derecha. Allí se hallaban los cadáveres de dos enormes pieles verdes muertos poco tiempo atrás. Aquellos tres curiosos personajes saltaron hacia atrás escondiéndose de forma rauda entre las rocas del margen del pasadizo y las grietas de la pared. Al comprobar que realmente aquellos aterradores trasgos habían muerto se decidieron a salir de su escondite y se acercaron a ellos.
- Muertos. Bien muertos. – Dijo Najh en su primitivo idioma de gruñidos y chasquidos.
- Por allí. – Señaló Nion hacia el camino de la izquierda.
Los tres moohs reemprendieron la exploración de la caverna de forma sigilosa y cuidadosa. Finalmente llegaron hasta una estancia bastante más amplia que los anteriores corredores. Allí sin duda alguna había tenido lugar algún tipo de matanza, pues estaba repleto de más de aquellos pieles verdes.
Los tres moohs, confiados en que todos ellos habían corrido la misma suerte que los encontrados algunos metros atrás, comenzaron a revisar entre las pertenencias de los fallecidos, como buenos carroñeros que eran. Fue entonces cuando uno de ellos reparó en algo.
- Uno grande. Muy grande. – Esbozó a decir Najh.
Los tres moohs se reunieron frente al cuerpo sin vida de un enorme trasgo ataviado con un abrigo de piel rojo con los bordes adornados con pelo blanco de conejo. Se trataba de un trasgo pero su tamaño era muy superior al de cualquiera de sus congéneres. Su sola presencia aterraba a aquellos pequeños seres, pero la curiosidad era muy fuerte.
- Muy grande. – Repitió Nion.
- Cosas. – Buajh señaló el cinturón de Sank Niklas, sus botas.
- Cosas grandes. – Sonrió Najh.
Fue en ese momento cuando el amarillento ojo de Sank Niklas se abrió y cuando su poderosa mano agarró por el torso a Nion, atrapándolo en una presa de la que no podría zafarse con facilidad. Najh y Buajh salieron corriendo dejando a su compañero a su suerte y fue entonces cuando el trasgo se puso en pie con ira en los ojos.
- ¡Venganza! – Gritó mientras mostraba sus afilados colmillos llenos de sangre y apretaba con fuerza sobre el pequeño cuerpo del mooh.
¿FIN?