Partida Rol por web

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

El movimiento de aquella cuenta regresiva hace que tome una determinación presurosa. Veo como el Químico huye y como dos de los Devoradores le siguen para atacarle, solo me queda confiar en que la bomba sea lo suficientemente poderosa como para matar a los tres.

"Ojalá esos bichos o el explosivo se encarguen de ese infeliz. Su muerte es realmente lo que el mundo necesita."

Pero nosotros no debíamos perder la vida en vano. Debemos huir y salvar a todos los que podamos mientras aún quede tiempo, así como informar a todas las autoridades que estén involucradas pues la posible supervivencia del Químico es un peligro del que todos deben estar al tanto.

Grito para que todos me oígan:

 - "¡Todos salgan del edificio! ¡Retirada, ahora!"

El último devorador es acabado rápidamente por uno de mis compañeros, por lo que comienzo a huir rápidamente hacia la salida. Avanzo todo lo que puedo hacia el mismo acceso por el que entramos y pateo uno de los cuerpos para que todos puedan pasar de forma más expedita. La retirada no debe ser interrumpida por nada.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Radek al volante rápido. Phi corre hacia la milicia.

Mientras Volker grita eso se acerca al maletero para abrirlo. Ha hecho cuentas y no entran todos, así que dejara a Radek al volante y el se ira corriendo en cuanto abra el maletero para que pueda meterse alguien mas.

Espera que los que quedan por salir puedan llegar a tiempo.

COMEDERO, INTERIOR DE LA GUARIA DEL QUÍMICO:
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Salgo a toda prisa del subterráneo y le resumo a Volker la situación. - El Químico se ha pirado tras activar algo que parece que va a hacer saltar por los aires todo el complejo. ¡Hora de irse! - digo sin parar de moverme mientras bordeo el vehículo.

Veo cómo el chatarrero abre la puerta del conductor para salir y niego con la cabeza al escucharle.

- Yo no me apaño con estas cosas - digo haciendo un gesto hacia el coche, - pero se me da bien correr... ¡Nos vemos más allá! - No creo en ningún tipo de religión, pero mientras salgo corriendo hacia donde están las milicias me doy cuenta de que mucha gente podría malinterpretar esa despedida fácilmente. Bueno, aún estamos a tiempo de palmarla todos si no nos movemos rápidamente.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Los nervios del momento habían dejado a Phi un poco atolondrado. El maestro no estaba seguro de cómo reaccionar, pero las palabras de Volker le devolvieron a la realidad. Asintió y echó a correr como si la vida le fuera en ello.

No pensó ni por un segundo en los conocimientos que dejaba atrás... en la posibilidad de conversar o interrogar al Químico. En los progresos que se podrían hacer con semejantes estudios. Sólo pensaba en sobrevivir.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

La anubiana no tenía muy claro qué había pasado. En un instante sentía la adrenalina corriendo por su cuerpo mientras luchaba contra las criaturas, para al siguiente verse sumida en un extraño estupor. La visión de los contadores en aquellos monitores le había despistado por completo y para cuando se quiso dar cuenta sólo quedaban en la guarida ella y Joukahainen.

Miró hacia él... hacia atrás. Quería salvarlo pero sospechaba que no había tiempo. Le hizo un gesto con la mano, gritó... pero finalmente salió de la cueva y comenzó a correr.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Desde que comenzó el combate no había tenido opción a pensar en ninguna otra cosa más que en la propia lucha. Él era un guerrero sagrado y su arma era una simple prolongación de la divina providencia. Debía cumplir con su tarea y no podía defraudar a todos los que habían depositado sus esperanzas en él.  Por eso en cuanto los golpes aparecieron en escena, él puso toda su concentración sobre los enemigos y fue a por ellos.

No era la primera vez que combatía contra horrores como esos, su sable de damasceno ya había sesgado la vida de otros no mucho antes. Durante lo que duró la lucha, nada más a su alrededor le llamó  la atención excepto los reformadores. No fue hasta que escuchó a varios de sus aliados repetir que debían marcharse que reaccionó. Acababa de dividir en dos, con precisión de cirujano, a uno de los carroñeros a los que estaban combatiendo cuando se dio cuenta de la situación real en la que se encontraban. La cueva iba a explotar y su enemigo huía fuera del alcance de sus armas, no tenía sentido quedarse durante más tiempo. Su dios, el único bueno y verdadero, no requería nada más de él por allí. 

El sagrado guerrero levantó la cabeza mirando los restos de combate y cuando comprobó que ninguno de sus compañeros se quedaba rezagado emprendió la huída.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Gerik apartó cadáveres  que entorpecían la evacuación de sus compañeros de la guarida de los Comensales. Advirtió la presencia del vehículo en marcha que Volker parecía iba a conducir y como este último abría las puertas traseras para que el resto pudiera entrar. También advirtió cómo el chatarrero daba un brinco hacia atrás de sorpresa al encontrar un cadáver desnudo de una mujer que, a todas luces, llevaba allí varios días muerta tras sufrir todo tipo de vejaciones.

El polen se dispuso a subir al vehículo y echar el cuerpo abajo para que el resto pudiera subir, pero miró hacia atrás recordando que no todos habían salido: el jehammedano y la mujer de piel oscura aun estaban dentro. Parecía como si esta última pareciera bloqueada por la carnicería acontecida allí dentro. El spitaliano pretendió correr hacia ella, si no reaccionaba, tirando de la mujer para sacarla de allí y meterla en el coche, pero finalmente Neftis comenzó a huir. De tal modo que Gerik subió al vehículo, ayudó a Volker a sacar el cuerpo de la mujer, dejó las puertas traseras abiertas para que los dos rezagados se introdujeran por ellas y esperó que el chatarrero arrancara de una vez, sacándolos de aquel agujero.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Nuestra lucha acabó por hoy pues con aquella bomba a punto de estallar, quedarnos aquí sería un suicidio. Ya poco importa la situación en la que queda este lugar pues solo nos queda esperar que las llamas acaben con toda esta podredumbre. Salgo de la guarida rápidamente y veo que Volker ha estacionado un vehículo justo en las puertas, preparado para sacarnos de aquí.

Solo ver ese vehículo en marcha me llena de alegría pues no estoy seguro de que a pie fuésemos capaces de salir de este lugar. Veo como Radek huye a toda velocidad y creo que él sí será capaz de sobrevivir pero el apocalíptico siempre demostró una gran capacidad atlética. Sería inocente pensar que todo el grupo sería capaz de seguirle el ritmo.

 - "¡Todos arriba y vámonos ya! ¡Si nos quedamos un momento más no podremos ponernos a salvo!"

Me subo rápidamente al vehículo mientras Volker parece sacar un cuerpo de la parte trasera. No digo nada pero tengo la esperanza de que no tenga demasiados miramientos y ponga el vehículo en marcha de inmediato o todos vamos a morir dentro de este aparato metálico.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO:
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Una vez estoy suficientemente lejos de la entrada a la guarida del Químico, paro de correr y me agacho ligeramente para recuperar el aliento. Sujetándome las rodillas, durante un momento, vuelvo la cabeza para observar el lugar. No tengo ni idea de qué era esa consola que estaba manipulando el Químico, pero no puedo sino lamentar no poder estudiar en detalle todas las cosas que estaban en ese lugar y que, si las amenazas del apocalíptico son ciertas, no tardarán en volar por los aires.

Me enderezo y recoloco el peso de la mochila, que con la carrera ha terminado completamente revuelta y cojo una pequeña tira de cuero curtido para llevármela a la boca. "Hora re reunirse con los demás", pienso mientras empiezo a caminar hacia el Este, donde se encuentran las milicias. A esta distancia debería estar seguro contra cualquier explosión, pero tendré una vista de excepción de lo que le vaya a ocurrir al lugar.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO:
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Habían acabado con el último de aquellos seres que se enfrentaban a ellos, y ya sólo restaba abandonar el lugar. Y pronto. Miró con rabia como el Químico huía. Sólo restaba la esperanza que aquellos dos engendros acabaran con él o, al menos, le retrasaran lo bastante como para que la explosión acabara con los tres.

Pero la explosión podía perfectamente matarlos a todos. Y corrió hacia el coche aunque esperó hasta cercionarse que entraba Urraca. Y, entonces, se metió en el maletero. Apestaba, era cierto. Apestaba mucho. (¿Cómo sería esa pobre antes de convertirse en cadáver? ¿no era premonitorio ese cuerpo y meterse en el maletero una forma de enfrentarse a la suerte?)

En todo caso, no había más remedio. Había que hacer lo que había que hacer. Entró en el maletero para, casi de inmediato, sentir como el cuerpo de Joukahainen caía sobre el suyo.

Sin duda, vamos justos. Pensó mientras intentaba extender su brazo para cerrar el maletero. Pero era inútil. Joukahainen el Conciliador (o mejor dicho, su cuerpo) se lo impedía.

- Cierra el maletero. O ambos moriremos.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 3

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Phi había dejado de respirar hondo y de forma acompasada. Ahora aceleraba el ritmo y su respiración se había agitado perdiendo todo el compás. El maestro corría, casi sin ver, pero con un destino claro. Trataba de llegar a la posición de las milicias, tal y como le había dicho Volker.

No estaba seguro a ciencia cierta del alcance de la explosión, pero por lo que él sabía, seguramente ninguno sobreviviría a aquello. Ese tipo de dispositivos de autodestrucción solían tener un alcance enorme. Al menos los que él había estudiado. Pero por otro lado, el Químico no había tenido tiempo de alejarse demasiado... exactamente lo mismo que ellos. Así que quizá aún tenía una oportunidad.

Phi corrió y corrió, sin mirar atrás.

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AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA MAÑANA.

El complejo vuela por los aires con una tremenda explosión que casi parece convertirse en una inmensa columna de fuego cuando es redirigida hacia arriba por las paredes del edificio. Radek se tuvo que cubrir el rostro con el brazo, tanto para protegerse del calor como para evitar mirar directamente el intenso brillo generado por la deflagración. Cuando volvió a mirar, la extraña estructura metálica que se veía en lo alto había quedado completamente destruida.

- Qué desperdicio... - se dijo en voz alta mientras mascaba, no tanto por la lanzadera como por toda la tecnología que había en el complejo y que también se habría perdido con las acciones del Químico. "Al menos los spitalianos se han ahorrado tener que purgar toda la zona. Ese fuego habrá quemado cualquier resto que hubiera podido quedar de los devoradores", pensó.

Recordar a los spitalianos le hizo pensar en el resto del grupo. Había visto a la mayoría salir en un vehículo en la dirección en la que él caminaba, hacia las milicias de Comedero. Alzando la vista, le pareció ver el coche que Volker le había sugerido que condujera a lo lejos, algo más destartalado de lo que recordaba. Pero no todo el mundo había montado en él.

- ¡Phi! - exclamó recordando que el hombre había ido corriendo detrás de él. Una rápida ojeada le permitió localizar al maestro, al norte de su posición. Colocándose nuevamente la mochila sobre los hombros, Radek salió corriendo en su dirección, maldiciendo el calor residual que la explosión y el fuego había dejado en toda la zona, y dudando de poder hacer demasiado por su compañero con sus casi inexistentes conocimientos médicos.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO:
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA MAÑANA.

Su trabajo allí estaba finalizado y por ese mismo motivo debía emprender la huida. Fue rápido pues su tarea divina era serlo. Corrió a una impresionante velocidad teniendo en cuenta su pesado cuerpo y el equipo que portaba. Guardó su impresionante sable damasceno en mitad de la carrera hacia la salvación y cuando estuvo lo suficientemente cerca saltó al interior del maletero del coche donde el cuerpo de Alejandro le sirvió para amortiguar la caída. No obstante la posición que ocupaban ambos era indecorosa y poco práctica.

La explosión estaba por llegar y no podía arriesgarse. Más de una vida dependía de su rapidez. Por eso raudo y veloz cerró el maletero con contundencia y tensó sus músculos para prepararse para el estallido. Escuchó la explosión, la sintió a su alrededor pero no percibió ningún daño. Cuando volvió a abrir los ojos su cuerpo estaba intacto, nada de dolor. Era un elegido y por eso estaba protegido. Durante algunos momentos mientras comenzó su viaje había dudado del camino que estaba siguiendo y si éste era el correcto. Ahora tenía una prueba fehaciente de que había hecho lo correcto y había obtenido por ello una recompensa.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 31.

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

De forma veloz, Volker acelera el vehículo en el que vamos y salimos rápidamente del radio inmediato de la explosión. No alcanzan a pasar muchos segundos cuando una tremenda explosión sacude la tierra. Una onda de choque tremenda nos golpea con fuerza.

Yo no he recibido daños que considerar y miro en el resto de los compañeros dentro del vehículo, notando que algunos han recibido ciertas contusiones pero nada de gravedad. Entonces noto que falta uno aparte de Radek:

 - "¿Donde está Phi? ¿Donde está el maestro?"

Miro hacia atrás y, después de unos segundos, consigo verlo en el suelo. Estamos demasiado lejos para saber si está vivo o murió en la detonación, pero eso no cambia nada:

 - "¡Debemos volver por él, Volker!"

El chatarrero no demora y pronto puedo bajarme para inspeccionarlo. El hombre ha sobrevivido al impacto pero está con heridas de cierta consideración. Intento asistirlo en lo que puedo, primero conteniendo hemorragias y luego procurando proteger los tejidos nobles expuestos. Si tiene suerte, podrá recuperarse.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 31.

HORA: POR LA TARDE.

Durante las horas siguientes a la explosión de la guarida del Químico, el grupo avanza a la velocidad de los supervivientes que van a pie.

Alejandro sale del hediondo maletero y viaja en retaguardia, protegiendo la lenta marcha de las gentes de Espinazo. Aunque en ocasiones, los Jueces y los Spitalianos han mantenido luchas de poder, parece que esta vez han funcionado juntos como un equipo bien avenido.

Cyrek camina siguiendo al coche, que viaje en vanguardia conducido por Volker, quien procura no alejarse demasiado del grueso de personas a pie. En la parte posterior del coche van Gerik y Urraca, atendiendo al malherido Phi, a quien Cyrek ha salvado la vida en una primera intervención médica, pero al que sin duda le quedarán secuelas y quemaduras. Gerik ha atendido las heridas diversas del resto del grupo, usando vendas de Cyrek y agua de los pellejos para lavar las heridas.

Aunque el creo de los Maestros tiende a ser pacífico, es poco probable que Phi perdone fácilmente.

Neftis va delante en el coche, al lado del conductor. Radek camina algo más adelantado, deseoso de llegar a algo parecido a la civilización, tras el mal sabor de boca de todo lo acontecido recientemente.

La Africana se pregunta si todo es igual en el continente de los Cuervos, si por doquier reina el rencor, el miedo y la desconfianza.

Radek espera que el mal que aquejaba a los Comensales, un mal más del alma que del cuerpo, no sea algo universal a todos los Apocalípticos, aunque en ocasiones tema que así pueda ser.

Joukahainen ha encontrado a su caballo, o tal vez sería más correcto decir que el animal lo ha encontrado a él, y se mueve adelante y atrás a lo largo de toda la comitiva, procurando que nadie se pierda o se quede demasiado rezagado.

La milicia voluntaria de Espinazo está impactada por todo lo sucedido, pero parecen animosos mientras escoltan y protegen a los civiles supervivientes.

Tras toda la mañana de avance, sin apenas pausas, el grupo arriba finalmente a Espinazo.

La misión ha sido cumplida con éxito, aunque es difícil saber cuánto dejan atrás con todo lo que han vivido.

Y cuanto les perseguirá en sus sueños de ahora en adelante.

Algunos se preguntan si el Químico habrá sobrevivido, cosa que parece improvable, dado el tremendo infierno que se desató en Comedero. Y si así fuera, si le volverán a ver y podrán ajustar cuentas de una vez y para siempre.

Ciertamente, su atuendo se parecía mucho al de los Cronistas, pero parece imposible que éstos estuvieran implicados en un proyecto tan aberrante, tan contrario a los principios morales de ese Colectivo.

VALLE DEL POLVO, COMEDERO.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 31.

HORA: POR LA MAÑANA TEMPRANO.

Phi no tuvo tiempo ni de gritar. Notó el impacto y la inercia de la explosión antes de que las llamas lamieran su cuerpo. Apenas sintió el calor. Durante un segundo fue el dolor más intenso que recordaba de toda su vida... y luego nada. Seguramente los nervios de las zonas afectadas habrían muerto, calcinados. O eso o la intensidad del dolor habría superado por tanto el umbral máximo que Phi apenas era capaz de notar nada.

No lo sabía. No estaba seguro de nada, ni podía confirmarlo con seguridad. Todo estaba oscuro y no sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados. Eso sí, notaba el sabor de la tierra y la sangre en su boca. Permaneció quieto, sin moverse. Ni siquiera lo intentó pues no sabía si podría. Pero sospechaba que el dolor comenzaría a desatarse de forma inhumana si trataba de moverse lo más mínimo, o de respirar algo más fuerte de lo que lo hacía.

Escuchó un ruido... como el de un motor. Un golpe sordo y algunos pasos. Alguien se le acercaba. Rezó mentalmente por si eran Devoradores... para que acabaran pronto. Pero enseguida reconoció las voces de los spitalianos. Trató de alzar un brazo para indicar su posición pero no pudo moverlo. El mero intento arrancó un gemido leve de su garganta.

Por fortuna para él, los escombros no le habían tapado, y notó unos brazos fuertes sujetarle, levantarlo y llevarle hasta el coche. Phi luchó por respirar... quizá sobreviviría un día más. Quizá...