VALLE DEL POLVO, ESPINAZO.
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA TARDE.
Fuera de su hogar el panorama era desolador, las pequeñas poblaciones como Espinazo estaban sujetas a los designios de peligrosos grupos más poderosos que rara vez se mostraban piadosos. Poca gente allí creía y practicaba el culto verdadero, los anabaptistas eran poderosos en la zona. Ese era el motivo por el que su dios le había enviado. Debía expandir la verdadera fe y la correcta religión. Ese era el motivo de su viaje.
Se mantuvo cerca del grupo pero en silencio al volver a Espinazo, no habló prácticamente con nadie en lo que duraron los ritos funerarios aunque por lo bajo se le pudo escuchar sus propias oraciones que nada tenían que ver con los ritos de los anabaptistas allí presentes. Con mucha calma cuando terminó con sus obligaciones religiosas se puso en pie con dignidad y habló en general para los presentes y la gente que pudiera escucharle. Su voz sonó poderosa, se esmeró para ello, y dijo todo lo que tenía que decir del tirón. No se detuvo hasta finalizar.
— Voy a permanecer aquí un par de días antes de proseguir mi viaje. Me gustaría que todos los Jehammedanos de la zona vengan a verme pues estoy en sagrada misión y vengo a expandir la verdadera fe. Os espero hermanos.
Y tras lanzar el anuncio general se marchó a descansar un poco alejado del bullicio general.
MAÑANA DEL DÍA SIGUIENTE.
VALLE DEL POLVO, ESPINAZO.
AÑO: 2595.
MES: FEBRERO.
DÍA: 01.
HORA: POR LA MAÑANA.
El grupo se separa. Varios siguen su propio camino, otros continuarán juntos un tiempo más, al menos hasta salir del Valle del Polvo, y tal vez hasta el Protectorado y la ciudad de los Jueces, Justiciano.
¿FIN?
VALLE DEL POLVO, ESPINAZO.
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POR LA TARDE.
Urraca menciona que desea hablar algo conmigo, así como menciona que hará todo el viaje con nosotros, que volverá al Apéndice a pesar de que ha encontrado a su esposo. Considero loable su sentido del deber y compromiso con el Spital, lo que tendrá de mi parte la máxima consideración. Le respondo sin dudarlo:
- "Por supuesto. Puedes hablar conmigo lo que desees."
Alejandro se despide también y le doy la mano en respuesta:
- "Ha sido un placer. Hemos conseguido vencer todos los retos que se nos han puesto por delante y todo lo debemos al trabajo en equipo. Quizás nadie pensaría que es posible el nivel de cooperación que hemos conseguido considerando nuestros orígenes tan dispares, pero hemos demostrado a todos que un objetivo común puede unir a cualquiera. Mis palabras de usted solo serán elogios, Juez. El Spital no olvidará esto, tiene mi palabra."
Ha sido un gran trabajo y creo que los Jueces y los Spitalianos podemos trabajar muy bien juntos. Conseguimos funcionar incluso con un Apocalíptico. Supongo que después de eso ya no hay imposibles.
Gerik no parece estar muy animado para partir, prefiriendo pasar la noche acá. Miro el cielo y supongo que quedan muchas horas de luz aún. Debemos partir lo antes posible para informar también lo antes posible. Insisto en que es el momento de partir ya y, cuando ya se ha acordado, comenzamos a caminar hacia el único lugar al que puedo llamar hogar.
VALLE DEL POLVO, ESPINAZO.
AÑO: 2595.
MES: ENERO.
DÍA: 31.
HORA: POCO ANTES DEL OCASO.
La gente miraba al Sol. Tan cercano ya al horizonte, a punto de desaparecer. Y Cyrek deseaba partir. Gerik no pudo por menos que rascarse la sien y mirar a los lados, confundido. Como si se hubiera perdido algo. Un alargamiento sobrenatural del día o algo así que todos sabían excepto él. Observó durante unos instantes la puesta de sol en el rosado cielo, como si fuera a rebotar contra la línea del horizonte y ascender de nuevo, iluminándolo todo.
Pues no, sigue desapareciendo, evidenció mientras observaba cómo los habitantes, poco a poco, se retiraban a sus casas al ir menguando las luces.
Finalmente suspiró y se encogió de hombros, asintiendo con la cabeza.
- Lo que tu digas - dijo pragmático -. Voy a recoger mis cosas - afirmó mientras se dirigió a casa del alcalde donde dejara impedimenta para que no estorbara durante la misión de rescate. De paso pidió a la familia algo de comida y bebida para llevar. En una hora los spitalianos estarían en algún descampado del polvoriento valle, acurrucados en una fogata para combatir el habitual frío del lugar y rodeados por la oscuridad de la noche. Mejor estar bien pertrechados.
Al poco volvió y se reunió con los suyos.
- Preparado - dijo lacónicamente. Le hubiera gustado, por una vez en muchos días, dormir en blando y caliente. De nuevo iba a tocarles chupar polvo y frío nocturno.
Órdenes son ordenes, se dijo con estoicismo.