Partida Rol por web

Lluvia busca situarse en una posición estratégica que permita a Briand atacar la retaguardia de uno de los goblins, pero desatendiendo a su otro atacante. Por suerte para ella, el goblin está más interesado en escapar que en acabar con la desprevenida que-shu y escapa por la poterna a medio reconstruir; quebrándola a su paso a pesar de los esfuerzos de la maga elfa por detenerlo.

Lady Le Besco aprovecha la maniobra distractoria de Lluvia para atacar a su adversario por la espalda. Con un chillido en el que se mezclan el terror y la agonía, el abandonado hombrecillo da media vuelta intentando escapar. La lancera que-shu no consigue abatirle en su huida, pero Briand le atraviesa el cuello con su estoque, poniendo fin a su fuga.

Quien sí logra escapar sin esfuerzo es el caballero negro, pasando por entre los restos destrozados de la puerta secundaria, haciendo caso omiso de Xirlie.

—¡El dragón! ¡Ahí viene de nuevo! —advierte a grandes voces el sargento Markguth.

—Vosotros, proteged la poterna hasta que está reparada —ordena Sir Brannthor, dirigiéndose a una pareja de guardias no demasiado heridos—. Los demás, a las almenas. Que cualquiera que pueda disparar trate de abatir a esa condenada lagartija sobrealimentada antes de que nos mate a todos.

Los invasores emprenden la huida y Lluvia aprovecha para acercarse a Lowen y ayudarlo a levantarse. -¿Puedes caminar?... El enemigo se retira, hay que tratar las heridas de todos- Muy cerca está el cuerpo de Kylean sobre un charco de sangre, la mística se apresura a revisar sus heridas, intentando detener la hemorragia. Recordando que el clérigo de Gilean portaba algunos vendajes y pomadas, revisa en sus pertenencias hasta encontrar el Kit, limpia la herida con agua de su odre y aplica la pomada antes de vendarlo.

Luego de eso intenta llevarlo hasta la torre, pidiendo la ayuda de algún soldado cercano mientras lo arrastra hasta la torre.

Consigo levantarme con la siempre agradecida ayuda de Lluvia. Trato de mantener el equilibrio como buenamente puedo cuando me suelta y tengo que aguantar todo mi peso con mis propias piernas, que aún flaquean un poco.

—Sí, sí puedo caminar. Ya casi no me duele —miento, aunque en mi cara se refleja claramente una mueca de dolor—. Te ayudaré en lo que pueda.

Acompaño a Lluvia en todo su proceso para tratar de curar a Kylian, ya que sus heridas aún continuaban sangrando abundantemente. Observo con atención como consigue ponerle fuera de peligro y cubre sus heridas con experta meticulosidad. Cuando pide ayuda para llevarlo dentro de la torre no dudo en ofrecerme voluntario, pues poco más podía hacer en mi situación actual.

Tras escupir la sangre remanente en su paladar sobre el asqueroso cadáver del goblin, Briand enfundó su estoque mientras terminaba de ver concretarse la retirada, así como las órdenes generales del caballero. Ella tenía su ballesta, no obstante, dudaba mucho que fuese capaz de hacerle un rasguño a un dragón cuando apenas los hacía ante un trasgo. Estaba allí por salvar su propia vida, no para arriesgarla innecesariamente. 

- No se ve muy bien... - No sólo la situación general, pero el cuerpo sangrante de Kylian ante el que la noble comenzaba a agacharse para buscar tomar con el mayor cuidado y la menor suciedad posible. Esto era trabajo de criados ¿Qué hacía una dama como ella queriendo cargando un cuerpo? Supuso que se trataba de una especie de deuda que debía saldar, y no había ningún sirviente disponible para hacerlo en su lugar.

- Fíjate cómo está el resto. - Le ordenó a Lluvia, haciéndose cargo ella de tomar al sabio de Gilean y cargarlo hasta el interior del torreón antes que ligue algo de daño colateral que pueda terminar de rematarlo.

Kylian recuperó la consciencia, lanzando una bocanada del aire caliente y viciado del interior del castillo. Sorprendentemente, seguía vivo, lo que significaba que el ataque había sido rechazado. Observó alrededor para agradecer a sus compañeros el éxito en la batalla. Las advertencias sobre intervenir en las disputas de las razas tomaban un funesto sentido esclarecedor, a punto había estado de ser arrastrado por la marea de la guerra. Una lección que debería aprender.

- Lluvia, gracias por sus atenciones. Antes de perder el conocimiento erais de las pocas que seguían en pie luchando valerosamente contra los goblins. Y no confío que el resto pudieran utilizar mi equipo de sanador para otra cosa que no fuera beberse las tinturas. Sin duda los espíritus que podéis convocar resultan una fuente de magia divina de lo más fascinante.

Tras intercambiar unas palabras saludó al resto agradeciendo que lo defendieran en la batalla. Al valeroso guerrero Lowen, que había demostrado con sus acciones ser digno de sus nobles aspiraciones. Al guía Glinthalas, que se había más que ganado sus monedas y a la noble Briand. Que había mantenido la frente bien alta en mitad de la batalla afrontando la oleada de sangre y muerte.

Cuando consiguió llegar hasta el caballero de solamnia. Agradeció también su valiente servicio con una bendición en solámnico.

- Gracias por dar cumplimiento a vuestro juramento. Esta noche vuestro honor ha brillado con más fuerza que la luz de las estrellas. Que Kiri Jolith os guíe y os guarde. (En solámnico)

Atendió a las palabras del noble. Contratar a unos exploradores, que habían demostrado ser capaces de esgrimir un arma, para perseguir a un ejército y volver a robar las mercancías que no hubieran devorado los goblins.. y encima pagarles con parte del botín que trajeran de vuelta, era sin duda un buen negocio para la aldea. No podía ser de otra forma siendo Shinare su patrona, aunque no podía decirse que en aquel amanecer, la señora de la victoria alada hubiera brillado en el horizonte.

- Estáis vivos para tratar de reconstruir el pueblo, yo daría gracias por ello. Me presento voluntario para recuperar lo que se pueda del ejército enemigo, pero dejo en manos de su señora de Le Bescó los pormenores. Si es que está dispuesta a liderar la expedición.

Aquello le permitiría seguir de cerca la actividad de los seguidores de Zeboim, y saber si se trataba de una agresión a gran escala, o por el contrario, se trataba de una simple bandada de goblins comandadas por los restos de una guarnición perdida de caballeros de Neraka. Atraídos por las promesas de riqueza que ofrecía el saqueo de la feria. 

Ahora si me disculpan, debo saber que ha sido del templo de Shinare. Anotar su destrucción, y enterrar a sus feligreses si ese a sido su destino. E inmortalizarlos en los anales de la historia de nuestro mundo, para conservar su testimonio en las bibliotecas de Gilean.

Sin aguardar la respuesta se alejó con paso renqueante, utilizando el bastón que horas antes había esgrimido como un arma letal como cayado para apoyarse. Dejaría las negociaciones a la noble de Kalaman, quien tendría la oportunidad de vender caros sus servicios. Y si al final era el único necio dispuesto a aceptar, esta vez observaría desde lejos la oportunidad de dar cumplimiento a su misión suicida.

-Jajajaja ─rió Glinthalas de un chiste que sólo él parecía haber oído─ Emmm, perdón, vivos, sí, vivos ─dijo a modo de disculpa cuando le miraron con cara rara─ Contad conmigo para seguirle la pista a las riquezas de Belleria, al fin y al cabo soy un... guía ─añadió sonriente.

Lo cierto es que la gracia estaba en que llevaba toda la vida perseguido por robar las riquezas de Belleria y ahora tenía la oportunidad de recibir una recompensa por robarlas de vuelta. Ironías del destino. Y cuando se presenta una ocasión así, no puede desoírse.

─¿Ha sobrevivido algún buen rastreador? Lluvia, ¿qué tal se te da a ti? ¿Vendréis, verdad, amigos? ─inquirió finalmente hacia el heterogeneo grupo de visitantes que había guiado por Belleria.

Les había cogido cariño y se resistía a dejarlos ir. Se habían portado bien con él, habían demostrado ser personas decentes y no se habían amilanado cuando las cosas se pusieron feas. Y, dicho sea de paso, le habían salvado la vida DOS veces. Aunque su instinto le había llevado a lo largo de la vida a huir en dirección contraria a los problemas, estaba empezando a cogerle el gusto a encarar los problemas, especialmente ahora que no estaba solo. Tal vez era eso lo que cambiaba. Tal vez era eso lo que hacía que fuera tan reticente a perderles.

Briand conservó sus párpados cerrados y dejó caer la sombra de su emplumado gorro sobre ellos mientras escuchaba, con tal de ocultar junto con su rubio cabello las venas que podrían marcarse en su sien al no poder expresar un ceño fruncido. Era buena en ello, conservar los modales y lo que todos esperarían de alguien como ella. Y aunque en el fondo le disgustase, era parte de su deber salvaguardar la imagen de su familia y su soberanía por encima de todo.

- Mi estimado hidalgo, con el debido respeto, permítame recordarle que se encuentra frente a una figura representante de la misma Kalaman que usted menciona. Descendiente de la sangre Le Besco, quien ha prestado su ayuda y derramado su sangre azul por un pueblo del que aún su jerarquía no es parte, y en su lugar se le había prometido seguridad y festividad en su visita. Lo cual podría representar un favor en adelanto en nuestro nombre, o la conclusión de una fructífera relación que tanto necesitaría su gente en este momento. Usted, como representante de la aristocracia local que entiendo que es, decidirá cuál es el destino que desea para sus tierras. - Se le acercó educadamente, respondiendo con sagaces mas diplomáticas palabras al noble, invitando sutilmente a reconsiderar las suyas sobre su gente. Sino usarlas en su propia contra.

- Tal y como mi compañía lo ha manifestado, se está dispuesto a colaborar con la humilde aldea de Belleria, así como mi persona, en nombre de Kalaman. Y necesitará más de lo que ya posee si se desea encarar dicha expedición. No obstante y como ya le he mencionado, esta última ya le ha ofrecido un adelanto y si me lo permite, se consideraría justo que usted y su influencia ofrecieran uno también en retribución de los ya hechos y aquellos por venir... ¿No lo cree? - Hablando en pos de todo aquel grupo, que si bien podrían formar un útil séquito, la realidad era que no lo eran. No obstante, para su conveniencia, usar su apellido tenía mucho más valor que el de aquellos cuatro plebeyos juntos. Si iba a continuar trabajando por el beneficio de la influencia de su aristocracia, el noble debería entender que tales favores no eran gratuitos.

Y la realidad era, si deseaban volver a enfrentar a dicho caballero, necesitarían contar con un poder o una calidad de armería cuanto menos equivalente a la suya. De otra manera, la expedición sería no más que un suicidio.

—Gracias a vos por la enérgica defensa que habéis hecho de esta fortaleza, que tan cerca ha estado de costaros la vida —replica el solámnico a las palabras de Kylian, con una sonrisa amable—. Vestís las ropas de un hijo venerable de Giliean, pero bajo ellas tenéis el corazón de un guerrero, sin duda. Aun así os sugiero que, en vuestro actual estado, no vaguéis solo por el pueblo. Las calles no han sido aseguradas y desconocemos si puedan quedar rezagados de las fuerzas enemigas.

Habíamos conseguido sobrevivir y aunque nos había costado sudor y sangre, al final conseguimos defender a los pocos habitantes que quedaban de Belleria. En cierto modo, salimos victoriosos a pesar de las enormes pérdidas. Gran parte del pueblo había sido arrasado y, lo que era peor, gran parte de su población había perecido en el ataque.

Lo peor empieza ahora, pienso mientras escucho las palabras del noble. Les iba a costar muchísimo que Belleria volviese a un estado similar al anterior al ataque, pero quizás con la ayuda de Kalaman, el Imperio o los propios caballeros de Solamnia pudiesen conseguirlo en unos pocos años. Y recuperar la confianza de los habitantes para que siguieran en el pueblo sería una tarea titánica, por eso en cuanto el noble dirigente de Belleria nos ofreció la empresa de ayudarles apenas dudé un instante en aceptar.

—Será todo un honor ayudarles en todo lo que pueda —contesto, tratando de mantener como buenamente puedo la formalidad.

Me alegró ver que los compañeros con los que había compartido el último día tampoco tardaron en ofrecer su ayuda. Y coincidí con Kylian que la mejor persona para negociar los pormenores y dirigir la expedición era la joven noble de Kalaman, sin duda tenía un talento especial para el liderazgo.

A pesar de dejarle a Briand las negociaciones, esperé un rato en la sala antes de dirigirme a la armería. Quería hablar a solas con sir Brannthor, así que en cuanto tuve ocasión me acerqué al caballero de Solamnia.

—Mi señor —le digo haciendo una reverencia—, antes de partir me gustaría comentaros cierto asunto —los nervios comienzan a apoderarse de mí, pero trato de hacer lo imposible por controlarlos—. Verá, toda mi vida he idolatrado a los caballeros de Solamnia y tengo la intención... No, sé que voy a convertirme en un honorable miembro de vuestra orden —cambio la frase para mostrar mi determinación—. Por eso sería para mí un orgullo que aceptaseis considerar esta petición y ser vuestro escudero en un futuro.

—Igual no es el mejor momento para estos asuntos, pero habiendo sido testigo de lo frágil que pueden llegar a ser nuestras vidas siento que si no os digo esto puedo llegar a arrepentirme —finalizo tras un momento de pausa.

Cuando escuchó las recomendaciones del caballero las desecha con un gesto de su mano, quitando importancia a sus heridas.

- No os preocupéis, como vos tengo un deber para con mis juramentos. Y pienso darles cumplimiento.

Tras escuchar el discurso de la señora de Le Besco sonrió. Sin duda sacaría las condiciones más beneficiosas, y le interesaba estar a bien con la joven noble. Las bibliotecas de Kalaman de las grandes casas no estaban al alcance de cualquiera, y tener la amistad de una de sus prominentes miembros le abriría muchas puertas. Decidió reforzar su posición y dejar claras sus necesidades, aunque no podían ignorar la apremiante premura de su marcha en pos del camino.

- Mi señora de le Besco. Necesitaríamos reponer nuestras armas para darles caza, y provisiones para el camino. Si me disculpa, estaré en el templo de Shinare, o lo que quede de el. 

Asintió confortado al ver que sus compañeros se prestaban para la expedición, y que nadie discutía su posición a Briand. Al parecer el viento soplaba en su favor para averiguar más sobre los motivos del ataque. Y en su excursión al templo, tal vez podría encontrar algún objeto más de los atacantes que le fuera de utilidad para sus estudios. Y, si Gilean así lo quería, podría estudiar de cerca alguno de los símbolos sacrílegos del sectario que murió a las puertas del castillo. Había mucho que ver, tanto que hacer antes de salir a perseguir el ejército enemigo en retirada.

Tras su intervención el elfo guardó un respetuoso silencio y casi pareció fundirse con las paredes. Gracias a la intervención de la noble a la que había servido como lacayo, perdón, guía, las condiciones del acuerdo con el líder de Belleria mejoraban por momentos. Le habían llamado cosas mucho peores y eso nunca había acabado con él ni con su autoestima.

Así que le consiguieron paso franco a la armería. De todas maneras todas las armas que podían ser empuñadas ya lo habían hecho. Incluso habría algunas que pertenecerían a cadáveres en ese momento y que habrían vuelto sin duda a la armería mientras él permanecía inconsciente. Bien, tendría una buena selección.

Su visita a dicha armería resultó... un tanto controvertida. Era como si Glinthalas de repente se hubiera convertido en un guerrero experto: cogió varias dagas, el mejor arco largo (si fuera compuesto, mejor que mejor) que encontró y dos carcajs llenos de flechas para él, una ballesta pesada y sus pivotes en dos carcajs más e incluso se provó una armadura de cuero tachonado, pero la deshechó por demasiado rígida (le hubiera protegido más, claro, pero a costa de empeorar sus movimientos y con el añadido de ser considerablemente más pesada), aunque sí canvió la suya por una nueva, sin tantos agujeros...

Pero el elfo no estaba hecho para llevar tanta arma encima, por lo que, así cargado, se fue a colocar toda aquella selección de armas a las alforjas de su mulo, Yonyo, que le miró torvamente. Glinthalas le sonrió y negó con la cabeza: podía "decir" lo que quisiera, pero iba a llevar todo aquello. Entre unas cosas y otras el nuevo material superaba las 100 monedas de valor. Sin duda una gota de agua en el estanque del coste de las reparaciones de Belleria que costearía (o no) Kalaman. Y 100 monedas no servirían de nada al pueblo en su conjunto, pero a él, en particular, le servirían para pasar varios meses con el fantasma del hambre alejado.

—Recuperar lo que han robado si podéis hacerlo es importante, qué duda cabe, pero hay cosas más importantes —te comenta el veterano solámnico con preocupación cuando te acercas a hablar con él en privado—. Había draconianos, caballeros de Neraka y cultistas de Zeboim entre los asaltantes y me preocupa cuáles sean las verdaderas intenciones tras este ataque. El tamaño de sus fuerzas, quiénes son sus líderes, dónde planean realizar el próximo asalto... Las respuestas a esas preguntas valen más que un puñado de monedas y unos cuantos cálices de plata robados. Pueden salvar vidas de gente inocente, pueden evitar que ocurra en otros lugares lo que aquí ha sucedido.

»Mi escudero aprovechó el desconcierto de la batalla para ir tras ellos en busca de esas respuestas y temo que algo espantoso le haya sucedido si le han descubierto. Si lográis dar con él, agradeceré que le ayudéis a llevar a cabo su peligrosa misión y yo mismo recomendaré al Consejo Plenario de los Caballeros de Solamnia que se os permita ingresar en las filas de la Orden de la Corona a pesar de que vuestro origen es, a todas luces, uno muy humilde.

Lluvia se había pasado la madrugada tratando las heridas de sus compañeros hasta que el cansancio la venció. Cuando despertó de nuevo, se alegró de ver que varios de ellos ya habían recobrado la conciencia mientras que ayudaba a los que aún no lo hacían gracias al favor de los espíritus canalizando su energía a traves de la joven mística.

- Lluvia, gracias por sus atenciones. Antes de perder el conocimiento erais de las pocas que seguían en pie luchando valerosamente contra los goblins. Y no confío que el resto pudieran utilizar mi equipo de sanador para otra cosa que no fuera beberse las tinturas. Sin duda los espíritus que podéis convocar resultan una fuente de magia divina de lo más fascinante.

Asiente ante el agradecimeinto de el hombre de Gliean llevandose una mano al pecho para luego posarla sobre la frente de Kylian -Ahéhee'...- Deja caer sus manos y mira a los demás agradeciendo a sus ancestros el que todos continuen con vida -Los espíritus así lo han querido, amigo mio- Sonrie consciente de que su camino ha sido guiado hasta allí por un motivo, aún no olvida la luz que la rescató de las sombras, luz que penetraba aquella insondable oscuridad.

─¿Ha sobrevivido algún buen rastreador? Lluvia, ¿qué tal se te da a ti? ¿Vendréis, verdad, amigos?

-Aunque conozco de la naturaleza y sus entornos, no soy una rastreadora experta- Respondió algo descepcionada de no poder ayudarles para después asentir ante la incognita de que si les acompañaría. -Claro, iré con todos ustedes. Estoy segura que nuestro camino juntos recién empieza...- Prefiere no hablar mas y simplemente dedicarles una sonrisa conciliadora a los demás. Quizás mencionar lo de la profecía no era necesario aún, pero con la experiencia de la noche anterior haría todo lo posible por evitar que la oscuridad consumiera esta tierra. Pues estaba segura que no era un simple asalto, no, aquello tenía motivos mucho mas inquietantes, primero debería descubrir de que se trataba, no había necesidad de encender aún mas las alarmas.

Luego del discurso de la noble de Kalaman, se dispuso a acompañar al grupo para escoger lo que necesitarían para la expedición, buscó un escudo grande de madera bien hecho y se encargaría de pintarles diseños tribales luego, también buscó otras opciones de armaduras, después pidió que le consiguieran un kit de sanación y cambiar su daga que ya estaba algo deteriorada por una mejor. Dudaba que tuviesen hondas en su repertorio o quizás balas especiales para ello, aún así preguntó. Mientras se paseaba por la armería viendo tantas cosas, se preguntaba si realmente algo de aquello le ayudaría. Se había dedicado toda su vida a comerciar y a sanar a los heridos de su tribu, debería empezar a buscar cómo ser mas versátil en combate, no quería ver de nuevo a sus compañeros y a ella misma al borde de la muerte.

- De la misma forma, lamento que nuestras presentaciones formales se hayan tenido que dar bajo estas circunstancias. No era más que mi intención sino darle sus correspondientes felicitaciones durante la finalización de la feria, aunque mi persona fue incapaz de predecir tales acontecimientos. - Se expresa igualmente, con su correspondiente inclinación.

- Haremos lo posible por colaborar en la restauración de Belleria. Tal petición será realizada, aunque la misma dependerá del pronto resultado de esta expedición. Toda su colaboración y recursos disponibles, será más que bienvenidas. Siendo así, y con su permiso, procederemos a prepararnos en pos de encarar la misma con prontitud. - Concluyó, con un gesto sobre su gorro, antes de retirarse hacia la armería junto con los demás. Quienes habían sido unos meros acompañantes de turismo, terminarían siendo sus compañeros de armas. Campo en el cuál, habían demostrado buena utilidad.

Ya estando oportunamente más a solas, dentro del depósito de armas, buscaría una ocasión para hablarles con mayor privacidad.

- Soy consciente de que ninguno de ustedes posee actualmente una relación de dependencia con mi figura, y hasta donde llega mi conocimiento, tampoco son nativos de Kalaman. No obstante, para nuestra conveniencia, consideré sería lo más oportuno. Son libres de seguir la corriente, o rechazarlo. - Se explicó con más calmas y correctas palabras, mientras permanecía limpiando el filo de su estoque. - Si les interesa, y nuestra andanza resultase exitosa, podría considerar contratarlos seriamente. - Fue su oferta, a la cuál estaba abierta.

Tras ello, continuó meditando en silencio mientras terminaba de limpiar su actual equipamiento. Si ésta era la decisión más sensata y beneficiaria, no podía asegurarlo del todo. Colaborar y financiar la recuperación de este pueblo indudablemente elevaría su imagen, si bien estaba por verse en cuanto una ganancia económica real a largo plazo. Sin embargo... Aquellos, le parecieron más que simple saqueadores. Había organización, líderes, tácticas de asedio. Parecían más dispuestos a conquistar que saquear. Y teniendo en cuenta la cercanía de sus tierras, una organización bélica creciente podía acarrear muchos más problemas a largo plazo. Si podía, debía frenar su expansión cuando aún podía, o en su defecto obtener cuanta inteligencia tuviese acerca de esta fuerza.

Terminó por acomodar y dejar allí guardados, su estoque y su broquel. Ambos eran símbolos de su realeza, armas sutiles y bellas... Mas quizás, no las más apropiadas para una verdadera batalla. El escudo de su familia era algo que preferí no seguir ensuciando con sucia sangre, así como la débil hoja de un arma más blandida como un símbolo y para el arte del esgrima que una guerra. Su látigo... Era útil para presionar caballos, asnos y esclavos. Hoy la realidad le demostró, las criaturas hostiles y salvajes no eran tan dóciles.

Si planeaba resultar exitosa y, más importante aún, con vida... Necesitaría armamento de verdad. Equipo como el que dió muestra aquel caballero, a quien prácticamente habían sido incapaces de tocar. Había logrado sacar la buena voluntad del noble, y mejor aprovecharla mientras pudiese.

Escuché con atención las sospechas de sir Brannthor, que claramente estaba más preocupado por las razones del ataque y descubrir la identidad de los asaltantes que de recuperar los bienes robados. Yo mismo había tenido mis dudas durante el combate, pero con el paso de las horas la preocupación por la salud de mis compañeros ocupó gran parte de mi mente. Hasta ese momento no comencé a comprender la peligrosidad que podía suponer un grupo organizado como aquel, pues podía poner en peligro muchos más pueblos de la región.

—Trataré de encontrar a vuestro escudero y ayudarlo en su empresa —respondo después de oír al caballero —. Os lo juro por mi honor y mi vida.

El elfo escuchó las palabras de la noble mientras escogía sus nuevas pertenencias. Aunque hacía como si no prestara demasiada atención, la ágil mente del guía del grupo desgranaba aquellas palabras, buscando a dónde conducían.

─Ajá, eso era ─pensó para sí sin poder evitar que en su rostro brotara una sonrisa.

─Mi señora, con todos los respetos ─comenzó educadamente como comienzan todos los vasallos que se disponen a contrariar a su señor─ tenéis razón, no dependo de vos ni soy nativo de Kalaman. Nadie me ha protegido nunca ni he pagado impuestos o tasas en ninguna ocasión. No empezaré ahora. Vuestra intervención en la negociación con sir "sólo-escucho-de-verdad-a-los-que-tienen-alta-cuna" ha sido beneficiosa, pero a nivel personal, me importa bien poco. El coger algo de equipo viene bien a la expedición, pero por lo que a mi respecta, vuestro acero es tan bueno como mis flechas y lo que haremos será participar en la empresa, es decir, una participación por hombre aportado. Yo me aporto a mi mismo, ¿vos? ─inquirió para dejar pasar un par de incómodos segundos en los que ningún vasallo, escudero u hombre armado de la casa Le Besco─ Eso me parecía. Entonces está decidido, iré a tratar de rescatar los frutos del saqueo de Belleria para que mis conciudadanos tengan alguna posibilidad de superar este invierno. Y pienso llevarme la parte que me corresponde de la recompensa si consigo salir vivo de todo esto. Si hubierais venido acompañada de un ejército o siquiera un escuadrón o banda o como se llame a esos grupos armados bajo las órdenes de un noble, el trato sería diferente, pero yo sólo veo a una persona bien vestida y con dotes de liderazgo y negociación, nada más ─sentenció.

Glinthalas se quedó mirando a Briand con los brazos cruzados, a la defensiva. Sus palabras habían sido muy atrevidas, pero en las circunstancias que estaban viviendo podía hablar de manera inusual. A lord Arnon o a sir Brannthor les hubiera hablado de manera diferente, pues al fin y al cabo estaba en sus tierras, pero Kalaman, en cambio, estaba muy lejos.

─Os ruego, no obstante, que no me malinterpretéis: os he visto manejar esa espada y ese látigo. Tal vez apostaría antes por Lowen que por vos en un combate, pero eso no quita que tengáis aplomo. No os amedrentasteis en la batalla, cuando había soldados que se habían meado en los pantalones. Me alegro de que también participéis en esto ─dijo con sincero reconocimiento.

Kylian escuchó atento las palabras del elfo. Era reconfortante ver alguien que decidía tomar su propio camino. Ver como a pesar de conservar su libertad la usaba para devolver a su pueblo y sus patriotas algo con lo que soportar la crudeza del invierno. Un ejemplo de voluntad y experiencia que su guía había ofrecido dejando claros sus términos en la expedición que estaba por salir.

- Yo puedo ofreceros mis servicios como Clérigo de Gilean a vuestra casa señora de le Besco, hasta que uno de los dos considere a bien rescindir su contrato. Me comprometo a enseñaros cuanto sea menester, cuidar de vuestras bibliotecas y ampliarlas de ser posible, atender la enseñanza y tutoría de vuestros hijos o parientes cercanos y sanar vuestras heridas. En un futuro puede que la búsqueda de conocimiento me aleje de vos y me obligue a partir, pero cuando llegue ese momento os lo haré saber. 

Kalaman era un buen punto de partida en sus viajes. Una forma de poder dedicarse al estudio, visitar las bibliotecas de la ciudad portuaria y cumplir con sus obligaciones como sacerdote sin preocuparse de que iba a comer mañana. Además, por ahora, sus pasos les llevaban a ambos en la dirección correcta. Tratar de averiguar más de aquel asalto, y de paso, ayudar a reconstruir la ciudad de Belleria.

- Si me disculpáis. No querría dejar sin atender mis otras obligaciones antes de partir. Nos vemos en la plaza. Si podéis buscar otra coraza y un buen bastón de batalla para mi os lo agradeceré. Y algo de provisiones para el viaje serían de gran utilidad.

Sin más demora salió del castillo antes que le volvieran a retrasar.