Partida Rol por web

Las palabras de consuelo que le dedicó Beli animaron al hobbit, que después se entretuvo observando al enano tallar un pedazo de manera con bastante arte. De lejos, escuchó la voz de Frida que hablaba con el elfo que les había recibido, y le pedía con educación, acierto y buenas maneras que les dejara acceder al Reino junto con el comerciante.
Le pareció una genial idea abordarle de esa manera, así que se acercó interesado para escuchar la conversación más de cerca, ilusionado de nuevo ante la perspectiva de entrar en tan reservado lugar.

Ocupado como estaba en replicar y explicar, Caranthir apenas tuvo tiempo de intervenir cuando Frida interpeló a Lindar con una serie de exigencias. Aquel movimiento por parte de la humana era inoportuno, además de colocar en una posición insostenible a su congénere, quien debía decidir sobre algo para lo que no tenía mucho margen de maniobra.

- Disculpa la prisa de Frida, hija de Finnulf, buen Lindar. Los Hombres no parecen reconocer virtud alguna en la paciencia y siempre se apresuran antes de meditar su siguiente paso.

Se interpuso parcialmente entre ambos interlocutores y levantaba una mano hacia el otro elfo, en actitud conciliadora.

- Esperaremos a que la cuestión llegue a oídos de Thranduil y éste disponga su voluntad para la comitiva a fin de acogernos a ella.

Tan pronto terminó de hablar, volvió la cabeza hacia Frida, con una mirada de advertencia en sus ojos.

Beran estaba sentado junto a Beli y observaba cómo tallaba el oso de madera. La gracia de la figura recordaba a su maestro y a otros miembros solitarios que lograron la habilidad.

—Veo que tienes madera de artista —broméo—. Algún día te llevaré a conocer al famoso Beorn. Si no voy contigo, ve por mí. El hombre es recio, pero te hará un hueco en su morada y te servirá un buen asado como invitado de honor, antes de probar bocado él mismo.

Beran observó la caverna protegida de las tempestades, el frío no sería un impedimento para él. La oscuridad de la noche no causaría problemas si los elfos guardianes, que seguramente estarían allí aunque no pudiera verlos, hacían su trabajo. Si los elfos de este reino traían las migajas de pan con vino que habían prometido podría aguantar los días que hiciera falta hasta que el mercader hiciera su trabajo. Sin embargo, Frida, Caranthir y Trotter parecían negociar su estancia en los salones, captando la atención del beórnida.

El elfo avanza un paso hacia Frida, casi olvidándose de los demás compañeros. 

- Los salones del bosque no es algo que se abran a cualquiera, no antes de haberse granjeado la amistad de nuestro pueblo al menos - le dice - Cualquier visitante debería sentirse afortunado por el hecho de ser recibido gentilmente. Sin embargo escucharé tus palabras, Frida hija de Finnulf y Aldris, pero sólo porque uno de los nuestros - realiza entonces un sutil gesto en dirección a Caranthir - parece mostrar cierta simpatía hacia ti.

Caranthir sabe lo que es estar en esos salones y, por supuesto, conoce más que de sobra cómo alguien "extraño" podría ganarse la aprobación de su pueblo. Beran, más por perspicacia que por conocimiento previo, captó las señales a través de las palabras de Lindar, su comportamiento, sus movimientos...

Ciertamente la petición de Frida no debería estar tan fuera de lugar, y quizá su temperamental conducta consiguiera algo más que sólo pan y vino... o tal vez hiciera que toda la compañía recibiera un trato menos justo.

Señor Lindar, yo soy Trotter de la Comarca, otro de los compañeros que están trabajando para proteger a Baldor. Nuestro compañero, maese Caranthir, es ya un amigo cercano para todos nosotros y puede contarle que somos gente de fiar...

Yo no sé si está en vuestra mano el darnos acceso a comida caliente y un techo durante el tiempo que Baldor tenga que estar dentro de vuestro Reino, pero de ser así, estaría eternamente agradecido. Si alguna vez viniera a La Comarca, o a la ciudad de Lago, donde tengo una vivienda, allí yo les recibiría con todas las atenciones de un huésped.

Beran se dio cuenta de que los elfos estaban dispuestos a acogerles dentro de su recinto. Inspirado por la madera tallada que Beli tenía en sus manos, se levantó del asiento y comenzó a cantar.

"Lindar, noble guardián de la entrada,
Soy un beórnida de las Montañas Nubladas.
En vida enfrento cada adversidad con la fuerza
y el espíritu de un oso, como un roble en la tormenta.

No somos intrusos, sino amigos leales,
Con corazones sinceros, en paz y sin males.
Aquí, en tierras de bosque y luz,
Donde la magia danza en la quietud.

Nuestras palabras son sinceras, guardián sagrado,
Y nuestros propósitos son honrados.
En hermandad, con armonía y respeto,
Permite que el Salón del Rey abra su secreto."

Caranthir observaba con cierta perplejidad la sucesión de acciones de sus compañeros mientras se preguntaba si la memoria de las razas mortales era tan corta como sus vidas. Aunque estaba seguro de que los modales y buena educación de Frida y Trotter habían allanado en parte el camino, no estaría de más que Lindar fuera a lo seguro.

- Maese Lindar, no demores más aquí tus pasos. Si no es molestia, ve presto ante la presencia del rey Thranduil y que sea éste quien ratifique lo que tu corazón anhela y teme dar. Yo cuidaré de los visitantes entre tanto.

Después se volvió hacia la comitiva y, tan pronto se alejó su congénere, el elfo susurró una advertencia en la lengua común a sus compañeros.

- No forcéis tanto esta bienvenida o podríais conocer de primera mano las mazmorras de los Salones del Rey. Tened presente que ya se os ha dispensado un gran favor al permitiros deambular por los dominios del rey como escoltas de Baldor. Ahora, por favor, esperad a una invitación formal para internarse en los Salones, si tal es vuestro deseo.

Y con eso buscó acomodarse apoyado en uno de los cajones de cargamento, siempre atento que estuviera firmemente descansado en el suelo.

- Señor Lindar, mis compañeros y yo os agradecemos de corazón la hospitalidad que vuestro pueblo, y Vos mismo, nos habéis brindado hasta ahora. Es más de lo que una sencilla humana de Esgaroth podría esperar - respondió la mujer del Lago, con voz calmada, ignorando las palabras de Caranthir ​​​​​​- Pero sé que Vos soy un hombre sabio y que entendéis lo necesario que es que podamos descansar cómodamente en unos alojamientos mejores que está cueva. Nos quedan todavía varios días de viaje, y necesitamos poder estar lo más frescos posible para poder seguir protegiendo correctamente a Belgo y a su hijo, tal y como hemos estado haciendo hasta ahora -

La joven hizo una pequeña pausa, la cual aprovechó para realizar una formal reverencia.

- Os lo pido por favor, permitidnos el acceso. Sé que no nos conocéis y que, como Vos habéis dicho, todavía no nos hemos granjeado la amistad de vuestro pueblo, pero también es cierto que, como también habéis dicho, viajamos en compañía de uno de los vuestros, lo que, quizás, ya pueda ofrecer algo de garantía ante vuestros ojos -

Frida se incorporó y miro con sinceridad a los ojos del elfo.

- Os juro por mi honor, y el de mi familia, que no deberéis lamentar nuestra estancia en el Reino del bosque -

-¿Qué tiene más hojas que el más abultado libro de la historia enana, bebe por los pies en lugar de por la boca y se arropa en el verano y se desviste cuando llega el frío?, la voz profunda de Beli resonó dirigiéndose a Lindar desde el lugar en el que permanecía sentado y aparentemente absorto en su talla.

Como con Glóin, el enano había escogido un acertijo sencillo para captar la atención de su interlocutor y ahora se levantaba esperando la respuesta del elfo. Cuando esta llegó, Beli lanzó otra adivinanza sin darle tiempo a hablar.

-¿Qué es amarillo por fuera, blanco por dentro, es dulce como el néctar pero mata la sed, hizo una pausa dando un par de pasos y colocando su mano en el brazo de Caranthir con una sonrisa, y lo tengo aquí mismo a mi lado?

El elfo va cambiando la mirada de uno a otro de vosotros según intervenís y casi parece lanzarle una súplica con sus ojos a Caranthir cuanto este interviene. Finalmente suspira de forma pesada y, sin alterar lo más mínimo el tono de su voz, se pronuncia, aunque claramente se ve en el cierta prisa por terminar la conversación.

- Veré qué puedo hacer. Seguro que podremos preparar algunas camas en las cavernas superiores para un par de noches para que descanséis - vuelve a cruzar la mirada con Caranthir - pero por favor, evitad alterar la paz de nuestras estancias deambulando mucho más allá de los dormitorios. Esperad aquí unos minutos.

Y dicho esto, Lindar se marcha desapareciendo de las bodegas.

Tras esos minutos que Lindar os avanzó, aparecen dos elfos que os conducen por toda una serie de intrincados y sinuosos pasadizos alumbrados con lámparas que lucen mágicamente o con antorchas, pasando por estancias luminosas y maravillosas de gran belleza. Para todos salvo para Caranthir, el camino os resulta algo confuso, pues hay una gran cantidad de pasajes secundarios, cavernas pequeñas y túneles que salen de la estancias principales. No todos los túneles son estrechos o están aislados y el aire, más allá de lo que pudierais haber llegado a creer, es limpio y fresco.

Las habitaciones para invitados que ya se encuentran preparadas para cuando llegáis. Estas son confortables, con camas de madera y colchones y almohadas suaves, y en ellas podéis descansar muy cómodamente. También se os ofrece algo de beber y comida, esta vez con un menú más variado que el pan y el vino prometido, y ahora tenéis algo de fruta fresca y queso.

Al cabo de dos días, el propio Lindar y otros elfos escoltan a la compañía y a la caravana de Baldor por una puerta secreta hasta el exterior de las cavernas y os acompañan unos cuantos kilómetros sendero Elfo adelante; podéis aprovechar el hecho de que viajáis con ponis para cargar parte de vuestro equipo en ellos, aligerando vuestras mochilas.

Esta parte del bosque no es tan opresiva; el sendero está bordeado de hayas y la luz del sol se filtra a través de los árboles, tiñéndolo todo con una luz con tonalidades doradas y verdes. Esta región aún conserva la belleza y la paz de Bosqueverde el Grande. Lindar os previene de que pronto entraréis en regiones más peligrosas y os proporciona un consejo: "no hay que abandonar el sendero". La mayor parte del mismo está exenta de problemas, pero no se puede decir lo mismo del bosque que se encuentra más allá.