Partida Rol por web

Enemigos y oro. Coser y cantar. -Entonó Kugart con la misma naturalidad con la que respiraría.

La tortura no era un mal medio si la necesidad se daba oportuna, pero a sangre fría, sin razón contra Kugart. Desde luego necesitaría estómago, menuda valentía hacía falta para aquello. Quizá con un poco de paciencia y saliva el pobre individuo lograse hablar, sería una lástima que las pequeñas se regocijaran mucho con aquello.
-'Enemigos.' ¿De qué estamos hablando?- Preguntó al gobernador.

La idea de pasar más tiempo en las inmediaciones de ese gnomo solo me desagrada, aunque me abre la posibilidad de saber más acerca de que hace aquí, tengo curiosidad por el espía y, reconozcamoslo, la idea de sentir el riesgo tan de cerca es cuanto menos emocionante. Me acerco un poco más a Nariel, miro al gobernador sin expresividad, y asiento, lista para acompañar a mi eventual aliada y descubrir que tiene en mente- Tal vez algo diferente a lo que yo, habría sido buena idea por su parte decidir que hariamos una vez entraramos, y más ahora, que no contamos con músculo cerca. Casi creo que tengo suerte, porque me gusta todo esto, la tensión, las mentiras, fingir...

Decidme qué queréis saber y veremos qué somos capaces de sonsacarle. Necesitaré la ayuda de alguna de las señoritas para que le haga las preguntas mientras yo esté ocupado con él.

Nadie más puede molestarnos. No perdéis nada por dejarnos probar antes de que vuestro carnicero haga su trabajo.

Lord Berian hace un gesto al gnomo, el cual os conduce hacia las mazmorras.

Las mazmorras son lo que cabria esperar, un lugar humedo y oscuro lleno de celdas. Podeis ver varias celdas grandes que contienen prisioneros, dos os llaman la atención. Una contiene dos ninfas y una hada pequeña de aspecto acuatico, una nixi. Todas ellas encadenadas con cadenas con un brillo azulado. En la celda de al lado podeis ver el gigante, encadenado por cadenas gruesas y de aspecto resistente, es apenas diez centimetros más bajo que Kugart. Su aspecto se encuentra bastante demacrado, podeis ver que tiene algunas estacas de hielo clavadas en los brazos. Su mirada no expresa nada, como si no estuviera realmente vivo, si bien su respiración os desmiente su muerte. Al lado del gigante hay una mujer pequeña de aspecto faerico, primero pensais que es una gnoma, pero es demasiado baja y delgada, unas marcas de alas cortadas en la espalda os indican que es un hada.

Vosotros sabeis muy bien como es un gigante de fuego, a vosotros no os engaña su barba. Su relativa escasez de bello corporal, aspecto delgado y altura relativamente baja para un gigante os indica que no debe tener más de trece o catorce años mal contados.

Es definitivamente un niño.

Algo se removió en el interior de Gymlar cuando vio el lamentable estado del gigante. Era claramente uno de fuego, poco más que un niño, aunque no mucho más joven que el propio Gymlar.

Pero estaban trabajando de incógnito, tenían que sacarle cualquier información a aquellos dos para ganarse la confianza del enemigo.

Arrancó un trozo de tela y de malas maneras la introdujo en la boca del hada. No quería que les interrumpiera. Aunque esperaba que aquello la afectara también a ella, pero al ser una criatura de la magia no sabía los efectos que podía tener.

Después se situó al lado de Nariel y asintió para que empezara el interrogatorio. 

Gymlar comenzó a entonar una melodía, en tono bajo al principio pero que era dirigida directamente a los oídos del gigante. Con la mano empezó a golpearse suave y rítmicamente la pierna, siguiendo el compás de la melodía.

La canción del gigante tiene efecto, el prisionero mira a Gymlar como hipnotizado, totalmente a merced del príncipe de Atica. Lo mismo ocurre con el hada. Ahora solo queda que el gigante entone las preguntas adecuadas.

El escenario era como mínimo acusadamente persuasivo. Aquel lugar no le hacía la más mínima gracia a Kugart, pero sabía por qué estaban allí así que dejó que los individuos se desempeñasen con aquello, si bien la tentación era 'reventar' todas las jaulas y las caras enemistadas que encontrase a su paso por ello, estaba a merced de la misión...

Sin embargo algo le resultaba muy peculiar, yacía alguien de practicamente su tamaño, sin apenas ganas de respirar, ¿quién llevaría a una criatura así a ese estado?.

Con lo cual se dedicó a contemplar de refilón el acto, dispuesto a interrumpir si las preguntas adecuadas no se producían, y guardando lentamente el rencor que podía causarle estar en una situación parecida. Alguien tenía que pagar por ello en algún momento y intentaría que no se le fuera a olvidar ese detalle nunca.

Acompaño a Nariel, que suponía iba a ser nuestra interrogadora, pero me sorprendo al ver como el propio Gymlar hace uso de unas habilidades que no me son del todo indiferentes o desconocidas- ¡Es un gigante cantarín! -contengo mis ganas de reir, bromear y jactarme de mi propio talento con el laud en mis adentros, y mantengo la fachada seria, rigida y fría de mi actual papel- Shila no ríe, Shila se queda callada... ¡Tengo ganas de jugar a las preguntas y respuestas yo también! Maldita sea. Si no fuese por ese gnomo... -y sigo contemplando a los prisioneros, y como se quedan anonadados por la música de mi enorme compañero.

Gymlar sintió como había conseguido atrapar al gigante, incluso la amordazada hada seguía con su cabeza su rítmica melodía.

Aguardó un poco más y comenzó a camuflar las preguntas en su canción.

Somos amigos... ¿cual es tu nombre, amigo?.- comenzó con una pregunta sencilla, fácil de responder. La melodía fluía dulcemente de la garganta del gigante. Su mano y su pie acompañaban al mismo son la canción. 

¿Quién te envía?.-   la seguridad de Gymlar aumentaba con cada respuesta del joven gigante de fuego.

¿Cuales son tus órdenes?

El gigante parece como hipnotizado y responde sin pensarselo ni un segundo.

- Mi nombre es Thornir, no me envia nadie, mas bien he sido expulsado, no tengo orden alguna. Solo estoy aqui por equivocación, yo no se nada.
 

Tras oir las palabras del gigante, un extraño presentimiento se hizo con algo de aire y se dirigió a la compañera del gigante, la sin alas ahora. Y con tal de no interrumpir la conversación de los demás, le dijo algo más bajo, lo justo como para que lo oyera, aun que no le importaba mucho que los demás se enterasen:

-Saludos criaturilla. ¿Qué haces aquí?.- Le profesó a la ¿'hada'?

Tenía curiosidad, ¿qué pintaba un hada con un gigante? ¿qué pintaba Kugart con un grupo de rosados? Desde luego algo se cocía, ¿y cómo es que cogen a un ser alado y a un gigante? ¿qué iba mal?

... a ojo, un mazazo podía solucionarlo todo de golpe. Pero seguro que los demás tienen más que hacer y estas criaturas no tienen la culpa, ¿O sí?.

Gymlar observó, sin dejar de entonar su melodía, como Kugart se acercaba a la amordazada hada.

Arriesgado.- pensó el gigante. Las hadas eran criaturas netamente mágicas y por naturaleza más resistentes al poder del canto de Gymlar.

Aún así aplaudió la iniciativa de su compañero. Si el joven de fuego parecía que no sabía nada, la hada sería la otra buena opción.

Bien Thornir, ¿y qué esperabas encontrar en esta ciudad?