ale, dos post, ya estoy al día XD. Tenía que haber posteado el sábado pero al final ni me acordé, lo siento neng
La cruz plateada se ha desvanecido como humo plateado...
Mensaje solo para ti.
La poderosa luz blanca dibuja cuadrados de miles de formas diferentes en las paredes y sobre vuestras cabezas, en lo que una vez fué el suelo y que ahora intenta torpemente tomar el rol de techo. Algunas baldosas de marmol reluciente se desprenden de vez en cuando cayendo estrepitosamente contra el nuevo suelo. Los armarios metálicos cuelgan del techo y su contenido se ha vertido entre las varillas que lo inundan todo. Los cuerpos medio enterrados de Anette y Mich esperan pacientemente que El Puño se una con ellos. Y así lo hace. Solo os dice... los cebos han quedado libres...y os comerán vivos... antes de comenzar a reir, lo que le cuesta otro ataque de tos al que, esta vez, no sobrevive. Su cabeza rojiza llena de cortes, su único ojo abierto mirando la nada, la inmediatez de su muerte. Recojéis cuanto podéis de aquel almacén, miráis la nueva puerta pero os dirigis a la puerta por la que entrásteis.
El "muro" de algo más de un metro por el que tenéis que acceder a la puerta se os hace dificil de subir, pero menos que el acto de pasar la tarjeta de Diana, que Alex aún conserva, por el lector, situado este ahora a casi dos metros del suelo.
Accedéis al hall. También está iluminado como un hospital, solo una de las luces se ha fundido cuando el agua que antes estaba en el "suelo" le ha caído encima, formando un nuevo charco.
Y eso hay en el Hall: mucha luz surgiendo del suelo mojado. Y puertas cerradas, con sus lectores de tarjetas iluminados en verde, esperando los preciados plásticos.
Y nada más, ni el reverendo, ni Mathew, ni Ciara...
Actualmente esáis en el hall, la puerta abierta tras de vosotros muestra el almacén. Podeis postear si cogeis algo de allí antes de que en la próxima actualización ya sigamos avanzando.
Mei bajó la vista y le dió tiempo a ver como su cruz se desvanecía, evaporándose en humo plateado. Siguió aquellas argénteas partículas con la mirada mientras flotaban hasta el sue... hasta el techo, se corrigó mentalmente. No se puso a pensar en el significado de aquello. Había ya formulado demasiadas preguntas y no tenía sentido seguir buscando explicaciones. Si las obtenían en algún momento, mejor, pero ahora debían centrarse en lo que tenían ante ellos.
La chica oriental se palmeó los bolsillos. Seguía en su sitio la sierra que había cogido al principio, antes del ataque, al igual que el destornillador, que no había querido tirar. También había cogido un par de rollos de esparadrapo y unos alicates, por si en algún momento les hacía falta.
- ¿Donde se habrán metido el resto? - Se quedó un instante pensativa- La verdad es que no acababa de entender como podía ser que no hubieran entrado a ver qué ocurría al oir el jaleo. Venga, volvamos a la enfermería a ver qué nos encontramos allí.
Shan Mei ha cogido (si es posible, claro): Una sierra, el destornillador que había tenido en la mano todo el rato, dos rollos de esparadrapo y unos alicates. Todo lo ha puesto en los bolsillos del traje.
Duarte escupió a un lado un grueso gargajo y no se reprimió a la hora de lanzar una patada contra el cuerpo sin vida del Puño.
-Pinche cabrón. Ni muerto vales nada -dijo. Las últimas palabras del asesino solo habían añadido nuevas preguntas, nuevas incógnitas. Cebos. Pero Duarte ni sabía lo que eran ni le preocupaban en aquel momento. Lo suyo era la inmediatez, no la planificación a largo plazo. Y nada dentro de aquella mierda de laberinto se había mostrado como buena. Así pues, solo tendrían un nuevo problema al que hacer frente. Y de esos no habían faltado.
Se agachó para soltar y recoger el cinturón con la vaina del gran cuchillo robado al Puño y se lo abrochó a la cintura. Envainó el puñal y comenzó a mirar en derredor para recoger las cosas perdidas durante la caída. Cerca estaba el destornillador que le había lanzado y que también guardó.
-Mich tenía dos sopletes. Güeras, tomen uno cada una. Pueden ser útiles en el futuro. Y cojan su linterna. Yo tomaré la de Anette -se acuclilló a su lado y tomó la sierra circular de su bolsillo y palpó los diferentes bolsillos hasta dar con su tarjeta-. Shan Mei, acá tienes su tarjeta, la que la loca esa, Ciara, quería robarle. Guárdala tú. En ti confío. Y no dejes que sepa que la tienes. Sería capaz de quitártela por la fuerza. No es buena esa perra. Y sabe más de lo que dice. No vino como nosotros por no tener otro agujero donde caer. Vino con un trabajo en mente. Y no dudará en sacrificarnos. A todos. Lo veo en su mirada. Lo huelo en su sudor. Alex, la llave inglesa de Anette. Será una buena arma si hiciera falta. Cógela.
Duarte lanzó una última mirada a Mich y a Anette. Frunció el ceño y negó con la cabeza. Se acercó al cuerpo decapitado de ella y cogiéndolo en brazos, lo condujo hasta depositarlo al lado del de Mich. Después arrastró el pesado cadáver del gran simio negro y lo puso a los pies de ambos.
-Ahorita serás su perro, mono negro. Lo que siempre fuiste aunque no lo sabías, pinche cabrón. Y cuidarás de ellos hasta que el mundo se acabe o el infierno se enfríe.
Una sonrisa de lobo se dibujó en su cara antes de girarse y enfilar a la salida. Ayudó a las mujeres a superar las puertas que ahora se habían convertido en obstáculos y finalmente alcanzó el otro lado.
-Órale -dijo rascándose la coronilla-. ¡Qué onda! ¿Donde están nuestros paisanos?
Miró en derredor pero allí no había pistas de nada.
-Sí, vayamos allá. Será lo mejor. Creo.
Pero el cuchillo centelleó en el aire, firmemente asido por su diestra. Había tenido suficientes sorpresas.
Mañana por la mañana actualizaré, por si postea Alex, y ya os "muevo".
Apuntaos en vuestra ficha, en inventario, lo que cogéis. Dependiendo de lo que llevéis tendréis algun tipo de penalización pero vamos, eso es si cargáis demasiadas cosas. Con la linterna, un elemento pesado en la otra mano, un par de pesos medianos (las sierras) y algunas cosas pequeñas notendíais problema ;) si pasais de ahí sí ;)
Era extraño caminar por el techo. Alex se acercó cuerpo de Mich y recogió uno de los sopletes, tal como había indicado Duarte antes de llevárselo y colocarlo junto a Anette y ese mala bestia de Dwaynea, para pasar después hacia el cuerpo de Anette y coger la llave inglesa que esta tenía, lo metió todo en la mochila y se encaminó junto a sus dos compañeros hacia la salida. Al pasar al lado de los cuerpos de Anette y Mich,que Duarte había juntado, los miró con tristeza y por fin salieron de ese almacén que había resultado ser más un infierno que otra cosa.
Sortearon todos los obstáculos nuevos que habían surgido a raíz de girarse todo como en un cubo de rúbick, y todo para que la sorpresa volviera de nuevo a ellos cuando se dieron cuenta de que la gente con la que habían ido, ya no estaba ahí fuera. Ya le había parecido raro que no acudieran en su ayuda después de todo el tremendo escándalo que de seguro habían de haber notado. Miró hacia un lado y hacia el otro, con el ceño fruncido.
- Es posible que hayan vuelto a la enfermería, sí, volvamos, el cuerpo me está matando. Necesito tomarme algo- sacó la linterna y se acomodó de nuevo la mochila en la espalda después de limpiarse un poco de la sangre que le goteaba de la nariz con la manga del mono. No era estético, pero bueno, dada su situación, lo estético ahora le importaba poco menos que un pimiento.
Pues eso, me llevo:
1. La llave inglesa de Anette (en la mochila)
2. Un soplete (en una mano)
3. Una sierra (cogí 2 y me he quedado con 1, en la mochila)
4. Una linterna (en la otra mano)
5. Lo que llevo de serie en la mochila
Añado al inventario de Mei la tarjeta que le ha dado Pedro y uno de los dos sopletes.
Gargados y cansados. Mermados de nuevo, como si cada acción fuese un movimiento de ajedrez en el que sí o sí, se habían de sacrificar piezas. Con la muerte de Mich, como con tantas otras, reconoceis la falta de uno de vosotros, un mero peon. Con la de Anette, sin embargo, sin saber definirla exactamente, sabéis que habéis perdido con ella una pieza importante. Aquella mujer tenía suficiente información como para haber mejorado vuestras posibilidades de supervivéncia, aún así, yacía muerta formando una "U" carnal con Mich a un lado y Dwayne a sus pies. Este intuís que jerárquicamene era un peso pesado del ejército de piezas negras, ¿pero cuan importante?.
Sí, sois peones dejados caer en un tablero, pero en este no hay reglas y los peones pueden plantar cara por si solos, no necesitan un rey entre sus filas. Y lo más importante, cualquier pieza puede morir bajo los pies de un peon, incluso un rey.
Aclaro/recuerdo que Anette no tiene su tarjeta, ella apareció desnuda en un pasillo. Precisamente cuando quería sacaros de la fábrica es cuando se dió cuenta de que No la llevaba y por lo tanto no podía ayudaros más que con su conocimiento.
Así en general deciros algo que habéis ido descubriendo a lo largo de este tiempo, que hay tres niveles de seguridad de las puertas:
El de dormitorios, zonas de trabajo y zonas comunes como comedor, etc... accesible para todos.
El almacén parece accesible para cualquier tarjeta de los "guardianes": Diana, Anette o Dwayne.
Zonas únicas: A la enfermería solo se podía acceder con la tarjeta de Diana, razón por la que se dejó "abierta" para que la gente pudiera acceder y no se quedase cerrada.
A la zona de psiquiatría, donde ella dijo que se encontraba la apertura de emergencia de el infierno donde os encotráis, solo se podría acceder con la tarjeta de Anette.
A la zona de seguridad de Dwayne pues, solo podreis acceder con la tarjeta de Dwayne.
La tarjeta que intento afanarse Ciara fue la que amablemente le tendía Alex a Anette, que no era otra que la de Diana, la médico.
Continuo la Actualización en el Pasillo de la Planta -3.