Partida Rol por web

Escuchais la puerta del ascensor cerrarse y como este empieza a ascender...

La mirada de Duarte pasó revista sobre todo cuanto vio. Su mirada era la de un superviviente evaluando cuanto se le ofrecía. Innumerables formas de comida, pero no todas prácticas. En el presente estado, todo cuanto fuera fresco era casi incomible, dado que los fogones ya no servirían de nada. No obstante había un hornillo que podría servir para lo que en breve y si sobrevivían sería un lujo. 

-No podemos cargar con demasiadas cosas, wey. Y quiero hacerlo. Si algo me enseñó la pinche guarida de ratas está es que toma algo y corre porque no habrán segundas oportunidades. Vi un carro allá. Llevarlo no será cómodo con las vigas del suelo, pero entre los dos lo haremos. Vi queso y fruta. Y las conservas son buena idea. Somos seis y para los seis habrá que coger. Comamos bien hoy y cojamos de más para los siguientes días. Trae acá esa olla. La grande -indicó Duarte que empezó a sacar fruta, embutidos y botellas de leche, al tiempo que abría una bandeja con lo que parecía ser fiambre de pollo o pavo y que tras olisquear empezó a comer a bocados-. Come. Y rápido. Y vuelve a meter las medicinas en tu saco. De necesitarlas, serán más necesarias que la comida. Siempre podemos comernos unos a otros. 

Minutos después el carro contaba con una olla rellena de fruta y junto a la cual se apilaban latas de conserva de carne y frutas principalmente, bandejas de fiambre, el hornillo, un abrelatas que acabó finalmente en el bolsillo de Duarte, y botellas de leche. Repentinamente el sonido del ascensor en marcha hizo que Duarte levantará la cabeza y la dirigiera en la dirección en la que estaba el ascensor, aunque no podía verlo. 

-Rápido, donde los demás -dijo empujando el carro hasta la primera viga-. Ayúdame. 

Steven asintió y trabajó en silencio, solo se detuvo cuando escuchó lo de comerse entre ellos ¿hablará en broma no? Que se giró hacia Duarte con los ojos abiertos. Luego dirigió su mirada otra vez hacia la nevera y de ella sacó el equipamiento médico que creyó indispensable: hilo y aguja, alcohol para desinfectar, vendas, tiritas, algodón; por otra parte medicinas para el dolor, desde analgésicos hasta morfina para casos más grabes. Todo esto le cupo en el bolsillo mediano que tenía la mochila delante. Lo demás lo llenó todo de conservas siguiendo las indicaciones del mexicano, antes de meterlas observó las fechas de caducidad y que ninguna de las latas estuviese hinchada pues eso indicaba que el alimento.
Curiosamente una sola palabra de Duarte felicitándole por haber pensado en las conservas le animó a trabajar más rápido. El propio Steven se sorprendió de su propia habilidad. Cuando Duarte toda una vida te dicen que eres un inutil, acabas creyéndotelo.
Se centró en aquellas malditas trampas de hormigón armado para no tropezar con ellas, malditas vigas, y no echar por tierra el trabajo de Duarte. Si se concentraba sabía que podía dejar su torpeza atrás, era un problema de su mente, siempre aplicada a cálculos, teoremas y cavilaciones filosoficocuánticas, razón por la que nisiquiera pensó en el ascensor y simplemente se concentro en no cagarla. Y así siguió el ritmo de Duarte mientras comía un buen puñado de uvas que se había llevado a la boca casi con avaricia. Vamooj bieeng noh?

Cuando salís al pasillo veis que la puerta del ascensor está cerrada, acabáis de escuchar el sonido del ascensor ascendiendo hacia las entreñas de aquel edificio. Ciara ya no está en el pasillo.

Corréis atravesando el bosque de butacas vacías, que le daba a aquel avión un extraño aspecto de cine. Os internais en el pasillo que separa la primera de la segunda clase: los aseos están abiertos sin señal de Liss. Lanzáis una rápida mirada al area de segunda clase y, al final de la misma, al pequeño pasillo que ya la separarà de las cocinas y la zona de donde las azafatas sacan los alimentos, que tampoco os resulta desconocida. Corréis hacia el mismo dejandoos el alma y, aunque la puerta esta cerrada, escuchais la voz de Liss susurrando:
...repito posibles coordenadas, dirección...

Liss sigue susurrando coordenadas, sabéis que ese aseo no se puede cerrar con llave ya que es igual que el otro aseo que acabáis de abandonar.
Otras cosas os resultan curiosas:

solo para ti

solo para ti

White apenas tardó unos instantes en decidir.

Abrió la puerta de una fuerte patada, con el arma apuntando directamente al frente, al lugar de donde proviene la voz de Liss.

Ni una sola palabra más.

Suponía que contaba con el factor sorpresa, y en cualquier caso, Isabella estaba detrás, así que todo estaba bien por si la mujer se volvía violenta. No tenía ni idea de lo que pretendía aquella zorra, pero desde luego no era la mejor manera de comenzar una relación de mutua colaboración con engaños.

Lo único que la ha librado, de momento, de una bala en la cabeza, es que no estaba dando las coordenadas de destino, claro que, ya había tenido tiempo más que de sobra para darlas antes de que llegaran.

Isabella dejó hacer a White, era lo suyo del todo, su papel era completamente diferente.

No entendía nada, ¿a quién le estaba mandando esos datos ahora? Se supone que sus colegas ya los tenían, se los había dado el guardaespaldas. ¿por qué volver a mandarlos a más personas desde un baño a escondidas?

Se quedó mirándola, recordando a la pobre chica muerta que se parecía a Liss como a una gota de agua, ella no paraba de gritar su inocencia, que no era la mandamás psicópata, pero no le sirvió de nada. Y ésta Liss... ¿Qué sabían de ella? ¿Sería la verdadera u otra diferente? Porque las palabras que habían cruzado entre ellas eran más oficiales que otra cosa, y la antigua Liss tenía muchísima más sangre fría.

¿Y si no estamos tratando con quién creemos?

Tenía muy pocos datos de la verdadera Liss, apenas tres palabras cruzaron al despedirse, pero alguno sí, quizá lo suficiente para sacar algo más en claro... Además, es más difícil inventarte algo con una pistola apuntándote a la cabeza.

¿Has puesto a salvo de toda esta mierda a tu padre? -Le importaba muy poquito que en semejante situación no viniera a cuento, una locura más de la inestable Isabella, eso era algo que podía lidiar, sólo tenía que explicarle al hombretón el motivo de la pregunta después.

Cuando abrís la puerta Liss aún lleva los pantalones de la americana, pero de cintura para arriba solo lleva el sostén. En el suelo hay una especie de poyo enorme que, al momento, asociais con la protesis que debía hacer de pectorales y de cuello. De esta última parte, veis que contiene un relleno a base de baterías, resistencias y elementos electrónicos. Un modulador de voz a la vez que una radio y, ¿porque no? una grabadora.
Levanta la mano dejando caer ese armatoste, ese trozo de maniquí con emisor.
Y levanta las manos, entiende perfectamente el arma apuntandole a la frente.
Ante la pregunta de Isabella, por primera vez, Liss se queda callada.
Y luego responde, pero aquel segondo de silencio, rebuscando en su memoria, no pasa para nada desapercibido.
Mi padre murió el año pasado. Solo me importa Aaron.

Isabella puso cara de extrañeza a la contestación, no como si no le cuadrara, sino como si fuese demasiado escueta, y muy oportuna. No tenía forma de comprobar si eso era verdad, pero tampoco le hacía falta.

Pues por la cuenta que te trae, ahora te va a importar contestarme a lo que te estoy preguntando.

Se puso en cuclillas, apoyándose en los hombros del hombretón, para sususurrarle, santo dios, ¿qué había comido de chico? Que cosa más exagerada de altura y musculación...

Creo que no es Liss.

Volvió a bajar, deduciendo que para el hombre habría sido como si se le hubiese posado una mosca. O una minimosca.

Suavizó el tono, atenta del todo a sus expresiones y gestos -Siento lo de tu padre, supongo que ha sido un golpe muy duro para tu madre, tu hermana y tú.... -La miró durante unos segundos, en silencio, seria -Recuerdo lo que me contaste de tu familia al despedirnos. -Allí estaban las dos solas, ese lejano paraje inhóspito al que juró no regresar nunca más..., nadie más podía saber de que estuvieron hablando.

Parecía tranquila, porque estaba en “modo actriz”, pero la verdad es que no le hacía gracia recordar esos momentos -¿Y tú? Empieza...

Liss rebovinó en su mente la película de su vida hasta el momento en que dejaba marchar a aquella mujer en la nieve, y si bién el momento le acudía a su cabeza, para nada las palabras que habían salido de su boca. Esto fué como tropezar con una piedra y darse cuenta de que era un iceberg. ¿Porque intentaba recordar a través de aquellas palabras dichas sobre la nieve cosas que debían de estar en su cabeza? ¿Había dicho tantas mentiras en su vida, sido tantas personas diferentes, que ya no se recordaba a sí misma? Sintió el vertigo de encontrarse sin salida aparente, porque aunque respondiera acertadamente a aquella mujer...no tenía respuestas para sí misma.
-Hace mucho que dejé atrás mi familia, exactamente cuando Aaron entró en aquel bar en el que una cría rubia era la camarera. No fuí al entierro, hubiese sido menos que una extraña. Sea como sea, poco importa ya...
...pues seguramente todas aquellas personas habían muerto en la Inversión.

Liss empieza a asimilar aquella pistola apuntandole en la cara...y interpreta aquel silencio con que siga hablando.
Mientre me quitaba esto me llamó uno de mi equipo, un infiltrado en el grupo de Jhonson, han encontrado el lugar y me han dado unas coordenadas. Me han dicho que podemos acceder al bloque a través de un conducto escondido en un viejo pozo, he calculado sus coordenadas y debería estar a unos trescientos kilómetros en la dirección que llevamos. Me ha pedido mis coordenadas y, por si acaso descubren a mi espía y le torturan, le he dado unas falsas. Incluso si intentaran localizarnos no podrían porque estamos en movimiento, mientras que sus coordenadas cuadran con todo lo que nos habéis indicado, de hecho quizás gracias a vosotros llegue...PATACK!!
Algo enorme golpea el avión, el golpe hace que el dedo de Paul, presionado ya contra el gatillo en señal de amenaza, presione ese milésima de más que lo separaba del disparo. Los sesos de Liss junto a sus palabras pintan la pared del aseo.

!Joder!

El golpe, el sonido del disparo y finalmente las dificultades que White tuvo para agarrarse a la barra que había junto al lavabo del minúsculo habitáculo para no caer encima del cadáver de alguien que se hacía pasar por la persona que lo contrató hace mil años.

No lo he hecho a posta, aunque tampoco puedo decir que lo siento.

Dijo cuando se aseguró de que Isabella se encontraba bien. Le preocupaba mucho más averiguar contra que habían chocado que la muerte de la supuesta Liss sinceramente no me creo demasiado de lo que ha dicho, es posible que fuera verdad, o tal vez no invitó a la mujer a salir al pasillo, preocupándose de cerrar la puerta del baño tras dedicarle unos últimos instantes a la muerta se la jugaron a Mike, que les jodan.

Es como si el tal Aaron tuviera un ejército de fanáticos a su servicio, como si a todos los que trabajan para él les hubieran lavado el puto cerebro.

Volvió a centrarse en Isabella.

¿De verdad estás bien? Tenemos que averiguar contra que hemos chocado.

Y saber si el avión aguantará.

Isabella seguía sin tener claro a quién tenía delante. Se había puesto sería, tendría que presionarla más, pero era tan tonta y estaba tan poco acostumbrada que estaba pensando y dándole vueltas a como podía hacer eso de manera efectiva.

Por eso la pilló tan desprevenida que White matara a la mujer. Pegó un enorme grito producto del susto y de la impresión, echándose hacia atrás, mirando por unos segundos con miedo al joven, anonadada, mientras intentando no hiperventilar y conseguir atender a lo que decía, pero su cara era de auténtica confusión, le costaba enormemente pensar. Hay que ser idiota para no estar acostumbrada ya a estas alturas.

Consiguió formar una frase en su cabeza, y la soltó con esfuerzo -Es que... eran pareja... -No recordaba si ya había dado ese dato al hombre, ni iba a conseguir saberlo si intentaba recordarlo, pues se había bloqueado bastante.

Parpadeó -Sí, si, muy bien -Asentía como reforzando la afirmación, o intentando creérsela, mientras frotaba la mano en su frente, con fuerza. Suspiró -Venga, claro, pues... te sigo.

Sacudió la cabeza un momento mientras se disponía a caminar, o seguramente más bien correr, detrás de él.

Os adentráis corriendo en la zona de pasajeros de segunda clase para ver en el techo una aboñadura del tamaño de un coche...pero que nisiquiera había abierto brecha en el avión: haría falta algo aún más fuerte que eso para acabar con una inversión multimillonaria del bloque.
Aún estáis mirando el techo cuando, de la zona de pasajeros de la primera clase donde habéis dejado a los demás escucháis algo que os desorienta: aplausos, risas y gritos de júbilo.

Llegáis a la zona de primera clase justo para escuchar hablar a Lerman, a su lado el chico negro y su madre están dándole las gracias, también tiene a los pasajeros agradeciéndole algo.