Steve ayudó a subir a Duarte, que junto a Macario, eran los que ya habían subido a aquel hall empapelado de viejos santos roídos por la humedad. Todos puestos del revés.
Tres eran demasiados para estar asomados por el marco de aquella puerta así que Steve se hizo atrás. Ya no se sentía tan fuerte, ni el mejor. Ya no era el rey del mambo.
Fue observando la escena mientras un sentimiento le iba creciendo en el estómago. Desde su posición podía ver la mano de Shan Mei sobresaliendo del agua, casi parecía señalarlo con el dedo.
Allí en un segundo plano, a las espaldas de Duarte y Macario, empezó a sudar. Un sudor frío lleno de culpabilidad. Para no caer en la espiral de la cobardía debería hacer más sacrificios que, simplemente, dejar de pedir ayuda. Y sentía que todos los mecanismos de su interior se estaban deteniendo, al menos todos los que lo hacían ser un ser humano. Notaba que si no hacía nada, en nada solo existiría un lado de la balanza: el suyo.
Yo lo hice, dijo casi como un susurro, Yo lo hice. Dijo más alto, mirando hacia el dedo acusador de Shan Mei, y ninguno dudo de que hablaba. Podría decir que la eligió seguro de que nadie más lo haría, que supuso que nadie más la elegiría... pero no dice nada. Había dicho el nombre de la chica para salvar su vida. Y eso, eso, era lo único que contaba.
Una cosita, ya sabeis que estoy liado y hasta mañana no actualizaré. Que eso no os impida hablar entre vosotros si así deseais hacerlo ;)
Alex recorría con la linterna aquella nueva estancia, esperando al resto de sus compañeros, hasta que las palabras de Steven la hicieron enfocar su atención en el joven...lo miró con los ojos abiertos como platos y esa pequeña furia que la dominaba en ocasiones comenzó a fluir dentro de ella. ¿Él había pedido que se la llevaran?...apretó con fuerza la linterna, tanto que casi podía haberla partido en dos...y entonces recordó que ella también había pensado un nombre, como todos ellos, ¿podía culparle? Respiró hondo y se relajó...ahora tenía que mirar hacia adelante por todos los caídos hasta ahora, luchar por salir, ya se lamentaría después.
Escucháis un sonido que procede de abajo, de más abajo de la iglesia, de lo que hasta hace poco serían las "plantas superiores" de el lugar donde os encontráis ahora. El sonido recorre un trayecto claramente delimitado. Lo escucháis cada vez más claramente, aunque es apenas un zumbido, este se desliza por detrás de la cruz invertida hasta detenerse tras las espaldas de Duarte, Macario y Steven.
Se escucha un "ding" y una puerta se abre. Escucháis toses desde la puerta que está a vuestras espaldas y alguien, quien haya subido (o bajado, depende de como se quiera ver) con aquel ascensor, está apunto de abrir aquella puerta.
Alex y Duarte: sumaos un bloque por ser viernes.
Ciara tiró sin miramientos del cadáver de Shan Mei sin conseguir nada, mirando a Steven con un glaciar en los ojos, no tenía especialmente claro qué sentir por él en ese momento, pero oscilaba entre el asco, la pena y el horror. Había arrastrado el desaparecido cuerpo de Jackson hasta que una fuerza invisible se lo arrebató. No quería dejar ahí ni una gota de ninguno de los dos. Si habían muerto por ella y por todos y al final lograba vivir, le hubiese gustado enterrarlos como es debido. Hizo acopio de fuerzas para trepar, apretando los dientes y lanzando más de un gruñido en el proceso.
Gasto un bloque para subir a Shan Mei a la altura de la puerta. Y si hace falta, otro para salir yo XD Si es posible ésto, ya roleo el mal rollito del "ascensor" ocupado.
Vix: Sorry Ciara, he tenido que editar el mensaje (en cursiva), igual no lo explique bien, pero el cuerpo de Shan Mei ahora es parte del edificio, está embebido y fundido por él... si entretodos tirarais de él solo conseguiríais arrancar el brazo del suelo, como si fuese una mala hierva.
Lo que sí ves, en un segundo vistazo a la mano de ShanMei, y que la suciedad había ocultado, es su sencillo anillo de casada que sí coges para tí.
Pedro miró a Seagal. No había juicio en su mirada. Tan solo una sentencia porque incluso en la injusticia el honor era algo que debía ser respetado. Más no hubo tiempo a las palabras, a los actos o a los gestos. Ni siquiera miradas al afán saqueador de Ciara. Su atención fue atraída como por un potente imán por el sonido de aquel ascensor ignorado hasta aquel momento y cuyas puertas se abrieron a su espalda. La mano de Duarte se cerró en la empuñadura del machete que pendía a su cintura y se volvió con presteza hacia la fuente de aquel carraspeo.
Un ruido rompió aquel silencio que reinaba. Alex comenzó a buscar por todos lados con la linterna en la mano, intentando averiguar de dónde venía aquel sonido. ¿Qué les traía ahora aquel lugar?¿no podían ni siquiera tomarse un pequeño descanso?Cada vez tenía más claro, que cada vez sabía menos de lo que podría estar pasando allí...fantasmas, guardias de seguridad psicópatas, gente que "volvía" de la muerte, demonios o lo que quiera que fuera lo que se metió en Zackarias...¿que es lo que querían de ellos?¿qué buscaba L-Bloque con todo aquello? porque Alex no olvidaba que L-Bloque los reclutó, algo debía querer de ellos con todo aquello ¿a caso era un Gran Hermano y todo el país los estaba viendo morir y padecer?..aquellas preguntas que se hizo al entrar en ese lugar volvían a su cabeza como un torrente desbocado. No encontraba la lógica de todo aquello.
Y el "ding" informó que lo que quiera que estuviera viniendo...acababa de llegar. Con cierta velocidad (toda la que su cuerpo aún un poco doliente le permitía) sacó de su mochila el soplete que había recogido del cuerpo de Mich en el almacén y empuñó la linterna hacia la puerta del ascensor. El miedo la saludó otra vez como si de a una vieja amiga se tratara.
Steve respondió al silencio con silencio. La ausencia de recriminaciones no cambió mucho su estado, incluso de haber existido, ninguna hubiese sido tan hiriente como las suyas propias. Incluso si sobrevivía a ese lugar, cosa que dudaba, incluso si se alejaba de los testigos de su cobardía, de su asesinato, la conciencia le perseguiría como su sombra.
El ruido del ascensor lo sustrajo de sus pensamientos, poco a poco alguno de los otros habían ido subiendo a aquel hall. Observó la puerta en el centro de este, escuchó la tos tras la misma, que lo alivió en cierta medida: allí ninguna de las presencias que les había atacado les avisaba de su presencia. Aún así sacó un pequeño bisturí de su bolsillo. Era lo único que se asemejaba a un arma de todos los efectos que había cogido de la enfermería, si él resultaba ser la variante del "medico" de campo de las batallas, debía empezar a ser de utilidad al grupo y empezar a pagar sus deudas.
Así pues, su puso al lado de Duarte encarando la puerta, el machete y la firmeza de carácter y de pulso de Duarte aún hacían más ridículo el pequeño bisturí que temblaba en las manos de Steven. Si el muchacho combatía con algo, era contra su propio miedo.
La tos desde el otro lado se encrudece, se convierte en un ataque en el que el sonido de la misma al final parecen roncos ladridos de perro grande.
La puerta se abre y esta, al trazar su arco sobre el techo provoca una lluvia de polvo. Una tenue luz azulada ilumina un gastado mono azul, la intensidad de la misma crece y decrece. Véis que es uno de esos farolillos de luz antimosquitos, del que salen dos bastos cables -uno azul, otro marrón- enganchados a una batería de coche que el recién llegado lleva en la otra mano.
La luz se levanta iluminando la cara de un hombre cuyo rostro es mucho más viejo que el más anciano de los ancianos. Él no puede ser tan viejo como su rostro indica...nada en este mundo podría serlo.
No os ve, o al menos no claramente, al hablar se dirige hacia el grupo en general, pues sus moribundos ojos no hacen blanco en ninguno de los vuestros.
Veo demasiadas pocas sombras... suspira cansado habéis llegado pocos...pero habéis llegado algunas de vuestras linternas lo iluminan a la cara, el iris de sus ojos responde, pero mínimamente Ah..la luz que no calienta, solo puede provenir de mi energía... Mueve el farol azul hacia delante Aquí no estamos a salvo, seguidme al campamento y allí os daré algo que seguro ansiáis desesperadamente: respuestas
Os pongo una imagen del interior de la caja de la escalera, dentro de la cual está el hombre que os habla...
Cuando ese anciano apareció a Alex se le erizó la piel. Era la primera persona que habían visto desde que llegaron a ese sitio, y por sus palabras, parecía que tenía alguna noción de lo que había pasado ahí dentro...
- ¿Quién eres?¿como sabes que antes éramos más?...- no estaba profiriendo ninguna amenaza al recién llegado, aunque igual sus palabras sonaron demasiado duras, y el hecho de que Alex no dejaba de apuntarle con la linterna mientras seguía manteniendo el soplete en alto, no ayudaba...no sabía si fiarse o no, la verdad, era incapaz de dar un juicio al respecto, pero dado que todo ahí dentro parecía existir para matarlos...prefería mantener las distancias. Parecía ciego...o algo, y viejo, muy viejo, pero no por eso debían fiarse, ya habían padecido mucho. - ...¿Nos has estado observando? -
Steven bajó el bisturí al ver aparecer a aquel viejo. No parecía una amenaza. Aunque eso podía cambiar rápidamente, eso lo sabían bien.
Lo que más le atrajo de sus palabras fue, con mucho, la oferta de darles respuestas. Por alguna razón, en esos momentos Steven necesitaba más desesperadamente algún tipo que explicación que incluso salvaguardar su propio pellejo.
Además, con el entendimiento de qué provocaba todo aquello quizás podrían encontrar un modo de detenerlo, o como mínimo de sobrevivir a ello.
Cuando la figura apareció y alzó la mano arada con aquel fanal de confección casera, Duarte dio un paso atrás, la mano aún en la empuñadura del machete. Inconscientemente, había esperado que quien apareciera por el ascensor fuera uno de los suyos. Zackarías, Shan Mei... Pero no. Aquella madriguera expulsaba ahora un nuevo peón en el tablero de ajedrez. Un peón aboslutamente extraño y cuyas palabras, amén de una promesa encerraban algo más.
-Pinche wey, casi nos cadaverizaste del susto -exclamó, bajando el arma, sin guardarla y pasando el haz de su linterna por el arrugado rostro, dueño de una antinatural vejez-. ¿Qué quisiste decir, anciano? ¿Cómo que la luz que no calienta es que es tu energía? ¿Se alimenta de ti? -en aquel momento oyó las preguntas de Alex y no pudo evitar dar su opinión-. Siempre han habido más. No somos los primeros, ni seremos los últimos. Ha habido más grupos, güera. Eso es lo que quiere decir el viejo. No creo que nos esperara a nosottros. No en concreto, pero siempre acaba llegando alguien a este camino. Es la cloaca por la que acaba cayendo la mierda. Y las ratas. Nosotros -dijo arrastrando las palabras con su característico acento mexicano-. Y abuelo, órale, no es por faltarle al pinche respeto, pero acá no hay nada seguro. Y nada es lo que parece. Ni siquiera tú lo serás -dijo volviéndose al resto con una mirada interrogadora. Seguir al viejo era una opción. No seguirlo otra, pero la decisión debía ser amancomunada-. Yo voto por ir con él. No me fío, pero es mejor que nada. Pero queda claro que nos vamos todos como rebaño.
El viejo dirigió su rostro, que no su mirada perdida, hacia la voz de la chica. Los grupos que se enviaban aquí siempre eran más numerosos. Ante la pregunta de si los había estado observando solo sonrío con amargura. Sus ojos eran suficiente respuesta.
Se giró hacia la voz de Duarte:
Créeme que cuando te digo que te se como mantenerme a salvo, y como manteros a vosotros. Al menos un tiempo, el tiempo suficiente para... El farol de luz azulada parpadea y, en esos segundos, podéis ver, colgando hacia abajo, al menos cinco figuras blanquecinas, transcorpóreas, de brillantes ojos negros. No podéis -ni deseais- verlas con claredad, pero juraríais que es una niña o un niño, tres adultos y una anciana...sus manos se arremolinan sobre el viejo pero cuando la luz azul deja de parparear y retoma su brío iluminativo las figuras y el frío que traían consigo desaparecen. O más bien, dejáis de verlas.
Nada más odiado en este lugar que mi propia presencia. Si, han venido muchos y muchos han muerto, por mí. Soy en gran parte culpable de esto, he vuelto a crear la pólvora. Y ahora este ascensor va a subir, o a descender según se mire. Conmigo y con cuatro personas más, que son todas las que caben. O se irá conmigo solo... el viejo se va retirando poco a poco hacia el ascensor, mirando hacia todas partes, puede que vea con más claridad las almas de los muertos que el mismo ha condenado que los vivos que tiene delante, luego se detiene, como si hubiese olvidado responder a algo.
Chico, mi cabeza no es lo que era, pero yo sí soy quién soy. Abre la boca tomando algo de aire En el mundo de allá arriba me llamaba Aaron Carter y era director de El Bloque. Yo creé la H-Energía.
Los cuatro primeros que posteen se meten en el ascensor n_n
A no ser que lo impidáis físicamente (con lo que esto pueda ocasionar) el ascensor se marcha en la siguiente actualización con el viejo y cuatro más (y si postean menos de ese número, pues menos)
Ciara entró en el ascensor sin emitir ningún sonido o palabra, guardándose sus pensamientos para sí.
¿Así que tú eres el monstruo? ¿Cómo has sobrevivido? ¿Te has alimentado de todas éstas almas para prolongar tu vida?
Sus ojos, temerosos, se dirigieron hacia las figuras infantiles, sintiendo cómo su corazón parecía oprimirse contra la caja torácica. ¿La pólvora? La pólvora no utilizaba almas humanas como combustible, no era comparable, al menos por lo que ella sospechaba. Su sed de respuestas no ofuscaba su ansia de supervivencia, ésta última simplemente no existía... Pero sí que quería saber qué demonios había provocado todo aquello... Necesitaba saber qué sucedía, dentro y fuera de L-Bloque.
Se lo debía a Shan-Mei y a Jackson.
El post de arriba es de cabrona arrastrada, pero Ciara es un poco así de odiosita XDDDD
Si fueron las palabras del viejo o las imágenes espectrales suspendidas las que convencieron a Duarte, nadie lo supo. Pero en su rostro tenía claro que no iba a permanecer allí más tiempo del necesario. Vio a Ciara adelantarse, entrar en el ascensor, y un rictus duro de dibujó en su cara. Tomó de la mano a Alex, sin darle opción a nada, ni siquiera a pensarlo o a protestar y la introdujo en el ascensor, junto con él, manteniéndola sujeta, mientras de su diestra pendía el machete. Sólo había plaza para uno más, y no había lugar a las negociaciones ni a las buenas palabras.
Alex vio las figuras que aparecieron junto al viejo y se estremeció...escuchó con cara de pócker todo lo que tenía que decirles, no se fiaba para nada. Pero Duarte estaba de acuerdo en irse con el anciano, y eso ya bastaba para ella. Había aprendido a confiar en él, así que cuando le cogió la mano y la arrastró al ascensor no rechistó. Se había hecho una promesa, salir de allí por Shan Mei y por todos los que no pudieron, y la verdad, tampoco le hacía mucha gracia quedarse en ese sitio. Si ese tio era de verdad quién decía ser, podía darles respuestas, y siempre podían volver luego a por los que se quedaran atrás. No guardó el soplete, lo mantuvo consigo, solo por si las moscas. Miró a Ciara y a Duarte y deseó que por una vez, todo saliera bien...
La ley de sálvese quién pueda se volvió imperativa, si no fue el primero en entrar al ascensor simplemente fue por reflejos, no por caballerosidad, decoro, civismo o, mucho menos, nobleza. Prácticamente corrió detrás de Duarte y Alex para entrar justo tras ellos. Pilni debía estar aún subiendo, o quizás se lo hubiese tragado la oscuridad o el agua o quién sabe qué. Pero Macario sí estaba allí, con su bastón que no era sino la pata de camilla que le había traspasado la pierna durante unas horas.
Steven no miró hacia atrás, la posibilidad de ver a Macario cojeando tras él le revolvía el estomago. Solo entró en el ascensor.
Por favor, vámonos ya. Suplicó en voz baja, la situación le parecía extremadamente violenta.