Partida Rol por web

Agotada, tanto física como mentalmente, paré en seco para apreciar el horizonte y ver esas nuevas tierras que aparecían delante de nosotros. Atrás dejábamos todo lo medianamente conocido por mi y ahora entrábamos en territorio desconocido, excepto para Dírhael. Suponía que el montaraz abriría la marcha, pero fue Therusia la que decidió el camino a seguir.

-"¿Podemos pasar por ese sitio, Rivendel, en nuestro camino a Bree? ¿Queda muy lejos o tendríamos que desviarnos?" Pregunté ansiosa.

Si cabía la posibilidad de pasar por allí dando un pequeño rodeo, no veía por qué no hacerlo. Además, podríamos descansar allí y yo me reencontrará con mi amado.

Está vedado, dijo sombríamente el dúnadan. El reino de Elrond solo puede ser encontrado cuando su señor así lo desea. Se oculta en caminos secretos y sin ser invitado o sin tener una gran necesidad esos caminos permanecen invisibles. Para nosotros es una ruta que llevaría a ningún lugar y... lo siento de veras Amaltea pero tampoco puedes estar segura de que tu prometido siga con vida a pesar de que no conozco mejor lugar para recuperarse de las heridas que Rivendel.

Bree está a muchos kilómetros en linea recta desde aqui. Debemos cruzar rios, llanuras y según elijamos tierras muertas o pantanos infectos o grandes zonas controladas por el enemigo.

—Quizás haya otra opción

Therusia no había querido responder a a pregunta de la exploradora, pues sabía que la respuesta que había que dar, era cuanto menos dolorosa para la muchacha, pero entonces se le ocurrió una idea. En el fondo, la enana no llevaba bien ver a sus compañeros pasándolo mal, por lo que finalmente la expuso, tratando en todo momento de quitar importancia a su sugerencia.

—Está claro que tenemos que darnos prisa... pero también que debemos descansar. Podemos aprovechar ahora o en unos días, mientras estemos en tierras relativamente seguras, en comparación con lo que nos espera. Dirhael, si conoces un camino a Rivendel cerca de este u otro refugio que encontremos en el camino, podéis ir y volver con Amaltea, una visita rápida. Nosotros podemos esperar y descansar. Y he visto como Yedra mira cada hierba que nos encontramos, quizás así tenga algo de tiempo para examinar este terreno y encontrar alguna ventaja— Therusia sonrió ligeramente, cansada, pero convencida de hacer lo que sugería. Si hacía falta, se sentaría "a descansar" y nadie podría moverla. Además, hacía días que no sentía la presencia tan fuerte* como en la cueva donde aquel guerrero les atacó—La sombra no nos alcanzará por esperar una noche o dos hasta que Amaltea haya visto a su prometido y vuelto. Para bien o para mal, el saber de su estado, en primera persona, aliviará su carga, y creo que a todos nos aliviará el corazón ver como cierra esa herida. Creo que a la larga, que ahora vaya a verlo, nos beneficiará a todos. Sí. Será mejor que descansemos.

No se había dado cuenta debido a lo determinado que se encontraba en finalizar la titánica tarea de cruzar las nevadas montañas. Mas ahora que descansaban en aquella cornisa, y tras un rato oteando el salvaje y desconocido paisaje ante ellos, Ithildir notó una pequeña punzada en la nuca. Y al darse la vuelta se percató de que, ahora sí, sería completamente inutil tratar de vislumbrar punto alguno que le fuera familiar o cercano a su sempiterno hogar. Involuntariamente se llevó la mano al pecho para palpar el broche que una vez su señora le regaló. Y con la mente un tanto nublada por el crisol de sentimientos que en su cabeza se agolpaban se giró de nuevo para mirar al frente. Y tras un breve barrido de la zona colindante su vista se dirigió de forma inconsciente hasta enfocar el horizonte. En dirección oeste, como si quisiera buscar el lugar de procedencia de su madre y gran parte de familiares y vecinos. Como si una heredada curiosidad le impeliera a buscar en los confines del espacio aquella primorosa luz de los mas antiguos relatos que ya muy pocos recuerdan haber visto. Un escalofrío de emoción y ansia por conocer recorrió su cuerpo antes de volver con sus compañeras.

Rivendel, Imladris, ese mentado lugar fue el que consiguió arranstrar al elfo de vuelta de su sueño. Ithildir esbozó un silencioso mohín de disgusto al recordar su fugaz paso por aquel armonioso lugar. Su corazón se animó luego al sentir la mínima posibilidad de admirar nuevamente la belleza de aquel valle, aunque comprendía las reservas del montaraz. Si no durante el desarrollo de esta empresa quizá mas adelante esperaba tener la oportunidad de volver, pues le encantaría estudiar sus bibliotecas, departir con los sabios del lugar y compartir viejas y nuevas canciones con sus primos. Se aproximó hasta la enana y posó su mano sobre su hombro, apretándolo suavemente.

—Como bien dice nuestro dúnadan, no es sencillo acceder a la casa del medio elfo, pues fuerzas que los jóvenes desconocemos gobiernan la zona. Además, ya nos habían advertido, aunque me pese, sobre los refugios de mi pueblo. Bien. Entiendo que nunca habías cruzado las montañas por esta zona, Dírhael. Mas confío en que sepas dónde nos hallamos y cuál será la mejor ruta. ¿Tal vez, como ha dicho Therusia, siguiendo el cauce de ese río hacia el oeste?

     10 días a buen paso. Siguiendo las faldas de las Montañas hacia el norte llegaríamos al bosque y desde ahí... bueno, no se que esperais encontrar pero yo no contaría con entrar en Rivendel.

     Los bosques que rodean el refugio son peligrosos si no se sigue el camino correcto. Los trolls acampan en varias de las cuevas que horadan el suelo y no es raro que haya alguna incursión de trasgos montados en huargos en busca de viajeros despistados. Ellos se arriesgan a encontrarse con los guardianes elfos o con algunos de los míos, pero a cambio a veces gente necesitada de las habilidades y conocimientos que se ocultan en Rivendel acaban esclavizadas en las minas del Enemigo.

    El plan no es malo, el viejo camino que sale desde ahí hacia Bree nos haría viajar de forma al menos segura en cuanto al destino. El rodeo que daríamos para llegar hasta allí bien podría merecer la pena. La otra opción es llegar al Mitheithel, a una semana en línea recta atravesando el páramo y bajar su curso hasta Tharbad atravesando el estero de los cisnes, un infame pantano. Si logramos superar ese escollo y la ciudad estaríamos en el camino verde y de ahí sería sencillo llegar a Bree sin apenas peligro.

     Una tercera vía sería olvidarnos de los caminos y arriesgarnos a ir en línea recta, cruzar el río y seguir en la misma dirección. Ignoro qué podemos esperar de las amplias llanuras de Eriador pero tan sencillo sería pensar en que halláramos aliados como enemigos.

Escuchando a los demás, me quedé pensativa. Quería ir a Rivendel con todas mis ganas. ¡Era lo único en lo que pensaba! ¿Pero dejaría en la estacada a los demás? ¿Abandonaría el grupo para partir yo sola hacia ese sitio lejano? Medité largo rato.

-"Por lo que habéis dicho, ese lugar queda bastante lejos y además no es seguro el viaje, por no decir que puede que ni lo encontremos o que nos dejen pasar... El camino hacia esa ciudad que habéis nombrado, Tharbad, tampoco parece muy seguro, además de cruzar un pantano... Me atrevería a elegir la línea recta a través de llanuras. Sin montañas ni pantanos, un terreno en el que podemos movernos rápidamente y encontrar agua y caza. Voto por esta última opción." Dije algo triste.

Miré a la enana y agaché la cabeza en señal de agradecimiento, dado que ella había insinuado hacer un alto para que yo pudiera ir en busca de mi amado. Sola no creía que pudiera durar mucho en estas nuevas tierras, sin guía y con enemigos tras nosotros. Mejor seguir en grupo y ver qué nos deparaba el destino. Quizás nuestros pasos nos llevaran más tarde hacia Beran...

La enana respondió al gesto de al humana con el amago de una sonrisa. Le apenaba la situación de la joven, y había intentado hacérsela más llevadera, pero Amaltea no parecía querer arriesgar al grupo por ello, aunque fuese un poco. No pudo evitar sino admirar aquello. Siempre había oído que los humanos rara vez podían trabajar y sacrificarse por el grupo, que eran extremadamente individualistas, pero salvo Ingolt, que les había dejado en la estacada, Therusia no compartía esa opinión. Y mucho menos después de vivir entre ellos y de empezar aquel enloquecido viaje.

—Creo que en el río o el bosque encontraremos comida y agua con más facilidad que en la llanura. Tampoco creo que adelantemos mucho yendo por la llanura, pues desconocemos el terreno y lo que podemos encontrar. Tampoco encontraremos refugio con tanta facilidad en ellas y dejaremos un rastro más claro— Therusia resopló recordando al tipo que prácticamente había abierto en canal en la cueva donde vieron a Gandalf— Pero lo cierto es que también los veremos a ellos mejor que en otro terreno. Al fin y al cabo, si quien nos persigue es otro tipo como el de la cueva, no sigue nuestras huellas precisamente.

La enana miró al elfo. En varias ocasiones, siempre y cuando no estuviesen cerca de su hogar, había demostrado que la legendaria vista élfica eran algo más que rumores.

—En un terreno como las llanuras Ithildir podría ver lo que nos sigue y lo que podemos encontrarnos días antes de que eso ocurra.

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   - Bueno, pues vamos a ponernos en camino, que aquí sentados no hacemos nada. Si luego tenemos que hacer un desvío o esperar ya lo decidiremos cuando llegue el momento. -

   Y sin más, pues me pongo en marcha en cuanto los demás tengan pinta de levantarse y empezar la marcha. Así que llanuras, bueno, pues a cazar conejos en las llanuras, porque cabras montesas... igual algún gallo de agua en alguna charca, alguna bandada de aves, algún pato... habría que afinar la puntería y esto significa flecha aquí y flecha allá. Me aseguro de tener bien provisto el carcaj antes de ponerme en marcha.

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     Atravesar Eregion es como atravesar un sueño, bueno o malo depende de cada uno. Todos conocéis el Yermo al otro lado de las Montañas, un lugar de proporciones inmensas donde apenas hay asentamientos. Al menos hay vida. Ahora camináis por una planicie continua donde la hierba rala se extiende en todas direcciones y la única vida son unos lejanos halcones que giran en el aire a cierta distancia.

     No os cuesta mucho encontrar un leve sendero que otros viajeros han ido marcando con el paso de los años y a lo largo del sendero las ruinas de lo que en su día fue uno de los mayores Reinos élficos sobre la Tierra Media. Desperdigadas hasta donde os alcanza la vista pequeños montículos, piedras cubiertas de hierbas señalan lugares donde hubo muros, tal vez edificios. Algo en el aire suena a añoranza y pérdida en el inmenso silencio que todo lo llena.

    Al dejar atrás las montañas también abandonáis la protección de sus altas paredes y la sensación de estar cerca de un lugar que podéis llamar hogar. Ahora el mundo que antes estaba limitado por las Montañas y el Bosque se ha convertido en un inmenso espacio vacío.