Partida Rol por web

Cuando la madrugada se fue acercando, el grupo se encontró de nuevo en pie y listos para partir. Hypatia, quien ya se iba recuperando, se apresuró a preparar un rico desayuno caliente en la hoguera que aún permanecía encendida. Aquella deliciosa sopa de cebada y aceitunas fue una de las mejoras comidas que todos aquellos habrían comido en días, quizá meses; al parecer la bella hija de Tolomeo se había levantado con los dioses de su lado. Por suerte, gracias a aquel arroyo, no tuvieron que gastar nada de sus provisiones de agua, y las de alimento aún se mantenían en buena cantidad, aunque probablemente tendrían que plantearse el reaprovisionarse en Asine por si las cosas no les pintaban bien más adelante.

La orden de Spyridon dejaba todo claro, habrían de aprovechar lo que quedaba de la oscuridad de la noche para avanzar, y por ello debían darse prisa en recoger el campamento, preparar todas sus cosas y desayunar para luego retomar el camino.

Mas allá se encontraba Asine, su ansiado objetivo. La ciudad portuaria que fuera conquistada varias décadas atrás alguna vez había pertenecido al reino de Micenas antes de que los Dorios invadieran el reino. El momento pues de enfrentar a aquel antiguo enemigo había llegado, y no solo eso, el momento de exigirle al rey de aquella ciudad el derecho a llevarse a su amada hija. El camino sería el problema menor, una vez adentrados en aquel reino, fácilmente pasarían por mercaderes o simples viajeros bien protegidos si evitaban llamar la atención, pero ya en las murallas de la acrópolis las cosas serían distintas, tendrían que presentarse ante el rey y ello tenía sus riesgos si decidían decir la verdad o mentir.

Mientras prepara el desayuno, el campamento ya se recoge. Gracias a la ayuda de Akintos no tiene que cargar con el agua desde el arroyo y eso es de gran ayuda. Le da las gracias con una sonrisa y se dispone a cocinar. La cocina es un arte del que no todos entiendes y se aprende desde pequeño. Además, si se hace bien, puede conseguir dar energías y a aquellos que comen. 

Una vez preparado, llama a todos a comer y les sirve su ración. Ha preparado suficiente para todos y por si alguien quiere repetir. Sirve un poco mas a quien lo pide. Sin importar lo que hubiese pasado el día anterior, le sirve con una sonrisa.

-Me alegra que te guste. Siéntete libre de coger más, si deseas.

Después de todo, no puede quedar nada del desayuno. La comida es cara y no se puede tirar. Además, tiene que limpiar todos los utensilios de cocina antes de que se alejen del arroyo ya que no quiere usar el agua que llevan. Solo deberían utilizar sus reservas en caso de necesidad.

Así pues, una vez acabado su desayuno, reparte lo que queda entre los hombres del grupo, y recoge todo lo que ha usado para lavarlo en el arroyo y ya disponerse a marchar hacia su destino. Esta vez espera que nada se interponga entre ellos y la ciudad de Asine. Otro encuentro indeseado quizá les suponga un mayor esfuerzo. No están preparados para otro ataque... todos van por libre... quizá sea algo que deban mejorar.

Siguiendo las órdenes del general, Akintos puso empeño en que la partida fuese rápida y ordenada. La noche podía hacer el camino complicado y al mismo tiempo facilitarles pasar desapercibidos, sobre todo si no avanzaban por el camino principal.

El escudero se ofreció para ir adelante, embrazando su nuevo aspis en una mano y el dori en la otra, sabía que podía guiarse por el cielo como había aprendido años atrás, buscaría un camino seguro en las tierras salvajes para que pudiesen avanzar sin problemas con la carreta.

Una vez que estuvieron encaminados, con una idea de clara de cómo y hacia dónde debían dirigirse para llegar a la ciudad de Asine sin retrasos, el soldado decidió reiniciar la discusión de cómo se presentarían ante el rey.

- Lo he estado meditando - comenzó, dirigiéndose a Theron y Spirydon - y considero que no es buena idea separarnos y acercarnos al rey con mentiras o armar alguna historia inexistente - se rascó la barbilla y tomó aire.

- Los dioses están de nuestro lado, lo sabemos por la fuerza de su sangre que late con la nuestra, debemos confiar en ellos. Hay que enfrentar al rey Asine con el pedido de nuestro rey. -
- Lo más probable es que su respuesta sea poco amistosa, en ese caso, la misma ira de los dioses estará de nuestro lado para llevar a la princesa de vuelta a Micenas como sea... -

Miró hacia adelante y agregó.

- Sea cual fuese el resultado, mostrarnos abiertamente será peligroso, pero creo que también provocará que nuestro enemigo sin nombre se vuelva osado y crea que ya ganó, probablemente saliendo de las sombras creyendo que seremos una presa fácil... eso nos permitirá enfrentarlo -
 

Las órdenes del general Spyridon son claras y debemos partir mientras aún está oscuro. Hypatia prepara un desayuno a pesar de no estar en el mejor estado de salud y me sirvo con ganas pues ayer fue un día muy agotador. Agradezco mucho las atenciones que nos hace pues sé que no está en buen estado y ese sacrificio es algo que siempre debemos agradecer.

Luego de comer, levantamos el campamento con rapidez para poder seguir nuestro camino.

Escucho las palabras que dice Akintos acerca de como realizar nuestro primer acercamiento al Rey de Asine y plantear el asunto. Sus palabras son exactamente lo que yo creo que se debe hacer, pues con tretas solo pareceremos delincuentes mientras que somos los enviados de un rey, por corrupto que sea.

La idea de que los hombres que nos atacaron lo hicieron por su orden, entregada a través de Zorba es algo que me atormenta y en lo que no puedo dejar de pensar. Miro al cielo, esperando que los dioses me iluminen con un poco de sabiduría para cuando llegue el momento y poder hacer que la justicia llegue de la manera apropiada.

Avanzo con el grupo cuando estamos listos, preparados para seguir con el viaje pues ya estamos muy cerca del destino. No es momento para dudar ni mucho menos retrasarnos más.

Una vez más el general es consciente de la eficacia y responsabilidad de sus hombres. En poco tiempo el desayuno está servido y el trabajo en marcha. Spyridon observa a todos, esperando que el descanso les haya recuperado fuerzas y ánimo. Queda poco para llegar a destino, pero entonces realmente empezará la parte más peligrosa del viaje.

Escucha las palabras de Akintos. Una vez más su amigo, asistente y guardaespaldas demuestra su sabiduría.

- El plan de dividir el grupo podría ser bueno antes, cuando existía una posibilidad de que no supieran nuestras intenciones ni nuestro número. Ahora no lo veo viable. - Miró a Akintos - Akintos tiene razón, permaneceremos juntos como una delegación diplomática en Asine, esperando que su rey nos trate con el respeto de representantes de una potencia extranjera. Separarnos solo nos hará más vulnerables.

No tuvo que añadir más, cada miembro del grupo era consciente de sus obligaciones y trabajos por lo que esperaba que todo estuviera recogido a la mayor brevedad para emprender de nuevo el camino.

La mañana llegaba y todos se pusieron en marcha y, tras un buen desayuno preparado por la joven Hypatia, el grupo recogió el campamento y no dejó rastro de que estuvieron allí. Reanudaron el camino con la esperanza de alcanzar Asine cuando el sol estuviera en lo alto. 

Akintos empezó a comentar que la idea de separarnos no era viable, dado que nuestros perseguidores podrían encontrarnos dentro de la acropolis de Asine e intentar atacarnos. Además estaba el problema que el propio Rey de Asine pudiera rechazar la petición del rey micénico y encerrarnos bajo el pretexto de intentar secuestrar a su hija. El tiempo y la suerte dirían quién seria el ganador de esta historia. Pero por le momento había que defender la carreta y ahora que estaba bien equipado podría realizar mejor esa tarea. 

Tras terminar el desayuno, recoger el campamento y preparar la carreta para el viaje, retomamos el camino hacia Asine. Es Akintos quien saca el tema de nuestra manera de introducirnos en la ciudad a relucir. Tanto él como Spyridon exponían que de nada servía entrar en Asine por separado, si nuestro enemigo ya estaba sobre aviso o había avisado al rey.

- En ese caso, esperemos que los dioses estén fijándose en nosotros. La guerra contra Asine había sido encarnizada la mayoría de las veces, podríamos salir mal parados en caso de que el rey se sintiese agraviado. - Nos lo jugamos todo a una carta. Tuerzo ligeramente el gesto imaginando las intrigas palaciegas donde nos podemos meter. - Tendremos que andar con pies de plomo tanto en la ciudad, como en la corte .... siempre que Karsten nos de audiencia. Es de esperar que el rey de Asine sea suspicaz a nuestra proposición y puede demorar nuestra partida aunque no nos termine metiendo en una jaula. 

-Todo dependerá de sus palabras- expresó la sacerdotisa, -los dioses están con nosotros, ya los sabemos, o al menos muchos de ellos- continúo mostrándose un tanto distante en sus pensamientos. -Somos mortales, y aunque los dioses estén de nuestro lado, somos nosotros los que habremos de hablar con el rey y convencerlo. Estar unidos me parece la mejor opción, pero hay que dejar en claro nuestros papeles. Decir que Hypatia no podía quedarse sola y que por eso la trajimos nos hará ver débiles y torpes, y decir que el motivo real que nos trae es salvar la vida de un hombre que nada puede importarle al rey Karsten nos hará ver poco confiables o poco creíbles. Si Spyridon es líder del grupo diplomático, tendrá que ser el primero en hablar, Theron al ser general asentará el peso de realidad en todo esto, mientras que, en su debido momento, como sacerdotisa de Hera podré intervenir en nuestro favor. Atreo, Akintos, Dareios e Ischyros fácilmente pasaran por lo que son, soldados de Asine, y Lykaios por un diplomático. Pero los demás deben tener una justificación, el poeta Dorio puede ser tanto útil como peligroso, los dos jonios de Atenas al ser mercenarios podrían también tener una fácil explicación dada la importancia del viaje y lo difícil del camino; pero Hypatia es un eslabón muy débil a la que difícilmente le encontraremos justificación-. Las palabras de la sacerdotisa parecían en parte simplificar las cosas y a su vez complicarlas; solo el tiempo diría si los dioses les ayudaban si las cosas se torcían tal como muchos temían en sus adentros.

Con la noche aun en apogeo y el búho divino aun dormitando en el hombro de Akintos, el grupo emprendió de nuevo la marcha hacia Asine, habrían de mantenerse fuera del camino mientras se encontrarán cubiertos por la oscuridad, pero más tarde, cuando el sol resplandeciese en la distancia, habrían de incorporarse al camino que les llevaría hacia la ciudad de Asine.