La mente simple y despreocupada del gigante tenía sus ventajas, ante la maldición irrevocable de la diosa, poco podían hacer, así que si los maldecía, a él no le iba a quitar el sueño, dado que no podía hacer nada al respecto, no tenía ningún sentido preocuparse por ello.
Así pues, se alegró en cierta forma cuando llegaron los guardias, un cambio de aires, por muy malo que sea, le animaba el corazón. Así pues, en pleno silencio, y en actitud tranquila salió de su celda en pos de los demás, no sin antes girarse y decirle al carcelero:
-Señor, no temáis que le comunicaré al rey la verdad de lo acontecido aquí, intentaré que la princesa no os cuelgue por su propia malicia, la lealtad es algo admirable, y nadie debería pagar por respetarla -concluyó en tono solemne y respetuoso, él como soldado reconocía el valor siempre, independientemente de la profesión, y ese hombre no merecía morir, y por ende actuaría para evitarlo; independientemente de lo que le deparara su sino, creía que eso al menos podía conseguirlo...
Pues eso, pienso chivarme al rey de que la princesa es una zorra XD.
La diosa Hecate no se tomó de buenas formas el haber sido rechazada por casi todos los presentes, con la excepción de Atreo. A todos nosotros nos dedicó duras palabras mientras que a Atreo le dijo que lo probará. Luego y sin esperar réplica, desapareció. Miro a mi hermano y pienso que aquello estuvo mal pues, las palabras de la diosa me hacen pensar que ella es enemiga directa del Olimpo en el conflicto por venir, aquel que Hera nos advirtió que vendría.
"¿Significaría eso que, llegado el momento, Atreo sería nuestro enemigo? No puedo pensar en eso."
Pero no hay tiempo tampoco para aquellos pensamientos pues guardias llegan y nos indican que el Rey Karsten desea someternos a juicio. Arrugo el ceño mientras les escucho:
"¿Qué sentencia de muerte? ¿Qué hemos hecho para merecerla? Ese rey debería agradecer que nuestra misión es de paz o acabaría la guerra cortando su cabeza."
Probablemente en Micenas la cabeza del rey dorio sea un trofeo tan bueno como su hija, pero esa no ha sido nuestra misión ni la que los dioses nos han encomendado, por lo que despejo aquellas ideas de sangre y gloria para enfocarme en hacer que las cosas salgan como deben. Hago un asentimiento con la cabeza a los guardias, indicando que me someteré a juicio junto con el resto y cooperaré en paz.
- Atreo, por la diosa madre... - realmente fue un sobresalto para Akintos escuchar la sumisión de su joven amigo a la diosa Hécate, por le momento no llegaba a comprenderlo del todo, estaba rompiendo su pacto con Hera para intentar salvar a su padre.
Aquello lo había abrumado demasiado para notar exactamente cuándo la divinidad los había abandonado para dar lugar a un grupo de soldados Dorios, buenas noticias.
- Por fin, el Rey nos recibirá - pensó el escudero, prefiriendo cualquier juicio antes que seguir allí con los miembros entumecidos aferrado a aquellos fríos barrotes.
- Estamos dispuestos - respondió luego de que la órden de Spyridon fuese clara para todos.
Se acercó a la puerta de su celda y esperó con parsimonia.
Desaparecida la diosa, Dareios volvió a mirar al frente aunque no entendía el agravio de Lykaios a Hécate después del numerito de Ébalo y de las impertinentes respuestas de los demás. Tuvo que convencerse que no importaba, su hermano y él tenían el mismo objetivo y que, si la amenaza de la diosa caía sobre uno antes que sobre otro, quedaría uno que buscase venganza para la mujer que les habían arrebatado.
No, no me viene bien eso del juicio, que se pase mañana antes del mediodía que es cuando tengo un rato libre.
Inspiró con resignación llenando el pecho de aire y lo dejó salir con lentitud intentando no revelar lo absurdas que le resultaban las palabras de Akintos y se repitió, no por primera vez, que su propia inexperiencia quizá le estaba ocultando matices que apreciaría de ser más mayor y le permitirían reaccionar de otra forma.
Como despedida Hecate solo nos deja una amenaza velada y el eco de sus palabras resonando en nuestras celdas, antes de que los soldados del rey Karsten vengan por nosotros. Como bien apuntaba Anatolius parecía que Ifianasa había conseguido aplazar nuestra muerte, yo ya esperaba que viniesen a dar termino a nuestro cautiverio y ejecutasen la pena impuesta por la princesa.
- A menos que os pregunten directamente, dejad que hable Spyridon. Veo como los soldados añaden a nuestra hilera al carcelero. - Parece que hablar a destiempo es sinónimo de castigo en este reino.
Cuando la diosa se marcha, es como si le soltaran el cuello al espartano, llevaba sin respirar un tiempo. Impresionante, la verdad, no entendía como algunos pudieron despacharla con tanto desparpajo, ¿Acaso no creían lo que decía?, desde luego siempre se había encontrado entre los más irreflexivos, pero siempre en cuestiones de mortales.
Y así se encontraban de nuevo, en el mundo terrenal, donde Ébalo se movía con rápidez para coger el cuchillo del suelo y esconderlo de nuevo cuando oyo ruido procedente de la entrada. Luego se quedó sonriendo y con cara de inocente cuando lo fueron a liberar, El rey quería vernos. ¿Apolo es un dios menor dice? será tonta la Hécate esa... piensa envalentonado si el influjo de ella en las cercanías.
El grupo de guerreros fue escoltado fuera de las mazmorras, en una fila liderada por uno de los soldados dorios y con otros dos en la retaguardia. No fueron tratados de mala manera, aunque si se les indicó que se apresuraran y no se les respondió pregunta alguna durante el trayecto.
El grupo fue llevado a través de las calles de la ciudad que estaban fuera de la mazmorra directamente a una entrada militar a la acrópolis de Asine. El aspecto de la misma era muy similar a cualquier otra de la Helade, sobre todo porque en su base, realmente fue construida por los micenos y posteriormente conquistada y reformada por los dorios. Fue justo poco antes de salir de las mazmorras que Ebalo, quien ya había escondido de nuevo su daga ante la llegada de los soldados dorios, notó como esta había recuperado su intenso brillo, la magia de Hécate se había desvanecido ya. Era de noche y el brillo podría delatarle fácilmente por lo que se vio obligado a marchar entre sus compañeros para no ser descubierto.
Así, el grupo dejaba las mazmorras y por fin, tras una ardua aventura de más de dos días, habían logrado su meta inicial, poderse presentar ante el rey de Asine, Karsten. Pero aún tenían que cumplir su verdadera misión, que era conseguir que la princesa Haidee, hija del rey Karsten y de quien se decía era la mujer más bella de al menos toda la Helade, les fuese entregada para casarse con el rey de micenas.
FIN DE LA ESCENA