Partida Rol por web

Ya entrada la tarde, pasada la hora nona, la princesa Haidee se presentó ante ellos. Aquella bella mujer de la que tanto se hablaba en el reino de Micenas era a quien tentativamente habían venido a buscar, al menos hasta que descubriesen que el rey de Asine no tenía una sola hija sino tres, de hecho las mayores eran gemelas, y muy distintas entre si. Incluso, no era claro que el rey no tuviese más hijas, pues bien podría tener hijas o hijos no reconocidos.

– Mi padre me envía – se presentó la joven con una sonrisa que mezclaba cierto nerviosismo juvenil con cierta picardía. – He traído ropas adecuadas para esta noche, ademas de sastres del rey para que puedan asistirlos fácilmente y estar mas bellos aún que ahora – señaló esgrimiendo una clara sonrisa al general Dorio Ebalo.

Los sirvientes, a señal de la princesa, presentaron a los héroes vestiduras dorias diversas, elegantes vestidos, túnicas, trajes, así como armaduras dorias de gran calidad para los guerreros que gustasen portarlas.

El mercenario estaba saboreando un delicioso jabalí en cuanto la princesa apareció, por lo que apresuradamente se limpió con lo primero que pilló, que era la misma toalla que usó antes para el baño y se dispuso a saludarla, imitando a su hermano pues no sabía exactamente cuál es el protocolo. 

A Talios le alegró ver el cambio de parecer, al menos en apariencia, de aquella joven que el día anterior quería verlos muertos, por lo que antes de responder a su pregunta no pudo evitar decir:

-Es bueno saber que ya no ansiáis nuestra muerte -dijo con cierta sorna- en cuanto a las vestimentas, si vuestros sastres reparan la mía os lo agradeceré, mientras tanto, creo que cogeré esta armadura tan bien decorada -expuso decantándose por la armadura ceremonial que mejor le quedara a su musculosa y enorme figura.

La idea de Ébalo le gustó, así que dedicó una hora a asearse y comer a la vez. Luego descansó seis horas, recuperando horas de sueño y cansancio acumulado, tras lo cual dedicó la última hora (antes de la llegada de la princesa) a rezar a Artemisa agradeciendo sus favores.

La llegada de la princesa le puso algo nervioso, pero mantuvo la compostura como pudo, aunque contempló con tristeza la comitiva que la acompañaba pues esperaba ver a la princesa Ava.

Escogió ropajes cómodos y de colores oscuros, desechando las armaduras ceremoniales. No sabía de protocolo, así que pese a que eligió rápido, se mantuvo atento por si Spyridon ordenaba cambiar de vestimenta, para hacerlo.

El resto del tiempo lo dividió en seguir rezando y repasar todo su equipo, pues quería dejarlo todo listo por si tenían que salir con prisas

Descansamos y doy un tratamiento a mi equipo para quitarle el ambiente salado de la batalla en la playa y me uno a la improvisada comida en los baños.

De vuelta a nuestros aposentos aparece la princesa Haidee con unos sirvientes que cargaban ropas, telas y algunas armaduras ceremoniales para estar presentables en la recepción del rey. Como dicta el protocolo, y a pesar de ser mercenario, me inclino en señal de saludo y respeto ante la figura de la princesa. Mi hermano se decanta por escoger una armadura ceremonial doria:-Si no es mucha molestia me gustaria pedir a sus sastres una capa de tela azul, recordando el color característico de Atenas y escojo llevar una armadura ceremonial, como mi hermano.-dije con humildad y agradecimiento por el ofrecimiento de la princesa. 

Cuando ya quedamos de acuerdo con las habitaciones que vamos a ocupar, decido entrar directamente a asearme pues tengo muchas heridas y suciedad encima. Ambas cosas requieren de toda mi atención. Utilizo los medios que los dorios han puesto a nuestra disposición para verme lo más decente que puedo y sentirme bien.

Ifianasa me pide que cuide el baño privado que utilizará junto con Hypatia, lo que hago sin dudarlo junto con los guardias que fueron entregados a nuestra disposición. Mantengo mis ojos en aquellas puertas mientras aseo mi cuerpo y como algo en las piscinas, además de permitir que los sanadores me atiendan un poco.

Luego es hora de un largo sueño pues mis heridas y mi cansancio es tanto que necesito de inmediato descansar totalmente. Le aviso a mi amiga que así lo haré antes de retirarme a mis aposentos. Me acuesto en el lugar que tengo designado y me entrego a las manos de morfeo para reponerme lo más que puedo.

"Está bien que ahora sea considerado un héroe, pero debería verme como uno y no como un herido moribundo al que lamentar."

Cuando despierto, tengo hambre y me acerco a buscar algo de alimento donde el resto de mis compañeros hace lo mismo. Entonces aparece la princesa con vestimentas de distinto tipo. Tomo una de las armaduras de gala y la utilizo pues soy un guerrero y no me presentaré con ropas civiles si puedo presentarme como lo que soy.

Le sonrío a la muchacha pues es gentil en ss palabras y con una actitud muy agradable hacia nosotros. No veo motivo para no corresponder el gesto.

Entre mis conocimientos y las ayudas de los sanadores del palacio, no tardo mucho en estar remendado para seguir luchando un día mas. Las aguas templadas de los baños, sueltan los nudos de los músculos, el jabón se lleva la sangre y la suciedad de la batalla. Habíamos hecho algo imposible y nos daban un palacio para recompensarnos, cualquiera podía acostumbrarse a estos lujos, niego con la cabeza y termino rápidamente de asearme, nuestra misión aun no había terminado, no podíamos bajar la guardia. 

Pasando cerca de una de las bandejas de fruta cojo unas uvas ... lo justo para saciar el hambre ... y me dirijo a mis habitaciones, mi cuerpo necesitaba descansar antes de la cena, aun tendríamos que esquivar las trampas diplomáticas que se nos presentasen. El sueño llega rápido, las imágenes de la terrible batalla se sobreponen al vacío continuo de otras ocasiones, la bestia es cada vez mas grande y nuestros intentos para acabar con ella fútiles.

Me despierto al oír varias voces en la sala central, desperezándome con la ayuda del agua de una jofaina, me dirijo allí. La hija del rey, nos presenta las ropas que pueden ser usadas en la cena que se llevará acabo en nuestro honor.

-  Es un hermoso presente señora, si se pudiese, me gustaría una capa para reponer la mía, ya lleva mucho trote y no pegaría en una cena de gala.

Siguiendo a Ifianasa y agradeciendo su compañía, se dispone a usar uno de los baños privado de los que dispone el lugar. Lo que más achaca su cuerpo es cansancio tras las penurias del viaje y la suciedad. No ha sufrido heridas en esa batalla ya que otros las han sufrido por ella. Dedica todo el tiempo necesario a relajar su cuerpo y quitar el polvo del camino y la arena de la playa de su piel y su cabello. Debe estar presentable para el banquete de esa noche. Lava su cabello con esmero hasta que queda fino, brillante y limpio.

Una vez acabado el baño decide comer un poco de fruta e irse a descansar y a rezar. Debe rezarle a Hestia para agradecerle su ayuda y pedir su perdón por no haber podido mantener a salvo a uno de sus lobos guardianes. Tras rezar y haber saciado el hambre no tarda demasiado en caer dormida. Las camas son cómodas y las habitaciones tienen todo lo que puedan necesitar y querer para encontrar un descanso duradero y reparador.

No duerme más de cuatro horas, pero se siente relajada y descansada al despertarse. Llena de vitalidad, se dispone a explorar el jardín de la residencia y comer un poco de fruta antes del gran momento. La Princesa Haidee no tarda demasiado en aparecer en el lugar para ofrecerles todo lo que necesiten para el banquete de esa noche. 

Las ropas y accesorios que les muestran son de gran calidad. Le cuesta decidirse, pero tras acerco, agradece a la Princesa por su ayuda y se dirige a su habitación para prepararse.

La princesa accedió a todas sus solicitudes, y apurando a sus sirvientes, les ordenó cumpliesen a la brevedad con todas aquellas tareas que requerían los héroes de Micenas. Y sin más la princesa Haidee, cumpliendo su mandato, procedió a retirarse, no sin antes reiterarles la invitación a la ceremonia que se llevaría en su honor.

– Deberán estar puntuales – exclamó la princesa sonriendole de nuevo al siervo de Apolo, – los festejados no pueden faltar a su propio festejo. Al caer la noche, el rey realizará una ceremonia exaltando la batalla y la gran victoria, se elevaran sacrificios a los Dioses para agradecer a aquellos que nos apoyaron, y para apaciguar a aquellos que se hayan podido sentir ofendidos – explicó la princesa con soltura, mostrando una gran capacidad de palabra y elocuencia, digna dama con dotes para la política.

– Después vendrán los festejos, que deberían durar toda la noche, toda – recalcó la princesa tal como si quisiese darles a entender algo que no era del todo claro para todos, o quizá para ninguno. De cualquier modo, lo importante era que la fiesta se habría de prolongar mucho y que probablemente ausentarse de la misma habría de verse como un insulto, al menos durante las primeras horas. De hecho, realmente el rey habría hablado horas atrás, de siete días de festejos, por lo que habría que esperar en los siguientes días, mucho de lo que en aquella noche vivieran.

Con la partida de la princesa, el grupo de Héroes micenos, jonios y dorios procedió a terminar con sus preparativos procurando estar lo mejor presentables, o bien tan presentables como era digno en ellos mismos y en sus propios principios. No obstante, mientras la noche se iba acercando, en más de uno de ellos, se acrecentaban los recuerdos de él porqué estaban allí. Había un hombre prisionero al que habían jurado salvar, y si aquella fiesta era inevitable, de algún modo u otro tendrían que aprovecharla para conseguir su cometido; todo ello con la curiosidad de que Zorba en sus maquinaciones, quizá creyendo fácil su muerte, no les había puesto un límite temporal para sus acciones.

Más aún, tenían por delante el detalle de la princesa, pues si bien les habían enviado por Haidee, cierto era ahora que el rey de Micenas no tenía ni idea, al igual que su consejo, de que realmente Haidee tenía una gemela, más aún, quizá tampoco de que habría otra hija de menor edad. Haidee era la noble, de belleza insuperable, la cálida y elocuente, la emocional y superficial; Melani era la orgullosa y oscura, la pronta para la ira y aparentemente justa en las acciones, aunque llena de temores y deseos de venganza; finalmente estaba Ava, la jovial y aventurera.

Tras pensárselo un tiempo y mirando su flamante armadura al final el general decidió que en estos momentos era más importante el protocolo que la seguridad, por lo que escogió entre las ropas disponibles una túnica de corte elegante pero que le permitiera libertad de movimientos, prescindiendo de su armadura que dejó preparada en su habitación.

Al final se había dormido un poco mas de lo que tenía previsto, unas 6 horas, pero pensó que las celebraciones podrían ser más agotadoras que una buena lucha y en ese campo de batalla el general no se desenvolvía tan bien. Le vendría bien el descanso.

Dedicó sus últimos instantes en revisar que su figura estuviera a la altura de las circunstancias y salió de la habitación junto con sus compañeros rumbo a las festividades, no sin antes contemplar sus armas y armaduras preparadas en la habitación por si tenía que volver por ellas.

Al escuchar el apunte de su hermano sobre añadir una capa a su armadura, el gigante decidió imitarlo, dejándose llevar por su sentido del protocolo y el buen vestir, por lo que añadió:

-Traedme otra capa azul a mi, y de buena calidad si es posible -añadió pues si le era posible pensaba llevársela como recuerdo de aquella gran gesta.

Tras ello siguió con sus quehaceres y descansos, hasta que se aproximó la hora del banquete, en la cual le dijo con cierta sorna a Anatolius:

-Hermano, por mucho que insistiera la princesa en la puntualidad, dicen que llegar tarde da un toque de elegancia jaja -rió sin tapujos ante su propia gracia, excusando de esa manera el tiempo que se tomaba Talios para incorporarse y empezar a arreglarse.

Con todo el equipo repasado, las armas limpias y dispuestas, las gracias a los Dioses dadas, comido y aseado, y sobretodo, descansado, Atreo no encontró ninguna actividad más que esperar a sus compañeros para ir a la cena. Se rascó varias veces ya que no se sentía del todo cómodo en aquellos ropajes, él era más de ropa adecuada para cazar, trotar por el campo y los bosques y ganarse el sustento con el sudor de tu frente, tus ojos vigilantes y tu destreza. Aquellos ropajes de ciudad y sobretodo, de noble disoluto, no iban con él. Miró como el resto se probaba armaduras ceremoniales, capas y prendas fastuosas, negando con la cabeza y sonriendo mordaz.

- Ischyros, ¿crees que la princesa Ava acudirá a la celebración? - le preguntó a su hermano.

Pronto partirían hacia los salones y no sabía se tendría oportunidad de hablar tranquilamente como ahora con él.

Ebalo tras desistir de deslizarse en los baños de las mujeres con una de las frutas de Hera que llevaba escondida, en mitad de una bandeja de frutas, por las precauciones de la sacerdotisa, la cual está cerca de ser una oráculo por como leyó sus intenciones, se deja llevar por las circunstancias y en un momento es rodeado por las esclavas que atienden todo aquello que el necesita, y el dorio es bastante imaginativo.

Tras mucho pasarse en el baño y divertirse un poco, no desatendió la mirada de la princesa Haidee y devolvió su comentario con una inclinación de cabeza sumisa, pero sin apartar los ojos fijos de los de ella. No olvidaba cuál era su cometido y si la misión requería algún esfuerzo como encontrarse con la bella princesa a solas para poder secuestrarla pues eso haría. Pidió unos lienzos y material para escribir, pues quería ayudar a Theron en el discurso que podría dar, sin embargo se entretuvo bastante dibujando en los jardines un boceto de escudo hecho a partir de la coraza del monstruo derrotado, pidiendo eso como recompensa, le dio los bocetos a los sirvientes para que se los hicieran llegar a los maestros herreros, para sorpresa de ellos, quizás se ha dejado llevar, pero en el caos es donde mejor se maneja este guerrero. Así que los azuza para que vayan a cumplir sus deseos.

Hacer muchas cosas distracciones siempre mantendrá el objetivo de su misión oculto a primera vista y además es muy divertido.

Cuando pide una vestimenta simple, pero de buena calidad, Ébalo intenta no estar por encima del rey en espectacularidad aunque le dan ganas de entrar sobre su escudo, pero será mejor que no siga tensando la hospitalidad. Con tonos amarillos como el sol, bien peinado y limpio será suficiente para dar una buena impresión, intenta que su vestimenta tenga colores afines al vestido de Hypatia que la ve paseando por el jardín a última hora.

Los ojos de Atreo parecen brillar con luz propia cuando habla de la princesa Ava. Suspiro pues no sé si eso dará más problemas que alegrías y creo que mi hermano debe saberlo antes de ilusionarse aun más.

 - "No lo sé, Hermano, pero no creo que debas esperar demasiado del interés que mostró en la playa. Sé que se supone que ahora somos los héroes de Asine pero la verdad es que desconfío realmente de cuanto nos brindarán. Poco espero más allá de lugar en la mesa y estas atenciones que nos están brindando. El asunto de la Princesa será, sin lugar a duda, un tema polémico que puede terminar en derramamiento de más sangre."

Ischyros el Ensangrentado, el Sangriento, no recuerdo bien. Ese fue el apodo que Akintos me puso después de haber terminado más de una vez cubierto por sangre y vísceras. No me gusta aquel apodo pero dicen que uno no tiene lugar en la decisión que como le llamen.

Solo espero que mi apodo no salga a la luz nuevamente en esta ciudad o no será para bien.

Una vez limpio, vendado, descansado, ya el futuro se veía de otra manera, y tra hablar con la Princesa Haidee, podíamos llegar a pensar que lograríamos nuestro objetivo. Aun así tendríamos que andar con pies de plomo, un paso en falso en esta recepción y sería tan fatal como lo eran las pinzas del crustáceo. No me gustan las cenas de gala. Esa idea, no para de repetirse en mi cabeza, mientras miro las lujosas piezas que nos han proporcionado.

En la habitación cojo un par de veces la armadura ceremonial, no era para nada lo que llevarías ni a una escaramuza, pero según lo hablado, no estaría bien llevar nuestra propia armadura al banquete. Me visto con ella, así como con las ropas que nos ha entregado el rey, me ajusto la capa con el broche que me ha acompañado todo este viaje y me preparo para salir de la habitación ... no había visto a Ebalo en todo el día, lo mas seguro es que tuviese su corazón y su mente perdido tras alguna de las mujeres que nos rodean, algún día tendría que hablar con ese chico. 

Para mi sorpresa, es Ebalo el que viene a hablar conmigo. En sus manos trae un discurso, un discurso donde se alaban nuestras acciones en el campo de batalla, un discurso donde Carakginius era mucho mas inmenso de lo que yo recordaba ...y eso que estuve en la batalla ... tras una hora de repetirme como hacer las entonaciones, las presentaciones de los combatientes y las pausas para ganar dramatismo, se marcha a prepararse. Es un momento de calma, en el que me doy cuenta, de que vuelvo a estar tan agotado como cuando terminamos la batalla con el crustáceo.  Niego con la cabeza, la verdad era que terminaría olvidando la mayoría de lo dicho por Ebalo, antes de que se me permitiese hablar.  

Salgo al jardín en espera de que el resto de nuestra compañía termine de prepararse, y respiro aprovechando la tranquilidad de la soledad, ahora que todos están entretenidos cambiandose. 

Se toma el tiempo necesario en arreglarse, pero sin ajustarlo demasiado para no llegar tarde al evento. Sería de mala educación, y se vería como una ofensa, hacia sus anfitriones si llegasen tarde. Viste de forma sencilla, pero elegante. El vestido solo se sostiene en uno de sus hombros y está ceñido a su cintura con un cinturón con adornos de plata. También ha conseguido unas nuevas sandalias pues las suyas han visto mejores tiempos tras el camino hasta Asine.

Su cabello está recogido al estilo de la época y no tiene demasiados adornos, pero los que tiene contrastan con el color de su cabello. En sus muñecas también lleva unas pulseras para acabar de adornar su apariencia. Espera en el jardín a que todos estén presentes para poder dirigirse a la fiesta.

El grupo se reunió en el jardín a las afueras del edificio donde habitaban, portando las mejores prendas que pudieron conseguir, algunos llevaban trajes ceremoniales y otros armaduras ceremoniales, incluso Ifianasa había arreglado sus ropas con vestimentas que le hacían resaltar de gran manera. Estaban listos para enfrentar aquel encuentro, que de cierta forma representaba una nueva batalla, una que al menos no sería mortal, o eso esperaban.

Fueron de nuevo escoltados por un pequeño grupo de soldados Dorios, quienes ahora mostraban una mejor apariencia en sus vestimentas, en general seguían portando sus armaduras, pero la tela de las ropas que vestían era claramente mas fina y las armaduras o eran nuevas o estaban finamente pulidas, tanto que los escudos reflejaban con intensidad los ya pocos rayos del sol que aun se mostraban entre las sombras del ocaso. A la par de que todos se encontraban bien aseados y peinados con una bella trenza con tela rojo escarlata. El camino que recorrieron era ya conocido y simplemente los llevaba por la gran puerta del palacio del rey, directamente al gran salón.

Allí, el rey, quien se encontraba de pie ante toda la nobleza Doria de la región, incluidos lideres militares, hablaba a su gente enalteciendo la celebración que estaba iniciando, y que ante la llegada de los héroes, dirigió sus palabras hacia ellos.

– Aquí están los héroes de Asine, que no se diga más que son micenos, pues sus actos han salvado a esta gran ciudad y han permitido que su lejano origen sea olvidado. Hoy son uno de nosotros, un ciudadano de Asine. Gloria a los héroes de Asine, que con su valor, su entrega y sus fuerzas vencieron en batalla singular a la gran bestia Carakginius, a quien ni siquiera el todo poderoso Poseidon pudo defender. ¡Gloria, Gloria! – gritó el rey a los nobles, quienes se unieron a él en exclamaciones de jubilo.

Los héroes fueron conducidos en medio de aplausos y vitoreos de los nobles hasta un lugar cerca del trono del rey, sobre el cual se habría de sentar este mismo, y en donde ya se encontraban las princesas. De nuevo, Melani estaba a la derecha, Haidee a la izquierda y Ava a los pies de su padre, muy cerca de los asientos que estaban reservados para los doce héroes. Ya antes habían recibido exclamaciones por sus actos, pero nunca de la nobleza, pues incluso en la mañana de aquel día, cuando los héroes vencieran a aquella bestia de los mares, los nobles habían sido un tanto apáticos. Y mientras tanto, un gran toro fue introducido al salón, el cual habría de ser sacrificado, dando así inicio a aquellos días de festejo.