Partida Rol por web

A la elfa también se la podía ver hastiada de aquella reunión y quería terminar con ella cuanto antes, así que por un lado las preguntas concretas que pedía Rasshmusen para cerrar su acuerdo y por otro la incompleta historia de Grii ratificada por Sargón le dieron a Aria la oportunidad que esperaba.

- No sé como la bilis de la mentira no hierve en tu garganta.- dijo con repugnancia mirando a Grii y luego a Sargón. - ¿Hasta tal punto ha caído tu honor que tras alcanzar un acuerdo tratas de boicotearlo con burdas patrañas? - 

Luego miró a su interlocutor y añadió - Bien hubieras hecho Rasshmusen en hacer lo que te pedí, así ahora tendríamos a otro enano psicópata buscando la muerte para lavar su vergüenza. -

- El nombre por el que se hace llamar ahora esa mujer.- dijo a continuación - es Ajah y el 4 de Sigmarzeit del año en curso topamos con ella con una profecía sobre nosotros, profecía sobre la que queremos tener la oportunidad de profundizar.- apuntilló.

- De todos modos, nuestro valedor, el Duque Domenor, y quien nos ha encargado ir tras los orcos, hace ahora 2 días nos dijo que la vio en Altdorf. -

- Ahora, - enfatizó - dos advertencias de propina. El duque nos dijo que su nombre salió junto con el tuyo en una reunión de nobles en la Capital, no tengo ni que decirte lo que eso implica. - 

- La segunda, como acabo de decirte, es que también nosotros tenemos un asunto pendiente con ella, y aunque puede esperar un poco, al menos hasta que nos encarguemos del tema de los orcos, es un asunto que queremos resolver. Nos da igual lo que pase con ella luego, pero llegado el momento también la buscaremos para obtener respuestas y si no damos con ella te buscaremos a ti y tampoco tengo que decirte lo que eso implica. - concluyó.

- Eso completa la información que pedías y nuestra parte del trato. Cumple con tu parte diciéndonos también ¿cómo es que llevando una dirección y un patrón tan claros consiguen eludir a las fuerzas imperiales? -

La historia de Grii no era precisamente lo que esperaba decir pero ya que comenzó con ella, al grupo solo le queda apoyarla pues crear contradicciones solo hará que la ya escueta confianza pierda todo el valor. De pronto, Arianne comienza a contradecir al enano y decir tanto el nombre de la mujer como el del Duque Domenor.

"No era necesario y el nombre del Duque puede hacer que lo rastreen hasta esa torre que tiene, cosa que dijo que no debía nadie saber. No ha sido un inteligente paso."

Pero ahora solo queda saber qué es lo que le parece a Rasshmusen tanto la nueva historia con los nuevos datos como el hecho de que Grii le haya mentido de manera descarada. A mí solo me queda prepararme por si la respuesta no es la mejor.

Fría, fría había que mantenerse para que no llegara hasta mi cara la estupefacción que las palabras de la elfa me había causado. Con esto ya estaba, habíamos dicho mucho mas de lo que teníamos que decir. En menos de diez minutos todo lo que nos habían dicho que no dijéramos había salido de nuestras bocas en dirección a los oídos del ladrón.....de esta el duque nos mata o rompe nuestros salvo conductos para caminar por todo el imperio.....

- Eso es todo lo que hay que decir Sr. Rasshmusen, ahora cumpla con lo pactado.

De perdidos al río, con lo dicho no podíamos retractarnos y aun necesitábamos obtener el resto de la información. Pero el precio que habíamos pagado podría ser demasiado alto.

El sigmarita continuó sin decir nada, pues nada había que decir. Solo esperar que todo saliera bien. 

Las palabras de Aria retumbaron en la cabeza de Grii como si de un martillo contra un yunque se tratase.

¿Honor con un ladrón? Mejor dicho: ¿Honor tratándose del líder del gremio de los ladrones? ¿Mas aún cuando nos ha amenazado con cortarnos la garganta por la noche? ¿Cuando nuestros salvoconductos y perdón dependen de lo que se diga en esta reunión? ¿Vergüenza? ¿Enano psicópata?

Vergüenza te debería a ti traicionar a un compañero de compañía, después de todo por lo que hemos pasado, y todo porque lo único que quería era proteger al Duque y a la mujer. Cosa que tu no has hecho y que probablemente nos condene a perder nuestros salvoconductos. Grii XI del clan de los Melenarroja moriría por cada uno de los miembros de esta compañía, aunque jamás te perdonaré lo que me acabas de hacer. JAMAS.

La cabeza le daba vueltas. Deseaba hundir su martillo en el cráneo de la elfa. Había puesto en duda su honor, y el compromiso sobre la causa, que no era otra que recuperar el libre paso por el Imperio. Con sus palabras, y con toda esa información contradecía lo dicho por el Duque, que a toda costa quería proteger la identidad de la mujer. 

Bien era sabido, que el líder de un gremio de ladrones, tenía poder para investigar y enterarse de cosas que ocurrían en otras regiones, por muy alejadas que estuvieran. Y estaba seguro, de que ahora Rasshmusen tenía herramientas para encontrar tanto al Duque como a la mujer. Y si lo hacía, ya se podían ir olvidando de los salvoconductos que les libraban del desastre en la anterior misión.

Mudo, sin palabras y mirando al frente, se dispuso a esperar las palabras del ladrón, o las acciones. 

Estúpida, maldita estúpida. Nos vas a llevar a todos a la muerte. Todo marchaba, podrías haberte ahorrado tus lecciones de honorabilidad para otro día. Como has cambiado Aria. No te reconozco.

Maldita sea a este paso vamos a comenzar a matarnos entre nosotros, los ojos de gurnik evitaron a sus compañeros y por un momento estaba casi seguro que una maldita carnicería estaría por comenzar, pasase lo que pasase reventaría tantos como pudiese.

Si había un momento para que todo se complicara seria este, las manos del enano se mantenían calmas pero estaba listo para tomar su hacha a la primera señal de peligro, siembre había sido un relámpago desenfundando, pero nunca había visto mover la lengua tan rápido a ningún miembro del grupo, se había mantenido calmado ateniéndose al plan, pero comenzaba a sentir que quizá los demás habían olvidado de este.

Aenalor no apartaba la vista de la reunión, parpadeando ligeramente y haciendo gala de la paciencia y la diferente apreciación del tiempo que tenían los Elfos de Ulthuan. No estaba impaciente por que terminara, pero si ligeramente nervioso por que todo terminara bien, o al menos sin problemas.

El lugar se había llenado de tensión y silencio, todos sentía que en cualquier momento estallaría una sangrienta batalla. Y por ello, la atención se centraba especialmente en la reacción que Rasshmusen, líder del gremio de bandidos, pudiera tener. Pero cual fue la sorpresa de todos, pues si indicio alguno, este estallo en una sonora e intensa carcajada mientras golpeaba en el hombro a uno de sus compañeros como si quisiera compartirle el chiste.

-Pero que estupidos- exclamó el bandido a viva voz mientras se columpiaba en la mesa, -seguramente se trata de un asunto fantasmal…- dijo para si entre carcajadas sin que nadie entendiera de que habla, ni siquiera sus hombres.  –Verdades a medias, mentiras a medias, me dejan mucha tarea para los próximos días, será divertido. No he conseguido de ustedes lo que habría deseado, pero he conseguido mas de lo que habría esperado-. Exclamó aun con algo de risa.

Uno de sus hombres, al que había golpeado antes en el hombro le hizo una pregunta en voz baja a lo cual Rasshmusen respondió con una cara de incredulidad. –Y como demonios voy a saber yo eso; seguramente se trata de alguien a quien le robe su fortuna, o quizá desflore a su hija, eso pasa muy a menudo-. Poniéndose de nuevo en pie, el bandido dejo de reírse súbitamente para mirar fijamente a los allí presentes y emitir  enseguida un sonoro chiflido tras llevarse los dedos a los labios. Lo cual puso en todos alerta e incluso mas de uno estuvo apunto de saltar a la batalla; no obstante, lo único que sucedió fue que la puerta tras los mercenarios se abrió de par en par.

-Ahora márchense y desaparezcan esta misma noche de mi ciudad; para mañana si siguen aquí, no tendrán ojos con que mirar hacia donde marcharse. Ese es mi pago por la información que me han dado, y no dudes en que no recordaré tus palabras, elfa, no dudes en que volveremos a encontrarnos y aun cuando tu ego este por las nubes, ten la seguridad de que no me verás llegar-. Exclamó Rasshmusen con una expresión en el rostro que dejaba en claro que si se quedaban allí, habría un seguro derramamiento de sangre. Ellos eran seis y había siete bandidos dentro de aquel salón mas dos mas tras la puerta. Había otros dos avanzando en la calle que miraban fijamente lo que sucedía, probablemente sorprendidos de que se hubiera abierto la puerta.

Eso dejaba en claro que, de estallar un combate, al menos durante los primeros instantes se enfrentarían siete contra once, y todo ello siempre y cuando Angran llegará rápido y el otro borracho que dormía si fuera realmente un borracho. A la par, si las matemáticas no les resultaban mal, habría de haber otros cuatro bandidos mas dentro de la vidriería que con seguridad ya habían escuchado el chiflido de su amo. Peor aun, si las palabras llenas de charlatanería de Rasshmusen eran ciertas, probablemente al poco tiempo de estallar un combate, tendrían a todo el poblado encima.

Todo ello llevaba a pensar a Fanel que un combate en aquellos momentos no sería mas que un suicidio. Si, sería muy caro para Rasshmusen, y de entrar en batalla el mismo se encargaría de clavarle una flecha al bandido en cada uno de sus burlones ojos. Y sin embargo bien sabía que no serviría de mucho pues ninguno de ellos viviría para contarlo, o al menos no aquellos que se encontraban en la vidriería.

-Ahh, y olvidaba algo- dijo Rasshmusen antes de que alguien decidiera abrir la boca. –Esas trescientas coronas de oro que trae el elfo consigo, se quedan aquí, es la cuota por entrar en mi ciudad, intentar burlarse de mi y salir vivos para contarlo-. Aunque nadie quisiera decirlo, dadas las circunstancias, quizá fuera un trato justo.

La situación había cambiado súbitamente, la elfa Arianne había dicho algo que no había gustado a nadie y se notaba por las reacciones de todos. Aparentemente se había hecho un silencio en el lugar y todos parecían estar apunto de saltar al combate. Incluso se podría jurar que Grii estaba deseando saltarle encima a la elfa y no en si a los bandidos.

La sorpresa fue que el líder de estos bandidos estallo en risas tras lo cual emitiendo aparentemente un chiflido, hizo que abriesen de nuevo la puerta de la vidriería. Con ello, la perspectiva era clara, ambos grupos estaban armados y listos para saltar al combate, solo que del lado de los bandidos habrían de ser unos diez hasta donde podían contar, y eso incluía a los que estaban afuera tras la puerta norte. No obstante, sabían que debería haber otros seis bandidos mas muy cerca; por ello, de estallar un combate, el grupo de mercenarios en la vidriería, tendrían que combatir rodeados y contra un grupo que los superaba por al menos dos a uno.

Gerard no tenía ni idea de lo que había ocurrido pero, prácticamente de un momento a otro, la situación en la reunión se había dado la vuelta por completo y no sólo parecía que la pelea iba a empezar de un momento a otro, sino que los estaban rodeando e iban a estar en grave peligro.

- Hay que ir a ayudarlos. ¡Ya! - dijo el bretoniano, en lo que se disponía a salir corriendo de la casa para ir con sus compañeros. Si tenían muchísima suerte, aparecería la guardia de la ciudad, aunque no contaba con ello. e incluso, tal vez no fuera la mejor opción.

-Alto, caballero-dijo el sigmarita, observando aún por la vidriera. 

-No es el momento. Puede que el hecho de que aparezcamos de pronto no haga más que desatar las hostilidades. Mucho me temo que debemos tener fe en que gestionen bien la situación... O actuar cuando las armas empiecen a moverse. 

-Maese Kantor tiene razón -dijo el Alto Elfo- pero eso no evita que nos mantengamos preparados -con sumo cuidado e intentando no hacer nada de ruido, Aenalor desenvainó la espada y se mantuvo alerta, intentando observar lo que ocurría y estando preparado para lanzarse al combate- Con suerte, si empieza una pelea se centrarán en ellos y nosotros les podemos asaltar desde el flanco o retaguardia -el caso es que aguantaran unos segundos antes de poder contraatacar ellos.

El enano no dijo nada. Aún estaba pensando en lo que acababa de pasar como para pensar en lo que suponían 300 relucientes coronas.

Lo único que estaba claro es que la elfa le había desquiciado y le había dejado desnudo, no solo ante sus amigos, sino delante de sus enemigos. 300 Coronas era poco comparado con lo que la cazadora debía al grupo. Acababa de poner en peligro sus vidas, la misión, y lo mas importante, la recompensa. Que no era otra que sus salvoconductos.

Hizo un leve gesto a Fanel para que entregara las coronas y se dirigió a la puerta, aun sin creerse lo que acababa de pasar, con el puño caliente tocando el frío metal de la empuñadura de su martillo.

Escucho toda la mierda que dice Rasshmusen y lo único que sale de mi boca en ese instante es un gran escupo que lanzo al suelo. Solo porque me contengo de gran manera es que no saco una de mis hachas para rajar a alguien o le digo al tipo lo que merece oír. Solo puedo pensar en matarle como a un perro antes de caer, aunque lo más probable es que matemos a todos estos imbéciles sin más que un par de muertos. Quizás Resha y Fanel pero nadie más.

Pero Grii ya se está retirando y yo soy el de menor rango en esta banda. Fui el último en unirme junto con Seiger pero él ya era conocido de la mayoría por ser de ese grupo disuelto, lo que me deja como el último pelo de la cola de este grupo. No creo tener el derecho a tomar las decisiones del grupo, lo que incluye comenzar una batalla mortal en contra de la opinión de algunos.

Espero a que el resto comience a retirarse antes de hacerlo yo. No me interpondré en que le entreguen la mierda de oro al basura ese pero aún tengo la esperanza de que haya lucha y deseo estar cerca de Rasshmusen si ocurre.

el enano casi dibujaba una sonrisa de emoción contemplando una posible batalla, casi imaginaba trazando surcos rojos en las entrañas de los malditos bandidos, pero al parecer esto se había terminado de manera pacifica, por las palabras de la elfa imaginaba que dispararía una flecha en el rostro del bandido pensó desconcertado el mata trolls.

la señal de grii era clara era una retirada, deja que su compañero pase frente a el y espera que los demás lo hagan igual para poder cerrar la formación tras de ellos, de alguna manera esperaba una pelea pero habían cumplido su objetivo y un derramamiento de sangre a estas alturas y con este grupo pondría en peligro la misión mas de lo que ta había sido comprometida.

en cuanto el ultimo de sus camaradas pasa la por el umbral el enano le sigue de cerca cerrando el paso.

Todo nuestro planteamiento pre-reunión no había valido para nada, los esfuerzos de unos habían sido desbaratados por otros y lo que era peor habíamos hablado mas de la cuenta. La información que era lo último que dar había sido usada como moneda de cambio en los primeros momentos y el dinero que habría que haber gastado a manos llenas para obtener información lo habíamos perdido por hacer una apuesta demasiado alta....​niego con la cabeza....no, no estábamos preparados para esto..... Con las últimas palabras de amenaza tendríamos que dejar el asunto con el ladrón pues por bien que se diera el lance podíamos morir a manos de la escoria de esta ciudad y siquiera tres aguerridos enanos eran garantías ante tal cantidad de enemigos como le suponíamos al lugar.

- Si, es hora de marcharse. Fanel si haces el favor dale sus monedas al Sr. Rashmussen. Siempre habrá otro día...en que no todo sea desfavorable. Vamos Aria.

Las últimas palabras las digo en parte para mis compañeros y en parte para mi. Sigo a Grii y a Sargón hacia el exterior, esperando que Aria no termine por cumplir su amenaza.

Solo la amenaza de las palabras de Rasshmusen ya eran merecedoras de una de sus flechas y solo un cobarde se retiraba ante una amenaza de muerte cuando tenía la posibilidad de saldar la cuenta en ese mismo momento. A esa cuestión había que añadir sus últimas palabras, la entrega del dinero.

A Fanel se le veía dubitativo, sin embargo, Gurnik era claro que ansiaba entrar en combate, llevaba semanas quejándose precisamente por la falta de acción, es más, parecía, al igual que Sargón, estar conteniéndose por no empezar ya a reventar cabezas. Grii, Resha y ella misma habían pertenecido al escuadrón de la llama súbita y la verdad es que no se le ocurría mejor forma de deshonrar a Dorn que salir de allí de aquella manera, con el rabo entre las piernas tras el ladrido de una jauría de perros callejeros.

Estaba decidiendo sobre qué ojo clavarle al ladrón una de sus flechas cuando le sorprendio la espantada de Grii pues nunca hubiera esperado tal conducta de un miembro del escuadrón, ni de un enano y mucho menos de uno al que había escuchado decir con orgullo que un ancestro suyo murió tras abatir a más de una treintena de orcos.

Sus cuentas eran sencillas, muerto Rasshmusen a pocos de los ladrones presentes le quedarían ganas de seguir su suerte, sobre todo si conseguían que esta fuera rápida. Aparte, controlaban uno de los puntos de acceso a la vidriería y si tomaban el resto de la sala podían hacerse fuertes allí. Además, Aelanor, Angran, Seiger y el caballero no debían de andar muy lejos. Si no eran capaces de eliminar a una ratas para qué molestare siquiera en ir a por unos orcos que estaban asolando pueblos enteros.

Estos pensamientos fluyeron, junto con la repetición, una y otra vez, de la imagen de su flecha volando en dirección al lider ladrón en los escasos segundos que pasaron desde que se hiciera el silencio hasta que este fuera roto por las palabras de Resha.

- ¿Habría acaso detectado una amenaza que ella no pudiera percibir? - pensó al instante. - ¿Cuál? - barrió la sala con la mirada en busca de algo que se le hubiera escapado*. - ¿O se ha dejado influir por el miedo de Grii? Aquél era un sentimiento muy peligroso, pues era sumamente contagioso.-

Miró con fijeza a los ojos de la humana, a la que quería como una hermana, buscando en la profundidad de su mirada un significado a aquella decisión, una razón de peso que le impideran ejecutar los movimientos que ya había imaginado una miríada de veces.

Se sumergió apenas un instante en aquellos ojos gris azulados en busca de una confirmación de que la decisión sobre abandonar la vidriería era resolutiva y no basada en el temor que como la peste propaga el primero que huye.

Ya casi habíamos salido cuando vi los gestos de Aria, aun estaba tensa y con ganas de pelea. Estaba claro que Rasshmusen nos había insultado y burlado de nosotros, estas eran razones perfectamente coherentes para meternos en una pelea....menos habíamos necesitado otras veces. Pero no el día de hoy, la perdida de las monedas y nuestro desliz al decir el nombre del duque sería algo por lo que deberíamos responder y Rasshmusen llegado su momento también.Mirando a los ojos a la elfa que siempre había considerado mi hermana, siento la impotencia de las dos ante lo que voy a pronunciar. Hablo lo suficientemente bajo para que solo ella o un elfo con suficiente oído sea capaz de escucharme.

- Hoy no es el día propicio para esto, nuestra venganza sobre este hombre se tendrá que retrasar algún tiempo. No ganaremos nada proporcionando el campo de batalla a nuestro enemigo....las monedas y los insultos no merecen la posibilidad de perder un compañero. Pero una cosa te prometo, volver a por su cabeza y quitarle a golpes esa maldita sonrisa.

Solo un momento en su vida había sido mas doloroso para los miembros del escuadrón de la llama súbita allí presentes, y ese día había sido el día en que habían sido exiliados por un crimen que desde su perspectiva, jamás habían cometido, y eso sin considerar el que realmente hubiera acontecido un crimen.

La sensación que ahora se propiciaba en todos no era tan intensa como en aquellos días, pero era igual de dolorosa y dejaba un muy mal sabor de boca, el cual bien sabían, no se les quitaría en mucho tiempo. Peor aun, no cabía duda que se habían ganado un enemigo, y este enemigo era uno de los mas peligrosos que podrían encontrarse. No obstante, aunque deshacerse de él era algo que no debería tener demora, la mayoría coincidía en que el momento no era aquel.

Y así, todo quedaba en las manos de Fanel. El cual literalmente sostenía el destino de los acontecimientos que se producirían en esa noche, pues era el quien sostenía ahora la bolsa de cuero con las monedas de oro. Sopesándola un poco y con una fría mirada en el rostro que daba un muy mal augurio, el elfo parecía sopesar la situación, esto para temor de los mercenarios y para incomodidad de Rasshmusen.

El elfo, mirando fijamente al jefe de los ladrones, lanzó el saco de monedas con moderada fuerza hacia los brazos de Rasshmusen quien la cogío con suma facilidad y con una amplia sonrisa de victoria y regocijo en el rostro. Con Fanel también retirándose del lugar, Rasshmusen hizo una inclinación de rostro con suma nobleza y agradecimiento, la cual claramente era una burla mas hacía los mercenarios y sobre todo hacía Gurnik quien por propia voluntad era el ultimo en salir.