Robin estaba demasiado entretenido con su nuevo, mágico y poderoso juguete como para haber participado en la conversación con Goblin Normal y el rey. A pesar de considerarse a sí mismo un charlatán, tampoco se veía capaz de inspirar a nadie en aquél momento a hacer lo correcto, algo que sus compañeros sí lograron sin mucho esfuerzo.
Teniendo a aquél enorme troll de su lado, solo hacía falta deshacerse del rey, algo relativamente sencillo para el mago con el pergamino que tenía en su poder. - ¡Bola de - gritó con emoción, antes de verse interrumpido en la canalización del hechizo por la repentina finalización del ritual y su consecuente creación a un lugar mucho más desértico y preocupante.
Con el preciado pergamino que le entregó Sasha aún en sus manos, miró con detenimiento del portal. - Es curioso, ese sitio me suena de algo, creo que he leído algo sobre él. - Frunció el ceño y cerró los ojos, intentando recordar.
Motivo: Erudición
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+1)=19 [18]
Robin Stosk, que tenía un conocimiento profundo de los reinos mágicos, fue el primero en comprender lo que estaban viendo. Al otro lado del portal, la superficie de la luna se extendía en un paisaje vasto y desolado. Lo primero que capturó la atención de los aventureros fue la ausencia total de vida y sonido. Era un mundo silencioso, donde no soplaba viento ni se oía el más leve murmullo. El terreno estaba cubierto por un polvo fino y blanco, que parecía reflejar la luz de manera casi sobrenatural, dando al paisaje un resplandor espectral.
El horizonte estaba compuesto de suaves colinas y cráteres, algunos tan grandes que parecían montañas invertidas. A lo lejos, las sombras de formaciones rocosas proyectaban figuras largas y misteriosas sobre el suelo, acentuando la extraña serenidad del entorno. No había vegetación ni cuerpos de agua, solo un terreno inhóspito que se extendía interminablemente bajo un cielo negro, salpicado por las luces de estrellas lejanas.
La superficie de la luna no era como ningún otro lugar que hubiera visto antes. El polvo lunar, al ser perturbado, flotaba brevemente antes de caer de nuevo con una lentitud antinatural, como si la gravedad aquí fuera más débil, menos insistente.
El cielo estaba dominado por una gran esfera pálida: la Tierra, vista desde la luna. Se alzaba inmensa y majestuosa, rodeada por un halo azul que contrastaba con el negro absoluto del espacio que la rodeaba. Esta vista era un recordatorio de lo lejos que estaban de casa, en un lugar donde las reglas de su mundo ya no se aplicaban.
La luz solar, mucho más directa y sin filtro atmosférico, hacía que las sombras fueran extremadamente nítidas y contrastadas. Un lado de las formaciones rocosas brillaba intensamente bajo el sol, mientras que el otro caía en una oscuridad casi total. Esta luz, aunque fría y lejana, bañaba todo en un resplandor etéreo, casi mágico.
Aunque la luna era claramente un desierto inhóspito, había algo fascinante en su desolación. Era un lugar donde la magia y la ciencia parecían encontrarse, un terreno virgen, inexplorado por mortales. La ausencia de atmósfera significaba que el silencio era absoluto, y los sonidos que hacían los aventureros, como sus propios pasos, parecían extrañamente amortiguados y distantes.
Para los goblins que habían sido arrastrados a este lugar, este sería un destino brutal. Sin recursos ni forma de regresar, estaban condenados a vagar por este desierto blanco, sus gritos de desesperación sofocados por la falta de aire. Este era un lugar donde el tiempo parecía detenerse, y donde los límites entre lo real y lo fantástico se difuminaban. La luna, con su belleza estéril y misteriosa, había sido testigo de la última batalla de los goblins y ahora se cerraba nuevamente, dejando a los aventureros con una historia increíble, y el Collar de la Luna como prueba de su odisea.
Usando tosas sus fuerzas de enano, Dwarf se mantenía firme ante la gran fuerza de succión del portal. "Al menos todos esos años de trabajo en la forja y la mina sirvieron para algo", penso. Segundos después, tras mirar a través del portal y observar ese místico paisaje nunca antes visto, grito:
- Oye largirucho, que cojone e eso.
Motivo: Erudicion
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+1)=5 [4]
Todo pasó muy rápido en un momento estábamos listos para luchar y al siguiente estábamos a punto de caer al infierno, un mundo sin bosques -Sabía yo que solo debíamos dejarlos hacer sus cosas, que seguro se mataban solos, ahora por entrometidos terminaremos igual que ellos- me sostenía con todo lo que daba para evitar caer.
Motivo: Erudición
Tirada: 1d20
Resultado: 1(+1)=2 [1]
¡Imposible! ¡Increíble! ¡Absolutamente ridículo! - Exclamó Robin mientras contemplaba aquél desierto que se observaba a través del portal. No quería creerlo, pero sin duda alguna, aquél lugar era el que tantas veces había visto en los libros, pero más aún fuera de ellos. Robin, con una sonrisa de oreja a oreja, miró fijamente a su pequeño compañero. - Eso es, ni más ni menos que la Luna. Hemos encontrado el camino a la Luna, donde la ausencia de atmósfera permite que la magia fluya sin parangón. - Sus ojos brillaban de emoción. - Y todo gracias a la loca idea de estos suicidas verdosos de utilizar el collar de la Luna, valga la redundancia, para abrir un portal a nuestro satélite natural.
Pero claro, no todo puede ser bonito, la diferencia de presión entre aquí y ese portal podría hacernos explotar como palomitas de maíz. Y el oxígeno, ¡ese pequeño detalle que nos permite respirar! Puesto que no podemos pedirle prestado un poco de oxígeno a algún vecino marciano, acabaremos como los goblins que han pasado ya por el portal. - Algunos de ellos flotaban sin rumbo fijo, completamente tiesos, otros pataleaban agarrándose el cuello, intentando gritar de desesperación sin mucho éxito.
Podría seguir enumerando catástrofes que puede generar ese portal, como la temperatura, pero creo que es mejor que recuperemos el collar cuanto antes, porque sea lo que sea para lo que lo hayan abierto esas horrendas criaturillas, no va a ser para nada bueno. - Concluyó, volviendo a preparar una vez más su pergamino, ansioso por usarlo.
Después de la intensa batalla en la cueva goblin y el inesperado desenlace con el portal lunar, los aventureros tomaron un momento para recuperarse. Con el Rey Goblin y sus seguidores derrotados y el portal cerrado, la cueva, que antes resonaba con el bullicio de la actividad goblin, quedó en un silencio sepulcral.
Aunque la cueva ya no albergaba vida, aún contenía algunos tesoros que no habían sido arrastrados por el portal. Los aventureros se dispersaron por la sala del trono y las cámaras adyacentes, buscando cualquier cosa de valor que pudiera haber sido pasada por alto.
Encontraron algunas joyas rudimentarias, monedas goblin y un par de armas decoradas, pero lo más valioso que recuperaron fue el Collar de la Luna, el artefacto que habían venido a buscar. Este collar, brillante y adornado con piedras preciosas que parecían reflejar la luz de la luna, tenía el poder de mejorar las cosechas, y era la clave para salvar al pueblo de la sequía que lo amenazaba.
Thorgar, ahora libre del yugo de su rey y con un nuevo propósito, ayudó a los aventureros a cargar el botín. Aunque no era mucho, cada pieza tenía su valor y, más importante, cada pieza representaba una victoria sobre las fuerzas goblin.
Con el collar asegurado y los tesoros en su poder, los aventureros emprendieron el camino de regreso al pueblo. El viaje los llevó de nuevo a través del bosque, cuyas sombras parecían menos amenazantes ahora que habían superado el peligro de la cueva. El sol empezaba a alzarse, tiñendo el cielo de tonos cálidos que contrastaban con el frío brillo lunar que habían visto a través del portal.
Mientras caminaban, los sonidos del bosque, que antes habían parecido ominosos, ahora resultaban reconfortantes. El canto de los pájaros y el crujir de las hojas bajo sus pies los acompañaron, recordándoles que, a pesar de las extrañas y peligrosas tierras que habían recorrido, ahora estaban de vuelta en un lugar más familiar.
Cayden caminaba al frente, el Collar de la Luna guardado cuidadosamente entre sus pertenencias. Sasha y Rositra intercambiaban impresiones sobre lo que habían vivido, Allia, Dwarf y Robin siguieron el camino mientras Thorgar cerraba la marcha, su gran figura proporcionando una sensación de seguridad al grupo. A pesar de ser un troll, había demostrado su lealtad y valor, y ahora formaba parte del equipo.