Partida Rol por web

Mientras caminas por el mercado interesado en añadir algunos objetos de interés a tus pertenencias (armaduras, armas, objetos de arte, especias, etc...), un chico de apariencia andrajosa tropieza contigo, y sin mediar palabra o pedir disculpa, sale adelante escabulléndose entre el gentío. En seguida, te echas las manos al cinto para descubrir que la bolsa de las monedas ya no está. Sales en persecución al chico que se escabulle en un estrecho callejón.

Sin darse cuenta, distraído en ti al ver que le persigues, tropieza de nuevo con un hombre con la cara cubierta y vestido con ropas pardas. El sujeto arroja al niño al suelo.

- "Maldito crío! ¡Ven aquí, voy a rajarte como a una rata, maldita escorita!"

Alphonse se acerca con pasos dudosos, ha llegado a la ciudad no hace mucho y la idea de hacer un enemigo no es para nada atractiva. "Será mejor que proceda con cautela" piensa mientras se detiene a una distancia prudencial del hombre y aclara la garganta para intentar llamar su atención. Cuando la tiene procede a hablar con voz firme pero educada - Espero que no le moleste pero me gustaria tratar con el chico puesto que ha robado algo que es de mi pertenencia - Espera una respuesta igual de cordial por parte del hombre pero se mantiene atento a sus movimientos, en especial si en algún momento llegasen a denotar hostilidad.
 

El niño está en el suelo recibiendo los golpes del hombre... no te hace caso y sigue pegando al niño, crees que si no lo separas el niño morirá.

Al ver que no conseguirá la atención del hombre Alphonse no tiene más remedio que cargar contra el hombre. Su bolsa de monedas es importante pero el chico quizás tenga razones para haberla robado así que no dejará que lo mate así como así.
- ¡PARA, VAS A ASESINARLO, ES SOLO UN NIÑO! - Brama mientras empuja al hombre de encima del niño confiando en que por lo menos éste no corra... Aunque en una situación así cualquiera lo haria.
 

Debido a tu fuerza el empujón es suficiente para desestabilizar al hombre y echarlo al suelo, éste en cuanto se incorpora sale corriendo del callejón por el otro lado...

El chico está en el suelo magullado pero ¡Vivo! y poco a poco se va incorporando...

Al ver que el hombre huye Alphose fija su atención en el chico y le ayuda a levantarse, pero lo sujeta por una muñeca por si éste intenta escapar de nuevo - ¿Te encuentras bien, niño? - pregunta con preocupación sincera - No deberías estar robando, entiendo que quizás tengas necesidades pero siempre hay formas más dignas - le regaña con tono gentil mientras le quita su bolsa de monedas de las manos - ¿Cual es tu nombre?

El chico al entrar bajo tu protección te da el dinero y además lo que le había robado al hombre una carta, la carta no tiene nada especial, es un pergamino enrollado escrito a mano con tinta. No tiene ni sello ni seña alguna. Lo único que indica es lo siguiente:

Reúnete conmigo en el lugar indicado. No tardes, el plan ha de hacerse lo más rápido posible. El asesinato del Arzobispo no debe fallar.

El niño se llama  Ernest.

Alphonse enarca una ceja visiblemente perturbado por lo que dice la nota que acaba de leer. Mira al chico durante un segundo - Sígueme - le dice mientras con paso apresurado empieza a caminar con un paso más que apresurado al último lugar donde vió al caballero al que sirve como escudero. Instintivamente coloca su mano más hábil en el pomo de la daga mientras camina.

El chico te sigue, ¡oh señor! no puedo llegar muy tarde al albergue del padre Anthony, se estará preocupando por mí. Su cara no solo representa amargura sino que también está ensangrentada algo más que unos puños debía de tener aquel hombre de vestimenta parda que no llegaste a ver. 

En efecto el nombre te suena ya que es muy conocido en la ciudad, según has escuchado el Padre posee un pequeño albergue que logra mantener gracias a los donativos de los vecinos más cercanos que ven en sus esfuerzos una obra divina. Con lo poco recaudado, el Padre Anthony es capaz de mantener este pequeño albergue para mantener a chicos huérfanos que no tienen a nadie con quien vivir, a enfermos no contagiosos, a pobres, y a mujeres de malvivir que se arrepienten de su condición. El monje también se dedica a bendecir algunas reses, a dar misa los domingos para aquellos que no pueden ir o no están permitidos entrar en la Catedral, y a dar consejos sobre las conductas cristianas que han de seguir sus feligreses.

Es un hombre que nunca ha realizado mal alguno y tiene una buena fama en el barrio. Es una de las pocas personas que alegran la vida a aquellos campesinos y gentes pobres que han perdido la ilusión por seguir viviendo. Sus feligreses quieren al Padre con devoción. Puede decirse que se ha convertido en una figura religiosa casi tan importante como el Arzobispo para los vecinos de la ciudad. Casi todo el mundo que tiene un problema visita al monje para recibir consejo. 

Alphonse apresura el paso un poco más, mirando al chico por el rabillo del ojo - No te preocupes, yo me encargaré de dialogar con el buen padre a tu favor, pero quiero que entiendas que pese a lo que ha sucedido igual he de decirle que has intentado robar puesto que es algo que debe ser castigado - No le extrañaria que llegados a este punto el niño corriera pero preferirira que no lo hiciese - Aunque tal vez exista el riesgo de que el padre eche al niño por su mala conducta y entonces su destino quedará en mi conciencia... Tendré que tener mucho cuidado cuando hable con el Padre Anthony - Medita mientras sigue buscando a Sir Gaspard para informarle de lo que ha sucedido y también de la carta.

El niño asiente a tus palabras poco más te podía decir, le habías salvado la vida y estaba en deuda o eso creías, quizás temías su reacción pero fue calmada y prudente, quizás ese chico nunca había tenido un defensor a parte del Padre.

Fuiste avanzando en dirección hacia tu señor recibes la mirada de los ciudadanos que te miran con sorpresa al ver que te diriges con un niño ensangrentado por las calles. Si no fuese por la tranquilidad de Ernest te hubieses metido en problemas pero su actitud hizo que la gente con las que os cruzabais no interviniesen.

Vas a la posada donde allí estaría tu señor, era una posada rudimentaria y lúgubre como otras tantas, ya que tu señor te había educado en el buen hacer de no atrincherar tu cuerpo en placeres superfluos más bien acostumbrarte a la dureza, para que así cuando llegara el momento del combate estuvieras curtido para poder mandar a tu enemigo al infierno sin más contemplaciones.

Llegaste al lugar y subiste las escaleras después de las miradas estupefactas del posadero y las personas a su cargo, llamaste a la puerta de tu señor y escuchaste un adelante. 

La actitud de Alphonse para con el niño era la de un protector. Aunque avanzaba a rápidas zancadas vigilaba en todo momento al niño puesto que su protección había quedado de manera indirecta sobre él. - Ya tendré tiempo para llevarlo a un hospital y que le curen dignamente... - Pensaba mientras seguía avanzando a paso apresurado por las calles de Canterbury.

Al llegar a la posada no se inmuto ni con el posadero ni con sus trabajadores puesto que no era realmente su asunto. Subió las escaleras con rapidez y miró al niño durante un segundo - Guarda silencio en todo momento - Le indicó y, al escuchar el permiso del caballero, el joven escudero entra a la habitación. Se aclara la garganta antes de hablar pero su voz sale en un tono que denota preocupación - Sir Gaspard... He encontrado una carta con noticias alarmantes. Al parecer alguien intentará asesinar al Arzobispo de Canterbury - Dicho esto se acerca Gaspard y le extiende el pequeño pergamino.

Tu señor coge la carta y la mira, para después ponerse el puño en la boca cierra los ojos como si le hubieras traído la noticia de la muerte de su mejor amigo, después te mira con mirada inquisitorial. Decidme Alphonse dónde habéis encontrado esta carta y quién es este niño que tiene la cara ensangrentada. Alphonse Alphonse habéis obrado con devoción fiel hacia mi persona y te lo agradezco, hoy has ejercitado algunas virtudes de caballería como la Largesse.

Todavía falta algo de tiempo para la ceremonia debes de investigar hasta entonces, llegado el momento utilizaré mi título de noble para entrar más no sé cómo mi escudero podrá hacerlo, qué información más aportáis. Te dice ahora con más serenidad sabiendo controlar sus impulsos.

Alphonse se toma un momento para organizar sus ideas y hablar con el caballero - Me encontraba en el mercado, mi señor, investigando un poco sobre el precio de ciertos productos que estaba interesado en adquirir cuando el joven Ernest, así se llama el niño, intentó robar mi bolsa de monedas - No iba a mentir por el niño, mucho menos a su señor - por lo cual me vi en la necesidad de seguirle hasta llegar a un callejón alejado del mercado señor, donde el niño tropezó con un hombre que vestía ropajes pardos y una máscara y éste empezó a golpearle producto del accidente... Tuve que actuar en favor del niño quien probablemente hubiese muerto debido a los salvajes golpes del hombre. Al levantarlo del suelo y recuperar mi bolsa de monedas el niño me ha entregado la carta y al leer su contenido he venido inmediatamente a informarle de mi fortuito hallazgo - Una vez termina de explicarle el suceso a su señor, Alphonse vuelve a quedar en silencio - Señor, si no le molesta me gustaria llevar al niño al orfanato donde vive para que sus heridas sean curadas acordemente. Luego de dejar al niño investigaré en las posadas cercanas para ver si nuestro desconocido sospechoso se ha hospedado en alguna de ellas - Se lleva una mano al mentón, pensativo - Como usted sabe, la Casa Plantagenet también ostenta una gran reputación, señor... Y dudo que el futuro arzobispo niegue su petición de incluirme en la ceremonia si éste quiere caer en gracia con los miembros más influyentes de mi familia, señor... Esto si usted quiere que yo asista, por supuesto, mi señor - Finaliza y se coloca a un lado del niño, esperando la respuesta de Sir Gaspard.

Tu señor se te queda mirando mientras va pensando en todo lo que le vas diciendo Alphonse si me estás diciendo que en tu sangre hay nobleza deberías de tener el blasón que así lo indica y enseñarlo en la entrada de la catedral, con lo cual quedarás identificado pero también se te permitirá la entrada al interior.

Después se acerca al niño y lo agarra fuertemente del brazo ahora dime ladronzuelo no estás hablando con cualquiera soy Sir Gaspard de Grosbois, y puedo aplicar la justicia de dios si veo que me estás mintiendo en tu palabras, responde a mi pregunta ¿has visto en alguna otra ocasión a otro hombre con las mismas ropas hacer algún acto o acción que te llamara la atención?

El niño empieza a sudar y el gesto de su cara parece recordar las imagines escalofriantes de aquel que desobedece a dios y va al infierno. No le mentiré mi señor, sí mi señor ¡lo vi! Vi cómo la herbolaria fue asaltada por un hombre de ropa parda... Tu señor deja de hacer presión en el brazo del chico hasta que lo suelta bien hecho muchacho, después te mira a ti debes de ir donde está esa herbolaria e interrogarla, y a ser posible ponerla bajo protección lo más seguro es que esté en peligro buena opción sería visitar al padre Anthony, yo me quedaré mientras tanto con el chico le limpiaré sus heridas y veré que más tiene.

El muchacho se sorprende al escuchar el nombre del padre de manos de tu señor pero no lo dice, a continuación te explica dónde está la tienda de la herbolaria...

Alphonse asiente a las palabras del caballero - Así lo haré, mi señor - refiriéndose obviamente a lo de utilizar el blasón de su familia.

Se muerde el labio inferior levemente al ver el severo trato que Sir Gaspard utiliza con el muchacho pero también comprende que la intimidación en ésta clase de situaciones es completamente necesaria. Cuando el niño habla y el caballero le suelta, Alphonse deja salir un apenas perceptible suspiro de alivio. Tras escuchar las órdenes de su señor Alphonse vuelve a asentir y tan pronto como el caballero termina de hablar hace una pequeña reverencia y se retira de la habitación para luego salir de la posada, con rumbo a la tienda de la antes mencionada herbolaria.

                                                                    Fin del preludio