Partida Rol por web

El guardia joven te sacaba cierta ventaja, pero aún así eras capaz a seguirle el ritmo, evitando que aumentase la ya de por sí amplia distancia que había conseguido obtener antes de que partieses tras él.

De pronto, el rastro desapareció. No lo veías por ningún lado, había volado sin dejar rastro. Mirabas a todos lados, y por allí no se veía ni un alma.

Al cabo de un minuto de desesperante escudriñar, a tu espalda sonó una voz que dijo una única palabra:

-¡Prisionero!

En torno a tu cuerpo surgió una jaula de fuego, imposibilitándote moverte de allí. El joven, el que parecía un insignificante guardia, apareció ante ti, ante la jaula, con expresión iracunda.

-¡Malditos, malditos seáis! ¡Todo el plan a la mierda por culpa de unos héroes de barrio! ¿Se puede saber qué se os ha perdido por estos bosques! ¡Con lo que me había costado infiltrarme en la banda! ¡Maldita sea! ¡Y teníais que aparecer vosotros tres, o cuatro, no sé cuántos sois, para aguarme la fiesta, chafarme dos semanas de trabajo, y joderme los planes ahora que por fin iban a conducirme por primera vez ante la localización exacta de la guarida! ¡Y mira que traté de insinuar que no pasaba nada y que siguierais de largo! ¿Pero me hicisteis caso? ¡Nooooooooooo! ¿Para qué? ¿Para qué no dejar las cosas como estaban y dejar al pobre Femshen terminar su trabajo? ¿No sería mejor meteros donde nadie os llama? ¡La que se va a liar ahora! ¿Cómo le explico yo a mi maestro que he fracasado, que su plan se ha ido al garete! ¡Ah, no! ¡No seré yo quien se enfrente a Arryen! ¡De eso nada! Te voy a llevar ante él como si es a rastras y le vas a explicar que has metido tu minúscula naricilla de mediano donde no han de mediar ni los humanos! ¡Brrrrrrrrrrrrrrr!

El hombre colocó los brazos en jarras ante ti, mirándote con ganas de aporrearte la cabeza y de ofrecérsela a su maestro como cena.

El joven que decía llamarse Femshen se retiró la capucha, y entonces pudiste comprobar que la delicadeza de sus rasgos se debía principalmente a que no era humano, sino semielfo. Muy robusto para ser elfo, y demasiado delicado para ser humano. Una extraña combinación, y más en un ser que acababa de demostrar que poseía claras condiciones mágicas. Dentro de su raza, daba bastante más impresión de ser un guerrero que un aprendiz de druida.

Todo aquel torbellino de información, llegó a la mente de Wimper de golpe, y necesitó de unos segundos para analizar todo lo que aquel semielfo le había dicho. Un plan...infiltrase en una banda...la guarida...? Y todo eso, rodeado de unos barrotes de fuego que no ayudaban lo más mínimo en una reflexión tranquilizadora. Ciertamente, complicado...

De momento tenía claro que aquel muchacho se llamaba Femshen y que servía a un maestro que se llamaba...Arryen!! El elfo druida que debían encontrar: Arryen Garland!!

-Femshen!... Ese es tu nombre, verdad? Escúchame unos segundo, de acuerdo. Perdona por si hemos estropeado todo tu trabajo de infiltración en esa banda, pero no sabíamos quienes eráis y cuales eran vuestras intenciones...y menos de tu cometido. Estábamos en el bosque buscando a Arryen Garland...tu maestro! Necesitamos de sus conocimientos urgentemente! Si nos prestas ayuda y nos llevas, a mi y a mis compañeros, junto a tu maestro, te prometo que encontraremos la guarida de esos bandidos.

Wimper esperaba que Femshen entrara en razón y que viera que sus intenciones eran del todo buenas. Solo buscaban a un elfo druida difícil de encontrar!

-Si somos rápidos, puede que uno de los dos asaltadores de tu grupo aún quede con vida y consigamos algo de información...una localización. Pero no podemos perder tiempo, antes que sea demasiado tarde...para ellos o para mis amigos. Te doy mi palabra, Femshen: ayúdanos y te ayudaremos!

-A ver, lo de ser profundamente estúpido era un papel que representaba ante los de la banda- te explicó, mirándote con inquina- Para convencerme de que te lleve ante Arryen Garland, mi maestro, tendrás que hacer algo más que pedírmelo. Arryen jamás recibe a nadie si no es por un buen motivo, y eso es lo que tendrás que darme.

Femshen se sentó en una piedra, más calmado, aún resentido pero hablando con menos ira. Apoyó la barbilla en la mano derecha y se quedó esperando una respuesta convincente.

Wimper estaba en una situación comprometida. Tanto o más que la de sus compañeros. Pero no era momento de reflexionar sobre dar a conocer o no el motivo de su viaje a Femshen. Puede que, al llegar a una conclusión, fuera demasiado tarde para Arrya, Rolan y Kaelendril.

-Esta bien! Intentaré resumirte, en pocos segundos, el motivo de nuestra búsqueda de Arryen Garland... Nuestro destino tubo la buena o mala fortuna de entrelazarse con el de Arrya, la mujer que nos acompaña. La conocímos en una situación comprometida: unos hombres de túnicas negras, estaban atacando su humilde hogar. Parecía que buscaban algo... Nuestro grupo, decidió prestarle ayuda y fuimos hasta la casa para salvar a la família de Arrya. Allí nos enfrentamos a un grupo de encapuchados y a una enorme araña venenosa. Por suerte, acabamos con los asaltantes, pero un miembro de nuestro grupo recibió una picada de la araña: Violet.

Tras hablar con Arrya por el motivo del sorpresivo ataque de los hombres de negro, los cuales tenían tatuado el símbolo de los seguidores de Lolth, la diosa araña, esta nos explico que solo podía ser por el único objeto de valor que tenían en su casa: un medallón que, tiempo atrás, le había entregado un desconocido al cual prestaron ayuda. Creemos que ese hombre es Arryen Garland, y deseamos pedirle igual favor en situación de ayuda: necesitamos una cura para Violet, o...morirá.

Fue cosa del destino que nos cruzáramos con vosotros en nuestro camino en busca del druida... Te suplico que me creas y que nos ayudes a encontrar a Arryen. Estaremos en deuda contigo! Pero mis amigos necesitan nuestra ayuda, o será demasiado tarde para ellos y para Violet.

-¡Libre!- un gesto de manos, y una única palabra, y la jaula en torno a tu cuerpo desapareció.

-No es que te crea a pies juntillas, mediano, pero sé reconocer la desesperación cuando la tengo presente. No tengo problema en llevaros ante mi maestro, pues en el caso de que en verdad seáis hostiles, sería capaz a pulverizaros de un mero impacto. Pero otra cosa distinta es que quiera recibiros. No es dado a conceder audiencia a extraños si no considera que se tiene un buen motivo, pero podemos probar.

Se pone en pie, y te mira, esperando tu reacción.

-¿Tus amigos habrán podido vender a ese par de gaznápiros? Son un par de mediocres, así que si tus compañeros son la mitad de buenos de lo que aparentan, ya deberían haber acabado con ellos. No eran más que dos estúpidos encomendados a patrullas de vigilancia por el bosque de Noyvern. Lo gordo, lo importante, está a años luz de ellos. ¿Puedo ver ese medallón? Sé que hay varios más dentro de su secta. Los he oído hablar de ello. También sé que se hallaban buscando uno más, el que les quedaba para completar el total. Quizás sea el de esa Arrya de la que me hablas, aunque te puedo asegurar que no fue mi maestro quien se lo entregó. Jamás solicitaría la ayuda de un humano, ni de ningún otro ser. Es demasiado orgulloso y se tiene en demasiada estima, algo comprensible por otra parte, como para pedir auxilio a nadie.

Parecía que Femshen se calmaba y entraba en razón.

-El medallón está en poder de mis compañeros. Deberíamos volver para prestarles ayuda, en caso de ser necesario, y allí poder hablar con más calma. Arrya fue la que nos explicó el tema del medallón...ella esclarecerá tus dudas. De prisa!

Tras pedirle algo de paciencia al muchacho, Wimper comenzó el camino de regreso hacia el claro donde se encontraban sus compañeros. Aunque Femshen aseguraba que sus antiguos "compañeros" no eran muy diestros en el combate, el mediano sabía que la mala suerte podría decantar la balanza hacia el bando equivocado. Una lucha no se acababa hasta que uno de los bandos caía al suelo derrotado...

Disteis la vuelta tranquilamente hacia donde se encontraban los guardias, Arrya y el resto. Allí se encontraba la mujer, en el mismo sitio en donde la habíais dejado. El segundo guardia, el que había ayudado a Femshen a ponerse en pie, yacía en el suelo, inerte, mientras que el jefe de la patrulla combatía en medio de Rolan Y Kaelendril.

El enemigo se había llevado ya al menos un par de buenos golpes, pues mostraba importantes heridas sangrantes. Por su parte, tanto Kaelendril como Rolan parecía que no se estaban yendo de rositas.

-Está siendo muy reñido- comentó Arrya, allí agazapada- Ha conseguido alcanzarlos a ambos, aunque de momento es él el que se está llevando la peor parte. El otro está ya fuera de juego. ¿Y ése?- señaló a Femshen cuando lo vio agazapado junto a ti- ¿No es enemigo?

No era momento de quedarse mirando como el combate se desarrollaba. Wimper, avanzó unos pasos hacia el claro donde sus compañeros hacían frente al único enemigo que quedaba en pie.

-Quedaros aquí y no os dejéis ver.- dijo a Femshen y a Arrya.

Afianzó una nueva flecha en su arco y mientras avanzaba, lanzó unas seguras palabras al bandido que aún se aguantaba en pie:

-Será mejor que te rindas...si es que valoras tu vida lo suficiente! Eres el único que aún está con vida. Todos tus compañeros han caído. Deja tus armas y podrás ver de nuevo un amanecer!

Solo esperaba que su acción intimidatoria, surgiera efecto. Podría ser una buena fuente de información para conocer el lugar de la guarida de los bandidos.