Partida Rol por web

La sensación era muy extraña. El veneno corría por tus venas, y lo SENTÍAS avanzar por ellas. Era como si en vez de sangre, por tu cuerpo corriese ácido. Dolor. Mucho dolor. Y calor. Demasiado calor. La fiebre se había apoderado de tu cuerpo, y por muchas veces que Demian te cambiase el paño húmedo que había colocado sobre tu frente, la temperatura de tu cuerpo calentaba el trozo de tela a velocidad de vértigo.

Habían ido a buscar ayuda. Pero dicha ayuda se estaba retrasando. Posiblemente hubiesen hallado dificultades. Esperabas que no hubiesen topado con otros sectarios. O peor aún, con una araña como la que...

El crío comenzó a llorar en la habitación de al lado. Ya era la tercera vez que arrancaba en lloros en la última hora. Añoraba a su madre y a su padre, y por mucho que Demian trataba de apaciguarlo, se veía incapaz. No era muy diestro con los críos, y se le notaba demasiado la falta de dicha pericia. Si tan solo estuviese allí su madre... Pero se retrasaba, y mucho.

Te quedaste dormida, presa del agotamiento. Al despertar ya no estabas en la cama de Arrya y Cecil, sino en un lugar extraño. No había rastro de Demian por ninguna parte.

Parecía una caverna, una cueva misteriosa, mal iluminada. Hacia el fondo había un pequeño pasillo estrecho, sus paredes de roca se adentraban en la oscuridad. La cueva en la que te hallabas no poseía otra salida. Era una sala de forma geométrica bastante aproximada a un círculo, aunque su irregularidad era patente. Una vela sobre el suelo era la única iluminación. Te hallabas acostada sobre unas pieles. Había restros de huesos e incluso alguna calavera, todo ello desperdigado de cualquier manera por el suelo.

Por la gruta de roca natural percibías voces, quizás cánticos. El hueco era estrecho pero lo suficientemente alto como para que pudieras pasar por él sin tener que agacharte especialmente. Demian sí habría tenido que cruzarlo a gatas, pero para ti no suponía mayor problema.

Me despierto muy cansada y abro los ojos lentamente.
¿qué ha pasado?, esto techo no parece el de mi casa.
Cansada y con la cabeza todavía adormecida me llevo las manos a las sienes y las empiezo a masajear mientras sigo tumbada.
Recuerda, recuerda....
¡Mierda!, la araña y entonces me mordió y Demian...
De repente me callo y me siento en el suelo rápidamente, soy un rápido vistazo para ver si adivinó donde estoy.
¿Qué ha pasado?, ¿dónde están mis compañeros? y ¿el niño?
De repente noto como tengo demasiadas preguntas y pocas respuestas así que me vuelvo a tumbar.
Me haré la inconsciente hasta averiguar si estoy entre amigos o enemigos, escucharé para sacar algo en claro.

Allí, tumbada en el suelo, percibes ciertas voces. Parece que están cantando algo, quizás recitando, a juzgar por lo rítmico de su entonación.

Te quedas inmóvil, fingiendo inconsciencia. Cierras los ojos y agudizas tus sentidos. Sí, poco a poco comienzas a percibir las palabras. Te llegan ligeramente distorsionadas por el eco que rebota en las paredes de la cueva, pero aún así logras captar buena parte de lo que se hallan comentando al final de la gruta natural. Son cánticos misteriosos, mucho de lo que dicen resulta absolutamente incomprensible dado que hablan en una lengua que no te resulta para nada conocida.

De pronto los cánticos cesan. Por fin comienzan a hablar haciendo uso de un lenguaje comprensible.

-No se puede tolerar... despropósito. No solamente han caído dos de nuestros aliados, sino que ... han perdido uno de los medallones. ¿De qué... si su destreza en combate es harto nula? Es culpa tuya, Kaiki, por haber cedido tu medallón a tu inexperto hermano menor. Ahora has perdido a Jorgan, y yo he perdido mi medallón...

-Lo siento... Pero lo recuperaré. Antes de morir, mi hermano se deshizo de él... no cayera en malas manos... No conseguimos el medallón más poderoso, pero no perderé el que mi querido... bajo su túnica...

Parecen estar hablando del asalto a la casa de Arrya, aquel asalto que vosotros impedisteis con valentía. Las palabras te llegaban ligeramente entrecortadas, pero el mensaje llegaba con relativa claridad.

Casi sin darme cuenta noto como tengo el entrecejo ceñido cuando hacía esfuerzo por escuchar algo.
Para la próxima tendré que practicar más, no puedo moverme mientras intento escuchar. Bueno, ya da igual.
Me levanto silenciosamente mientras intento echar una ojeada rápida alrededor.
Me parece que ya he escuchado bastante, es hora de salir de aquí.
Con todo el sigilo del que soy capaz intento pasar por el pequeño hueco que hay.
¿Pero qué haré si consigo escapar?, yo nunca he salido muy lejos del pueblo así que estaré perdida. Si consigo salir de aquí ya pensaré en lo próximo, a centrarse toca.
Miro el tamaño del hueco y esbozo una pequeña sonrisa.
A Demian no le hubiera gustado mucho huir a gatas ja, ja.

El angosto y oscuro pasillo te conduce por su serpenteante trayecto. A medida que te aproximas te percatas de que comienzas a percibir mejor las voces.

Varios metros más allá te detienes. Tanto en el techo como en el suelo hay un hueco ante ti. Es estrecho, pero a la vez parecen muy profundos. Están oscuros como la boca del lobo. ¿Acaso serán atajos hacia otros pasillos de roca tan sinuosos como aquel en el que te encuentras? ¿O simplemente te conducirían directo a una caída libre?

Calculas la distancia a ojo. Serían fáciles de sortear, sin duda. Para alguien con tu agilidad no supone problema alguno. Será un metro, metro y poco, no más.

A medida que avanzo por el sinuoso pasillo empiezo a escuchar mejor las voces.
Espera un momento, ¿antes no estaban hablando de la casa a la que fuimos a ayudar?. Ellos son los asaltantes.
Con la mano derecha abierta me doy un golpecito en la cabeza.
Tú siempre así, primero haces y después piensas en lo que escuchabas.
Suelto un ligero suspiro de resignación y sigo avanzando por mi camino cuando encuentro unos huecos.
No creo que tenga muchos problemas para escapar,¿pero debo hacerlo?. Quizás debería intentar acercarme para escuchar un poco más, seguro que saben que les pasó al resto de mis compañeros.
Desesperada miro hacia todos los lados en busca de alguna señal divina que me diga que hacer.
Si Demian estuviera aquí, él sí que sabría que hacer. Violet, por una vez piensa algo antes de actuar.

Antes de que te dé tiempo a pensar siquiera en saltar, te das cuenta de que bajo tus pies se percibe un murmullo, algo que parece un lamento agónico y apenas audible. Bajas la vista y en el hueco del suelo percibes a un hombre atado de pies y manos, encajado en el hueco, cubierto de telarañas. Le faltan fragmentos de piel y músculo. Tiene heridas sangrantes por todo el cuerpo, y asemejan inmensas mordeduras salvajes.

El malherido hombre eleva la vista. Le han arrancado un ojo y el resto de su cara está desfigurada, hinchada, posiblemente a causa de algún tipo de veneno. Con el amoratado ojo que le queda te mira desesperado, como si suplicara su muerte.

En ese instante, antes de que la pobre víctima pueda decir nada, del hueco en el techo se proyecta hacia abajo una araña de mayor tamaño que un humano. Choca contra el cuerpo de la víctima y comienza a morderlo con sus poderosísimas mandíbulas. Los gritos del hombre son terribles. A saber la de tiempo que el repugnante animal lleva comiéndoselo vivo.

Miro otra vez el agujero que hay para pensar en saltarlo.
Quizás lo mejor será huir y después pensarme que hacer.
Cuando empezaba a coger impulso para intentar saltarlo lo miro por una última vez y está escucho un pequeño murmullo saliendo de allí, con mi curiosidad que me caracteriza no dudo en acercarme para ver más. Pero la escena que pasa a continuación me deja sorprendida y tengo que hacer esfuerzos para no gritar.
Eso era un hombre y una...¿araña?. No puede ser, se ha comido al hombre, se lo ha estado comiendo poco a poco y...
A pesar de no soltar ningún grito no puedo evitar llorar al ver la escena, las lágrimas me inundan la cara y apenas puedo ver.
Tengo que salir de aquí, pero y si me caigo. Si volviese para atrás...tal vez todavía no se han dado cuenta que he desaparecido. O tal vez seré la próxima comida de este inmundo animal.
Me paso el brazo por los ojos para intentar secar las lágrimas y tener un poco más de visión pero no da resultado, cojo impulso y salto decidida.
¡Por Demian!

La araña no salta a por ti. Acaba de darse un festín de carne con su ya torturada y mutilada víctima, un hombre otrora de generoso vientre, y no siente el menor interés por una joven tan delgada, con tan poco alimento que ofrecer.

Cuando saltas y llegas al otro lado sientes una ligera opresión en el tobillo derecho. <<La araña>>, piensas. Pero cuando te giras ves lo que parece ser una mano con girones de carne colgando por todas partes, con el hueso asomando por algunos rincones entre los desmadejados tendones.

El hombre sigue vivo. ¡Sigue vivo! Te mira con un ojo ciego, y el otro cubierto de sangre.

-Cuando...llegues...aquí... No me dejes... Ven a por mí... Ven a por mí... Te lo suplico... Ven a por mí...

Suelta tu tobillo y se sumerge en un estado de letargo, de semi-inconsciencia. Parece ser que ha abandonado toda esperanza de sobrevivir, y se está dejando mecer por la oscuridad, con los ojos cerrados, abandonándose a una gentil muerte que está tardando demasiado en venir a solicitar su presa...