Partida Rol por web

Tras sacar el asqueroso cadáver de la araña gigante de la habitación, y de recuperar al intacto bebé, tocó el turno de valorar lo sucedido.

Todos habían sufrido en mayor o menor medida las consecuencias de tan brutal enfrentamiento, pero sin duda había sido Violet la que se había llevado la peor parte. Al finalizar la contienda y volver a su lado, os percatasteis de que se hallaba inconsciente. Arrya corrió a deshacer su cama y os ayudó a tenderla en ella.

Cubas de agua con las que lavar las heridas, piedras calentadas a fuego para colocarle cerca de los pies y tratar de que entrara en calor, vendas, hierbas medicinales... Todo ello y mucho más apareció ante la inconsciente muchacha, carretado escaleras arriba y abajo por Arrya, Demian y Wimper. Pero Violet, aunque estable, estaba muy malherida.

Arrya sugirió dejarla allí en el lecho hasta la mañana siguiente, a lo que accedisteis corriendo, pues os parecía muy peligroso regresar en plena oscuridad maltrechos y con una criatura inconsciente a hombros. Arrya se acostó a los pies de la cama para velarla, y vosotros os dejasteis caer en los cojines mullidos del salón.

Un sueño reparador obró milagros en todo el grupo. La nariz de Arrya parecía un pimiento morrón, eso era cierto, pues a todas luces era obvio que se la habían roto, pero ya le dolía de una forma soportable. Las heridas de Demian tambié habían mejorado. Las leves heridas de Wimper dejaron de ser una molestia.

Pero Violet seguía bastante grave.

La noche anterior habíais bajado a ayudar a Arrya a enterrar a su fallecido marido. Fue un momento muy dramático, francamente triste. Arrya contenía como buenamente podía las lágrimas de dolor, pues por mucho que se alegrase de conservar con vida a su hijo, el perder a un ser querido la había afectado profundamente.

Terminado el improvisado y paupérrimo funeral, regresasteis a la casa para pasar la noche. Deshacerse del cuerpo de la araña y de los encapuchados bien podía esperar.

Arrya se dispuso a cambiar las vendas de las heridas de Violet, así como a lavarla, para ver si con el agua fría lograba bajarle algo la fiebre que se había apoderado de ella.

-Luego prepararé algo de desayuno- en respuesta a vuestra pregunta de qué demonios podíais hacer para ser útiles mientras ella curaba a Violet, os respondió- Podéis deshaceros de los cadáveres de esos malnacidos. ¡Arrojadlos por un precipicio! ¡Quemadlos! ¡Abandonadlos entre los árboles para que sirvan de pasto de las fieras! Me da igual su destino, tras lo que le han hecho a mi familia y a esta niña.

Así pues, salisteis de la casa. Cerca de la entrada se encontraban los cadáveres de los dos hombres encapuchados y los restos de la araña gigante. Teníais un ratito para deshaceros de ellos mientras Violet recibía las curas necesarias.

La situación por la que pasaba Violet era delicada y no se podía descuidarla. El espíritu materno de Arrya hacía que Demian y yo quedemos para otro tipo de tareas. Teníamos que deshacernos de los malhechores y de la horrenda y enorme araña.

Me encontraba afuera con Demian, viendo los susodichos cadáveres. Qué haremos con ellos? Comienzo a acercarme hacia ellos y los examino una última vez para ver si encuentro algo llamativo. -Ya hacemos que desaparezcan de este lugar, pero revisemos un poco esto, a ver si hay algo raro. Me ayudas?- le digo a mi compañero, haciéndole el gesto con la mano de que se aproxime.

No podía quitarme a Violet de la cabeza. Estaba muy preocupado por ella. Si yo hubiese cumplido con mi deber y hubiese sido más diestro en la lucha, ella no estaría herida... pero fui muy torpe. Estaba fuera, ante los cadáveres del monstruo y los bandidos, absorto en mis pensamientos, cuando la voz de Wimper me despertó de ellos.

¿Ayudarte?... Sí, sí, por supuesto.

Avancé junto a él hasta los cuerpos sin vida de los agresores y me agaché junto a uno de ellos, para revisar sus bolsillos.

Te percatas de que hay un hombre cerca de la tumba donde enterrasteis a Cecil, el marido de Arrya. Mira la cruz que aún no habéis clavado, en la que se encuentra el nombre de Cecil grabado a cuchillo, y se lleva las manos a la boca en un gesto de profundo horror.

Luego mira hacia donde os encontráis vosotros. Acaba de darse cuenta de vuestra presencia.

De pronto, una profunda voz que sorprende a Demian, que no a Wimper, irrumpe en la quietud de la escena. Un hombre robusto se aproxima hacia vosotros, proveniente de la zona en donde habíais enterrado a Cecil, y os grita:

- ¿Quienes sois y qué ha pasado aquí?

Lleva la mano en la empuñadura de la cimitarra, la cual sigue envainada, pero lista para ser extraída si la situación lo requiere.