A medida que avanzaba, Ramírez tuvo la ligera sensación de que allí abajo eran comida para peces. El agua era algo turbia y realmente no podían ver muy bien ni con las lámparas. Sin embargo, había que seguir y había que hacerlo a toda puta pastilla. Por ello seguía moviéndose hacia delante, sin detenerse.
Fue entonces cuando se percató de que Sonny miraba hacia un lado con la lámapara y eso la puso en alerta inmediata.
- ¿Has visto algo, Sonny? - le preguntó por radio, dispuesta a empezar a disparar a cualquier cosa no humana que hubiera allí abajo.
James iba varios metros por detrás del grupo de cabeza, no sabía bien cuántos, ya que las distancias eran confusas, pero podía ver la lámpara de Sonny, y aquello a lo que parecía apuntar.
Lo que yo veo desde aquí a la luz de la lámpara de Sonny es un túnel, mi cabo. Por favor, fíjense en qué dirección va la corriente. Si la tienen a favor de la marcha extremen las precauciones.
Meterse en el agua fue un alivio para Wayan, era como cambiar de escenario, dejar la pesadilla de sangre y muerte detrás. Durante esos segundos olvidó que lo que tenían delante era probablemente peor...
Con el aire y el soporte técnico de temperatura encendidos mientras avanzaba para introducirme en la laguna, la voz del Sargento Mayor resuena a traves del intercomunicador dando órdenes y metiendo prisa, tal y como uno podía esperar que ocurriese en un jodido nido de bichos. Con esa razón y frente a la orden inicial, sabiendo que la prisa lo es todo y que no podemos perder el tiempo de investigar, volver, coger la cuerda y volver a marchar, me aseguro de llevar uno de los dos cabos de los extremos de la larga cuerda de nylon bien sujeta en la mano que porta la lámpara potente. El otro se queda en el suelo y va arrastrándose detrás mía, dispuesto para que los infantes de la ligera y quien tema perderse pueda verlo y seguirlo.
Dentro del agua, la luz se desvía hacia maneras extrañas y hasta el sonido ajeno al comunicador resuena distinto, más allá del traje. Si no fuese porque el agua debe de estar helada, que nos encontramos en un planeta alejado de la mano de los antepasados y que hay un ejército de bichos detrás nuestra para conseguir su merienda, bien podría parecerse esto a las pozas que teníamos en mi planeta natal, donde disfrutábamos bañándonos en privilegiados enclaves, fabricados similares a los cenotes de civilizaciones indias anteriores a la mía, perdidas en el olvido de los tiempos, en una manera como solo el ser humano tiene de querer mantener el pasado sin perder el futuro. Por suerte, esos lagos no estaban tan fríos, pero por desgracia tampoco tenían túneles subterráneos que seguir para ver a dónde llevaban como una prueba más de hombría.
-Cabo Ramírez, rumbo norte, hay un tunel, veinticinco metros y al fondo, señora. Avanzando, ni rastro de compañía. -No puedo evitar tornar la mueca en una sonrisa al dar el reporte por el intercomunicador, mientras avanzo lo más rápido posible que puedo, sin dejar de apuntar al tunel con la lámpara eléctrica, y sabiendo que dejo un cabo detrás mío. -Señor, el flujo del tunel es hacia abajo, lo cual es bueno. Nadar será más sencillo así. Seguimos avanzando, señor. -Esas comunicaciones van para el Sargento Mayor, pero no tengo claro de si llegarán o no. Y mientras tanto, continúo avanzando, pensándome en si activar mis impulsores de fuerza del traje o reservar algo de energía para el futuro.
Agarro un lado de la cuerda, y dejo el resto corriendo para quien la necesite, sí. Si no hay tiempo, parece la única acción lógica en que la cuerda resulte una mejora, por no hablar de que dejarla tirada en el suelo es absurdo.
CANAL DE MANDO:
- "Creo que Sony ha encontrado un camino, Señor. Le sigo y cubro su flanco.
Por lo que recuerdo de la Academia, Señor, la mayoría de los bichos, los más comunes, no son nadadores y no serán capaces de seguirnos bajo el agua. Sin embargo, existe una sub-especie del bicho tigre que es acuático y especializado en el combate subacuático.
Cambio." -
Focker mantiene la línea de defensa durante unos segundos que se me hacen interminables. Si fuera otra situación no dudaría, pero no comprendo la espera.
-Vamos...tenemos un artefacto nuclear y a nuestro especialista de paseo sin saber qué hay al otro lado.
Los sonidos se acercan y vuelvo a pensar en si habrá algún tipo de bicho acuático, pero el sargento mayor da la orden y respondemos al instante. Al entrar en el agua recuerdo la protección que llevan los infantes. En el fuerte helado lo pasamos un poco mal, pero ahora van a estar empapados, será mejor que corramos cuando salgamos de estas aguas.
-Sargento Evans, permiso para alcanzar al grupo de reconocimiento para que tengan más potencia de fuego.
Espero la respuesta dispuesto a activar el traje al cien por cien para alcanzar a Ramirez, Sonny y Gawain cuanto antes.
Evans ajustó la temperatura del traje y puso en marcha la regulación interna de oxígeno. A la orden del sargento mayor entró en el agua siguiendo al grupo de exploración mientras el sonido generado por los bichos se atenuaba en el agua y no era lo único que se atenuaba. La luz de las lámparas se distorsionaba con las corrientes del agua generando siluetas extrañas que avivaban la tensión del momento para revelar solo formaciones de rocas.
-Ok Wimger, adelántese y tenga cuidado. Nosotros haremos de enlace con el grupo de retaguardia y prestaremos apoyo a quien lo necesite.-La lección de Gawain era un buen recordatorio de la adaptabilidad de los bichos a cualquier entorno. Incluso en ese planeta helado la temperatura del agua podía jugar a su favor.
-Los de la ligera olvidad cualquier orden, limitaos a contener la respiración y salir cuanto antes del agua. El resto manteneos alerta y cerca de vuestro compañero. Si las cosas se ponen feas la mejor defensa bajo el agua debido a la limitación del movimiento es espalda contra espalda.-Y que Dios reparta suerte-surgió en su pensamiento.
-Recibido- respondo escuetamente al sargento mientras comienzo a avanzar lo más rápidamente que puedo para alcanzar al grupo de reconocimiento.
Activo la fuerza extra del traje para poder avanzar más rápido, así que si llego a ellos la desactivo inmediatamente (que hay que ahorrar...)
Con todo el traje sellado, calefacción activada y el suministro de oxígeno en funcionamiento, sólo quedaba avanzar todo lo rápido posible por aquellas aguas, y esperar que los de la ligera salieran vivos y enteros de aquel lugar. No sabía a qué temperatura debía estar el agua, pero estimaba que no debía estar por encima de 10 grados.
"Eso es un buen catarro en el mejor de los casos, así que espero que nos demos prisa... Aunque prefiero empezar a tiritar y estornudar a que me atraviese de lado a lado un puto bicho... Otro motivo más para darse prisa..."
Por detrás, un cerco, los bichos llegan con toda su potencia de fuego. Todo alrededor el agua densa y oscura. Delante sólo las lámparas de mis compañeros buscando alguna salida. Espero que pronto la encuentren, esta semi oscuridad me empieza a agobiar, una especie de claustrofobia amenaza dejarme sin aire. Avanzo a prisa, siguiendo el ritmo de los demás.
A James casi le da un ataque cuando Wimger pasa a su lado veloz como un obús, gracias a la fuerza aumentada de su armadura.
El jadeo de su propia respiración vuelve a ensordecerle, ha estado a punto de soltar la morita. También observa el lugar donde está la cuerda que va arrastrando Canowikacte, o lo intenta, al menos. Para medio segundo, para calmarse, pero inmediatamente continúa al mismo ritmo, detrás del grupo de cabeza.
Narices, se suponía que yo iba con la retaguardia.
Bockman esperó hasta que el sargento Mayor diera la orden para colocar la respiración artificial y el control de temperatura del traje. Después siguió a su grupo de retaguardia que en nada se parecía al que inicialmente había sido asignado hacia el agua y tras la cuerda dejada por el grupo de Sonni. Los infantes ligeros podrían aguantar y eso esperaba. Sería duro para ellos pero su deber era al igual que ellos sacrificarse para que la reina muriera. Iban en una misión casi suicida, no debían olvidarse ninguno de ellos que la misión era todo lo importante, ni sus vidas ni la de sus compañeros. Sólo cuando la reina estuviera muerta podrían tener la esperanza de poder huír. Cuando gritaron la presencia de un bicho-tanque su corazón se saltó un latido, aquellos cabrones habían hecho mucho daño en el fuerte helado, no quería imaginarse lo que sería encontrarse frente a uno en aquellos tuneles tan estrechos. - Joder vamonos! Quería gritar al sargento pero se intentó controlar, por suerte aún no veía a aquel monstruo, solo el suelo mientras temblaba.