El nuevo parece querer rifar su suerte cuando se acerca demasiado a un peligro latente pero por suerte un veterano le marca como tiene que moverse, pero Erik también hace su movida y eso me preocupa, está planeando algo y sólo puedo esperar que no me cueste un mes de confinamiento o recibir plomo por la espalda. Le hago caso a regañadientes y me resta rezar porque la situación que Erik espera no se de.
Hay breve charla entre los celadores antes de que el tal Farid vuelva a su sitio. Se queda mirando el muro de reclusos que pican y pican alrededor de Erik y de ti. Pero no hace nada.
En cambio vuelve a pasearse tranquilamente por la zona. Cada vez le entiendes menos y te dan ganas de avisarle de la estupidez que está haciendo, pero no quieres ganarte una paliza por chivato. Tras unos minutos se sitúa detrás vuestro y Erik gira la cabeza y le mira de reojo. Está tan cerca que casi puedes sentir el vaho de su respiración en tu nuca.
El sajón vuelve a mirar hacia atrás. Parece concentrarse...Coge el pico con fuerza, respira profundamente y con un gesto de rabia e ira se gira velozmente para atacar al guardia de forma mortal.
¡No! ¡Lo sabías!
Pero el ataque brutal no alcanza al objetivo. El celador Farid esquiva la muerte con un movimiento tan rápido como un rayo, haciendo que el pico se clave en la nieve a varios centrímetros de él. Después se lanza torpemente sobre Erik, casi sin intención de agredirle, por lo que el reo aprovecha para soltar la herramienta y cogerle con sus fuertes brazos.
Le tira al suelo y le cachea a toda velocidad. Sólo encuentra las llaves que unen las esposas a la gran cadena. Suficiente para el sajón.
Gracias al muro de reclusos los demás guardias tardan en darse cuenta de lo que ocurre. Cuando son conscientes del suceso, Erik ya ha liberado sus esposas de la cadena. Pero tiene un problema, aún sigue unido a ti y no tiene la llave que le pueda liberar.
Lanza la otra llave al resto de reclusos, pero éstos deciden apartarse porque saben que si intentas escapar lo pagarás caro. Las voces del resto de guardias comienzan a escucharse, alertando de la situación.
Erik tira de la esposa del tobillo que os une y hace que te acerques a él.
- ¡Vamos corre!- Te ordena.- Corre o te juro que te mato...¡Vamos!
El sajón se quiere dirigir al bosque cercano, a tan sólo veinte metros de distancia.
Mierda, mierda, mierda... Llego a pensar cuando veo la "pelea" entre el guardia y Erik, todo me suena a verso que ya estaba armado y cualquiera podría estar atado al pie del grandote sin variar el plan de escape. Atino a seguirlo dado que de no hacerlo pasaría a ser su mujer en la misma celda y no está en mis planes hacerlo pero la idea de recibir un disparo por la espalda tampoco me atrae pero suena a imposible o menos desagradable que sentir el jadeo de Erik en mi nuca cuando compartamos un momento a "solas".
Corréis con todas vuestras fuerzas, aunque Erik va unos pasos por delante. Intenta realizar zig zag entre los árboles y despistar a los guardias, que gritan varios metros detrás de vosotros.
Tras una buena carrera, parece que lo habéis conseguido. La nieve os ha dificultado el movimiento y ha dejado muchas huellas, pero no se escucha más a los guardias. Erik sonríe, agachado tras un árbol y observando si os siguen. Saborea lo cerca que tiene la libertad mientras tu te encuentras atropellado por los acontecimientos.
- Lo hemos conseguido.- Susurra, hablando para sí mismo, como si tu no existieses. Se da la vuelta pausadamente para continuar andando pero una certera bala le acierta en el pecho.- ¡Ah!
Su cuerpo cae hacia atrás mientras comienza a brotar sangre y su vida comienza a expirar. Miras a tu alrededor y no ves de donde ha salido el disparo y un silencio te rodea y te atrapa. Sólo hay árboles, vegetación y nieve...
La transpiración se escurre por mi rostro y la ropa se me pega en todas partes haciendo que sea incómodo moverse pero eso es nada comparado con todos los pensamientos que fluyen por mi cabeza. Erik está cansado como yo pero quedarnos es pasar a ser un blanco inmóvil de nuestros perseguidores.
El grandote comienza a andar pero todo su impulso se detiene cuando una bala le impacta, me quedo helado buscando el origen del disparo por un instante pero termino haciendo la reacción más simple. Me apoyo y agacho contra un tronco esperando saber si voy a ser víctima del mismo tirador o la suerte estará conmigo.