Por si la mala noticia del teléfono no fuera poco, a esto le acompaña el dolor en tu hombro. Que sin llegar a ser terriblemente doloroso, no deja de ser molesto que te hayan disparado.
Con algún que otro respingo te encaras a una de las ventanas que dan al exterior del hotel, desde ahí percibes un todoterreno de la policía islandesa. El autómovil se ha detenido a una corta distancia de la puerta. Un polícia de aspecto joven, que no tiene pinta de ser el típico chuleras, habla con el conserje de una forma bastante amistosa. Lo que en cierto modo es un alivio.
El conserje señala hacia el interior del edificio, hacia tu posición apróximadamente. A los pocos segundos, el policía, junto al guardían del hotel, caminan hacia la puerta...
Maurice sabía que en aquel lugar no se podía fiar de nadie pero no le quedaba más remedio que hacerlo. De otra manera solo le quedaba echar a correr y esconderse de todos, pero no llegaría muy lejos. Así que decidió ir al cuarto de baño y echarse algo en la herida mientras que el policía y el conserje llegasen. Suponía que unos apósitos, un poco de alcohol y una venda bien puesta le solucionarian el problema de momento pues la herida parecía no necesitar puntos. Veamos que tiene para mi el cuarto de baño de este sitio. - Dijo mientras caminó al interior del lugar con paso ligero.
Subes las escaleras para ir al cuarto de baño de tu habitación. Cierras la puerta y te sientes, en cierto modo, algo desprotegido al no tener a Bernie cerca. El guardián del Hotel te había hecho sentirte algo incómodo, y además el hecho de que a él le parecía todo normal lo que iba ocurriendo no ayudaba a mejorar tu visión hacia él. En cualquier caso, decides no darle más vueltas al asunto sobre lo ocurrido, a fin de cuentas no parece un mala persona, aunque sí algo inquietante. Y de seguro que la policía trae de vuelta a tu compañera.
Los pestillos son la herramienta que te hacen sentir más seguro una vez te adentras en tu habitación. Ya más relajado te refrescas un poco, y te limpias la herida. Algo de alcohol, gasas y mercromina son suficientes para curarte.
Cuando te dispones a salir del baño, justo en el momento de cerrar el grifo de agua escuchas un susurro siseante que silba tu nombre. La voz que cita tu nombre parece provenir de una niña, no más de doce años de edad:
Maurice
...
Maurice
...
Al escuchar el espeluznante sonido, que proviene de casi todas direcciones, deseas más que nunca irte de allí. Y, aunque sientes pánico, es como si esa voz quisiera mostrarte algo.
Aquel lugar seguía pareciendo a Marucie impropio para ser un hotel de cinco estrellas. Los elementos de aseo personal eran del todo insuficientes y el botiquín paupérrimo. Stolker decidió no darle mayor importancia y decidió curarse la herida. Estaba deseando terminar para bajar y explicar lo que había ocurrido a la policía y que lo sacaran de aquel país terrible. Pero antes tenía que desinfectarse aquella maldita herida...no quería morir de tétanos, lo había visto y era horrible.
Muarice apretó los dientes cuando el alcohol rozó la herida y le produjo un escozor considerable. Eso estaba bien, eso significaba que estaba haciendo efecto. Tras ellos puso algo de mercormina y se limpió todo con una gasa. Después cogió otra y la puso y en la herida y la rodeó con esparadrapo de tal forma que se mantuviera allí...a salvo de cualquier roce con la ropa. No era nada, pero le disgustaba que aquellos mamones le hubiera agujereado su chaqueta y camisa. Le pediría a la maldita Silverstone que le abonara ambas prendas. Y también le pediría daños y prejuicios por todo lo que había tenido que pasar.
Stolker decició que era hora de bajar, al fin y al cabo se había cargado a un tipo y la policía estaría preguntando por él. Cuando cerró el grifo se puso blanco como la pared. Fue en ese momento cuando escuchó la voz. Era una voz de niña mentando su nombre. Pero había algo raro en el sonido y Maurice lo supo en cuanto lo escuchó. No era una voz humana, pese a poder indentificarla con la voz de una cría sabía que no lo era. Tras unos instantes en los que se quedó petrificado, abrió la puerte y echó a correr escaleras abajo.
Y dentro, muy dentro de Maurcie Stolker, una vocecita chirriante le decía que debería haber escuchado aquella voz.
Justo en el momento en el que dudabas hacia donde guiar tus pasos sentiste unas manos como te abrazaron por detrás, tapándote suavemente la boca. -No hagas ruido. Salgamos de aquí...
El joven Erik, de manera fría tiró de tu mano para que le siguieras y os alejárais de aquella Mansión. Sus pasos de vuelta al Hotel fueron tan rápidos que te viste obligada a ir a la carrera. En la entrada del Hotel, había una coche de una patrulla. Lo que te dió buenas sensaciones. Un policía de buen aspecto te colocó una manta sobre tus hombros y te guió hacia el interior del Royal Weird.
Perdona, pero tengo que hacerlo así para que cuadre el tiempo con Maurice :/
Pd: Siempre puedes volver. (Si te atreves...)
; )
El joven Erik apareció entrando por la puerta del Hotel. Tras él, se encontraba Bernie envuelta en una manta por encima de los hombros, y a su lado un policía.
La policía se hizo con el caso de manera sencilla, sin complicaros demasiado la vida. Os hicieron el interrogatorio por separado. Unas cuántas preguntas bastaron para tener clara vuestra inocencia y se cerró el caso como " defensa personal " para ambos. Deanna algo nerviosa, respondió a todo con el máximo detalle posible, aunque le costaba horrores memorizar aquella escena, nó sólo por recordarla, si no por miedo a que esa gente volvieran a atacarles.
Marice, por su parte, no había vivido una experiencia igual en su vida y parecía que aquello era su límite. No estaba dispuesto a dejarse la vida por unos puñeteros dólares. Pero sin duda era un caso, que hasta los detectives con alto rango podían llegar a sentir algo de envidia.
El cuerpo de los agentes registró los alrededores, donde se recogieron objetos, utensilios personales y ropa de los sospechosos para su cotejo con los posibles restos de ADN recogidos en el lugar del crimen. Posteriormente, la Policía Científica detectó que en la americana que llevaba el presunto psicópata había restos de sangre compatible con la de la víctima, por lo que el cuerpo fué recogido, lo ocultaron en una manta y lo metieron en el maletero. Os ofrecieron seguridad por un par de noches, con un detective privado vigilando toda la extensa zona que daba al Hotel.
- Coño Bernie...¿estás bien? - Preguntó Maurice intentando mostrar algo de preocupación en su voz. La verdad es que no le fue difícil, no ya por la mujer sino por su propia situación. La chica estaba nerviosa por lo que ambos decidieron irse a descansar. Al parecer la policía les pondría escolta un par de días con lo que podrían recuperarse y pensar que hacer.
Durante las primeras horas Maurcie tenía muy claro que se iba a largar de aquel lugar en cuanto pudiese y volver a la seguridad de Boston. Pero comenzó a recapacitar junto a la almohada y a ver las cosas de otra manera. No se podía engañar a sí mismo...sabía que estaba sin blanca. Con lo que cobrase de eso aguantaría unos pocos meses y después tendría que buscarse un trabajo. Uno de esos empleos cutres a los que aspiraba cualquier pueblerino como zapatero, jardinero o, incluso, mamporrero en cualquier picadero de caballos. A Maurice no le gustaban los caballos y menos agarrarle la polla a alguien. Sin embargo, si se quedase allí y terminase el trabajo aparte de conseguir un buen pastizal, podría recuperar su prestigio. Todo volvería a ser como antes: buenos restaurantes, un ático en el centro y las mejores putas de la ciudad. No, esta vez no se casaría. Vale, era un asunto peligroso el de la WCI, pero también podía hacerle volver al ruedo.
Tras meditarlo durante toda la noche, Stolker decidió que acabaría el trabajo. Eso si, lo primero que haría por la mañana sería hablar con Erik para pedirle explicaciones y un buen plus por peligrosidad.
Fue al servicio de su habitación y echó una buena meada. Se miró en el espejo y vio que tenía buen aspecto. Había logrado descanser después del día tan largo que fue el anterior. EStaba lleno de energía y tenía una ligera sensación de euforia. Sensación que desapareció cuando recordó la voz. Aquella voz de niña que le había hecho salir de aquel mismo cuarto de baño corriendo horas antes. Parecía que su memoria le había dado un respiro por la noche pero había vuelto a su mente. Se lavó lo dientes rápidamente y la cara. Prescindiría de la ducha esa mañana. Le diría al conserje que le cambiase de habitación con cualquier excusa.
Las últimas horas se convierten en una especie de nebulosa sin sentido en mi mente cuando entro finalmente en la seguridad del hotel. Me aferro a la manta con las manos moradas por el frío, pero me veo incapaz de responderle a mi compañero y simplemente le dedico una sonrisa nerviosa mientras me dirijo hacia mi habitación. Ya hablaremos mañana. Ahora sencillamente no puedo.
Los disparos, estar perdida en mitad de la nieve, el miedo a morir congelada... Y luego esa casa, esa maldita casa. Esa niña que me seguía. No puedo evitar sentir que las lágrimas me caen por las mejillas mientras cierro la puerta de mi dormitorio y me tiro en la cama.
¿Qué ha sido todo esto?, pienso mientras me meto bajo las mantas sin ni siquiera quitarme la ropa. Mi último pensamiento antes de caer rendida es de agradecimiento hacia Erik. Mañana tendré que invitarle a cenar como mínimo...
He vuelto! A ver si ahora me pongo al día con lo que ha pasado xD
Fué una noche apagada que parecía haber llegado por obligación, queriéndo invitar a pasar una de vuestras peores noches. Una turbia claridad tras las ventanas apenas permitía ver el lento paso del tiempo, casi eterno bajo aquel edificio aterrador. En la negrura, una nube oscura se movía presurosa.
A lo lejos sonaba un trueno. Mientras la brisa avisaba sin prisa de lo que estaba por llegar, mecía lejanos pinos de las montañas, que se estremecían, helados en su vastedad y pánico.
Los ojos fueron derrotados por un pulso contra el sueño y quedásteis presa de el. Acababa de empezar vuestra verdadera pesadilla.