El quejumbroso chirriar de los goznes te indicó que aquellos hombres ya estaban a punto de entrar al interior del edificio. Habías sido rauda y te dio tiempo a ocultar el cuerpo de Alan, a coger su pistola y a esconderte tras el mostrador. Desde allí tenías una buena posición, no solo para disparar en caso necesario, si no también para controlar un poco más los movimientos de aquellos desconocidos sin que te detectaran.
Los hombres cruzaron el vestíbulo hasta llegar a las escaleras que daban a la planta de habitaciones, por lo que la idea de tapar a tu chico había funcionado. En todo momento permanecías inquieta, apuntándoles, pero por alguna razón no diste con el preciso momento para apretar el gatillo. En su lugar, decidiste seguirles con la mirada hasta que la oscuridad casi completa del pasillo de habitaciones les engulló.
Miraste hacia todas las direcciones posibles y las posibilidades de salir con vida de allí crecían enormemente si no cometías ningún movimento estúpido. Muy cerca tenías una puerta cerrada que si hacías un poco de memoria sabías que era la habitación del conserje. El cual, percibiste su cuerpo tendido justo en la entrada de la puerta, aparentemente si vida.
Mientras pensabas tu siguiente movimiento, unas tos no muy tosca te obligó a cambiar la mirada hacia el sofá. Era Alan, que parecía que había vuelto a reccionar. Su tos continúo hasta el punto en el que podía haber alertado a los matones. Aunque tenía un largo trabajo si tenían que revisar las habitaciones una por una, es más que probable que hubieran percibido los continuos carraspeos de Alan.
Pues he ayudado a esconderse a Chris tras el mostrador, que era el sitio más cercano para poder ver lo que es todo el vestíbulo y el cuerpo de Alan.
En combate se hace un par de acciones. Esconderse y moverse, moverse y escondere, disparar y esconderse... cosas así ¿ok? En este turno te moviste y te escondiste, por eso no te dió tiempo a disparar mientras los matones ya cruzaban el vestíbulo.
Cualquier duda me la comentas ok? Un besote.
El sudor frío mojaba mi espalda a la misma vez que los zapatos de esas dos personas mojaban el suelo. La tensión se hacía insufrible y podría reconocer que estaba deseando acabar con todo esto, de la manera más rápida. El dolor -provocado por el frío de ahí afuera- iba menguando debido a que todos mis sentidos estaban pendientes de poder hacer algo en caso de que descubrieran a Alan. ¿A quién iba a mentir? Yo era una mujer normal y corriente, incapaz de agarrar un arma con firmeza, o al menos con la necesaria, y con tanto miedo en el cuerpo que pensaba que sería una de las personas más jóvenes en sufrir un infarto. Si no fuera por Alan... bueno, estaría claro que este no sería mi lugar, pero en un sentido menos literal, no sería capaz de resistir todo esto.
Vi a las dos personas subiendo las escaleras. No sabía qué hacer. La habitación del conserje estaba cerca, pero...¿estaría abierta o cerrada? Si intentaba llegar hasta allí y estaba cerrada, no podría hacer nada más, pero tampoco podía intentar ir hasta el conserje y comprobar si él tenía las llaves. Estaba en el mostrador... ¿no habría aquí copias de las llaves? Me dispuse rápidamente a buscar una copia de la habitación del conserje. El problema es que no sabía qué habitación era, pero me imaginaba que no tendría número, o que habría una llave maestra. No tenía nada claro.
Mientras buscaba la llave escuché a Alan toser. ¿Se había despertado? No podía ser un mejor -y un peor- momento para hacerlo. ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía que ir hasta él y decirle que se escondiera, o entregarle su arma. A lo mejor era mejor disparando que yo, incluso en ese estado. Fui hasta el sofá con movimientos sigilosos e intenté colocarme de manera que no se me viera desde las escaleras. ¿Alan... carriño? ¡Tienes que esconderrte! ¡Estamos en peligrro!
Siento si no te están gustando demasiado los post xD La verdad es que estoy pillada ahora mismo porque no sé cómo enfrentarme al problema que nos ha surgido a Alan y a mí y estoy actuando por instintos xDD
Me veo con un tiro en la cabeza al fina, pero habré hecho lo que podía T_T
Moría de sueño y no podía dejar de pensar en ella. No quería dormir porque era una sensación placentera pero, podría existir una posibilidad de soñar con ella una última vez si me quedaba dormido para siempre. Estaba en una encrucijada. Si había algo que te brindaba el morir era paz eterna. Pero en ocasiones no he llegado a distinguir si son esos lo momentos en los que uno sabe si está despierto, dormido o existe en realidad y ahí es cuando me llenaba de angustia, por que mi chica se me escapaba antes de ni siquiera poder soñar.
¡¡Crhis!!
Me desperté sobresaltado, con un nudo amargo en la garganta que me obligaba a toser con más ahínco. Abrí los ojos de lo que suponía que era una pesadilla. Sudado y conmocionado. No sabía si estaba vivo o muerto ni el tiempo que llevaba tumbado con la vista hacia un techo reconocible. Miré a mi alrededor tras recuperar un poco de cordura y gracias al apoyo del respaldo pude reincorporarme y escuchar un hilo de voz inaudible. Tenía ligeros recuerdos de lo ocurrido. No sabría si definirlo como sueño o pesadilla, pero... cada vez que me despertaba de aquella manera sentía un enorme pesar en mi pecho. Como si algo o alguien me estuviera aplastando. Mi chica había vuelto a aparecer en ellos, tan bella... tan alegre, siempre con su sonrisa.
Uno de mis brazos reposaban presionando las costillas. Casi conmocionado distinguí la coz de Chris, decía que estábamos en peligro. ¿Pero porqué? ¿Qué había pasado durante todo ese tiempo? Estaba deseando decirle algo a mi chica, algo bonito ya que estaba temiendo por su vida al verla tan inquieta. Pero no quería hablar más de la cuenta por si delataba nuestra posición.
-Cielo... qué pasa
Del piso de arriba se escucharon fuertes pasos, alguien se acercaba. Por lo que mi chica había sido lo suficientemente valiente para no cometer ninguna estupidez. Me llevé el dedo indice a la boca indicando silencio y a continuación lleve la mano inconscientemente a mi espalda para atrapar mi arma. No se encontraba allí. Iré a ver que pasa, no te separes de mí, ¿de acuerdo?- Le acaricié su rostro con una de mis manos, busqué su mano y tras resentirme comenzamos a subir las escaleras agazapados.
A mi me parece que estás actuando bien =)
No sé, si había dejado la escena demasiada complicada, sin mucho juego, con pocas posibilidades... si eso me lo dices que yo siempre trato de poner las cosas complicadas, de que el pj sienta que puede morir en cualquier momento pero que haya siempre una salida.
Bueno, tú no te preocupes. Que salga lo que salga. Sin miedo.
No sabías que te podía asustar más en aquel momento. Si ver como aquellos dos hombres os encontraban y os disparaban a sangre fría o volver a escuchar aquellas siseantes voces con acento europeo.
-Nadie. ¡Joderr! Deberría de estar aquí y no está... Vamos al pasillo de abajo, y demos otrro vistazo. Ese hijo de puta no tiene que vivirr.-
La vida. Escuchar su voz de nuevo era como volver a la vida, aunque pronto intentaran arrebatárnosla. Vi a Alan incorporarse y refrené mis impulsos por abrazarle y besarle como una cría: la situación era extremadamente peligrosa, de nuevo, y pocas oportunidades teníamos de hacer algo; el tiempo estaba en nuestra contra.
Lo que sí pude hacer fue acariciarle el rostro: debía de sentirse perdido, entre las imágenes últimas que había visto y el mensaje que yo le estaba dando. No quería que se preocupara más, pero la situación se estaba volviendo crítica. Cómo me alegrro de que estés bien, carriño- susurré con rapidez, mientras él también hablaba. Sabía que él no se encontraba bien, o eso pensaba después de haber caido ante el frío.
Esperé a que se levantara para seguirlo, mientras la sombra del miedo nos acompañaba a ambos. Pensaba que, si estaba con Alan, nada malo podía pasarme, pero...¿y si le ocurría algo a él? ¿Qué tendría que hacer yo? Conociéndome, sabía que no dejaría a Alan solo en una situación peligrosa, así que correría su mismo destino. Si eso era lo que deparaba nuestro futuro, así sería: juntos hasta el final.
Avanzamos intentando no hacer ningún ruido, y mientras esto ocurría le tendí el arma a mi chico, devolviéndosela. Él sería más útil empuñandola que yo. Un frío recorría mi nuca con cada paso, como si una voz espectral estuviera tratanto de avisarme de que el fin se acercaba, de que no había manera de salir de allí. Era una advertencia, pero yo no pensaba seguirla, no sin Alan. Son dos ,Alan, han matado al conserje. Tenemos que irrnos.
Cuando terminé de hablar, escuché las voces, los asesinos habían descubierto que no había nadie en la planta de arriba y pensaban bajar. Nos íbamos a topar frente a frente, y yo no podría hacer nada. Como mucho, me arriesgaría en un acto heróico para salvarle la vida a mi chico, pero quién sabe si con el miedo en el cuerpo eres realmente capaz de hacer eso o si te quedas acobardado, como cualquier otra persona. Ahora empezaba a entender a aquellas cursis de las películas de miedo que se quedaban paralizadas cuando se acercaba el monstruo, el vampiro, o el malo de la película: mis pies pesaban cada vez más, como si arrastrara toneladas de hierro con ellos; el corazón golpeaba fuertemente el pecho, como si deseara salir de mi cuerpo; la boca se me iba quedando sin saliva y ya apenas podía tragar. ¿Qué destino nos acompañaría ahora?
No, no, todo está perfecto por tu parte^^ Yo estoy retomando ya el ritmo umbriano, que sino no hago nada... xDD
Al instante, un rayo cayó a pocos metros de la entrada del hotel, iluminando todo alrededor. La tormenta arreciaba, acompañada de pequeñas copos de nieve que se veían tras los ventanales. Os sobresaltó el sonido de un terrible trueno con tal fuerza que casi pudisteis sentir como hacía temblar el propio edificio. A éste le siguieron otros, y multitud de rayos que iluminaban la oscura noche, cubierta la luna de nubes negras. El juego de luces era luciferino, obligándote a echar continuas miradas hacia detrás por las gigantescas sombras que se creaban dándo el aspecto de cualquier monstruo amenazante.
Seguistéis avanzando por las escaleras y tendiste el arma que Alan creía haber perdido. Él la empuñó con la mano libre y le recordó enormemente a los viejos tiempos cuando realizaba tareas de segundo grado para agencias de poco nombre. Sin vacilar pegó el cuerpo tras la esquina y desde allí pudísteis escuchar con claridad a los matones. Se estaban acercando a vuestra posición. Vestían trajes aparantemente caros. Con el frío que hacía allá fuera o eran de un lugar inexistente o debían de estar muy acostumbrados al frío islandés. En cualquier caso, los desconocidos volvieron a abrir las primeras puertas de la entrada empleando la fuerza necesaria para continuar con el registro. El contorno de las siluetas desaparecieron cuando cruzaron el umbral de una nueva habitación. Eso os dió algo de tiempo.
-Quedáte aquí, pase lo que pase no te muevas...
Alan se separó de ti, el dolor en el pecho fué creciendo en tu interior por miedo a que aquellos dos matones acertaran primero a disparar a tu chico, antes que él a ellos. Desde la esquina podías seguir los movimientos de Alan. En el momento en el que se plantó frente a la puerta quitó el seguro de su arma, comprobó que la carga estuviera en su lugar y con serenidad apuntó. Aún estaba lejos para que el blanco fuera alcanzable, pero él ya se encontraba preparado. Con el corazón en la boca contabas los segundos. ¿Quiénes serían aquellos tipos?
El sonido de las balas perforó el aire que se respiraba en el pasillo. Una de ellas alcanzó a tu chico. Por suerte la herida, aunque le sangraba, sólo había sido una rozadura, y su piel básicamente había sido quemada por el impacto del proyectil. La bala debió de seguir su curso, impactando contra la pared.
Uno de los hombres abandonó la zona con una velocidad sorprendente, demostrando que tenían perfectamente estudiadas las posibles vías de escape y sobrepasando la zona en la que te mantenías escondida. Un coche oscuro le estaba esperando en la entrada, por lo que eran más de dos. Arrancó a toda velocidad, dejando unas profundas marcas en la nieve.
Los rayos no hacían que la situación mejorara. ¿Qué estaba ocurriendo, realmente? El olor a muerte, a odio, a paranormal se introducía con furia en mi nariz, tratango de ahogarme, de hacer que no pudiera continuar. Por suerte, el olfato era solo uno de mis sentidos, y el resto de ellos estaban con Alan, observándole, sintiéndole, amándole. El amor, ¡qué montón de locuras se han hecho por este! Pero es la fuerza principal, la que te permite levantarte cuando caes más de una vez, la que da fuerzas cuando no puedes sacarla de ningún otro lado, el motor de la vida... Tantas formas de describirlo pero todas se quedan cortas ante ese sentimiento.
Avanzaba junto a él, tímidamente, como si el propio suelo me diera miedo ahora mismo: estas personas no se andaban con juegos, y me temía que yo en todo esta situación solo podía ser un herido, un cadáver o... la fuerza de Alan, su motivación. Cada día tendría que darle gracias a dios,si salíamos de esta, por dejarme seguir junto a él, viviendo tanto lo bueno como lo malo. Él parecía más seguro, más acostumbrado a todo esto, pero yo sabía que en verdad temía por nosotros, por fallar, porque era posible que debido a lo que le había ocurrido no sería capaz de acertar en sus disparos. Yo confiaba en él plentamente, y sabía que si algo malo ocurría, no sería culpa suya.
Cuando me dijo que se marchaba, sentí un pinchazo en el pecho. ¿Qué ocurriría ahora? Serían segundos, seguramente no llegaría a pasar un minuto, pero sabía que se iba a hacer eterno, como ya había ocurrido antaño. Reprimí un "ten cuidado", porque eso podía ponerle aún más nervioso. Intenté que no se me escaparan las lágrimas, porque eran verdaderas ganas de llorar las que tenía por tanta desgracia acumulada, y asentí levemente. Ten cuidado.
Esperar. Siempre lo había odiado, Alan lo sabía. Pero no podía evitar tocarme el pelo de manera instintiva, para paliar los nervios. Alan estaba en una situación mucho más peligrosa de la que yo me encontraba ahora, así que debía concentrarme en pasarle toda la suerte posible - si es que la suerte existía, o si nos quedaba-. De pronto, un disparo. Dos. Tres. ¿Cuántos habían sido? Escuché el sonido de un peso bastante grande caer al suelo, juraría que esa persona había muerto en el acto. ¿Era Alan? No, no debía ser él. Ahora, acababa de escuchar un quejido. Esa voz sí que era de mi chico: seguía con vida, pero una bala le había alcanzado. Quise correr a por él, ayudarle, pero recordaba sus órdenes: debía quedarme quieta, allí solo podría empeorar las cosas aún más.
Rápidamente una sombra empezó a aproximarse, corriendo. Al parecer, no había notado mi presencia, y siguió corriendo. ¿Era ese uno de los enviados para... para qué? No lo entendía. ¿Acabar con Alan? Debía de ser eso, pero... ¿por qué? Una vez que el hombre se alejaba y salía del hotel, pude escuchar el sonido de un coche arrancando, perfectamente sincronizado: ¿había más gente ahí fuera? Fue entonces cuando salí del lugar a por Alan, con el miedo en el cuerpo. ¿Hasta qué punto estaría herido?
-¡Alan! ¡Carriño! ¿Cómo estás? ¿Qué ha ocurrido? ¡Hay que inforrmar a la policía y llamarr a una ambulancia!
Alan, intentó visualizar en la oscuridad del ambiente. Sólo avanzo unos pasos cuando se despegó de ti. Sus ojos fueron incapaces de distinguir al par de hombres, por eso sus primeros disparos, fueron desperdiciados y tuvo que esperar el tiempo necesario para que de nuevo le respondiera el arma. Tras ver como las dos siluetas habían tomado la iniciativa de nuevo, avanzando hacia delante, no podía permitirse otro tropiezo. Fué entonces cuando uno de los disparos siguientes alcanzaron a uno de aquellos desconocidos, en la pierna, justo en la parte del muslo.
El suelo del pasillo comenzó a quedar azafranado, manchado, por un charco de sangre que se hacía más inteso con el paso de los segundos. El líquido rojo salia de la habitación en la que estaban los matones. Alan reculaba hacia detrás, tratando de buscar apoyo en la pared.
Desde aquella posición, aunque sentías un ansia fuerte por ir hacia allí trataste de buscar algún arma improvisada, pero no pudistar encontrar nada arrojadizo por el suelo. La tensión era tal que no podías tomarte ni un momento de respiro. De pronto, desde el exterior del hotel llegaron voces conocidas y disparos al aire, mucho más sonoros que el de cualquier pistola y un potente reflector de luz se acercaba a la zona, jugando a iluminar allí donde el intenso foco apuntaba.
-¡¡Largaos de aquí malditos hijos de Satanás!! Se escuchaba.
Entonces fue cuando uno de los hombres abandonó la zona con aquella velocidad sorprendente, dejándote claro que tenían perfectamente estudiadas las posibles vías de escape. Todo parecía estar más o menos controlado, al menos estábais con vida, juntos. Aquella intensa luz la portaba el conserje, que pudistéis identificarlo nada más se acercó al cuerpo que abatió el propio Alan.
El conserje parecía estar preparado para cualquier situación peligrosa. Llevava su inseparable gorro ruso sobre la cabeza, una escopeta antigua de su época y un reflector donde tuvo que darle un par de golpes para que la luz se encendiera de nuevo. Tenía una fea herida en el muslo de su piera derecha, cojeaba mientras apuntaba a bocajarro al hombre.
El desconocido no dejaba de agarrarse la pierna, cómo si el disparo hubiera impactado en una zona complicada que le impedía levantarse. En una de sus manos podía verse claramente su arma, quizás descargada.
No sé que estabas haciendo aquí con tus otros perros. Pero más vale que respondas si no quieres ser comida para los coyotes esta noche. Decía el conserje. El intruso, antes de decir nada no dudó en acercarse su propia pistola a su cabeza y apretar al gatillo, quedando una fea mancha de sangre sobre la moqueta junto a pequeños trozos de sesos desperdigados. Se había suicidado.
El guardián del hotel, sorprendido por la actuación de aquel hombre acercó el cañón de la escopeta para moverle, como si se quisiera asegurar de que había muerto. Bendito sean los Dioses, menos mal que estáis vivos... Joder, se ha bolado los sesos. ¿Le conocíais?- Se preguntó mientras clavó una rodilla en el suelo, observando con la mirada al cadáver.
La imagen del conserje moviéndose hacia el lugar con aquella luz hizo que me asustara aún más. Había escuchado el disparo y vi su cuerpo en el suelo... ¿cómo podía haber sobrevivido a eso? ¿Y si era un fantasma que venía a atormentarme por no haberle salvado? Estaba demasiado asustada como para pensar con claridad, pero, al verle avanzar y gritar, el corazón empezó a palpitar a un ritmo más humano y pasivo: iba a ayudarnos a enfrentarnos a aquellos canallas que habían venido, casi con toda seguridad, a acabar con Alan, puesto que no parecía haber nadie más allí.
Uno de ellos huyó y fue entonces cuando fui a ayudar a Alan. El conserje también había sido herido, pero por la seriedad de sus palabras y sus movimientos parecía no encontrarse demasiado mal: era un hueso duro de roer. Sus palabras sonaban duras y a mí, personalmente, me tenían bastante asustada. Lo peor fue ver la escena donde el otro hombre, el que permanecía en el suelo, cogió su pistola y se disparó en la cabeza. Giré la mía rápidamente y la escondí en el cuerpo de alan, pero ya lo había visto. Aquella imagen me perseguiría durante mis futuras noches.
-no... no lo conocíamos de nada, al menos yo- miré a Alan y su herida- Debemos llamar a las autoridades y a una ambulancia. Deben curarle sus heridas. ¿Cómo te encuentras, cariño?- mi voz zonaba cortada, infantil, asustada.
Presioné la herida que había rozado mi hombro. Al parecer la bala debió de seguir su curso. La suerte había decidido convivir conmigo en más de una ocasión, si no, no podía llegar a entender como estaba al lado de una chica única, y aunque ella no lo supiera o aveces dudara de ello, era la más fuerte. Había pasado por épocas muy malas; pesadillas, peleas callejeras, alcohol y tiroteos. Y aún así siempre la tenía a mi lado. Sólo por eso era un hombre afortunado.
Hoy resultó ser un día de sorpresas. Primero, descubrí que la investigación no sería fácil, hasta dudaba de las intenciones de la persona que me envió aquí. Después, el ataque al hotel que podía haber acabado con nuestras vidas. Y ahora aquello. El agresor se había volado la cabeza delante de nosotros, prefiriendo morir a hablar. Aquello significaba que los atacantes iban en serio, que preferían morir a fracasar, y eso me asustó bastante. Porque si el enemigo está dispuesto a morir por la causa, ¿cuanta opción tendríamos de salir airosos? Intenté no pensar en todo aquello en aquel momento.
-No, no le conozco de nada, no creía que mi investigación fuera a ser tan importante. A decir verdad, sospeché de algo, pero no que alcanzara aquellos límites. Lo mejor será que no toquemos el cuerpo. Me paré un segundo antes de ayudarme a subir apoyándo la espalda por la pared y acercarme a mi chica. Y gracias por salvarnos y cuidar de Crhis, no sé como agradecérselo. Dicho ésto me acerqué a ella y la abracé sin conocer muy bien lo que ocurrió durante el tiempo en el que permanecí inconsciente.
La noche había sido dura y había temido por nuestras vidas. Quería estar con ella todo el rato, no separarme más después de lo que había pasado. Todo ha terminado ya. Le dije, sin creerme demasiado mis palabras... ya que era muy posible que volvieran.
El guardían del Hotel dejó de registrar el cadáver como si tal cosa en cuanto Alan dijo lo de no tocar el cuerpo. Éste le respondió que tenía razón, que él mismo se encargaría de llamar a las autoridades.
Sin duda encontró algo en el cuerpo, pero no sabías que era ya que con disimulo se metió la mano en el bolsillo del abrigo. Aunque quizá es que simplemente le había entrado algo de frío en el momento. -Bien, tiene razón, no toquemos el cuerpo demasiado. Dijo en cuanto se reincorporó. Yo me encargaré de hablar con la policía. Aunque seguramente tengan que cumplir un amplio interrogatorio por parte de los agentes.
Se encontraba un poco molesto, porque se veía con una noche movidita en su propio Hotel. Será mejor que bajen al calor de la chimenea y le de un vistazo a esa herida.-
El hombre cojeando, bajó por las escaleras en dirección al teléfono fijo.
Lo de que parece que se guarda en el bolsillo sólo lo percibes tú, Alan por culpa de la herida no se ha dado cuenta en ese detalle.
Agarré a Alan con cuidado cuando intentó levantarse, incapaz de olvidar la escena que acababa de ocurrir. ¿Qué había pasado? ¿Por qué habían aparecido esas personas? ¿querían acabar con Alan, verdad? ¿y por qué él había preferido suicidarse a entrar en la cárcel? Demasiadas preguntas tenía en mi cabeza y ninguna de ellas tenía una respuesta. Le di un abrazo a mi chico y un beso en la mejilla- No sé qué hubierra hecho si te hubierra ocurrido algo, de verrdad...
Escuché la conversación entre le conserje y Alan, con algo de preocupación. ¿Y si volvían a aparecer en unas horas? Esto no era seguro, ni quedarse aquí ni en ningún otro lugar. De pronto, vi al conserje guardarse algo en el bolsillo, o esa fue mi impresión: preferí no decir nada, porque él ya nos había ayudado y no debía desconfiar de él. Ya se lo comentaría a Alan cuando estuviéramos solos.
-Serrá mejorr que bajemos y esperremos a la policía en la chimenea, como dices. No me gusta parra nada esta escena... Tiré un poco de Alan y empecé a caminar, para bajar las escaleras. No podía dejar de olvidar cada uno de los segundos eternos que habían pasado a unos metros de donde me iba alejando con cada paso. Si el trabajo de Alan iba a ser tan difícil... ¿podríamos hacerle frente, de verdad?
Cuando empecé a bajar con mi chico le susurré algo- Me parrece haber visto al conserje guardarrse algo, después de registrarr el cadáver... Hay algo más que debo contarrte, pero serrá cuando estemos realmente solos...
El conserje acostumbrado a aquellas latitutes y tempestades se mostró, en cierto modo, sumanente frío por lo que había ocurrido, sólo se empeñaba en mantener bien calientes a sus huéspedes.
De regreso a la planta noble, Jack, había percibido movimiento de algún todoterreno. Y, en efecto, a los pocos segundos un todoterreno de la policía subía por la pendiente. El autómovil se detuvo a una corta distancia de la puerta principal, que aún se mantenía abierta de par en par. Bajó un polícia de aspecto joven. No tenía pinta de ser el típico chulo del turno. El agente y el conserje parecían conocerse, lo que en cierto modo era una alivio para vosotros.
La policía se hizo con el caso de manera sencilla, sin complicaros demasiado la vida. Os hicieron el interrogatorio juntos. Unas cuántas preguntas bastaron para tener clara vuestra inocencia. Algo nerviosa, respondiste a todo con el máximo detalle posible, aunque te costó horrores memorizar aquella escena, no sólo por recordarla, si no por miedo a que esa gente volviera.
El cuerpo de los agentes registró los alrededores y principalmente el interior del edificio, donde se recogieron objetos como la pistola que provocó el suicidio y ropa de los sospechosos para su cotejo con los posibles restos de ADN recogidos en el lugar del crimen. Posteriormente, el par de agentes ocultó el cuerpo sin vida en una manta y se lo llevaron hacia el maletero.
Todo transcurrió de manera sencilla. Y quizá gracias a la confianza con el conserje, os ahorrásteis ser trasladados a comisaría como era habitual. En cualquier caso todo había pasado.
Con una voz afable y un tono de voz que mostraba cierta preocupación os comunicó que había algo de cena preparada. Aunque dudó si tendríais algo de apetito. -Mañana tendrán mucho por hacer, será mejor que vayan a descansar. Y no se preocupen en recoger la mesa. Buenas noches.- Unas apacibles buenas noches y el conserje se alejó del salón hacia su cuarto.
En la mesa, junto a la chimenea, había algo de comida caliente en una sopera y una ensalada algo tibia. Alan, con gesto pensativo se había liberado de todas las prendas superiores para examinarse la herida, quedando frente a la chimenea. La propia luz del fuego reflejaba una feo orificio sobre su hombro que no dejaba de emanar líquido rojo.
Parecía estar acostumbrándome ya a los interrogatorios, porque después de todo lo que habíamos pasado Alan y yo habíamos pisado más de uno. Tenía bastante miedo por si nos acusaban de algo, no era común tener dos incidentes tan seguidos, por lo que quizá podían pensar algo raro de nosotros que no fuera verdad.
Por suerte, el hecho de que Jack conociera al policía hizo que tuviéramos un encuentro mucho más tranquilo del que me imaginaba. No hubo demasiadas preguntas y la verdad es que a horas como estas lo agradecíamos. Además, quería verle la herida a Alan, que, aunque no tenía mala pinta, no dejaba de sangrar.
Cuando se fue el agente y el conserje nos dio las buenas noches, Alan empezó a verse la herida: era imposible no mirar a un hombre con ese cuerpo tan perfecto, pero ahora mismo estaba centrada en su herida; ya habría tiempo para fijarme en otros intereses. ¿Puedo ayudarte en algo, carriño? Deberríamos irrnos a la cama en cuanto te curremos eso.
La policía se encargó de todo, aunque seguía sin saber qué pasó. ¿Quienes eran los que entraron? ¿qué buscaban? Pero al parecer hoy ya no habría más problemas, y eso me alivió. Mi chica y yo estábamos a salvo.
¿Irse a casa? Sin duda lo había pensado al ver el peligro y no dejaba de aparecer en mi mente ese pensamiento. Pero otra parte de mi, la de escritor y detective quería saber más. Aunque no sabía como decirle a mi chica que tenía dudas sobre el asunto y que a pesar de tener nuestras vidas en peligro, quería descubrir qué pasaba.
Lo malo es que una parte importante de mi quería largarse del lugar, y era posible que me dejara convencer por Christine para abandonarlo todo. Al fin y al cabo, allí nuestras vidas estaban en juego. Por el momento Chris no había dicho ni una palabra de volver a Boston. Sabía que ella estaba allí por mí, y me apoyaría en todo momento.
-No es necesario. Enseguida subiré, no es nada.-
La miré y una mueca se reflejó en mi rostro mientras limpiaba con agua la zona más inflamada y que podía llegar a infectarse con antelación. En pocos días me habían disparado un par de veces. Podía ser muy duro para ella verme de aquella forma.
La lllegada al Royal Weird no sirvió para tener un momento de descanso. Allí, además de aquella nerviosa tormenta, os dió la bienvenida un grupo de matones que había estudiado el asesinato de Alan. Por un motivo que aún desconocíais os querían ver sin vida, aunque por suerte se fueron con las manos vacías. ¿Y el cuerpo del suicida? Al parecer escondía algo que sólo sabía el conserje en aquel momento.
Cuando todo volvió a la normalidad, pudistéis dedicaros a cerrar el apetito -si es que había-, y curar le herida del hombro de Alan. Que por suerte se quedó en un rasguño y nada que no pudiera curar los mimos de su chica y unas cuantas gasas enbadurnadas con alcohol y agua.
...
El viento, caprichoso, quiso como recordaros que seguía por allí en cuanto los párpados comenzaban a pesar, y golpeó con fuerza, un par de veces, los cristales que daban al patio desde vuestra habitación. Fuera, una quejumbrosa noche de perros se cernía todo alrededor.