Oís la voz de Jacob gritar hacia la planta de arriba, pero no entendéis bien lo que dice. Probablemente, haya oído los gritos de su esposa.
El cojín volando hacia su cara fue la viva muestra de que Harriet Cornelisz estaba extremadamente tensa. Mentía, claro. Pero imposible saber por qué. Aún.
Un tipo más impulsivo habría aprovechado para restregar sus hallazgos sobre María Dabrowsky, humillar a Harriet en su mentira y, acto seguido, forzar una confesión.
Pero el doctor Jamal no era un tipo impulsivo. Antes al contrario, Jamal permaneció estoico incluso ante el brote de explosiva agresividad de la señora Cornelisz. Sólo al final sintió un agudo dolor de cabeza que no supo atribuir a otra razón que los estridentes chillidos de Harriet.
-Lamento haberla ofendido, señora. Mi compañero y yo la dejaremos sola inmediatamente-. Dirigió una mirada a Kennedy que advertía que era mejor no echar más leña a la hoguera. El doctor se masajeó la sien con la yema de los dedos mientras se dirigía a la puerta del dormitorio con paso calmado tras dar una amistosa palmada en el hombro a Kennedy.
Antes de abrir la puerta, el doctor se giró hacia Harriet.
-Antes, en el salón, le di mi palabra de que encontraría a Adam. Sepa que la mantengo. A pesar de todo-.
Y con estas palabras, Jamal cerró la puerta tras de sí.
* * * * *
-Buen trabajo, muchacho-, dijo el alienista a su compañero en voz baja mientras se disponían a bajar las escaleras. -Empiezo a dudar seriamente quién tiene peor reputación para esta gente, si los de su gremio o los de mi color de piel-.
Un momento... ¿El doctor J. había hecho otra broma? Dos en una misma mañana... No estaba mal.
-Luego me contará qué encontró. Ahora conviene mantener la calma. Confíe en mí-. Su tono era tranquilizador y afable, aunque era patente que parecía ligeramente aturdido tras la última escena con Harriet.
Mala pécora... Bueno, no pasa nada. Aún tenemos nuestro as en la manga para más adelante ;D
Va a ser peor la bronca de William y Megan que otra cosa xDDDDDDD
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Creo que ya no tiene mucho sentido bajar en modo sigilo, así que propongo que Kennedy guarde sus últimos puntos y confiar en... ¡EL CRÉDITO DEL DOCTOR JAMAL! xDDDDDDDDDDDD
Ná, voy a tirar de excusa creíble y así no nos complicamos la vida. Hemos subido a examinar el cuarto del niño de nuevo, por si había marcas de escalas en la ventana, que hemos visto huellas sospechosas en el jardín. Y de paso, el doctor ha insistido en comprobar por cortesía profesional el estado de Harriet. La hemos visto algo excitada y nos hemos largado para dejarla reposar. Ahora al bajar le pido a Olga una tila para la señora y yo creo que cuela ;)
¿Te parece correcto, Ken?
Mierda, ¿qué le han hecho estos dos botarates?
William sale disparado detrás de Jacob, buscando ya excusas para lo que puedan encontrarse.
Se puede observar en Kennedy una expresión de disconformidad ante la reacción de la señora, la forma sutil con la que el Dr. había formulado las preguntas sin duda había del sido del todo correcta, pero ante semejante reacción el periodista dio por terminado el interrogatorio.
Al mismo tiempo el Dr. puede observar que ante los gritos de la señora Kennedy se hecha las manos a las sienes, cerrando los ojos por un momento, aún medio aturdió por el dolor el periodista se dirige a la señora Cornelisz - Disculpe señora Cornelisz en ningún caso era nuestra intención incomodarla de ese modo - A la par Kennedy se gira hacia el Dr. asintiendo a su propuesta de salir de la habitación.
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Una vez que han dejado la habitación y al comentario del Dr. sobre lo encontrado por Kennedy - Por supuesto Dr., no se lo va a creer cuando se lo cuente, esos círculos están por todos lados.
All Right, PAL!!! La verdad es que creo que es una muy buena escusa, simple y coherente. Muy bueno Dr.
Ahora si, a ver como reacciona el Jacinto del marido!!!
El señor Cornelisz se aproxima a los pies de la escalera y ve salir al periodista y al doctor del dormitorio que comparte con su mujer. Bennet y Walker van tras él, observando la escena. Olga, junto a una de las armaduras, cabizbaja.
- ¿Se puede saber qué hace importunando a mi esposa? -inquiere Jacob-. Ni siquiera sé si quiero oírlo. Por favor, les invito a que salgan de mi casa -dice con tono calmado y severo-. Seguro que ya han encontrado lo que buscaban. Por favor, Olga, acompáñales a su vehículo.
La doncella da un paso al frente, todavía cabizbaja, asintiendo con un hilo de voz.
La migraña aún reverberaba en su cabeza, pero el doctor Jamal hizo acopio de fortaleza para mantener su habitual compostura serena y estoica. Antes de replicar a Jacob, dedicó una mirada a Olga.
-Olga, si es tan amable, prepare luego una tila a la señora Cornelisz-. Pronunció aquellas palabras con una efímera media sonrisa en el rostro, casi como si quisiera quitar a Olga del posible fuego cruzado.
-Señor Cornelisz, disculpe las molestias. Hemos querido comprobar una teoría inspeccionando de nuevo el cuarto del joven Adam y creí que era mi deber como profesional de la medicina verificar el estado de su esposa, a la que encontré sumamente tensa antes. Ciertamente, está en un estado de notable ansiedad a consecuencia del suceso. Nada infrecuente en estos casos, debo señalar. Le ruego acepte mis disculpas. Lamentablemente vine sin mi equipo médico, pero, si lo necesitan, puedo recetarle algunos calmantes para la ansiedad-. Asintió casi para enfatizar el hecho de que estaba a su disposición como médico.
A continuación miró a William y el agente del BOI podía asegurar que Jamal estaba haciendo lo mejor que sabía para salvar la cara. Habían descubierto algo.
* * * * *
Ya de camino al coche, el doctor J. se dirigió a William y a la profesora Walker.
-¿Cómo les ha ido?-, inquirió con asombrosa tranquilidad para la tensión que se había podido palpar en el ambiente apenas un minuto antes.
Dejo a Kennedy lucirse con el hallazgo luego ;D
-No muy bien, el Sr. Cornelisz está tremendamente tenso, como es natural. La desaparición de un hijo siempre es un foco de tensión constante. Sea o no hijo biológico de los señores.
Miro hacia William, dejo que hable él. Intento centrarme en perfilar como se han dado los hechos.
Sí... Ya es hora de marcharnos - musita William, pensando ya en las consecuencias que podría tener este descuido -. Señor Cornelisz, gracias por atendernos y disculpe las molestias. Le informaremos en cuanto averigüemos algo - antes de abandonar la casa, el agente dirige una dura mirada al señor Grant -. Hasta maána, señor Grant. Sea puntual.
* * * * *
Ya fuera de la casa, William se enciende otro cigarro y, tras darle un par de caladas, se dirige a sus compañeros.
- Espero que lo que hayan encontrado ahí arriba valga el precio a pagar, señores.
Tras una seca despedida de Jacob Cornelisz en la que se ve visiblemente disgustado, subís los cuatro al Ford B del agente Bennet. Habéis investigado toda la mansión y, desde luego, sacado bastante información del misterio que envuelve al secuestro y a esta familia.
Habéis quedado con Jerry Grant el 20 de mayo a las 16.30, media hora antes de la entrega, frente a la Biblioteca Pública de Nueva York, en la 5ª Avenida con la 42. Eso quiere decir que todavía disponéis de dos días para realizar alguna que otra investigación si lo consideráis oportuno.
Según os alejáis de Westchester, pasáis por delante de algunas casitas en las que no habíais reparado en el viaje de ida, cada una más ricachona que la anterior. Se os ocurre parar a preguntar a los vecinos cercanos a la mansión Cornelisz, y ninguno de ellos ha visto nada. Sin embargo, algunos coinciden en que hace poco más de un año, hubo un hedor nauseabundo proveniente de la casa. Tanto fue así, que todos los perros del barrio empezaron a ladrar durante largo rato.
Tras preguntar a varios de ellos, os dirigís de vuelta a la ciudad de Nueva York.
Podéis charlar en el camino de vuelta para poner vuestros hallazgos en común si lo deseáis. En breve abriré una nueva escena en Nueva York.
El señor Kennedy se sube a la parte trasera del vehículo, podéis observar cómo se toca ligeramente las sienes y masajea esa zona de la cabeza cerrando los ojos. Dr. no se lo va a creer, pero cuando la señora Cornelisz ha empezado a gritar he empezado a sentir un profundo dolor punzante en mi cabeza, por un momento creí que era ella quien estaba provocando ese dolor con sus gritos.
Seguimos en la siguiente escena: 04. Días previos a la entrega, Nueva York