Adam Cornelisz: En un orfanato y bajo una identidad falsa
Después de lo ocurrido y tal y como le prometisteis a los Vigilantes, sois responsables del futuro de Adam Cornelisz. Bajo ninguna circunstancia, nunca, jamás de los jamases, pueden enterarse los Cornelisz de que su hijo sigue vivo. Así pues, decidís forjarle una nueva identidad. Nada que no puedan hacer un par de contactos en el USBOI y otras tantas llamadas.
La versión oficial es que, aunque intentasteis por todos los medios recuperar al infante, no llegásteis a tiempo. El caso ha sido archivado como un ajuste de cuentas de una banda de delincuentes orquestrado por Ambrose Wisner. Sin embargo, Wisner ha desaparecido del mapa, probablemente a Europa, y es imposible seguirle el rastro.
Nada más lejos de la realidad: el pequeño pasará a llamarse Charles Smith -un nombre lo suficientemente común como para no ser identificado- e ingresará, gracias a un contacto de en el Christian Home for Orphan Children de la ciudad de Nueva Jersey, fuera del tumulto de la Gran Manzana y algo más alejado de sus padres. Allí, pensáis, nadie le conocerá, y os mantendrán informados de cualquier novedad.
James W. Weston: Prejubilado forzosamente
Huelga matizar el monumental cabreo que agarra el temperamental James Weston cuando le contáis que no habéis conseguido recuperar a Adam. Le contáis vuestro paso por Shavertown y por la cabaña de los Wisner, ¡incluso que os cobrasteis venganza con su madre! Sin embargo, nada de eso es suficiente para amortiguar los gritos del director adjunto.
Esto conlleva una destitución inmediata del agente William Bennet como consecuencia inmediata. Meses más tarde, Weston decide prejubilarse y deja el cargo.
Jacob Cornelisz: Decepcionado e inaccesible
Cuando la noticia de la pérdida de Adam llega a oídos del señor Cornelisz, no duda en mover hilos para la depuración de algunos puestos entre sus contactos de confianza. Según se rumorea, está tratando sin suerte de tener otro hijo con su esposa Harriet y su fiel esbirro Jerry Grant ha contratado a una nueva doncella de Europa del Este.
Olga Lesek: Liberada y renovada
Cuando su maestro la despide alegando que es cómplice en la desparición de Adam, Olga no puede evitar sentirse aliviada. Por fin huye de esa mansión en Westchester y puede rehacer su vida.
Aunque Jacob no se lo pone fácil entre los empresarios de Nueva York, la joven consigue un empleo de camarera en el Bar Shrafft's del 222 de West 57h Street. Eso le ayuda en su autoestima, pues puede tratar con más gente y regresar todos los días con su familia.
Martha Wisner: Un final ineludible
Martha Wisner, la madre de Ambrose, fue hallada muerta en el suelo de su domicilio tres días más tarde del incidente con los investigadores por unos cazadores que rondaban cerca de la cabaña. Cuando dieron la noticia, nadie en el pueblo derramó una lágrima ni le hizo un funeral digno. Nadie hizo preguntas, nadie objetó nada, y la cabaña fue quemada con ella dentro por orden del alcalde Herman Long.
Tommy Galiano: Años y años de cárcel
Tommy Galiano fue sentenciado por sus crímenes y los de toda su banda en el Eastern Correctional Facility de Napanoch, Nueva York. Condenado a 30 años de cárcel, mantiene un perfil bajo y se arrepiente de sus errores en la vida. Espera salir como un hombre reformado en la cincuentena y poder, aunque tarde, formar una familia y conseguir un trabajo honrado.
Morty Jenkins: Vendedor de periódicos y limpiador de zapatos
El jovencísimo Morty Jenkins, adaptado a la vida en las calles, consiguió varios empleos para ganarse el pan honradamente. Puede vérsele en los cruces más concurridos de la Gran Manzana, subido a una caja de madera y gritando su peculiar ¡Extra, extra! con algún que otro gallo típico de la preadolescencia.
Anthony Jackson: También prejubilado forzosamente
Anthony Jackson, director del New York Times y jefe de Kennedy, también fue destituido de su cargo tras la noticia del fracaso en la recuperación de Adam. Su periódico jamás dijo una palabra del pequeño y se encargó de desmentir cualquier rumor en honor de la verdad.
William Bennet: detective privado
William aguantó el chaparrón y aceptó su destitución para proteger tanto al crío como su viejo amigo. Tras recoger sus cosas, y antes de largarse, le dejó claro a Weston lo que opinaba de su evidente incompetencia. No se sorprendió cuando, meses más tarde, el director dejó también su cargo.
Con su carrera en el cuerpo enterrada, William optó por un camino que le diese más manga ancha, sin tener que atenerse a jefes ineptos y normas estúpidas. Así, el ex-agente no tardó en empezar a prestar sus servicios como detective, dónde se interesaba especialmente en las desapariciones de jóvenes en extrañas circunstancias.
Ahmad Jamal: Taciturno vigilante.
El caso Cornelisz retumbó como un segundo caso Lindbergh en Estados Unidos, si bien sólo unos pocos individuos sabían la terrible verdad: que el pequeño Adam fue salvado de un funesto destino, aunque su origen y el legado que habría de traer al mundo dejaron siniestras dudas en la mente del Dr. Jamal ante su conversación con los enigmáticos Vigilantes.
Rebautizado como Charles Smith, un niño anónimo y huérfano que no dejaba de ser una cifra más en el sistema de protección infantil americano, Adam era secretamente vigilado por el doctor Jamal, quien centró notables esfuerzos personales en su guardia y educación hasta el punto de mover sus contactos en el mundo académico consiguió para conseguir a toda costa una plaza como orientador psicológico infantil del Christian Home for Orphan Children de Nueva Jersey.
Obsesionado por el futuro desarrollo del pequeño y las visiones que tuvo en la cueva cuando le rescataron de Wisner, Jamal se volvió un hombre muy reservado, sombrío e impenetrable -Sí, ¡Aún más!-. Con el paso de los años, se distanció de su amada esposa Tess y de su hija menor, Marie. No así de su primogénita, Farah, que empezó a interesarse por las investigaciones de su padre y por el origen de la extraña lanza de plata que descubrió una lluviosa noche celosamente guardada en el desván. Su padre nunca le contó qué era ni cómo la consiguió. Menos aún su propósito.
Por si la desgracia sobrevenía al mundo y él no podía impedir el fatal desenlace vaticinado por los Vigilantes, Jamal decidió escribir un libro -El sueño de mi desvelo- con tintes ocultistas advirtiendo de una realidad alternativa de corte espiritual, imposible de demostrar científicamente, pero no por ello inexistente. La obra fue un éxito de público, pero fue interpretada por numerosos colegas como un galimatías sin sentido y carente de base científica, lo que unido al racismo de aquellos años y a la envidia que levantaba el buen doctor le terminaron condenando al ostracismo.
Eso fue hasta que conoció a Edwina Armitage, hija del eminente profesor de la Universidad de Miskatonic y editora de una editorial -Pelgrane Press- dispuesta a financiarle más libros si ahondaba en sus investigaciones y estaba dispuesto a ignorar las críticas de los académicos para desvelar... La auténtica realidad.
Jamal aceptó. Ahí comenzó su leyenda.
La de su fiel hija Farah, el cómo encontró el diario de su padre y cómo empezó a entender el oscuro significado de los hechos narrados en su best seller en relación al niño llamado Charles Smith, es otra historia.
Y merece ser contada en otra ocasión.
Realmente fue gustazo de partida!!!
Genial chicos!!!