-"¿Un oráculo? ¡Oh, no! ¡Válganme los dioses! Solo soy un viejo ermitaño que vive del buen consejo en la medida que lo puede aportar. No era más que un aguador de joven, pero dejé la vida mundana y me retiré a las montañas."
El anciano decide acompañarte y juntos continuáis avanzando por el corredor metálico hasta que desemboca en una amplia estancia cuyo techo abovedado se pierde entre las sombras. La parte inferior de la sala, en cambio, está bastante bien iluminada y se extiende un nivel por debajo de donde os encontráis; podéis ver que se trata de una amplia cámara dividida en dos por un arco central en forma especular. Y no solo te parece que la decoración de ambas salas sea idéntica, parece más bien que una es el reflejo de la otra.
Os agacháis rápidamente al daros cuenta que en una de las salas, la de la derecha y orientada hacia el sur, hay varios hombres cobra manipulando unas consolas de perditecnia. Sin embargo, los hombres cobra no son reflejados en la otra sala. Son cuatro, pero están tan concentrados en lo que hacen que no han reparado en vosotros. Manipulan una serie de palancas, manecillas y gemas de luz, girando ruedecillas y colocando todo el instrumental en lo que parece un orden preciso y muy concreto.
-"¿Qué hacen?" Le susurras a Utnaspishtim.
-"Cosas de hombres cobra, sin duda alguna."
Te fijas en el detalle de que los hombres cobra visten de una forma diferente y portan espadas en lugar de las armas de rayos que suelen usar. Algo en tu interior te indica que lo que estás viendo no pertenece a este tiempo. La otra sala simétrica, que ahora está vacía, está cubierta por una gruesa capa de polvo, aunque las luces de sus gemas brillan con la misma frecuencia e intensidad que sus reflejos al otro lado.
-"¿Qué hacemos?" Vuelves a susurrarle a Utnaspishtim.
-"Pues sí que te hace falta un oráculo, hijo, no haces más que preguntas..." Te responde mientras observa detenidamente los movimientos de los hombres cobra. "Creo que están programando algo para que ocurra en un futuro." Dice finalmente el anciano.
-"¿A qué te refieres?"
-"Creo que estamos viendo una escena del pasado en la que esos hombres cobra manipularon los artefactos para que ocurriese algo o simplemente para que funcionase como tiene que funcionar. Como ya sospechabas, este templo es un enorme artefacto de gran poder. Necesita unos cuidados, un mantenimiento, igual que tu hacha. ¿Qué ocurre si no afilas tu hacha? Acabará siendo menos efectiva."
No entiendes muy bien la comparación con tu hacha, pero básicamente coges la idea.
-"Bueno... ¿Y entonces qué debemos hacer?"
-"Creo que ellos ya lo hicieron. De hecho, lo están haciendo en este preciso instante. Sea lo que sea, durará todo este tiempo, hasta este preciso instante. Justo hasta ahora, que comenzaron a suceder estos hechos extraños."
-"¿Las visiones?"
-"Son algo más que eso. Son fragmentos de espacio y tiempo que se materializan o se desintegran sin un patrón definido. Es el caos."
-"Los hombres cobra han intentado acceder al Templo de Las Mil Puertas desde hace décadas, siempre tuvieron planeado hacer esto."
-"Puede que en un intento por impedir la catástrofe. Ellos conocen el funcionamiento de la perditecnia e intentaban acceder para evitar esta situación, que no solo nos afecta a nosotros sino que seguramente les afecta a ellos también. E incluso podría llegar a destruirlos."
-"Entonces deberíamos dejar que ocurra."
-"¿Tanto odio hay en ti que prefieres que no exista un mundo a que ellos estén en él?" Reflexiona el anciano.
-"¡Ahora entiendo la alianza con los gigantes! A los hombres cobra no les interesan lo más mínimo los gigantes, tan solo pretendían distraernos para tomar el templo y corregir lo que no está funcionando."
-"Pues si la distracción hubiera surtido efecto, ellos ya habrían solucionado el problema. Ahora no nos queda otra que hacerlo por nosotros mismos."
-"¿Nosotros? ¿Y qué vamos a hacer? Nunca he tenido entre mis manos ninguno de esos artefactos." Repones. "No seremos capaces de hacer lo que ellos tenían previsto hacer."
-"¡Bobadas!" Dice Utnaspishtim. "No hay nada que no pueda hacerse. Una vez conocí a un hombre que construyó un navío enorme, el mayor que he visto, porque pretendía conservar dentro de él una pareja de cada especie de animal que existía en el mundo."
-"¿Y lo consiguió?"
-"No lo sé, después llegaron las épocas de lluvia y tuvo que zarpar. No sé qué habrá sido de él. Probablemente haya llegado a la conclusión de que la mejor opción de conservar una muestra de cada especie animal sea una isla y no un barco. Bueno, muchacho, céntrate. Tenemos trabajo. Aunque tengo una duda."
-"¿Solo una?" Te asombras.
-"Podemos confiar en que lo que hacen esos hombres cobra está bien y copiamos exactamente la posición de todas las ruedas, manecillas y gemas de ese lado en este otro..."
-"O hacemos lo contrario y deshacemos lo que hacen los hombres cobra para dejarlo todo tal y como está en la cámara vacía." Añades, sin poder evitarlo. "Aunque también podríamos atacar a esos hombres cobra y dejar las cosas tal y como están confiando en que no vayan a más."
-"Eso podría hacer que el continuo se mantuviese estable... pero también podría seguir aumentando en esta espiral hacia el caos y la nada." Medita el anciano.
Ahora mismo tienes la cabeza embotada y darías lo que fuera por dejarlo todo en manos del anciano y salir de allí, pero tienes que tomar una decisión. ¿Cuál será la colocación correcta de las manecillas del artefacto para que deje de provocar este tipo de distorsiones temporales?
Sección 40
Si te fijas en lo que hacen los hombres cobra y copias la secuencia de manecillas, palancas, ruedecillas y gemas en la misma configuración que en la habitación vacía, pasa a la sección 28.
Si cruzas la cámara y corriges los ajustes que han realizado los hombres cobra para dejar la posición de las manecillas y palancas tal y como estaban anteriormente, pasa a la sección 38.
Si decides no esperar a que los hombres cobra terminen de reorientar todos esos artefactos y les atacas, pasa a la sección 48.
Había encontrado al oráculo, vivo. Sin embargo ya lo había conocido en el pasado y estaba muerto. Aquella incoherencia espacio-temporal me perturbaba la mente, y así se lo expuse al anciano que, en un principio creyó que estaba loco para luego acabar dudando de su propia existencia.
Lo acompañé por un pasillo y nos encontramos con hombres cobra que estaban accionando una máquina. Los espiamos y tratamos de darle sentido a aquellos comportamientos. Según el oráculo, lo que estábamos viendo no se correspondía con nuestro presente, pues al otro lado había una habitación exactamente igual pero vacía de hombres, también con una máquina parecida.
Al parecer se trataba de un desdoblamiento temporal, o espacial. Era todo muy extraño. Aún así, que el tiempo se pudiera doblar y/o que hubiera dos personas iguales generaba un caos que podía destruir el mundo, tal y como lo conocíamos. De ahí la preocupación porque había dos hachas iguales o dos oráculos a la vez. O dos máquinas. Aquella máquina que manipulaban los hombrescobra quizá fuesen máquinas para viajar en el tiempo.
El oráculo me planteó diferentes opciones para resolver aquella situación, dependiendo de que los valorase como aliados o enemigos tendría que decidirme por ajustar en la habitación vacía todos los controles exactamente como los tenían en la otra habitación o al revés, colocarlos de manera opuesta para inutilizarlos. También tenía la opción de atacarles, pero no me parecía que ésa fuese la más idónea, puesto que podían dar la señal de alerta y venir más.
pasa a la sección 38.
Esperas agazapado a que los hombres cobra terminen de introducir la secuencia de giros y palancas y coloquen las ruedecillas de los artefactos en su orden. Para cuando te aseguras de que han terminado no puedes evitar saltar por la barandilla empuñando el hacha. Llevas mucho esperando y odias demasiado a aquellas criaturas. Descargas a Hacha de Plomo sobre la primera de ellas, que no tiene siquiera ocasión de desenvainar su arcaica espada. Las otras tres te atacan con una embestida, pero te parapetas detrás de uno de los paneles. Descargas un hachazo sobre el pecho del hombre cobra más adelantado, que se dobla sobre sí mismo y deja caer su arma. Los dos restantes te atacan uno por cada flanco, intentando alcanzarte el torso. Bloqueas con el filo del hacha una de sus espadas y la envías lejos, pero el otro consigue alcanzarte. Tus ropas de cuero grueso absorben la mayor parte del daño, pero finalmente consigue llegar a tu cuerpo y sientes un dolor lacerante en el costado y la tibia sensación de la sangre manando por tu piel.
Te revuelves girando el hacha por encima de tu cabeza y le asestas un tremendo tajo en la base del cuello como respuesta. El hombre cobra se desploma como una marioneta sin hilos, después te giras para enfrentarte a tu último enemigo y la criatura retrocede y cierra la guardia. Atacas, pero consigue esquivar cada embestida tuya y lanzar después una estocada, un toma y daca que al cabo de un tiempo te cansa. Apartas su hoja de un manotazo y el hombre cobra aprovecha para causarte un profundo corte en el brazo izquierdo, una acción que le cuesta la vida, porque mientras él se lanzaba a por tu brazo, tu hacha caía con todo su peso sobre su cráneo con un ruido de huesos rotos.
-Sin las armas de rayos, los hombres cobra no son gran cosa. Piensas con desprecio.
Utnaspishtim, desde arriba, te grita una vez acaba el combate.
-"¿Eso era necesario?"
Te encoges de hombros y te concentras en tu labor. Te fijas bien en cada manecilla, rueda y palanca y la dejas tal y como estaba en la cámara que deduces que es del pasado, devolviendo a su estado anterior los artefactos del templo. Sea lo que hicieron en el pasado los hombres cobra, ya está deshecho. Las luces parpadean, no suena nada extraño ni ocurre nada en especial.
Sección 38
Pasa a la sección 45.
-"¿Se supone que ya está?"
Utnaspishtim te responde desde arriba.
-"¿Qué esperabas, que la sala se llenara de enanitos que te lanzaran vítores y aplausos? Si ya has terminado, vámonos de aquí antes de que te dé otro arrebato bárbaro y rompas algo que no puedas arreglar."
Vuelves a la parte superior de la sala y cuando subes la escalerilla te fijas que Utnaspishtim lleva algo debajo del brazo.
-"¿Qué es eso?"
-"Un pebetero que encontré por ahí. Bonito, ¿a que sí?"
Su factura es de tiempos antiguos, igual que la perditecnia. Dos cabezas de dragón rematan unos aretes por donde agarrarlo.
-"Ya te he dicho que paso frío. Esto me ayudará a mantener una llama siempre encendida."
-Fuegos Eternos. Piensas.
Y caes en la cuenta de que Utnaspishtim, al igual que los hombres cobra que acabas de despachar, no pertenecen a este tiempo.
Llegáis sin problemas a una de las salidas del templo. Está comenzando a atardecer. El cielo se torna rojizo y la selva se ilumina de un tono dorado incandescente.
-"Adiós, Utnaspishtim." Te despides.
Él se despide con la mano, se gira y se marcha. Sabes que no lo volverás a ver. Al menos, con vida. Tras contemplar bucólicamente cómo desaparece entre la espesura de la vegetación, tu mente vuelve a la realidad. Has dejado un montón de cosas a medias para acudir al templo y no sabes a cuántas reprimendas tendrás que hacer frente. Solo te reconforta el hecho de que la realidad tal y como era vuelve a estar a salvo. Y encima, tu hacha no ha desaparecido como consecuencia de este ajuste en el tiempo. ¿Qué más se puede pedir?
- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -
Sección 45
Has logrado terminar la aventura con vida. ¡Enhorabuena!. Espero que te haya gustado. Ahora hay dos caminos posibles a elegir: dejar la partida con el buen sabor de boca que te ha dejado Rohak 11 o volver a empezar de nuevo en la sección 1 o en otra posterior y elegir otros caminos.
¡Tú decides!