El hecho de que durante la celebración de la victoria contra los Gigantes apareciese una segunda hacha en mitad del relato no dejó de causar revuelo en toda la ciudad durante semanas. Por todo el reino se extendieron los más variados rumores que vaticinaban buenos augurios, aunque este misterioso hecho a ti te causara escalofríos, sobre todo por cómo lo viviste. De todas formas, los khytyanos son un pueblo sencillo de cazadores y recolectores que aceptan las cosas tal como les vienen dadas, sin demasiados miramientos, así que la solución khytyana ante el misterio de la duplicación de las hachas fue que, en lugar de colgar una sola hacha en el salón del trono, se formó una panoplia con dos hachas cruzadas que a partir de ahora sería el emblema de la Casa de Tarak, o lo que es lo mismo, el emblema de tu propia casa.
Pero por más que examinaste ambas armas con detalle, no podías observar ninguna diferencia. No eran dos armas idénticas, eran la misma arma: las mismas melladuras en los mismos lugares, las mismas manchas en el metal, idénticos arañazos. Era la misma hacha, pero duplicada en una misma realidad.
Cuando has intentado hablar con tu padre sobre este hecho, él siempre te ha repetido lo mismo:
-Hijo, acepta las cosas como te vienen dadas y no le des más vueltas, no las vayas a marear.
Pero tú no has podido tomarte este hecho con la misma filosofía. Desde luego, la materialización de un arma física no es algo común, es algo demasiado inquietante como para dejarlo pasar sin más. La milagrosa aparición del Hacha de Gigantes ha propagado una sensación de protección mística en la ciudad y ha afianzado la seguridad de los ciudadanos en su vasîm, aumentando aún más su popularidad. Tarak se ha convertido en uno de los vasîm más queridos de todos los tiempos y el reino parece prosperar a un ritmo frenético.
Aunque la oposición contra el Imperio Cobra que mantiene tu padre ha traído algunas consecuencias negativas, como el incendio y saqueo de Puerto Raîsa, el principal puerto comercial del reino, la segunda hacha ha insuflado la esperanza suficiente como para que se comiencen a oír rumores de reconquistarlo y reconstruirlo de nuevo. Khytya ahora es un reino más próspero y rico, solo dos semanas después de que se obrara el milagro. Y cuando las cosas vienen bien dadas, nadie se dedica a torcerlas, no sea que le tilden a uno de pájaro de mal agüero.
A pesar de guardarte para ti mismo tus pensamientos, aquel asunto del hacha nunca te ha parecido el presagio favorable que todos ven. Pero, al fin y al cabo, ¿qué más puedes hacer?
Sección 1
Si continúas con tu vida confiando en los buenos presagios, pasa a la sección 31.
Si decides viajar a las Montañas del Alud para consultar al Oráculo sobre la extraña visión que tuviste, pasa a la sección 22.
Alli estabamos, celebrando la victoria ante los gigantes. Mi padre estaba orgulloso de dicha victoria Pero dentro de mi habia algo que me corroía por completo. La aparicion de un hacha sin saber de donde habia salido me hacia estar nervioso. Deberia averiguar de donde habia salido ese hacha o como dice mi padre quizas sea una señal de buenos augurios. Estuve a punto de olvidarlo todo y seguir celebrando como mi padre mi pedia, pero es que se que esto no puede ser tan sencillo como parece. Asi que una vez en frio lo pensé, tenia la decision bastante tomada. Iria a las montañas del Alúd para conversar con el gran Oráculo en busca de respuestas.
Visita al Oráculo. Sección 22
Decides consultar al viejo oráculo de las montañas para conocer más sobre tus visiones o, al menos, intentar averiguar algo más. Sabes que no sería bien visto que el hijo del vasîm, después de sus episodios de locura, se le viera visitando un oráculo, así que te inventas unas extrañas fiebres y te las arreglas para apostar guardias en tus aposentos que no dejen entrar a nadie bajo ningún concepto.
Ataviado con una túnica de artesano, sales disfrazado de la ciudad y te diriges por la ruta que lleva a Hyrca ascendiendo por las Montañas del Alud. Decides apurar al máximo tu marcha para tardar el menor tiempo posible y estar de vuelta cuanto antes.
La primera jornada se sucede sin contratiempos y duermes al raso, ya que el tiempo es agradable en verano en las montañas, mientras que en la selva la humedad y el calor hace las noches insoportables. A la mañana siguiente te levantas con fuerzas renovadas y avanzas con ligereza. Ni siquiera te paras para comer, dando bocados al tiempo que avanzas por el sendero. Pero llega un momento que la vereda que llevas siguiendo dos días comienza a desdibujarse, engullida por las rocas y la vegetación. Continúas siguiendo tu instinto por lo que en otro tiempo debió ser el camino, hasta que distingues un recodo que se aparta por una senda rocosa más escarpada que asciende. Sabes por las descripciones del lugar que ese debe ser el camino serpenteante que lleva hasta la caverna de Utnaspishtim. Por un momento te planteas si tu viaje no será una pérdida de tiempo. La última vez que alguien vio al oráculo fue cuando tu padre vino a consultarlo hace ya casi veinte años y Utnaspishtim ya era un hombre bastante anciano; incluso contaban que ya era muy viejo cuando tu padre acababa de nacer. Y con este pensamiento, poco a poco, te vas desanimando mientras asciendes por la montaña.
Llegas a la abertura de una pequeña caverna abierta en la pared rocosa. Notas un suave olor a brezo quemado que proviene de allí. La caverna es poco profunda y puedes ver todo el interior de un solo vistazo. Hay una figura encapuchada sentada con los pies cruzados frente a una bandeja de metal adornada con cabezas de dragón. Dentro de la bandeja arde una apacible llama. Detrás de la figura encapuchada hay un futón, varios calderos, hatillos y mantas enrolladas. Todo bastante corriente y propio de un mendigo, salvo por la bandeja del fuego.
-"¡Saludos!" Dices.
La figura encapuchada no se inmuta.
-"¿Es usted al que llaman Utnaspishtim, señor?" Insistes, pero la figura no se mueve.
Recuerdas lo que te contó tu padre sobre su consulta al oráculo.
-Son gente desesperante. Decía. Y muy maleducada, no te responden y de repente se ponen a hablar incoherentemente. Se supone que vas en busca de ayuda y lo único que hacen es hablarte en acertijos. Acertijos, que por otra parte podrían aplicarse a cualquier situación y no te sirven absolutamente para nada.
Y así y todo, te sorprende verte allí, tras un largo viaje para ver lo que tiene que decir un viejo loco de un joven que está a punto de volverse loco.
-"¿Me puede prestar un momento su atención?" Vuelves a insistir, pero no recibes respuesta.
Entonces te acercas y le tocas en el hombro. La figura no se inmuta. Con la mano temblorosa, le retiras la capucha, que cae hacia atrás mostrando un rostro reseco y arrugado con una expresión de total serenidad. Pasas tus dedos temblorosos por sus mejillas resecas y puedes notar un tacto similar al del cuero curtido. Utnaspishtim está muerto, quién sabe desde cuándo. Pero lo verdaderamente extraño es la llama, ¿cómo se ha conservado encendida, a la intemperie, sin que nadie la alimente? Pasas la mano por el fuego, por si fuera una ilusión, pero te llevas una quemadura en la mano. Sin duda, es real.
Te percatas de que entre los dedos muertos del oráculo hay unos hatillos con hierbas secas. Incluso dirías que la postura de las manos parecen indicar el orden en el que arrojar las hierbas a las llamas. Primero las de la mano derecha y luego las de la izquierda.
Ya que has llegado hasta aquí, no te cuesta nada probar, piensas, así que coges las hierbas de la mano derecha y las arrojas a las llamas, que comienzan a crepitar y a expulsar un humo blanco. Observas con atención que las llamas crecen y se tornan rojizas. Mientras se consumen las primeras hierbas, arrojas las de la mano izquierda, que producen una humareda azulada y hacen que la llama se torne verdosa. Pero en el centro de la bandeja, las llamas de ambos colores se entremezclan y surgen unas pequeñas llamas verdes rodeando a unas llamas rojas que se alzan por encima. El fuego no tarda en tomar una forma reverberante y a crear una imagen que titila sobre el humo de las hierbas. El color rojizo de las llamas te recuerda a la piedra roja con la que está construido el Templo de las Mil Puertas, todo rodeado por el color verdoso del fuego que sin duda hace referencia a la espesura verde de la selva. ¿Qué tiene que ver el Templo de las Mil Puertas en todo esto? Sin lugar a dudas, la respuesta a tus visiones se halla en ese Templo. Las hierbas terminan de consumirse y la llama vuelve a su estado de reposo.
No es costumbre khytyana encargarse de los muertos que no son suyos, así que te limitas a colocarle de nuevo la capucha al oráculo y a agradecerle sus servicios. Con pena en el corazón por la muerte de Utnaspishtim, te despides del lugar y partes de regreso. Tu padre tenía razón con respecto a los oráculos; siempre acabas con más dudas después de consultarlos que antes de hacerlo.
Una vez que te has marchado para emprender tu viaje de vuelta a Khytya, la pequeña llama vuelve a agitarse en su bandeja. Si hubiera alguien que pudiera escuchar, oiría una voz sibilina, apenas perceptible, que hace una pregunta.
-"¿Es este el elegido?"
El silencio es la única respuesta, aunque pareciera que los labios resecos de Utnaspishtim pudieran responder de un momento a otro. Pero el fuego no tarda en comprender que la vida de los mortales, incluso la de los oráculos, es muy breve, más breve que la de una llama, y que el hombre ya no le podrá responder. La llama entonces se divide y otra voz sibilina surge de la pira.
-"Tendrá que valer. Nos quedamos sin tiempo para los mortales."
-"Que así sea, pues." Sentencia la primera llama.
Y como barridas por una súbita corriente de aire, ambas llamas se apagan, dejando la bandeja humeante frente a la silueta encapuchada de Utnaspishtim.
En otro lugar, a muchas leguas de allí, en una sala oscura repleta de artefactos de perditecnia iluminados por millares de puntos de luz, hay una superficie plana de cristal que muestra imágenes de ríos y montañas en torno a un remolino de niebla en el centro, como si fuera un enorme mapa. Sobre el cristal destacan tres puntos brillantes de luz formando un triángulo imaginario, cada uno en las montañas de los extremos del cristal. De repente, una de las luces se extingue, dejando solo dos puntos de luz titilantes como estrellas.
Sección 22
Si decides ir tú solo al Templo de las Mil Puertas para averiguar lo que está pasando, pasa a la sección 5.
Si te espera un ejército en Khytya, elige una de estas opciones:
A.- Si decides volver a Khytya para dirigir a tu ejército a través de la selva hacia el Templo de Las Mil Puertas y averiguar lo que está pasando, pasa a la sección 16.
B.- Si crees que no hay más tiempo que perder y decides volver a Khytya para dirigir a tu ejército al territorio de los gigantes, pasa a la sección 33.
-¿El Oráculo muerto?¿Es posible? - Es el quien podria darme respuestas y ayudarme a salir de todo esto. Mi cabeza cada vez me da más vueltas no se que hacer pero creo que solo no sere capaz de solucionar todo esto. Asi que ire a por refuerzos y me dirigiré al templo de las MIl Puertas en busca de la verdad.
Voy con el ejercito. Sección 16
Por fin, al borde de la extenuación, tras leguas de barro en vuestros cuerpos y jornadas sin descanso a través de la selva, llegáis a las ruinas del Templo de las Mil Puertas. Ante vosotros se alza la impresionante construcción a la que vuestras leyes prohíben entrar, quién sabe qué secretos se ocultarían en su interior. El tono rojizo de sus murallas contrasta con el verde oscuro de la selva que amenaza con engullir la reliquia que construyeron, según las creencias de tu pueblo, los mismísimos dioses. Muchos cuentan que en su interior pueden encontrarse artefactos misteriosos y muchos secretos, pero pocos se atreven a romper la prohibición.
Con un gesto de la mano, ordenas a tus hombres que esperen mientras tú avanzas hacia el interior del templo. Ekôram hace caso omiso de tu orden y permanece a tu lado, con la lanza sobre el hombro.
-"No permitiré que entres solo, Rohak." Te dice Ekôram.
-"Debo hacerlo, los hombres solo nos estorbarían ahí dentro y lo sabes." Le respondes.
-"Formaremos un pequeño grupo de caza de una docena de guardias reales. No sabemos qué clase de criaturas mora en esas profundidades cavernosas."
A regañadientes, accedes a llevar escolta, pese a que sabes que es un terrible error. Entráis y pasáis por un gigantesco corredor flanqueado por ciclópeas estatuas de forma vagamente humanoide cuyos rostros se pierden en las sombras de la oscura bóveda del templo. A pesar de ser expertos cazadores, vuestro avance no puede evitar producir una serie de sonidos y tintineos metálicos propios de los hombres de armas. Al fin llegáis a una sala de planta hexagonal de la que parten dos puertas; una cuyo dintel está decorado con una cadena dorada y la otra, en la pared casi opuesta, está decorada con metal bruñido de remaches de bronce. El metal parece oscilar si lo miras con atención, como si respirase. Uno de tus hombres no puede evitar emitir un gemido de horror al tocar uno de los dinteles de la puerta. El soldado se excusa al ver que todos lo miráis.
-"¡Es como si tuviera vida!" Dice, visiblemente alterado.
-"¡De ahora en adelante, ahórrate tocar nada!" Le reprende duramente Ekôram, que se vuelve hacia ti esperando órdenes.
Tú le devuelves la mirada, dispuesto a dar tu orden, pero antes te fijas en el enlosado de las baldosas que pisáis, que parece estar orientado de este a oeste. Al menos, tendréis alguna pista para orientaros en este laberinto.
Sección 16
Si decides ir por la puerta de las cadenas doradas rumbo norte, pasa a la sección 49.
Si decides ir por la puerta decorada con metal bruñido rumbo sudeste, pasa a la sección 35.
Tras largas caminatas llegamos a las afueras del templo. Todos venimos agotados, pero quien debe seguir soy yo. Soy yo quien debe conseguir las respuestas. Les comento que debo entrar solo, pero uno de mis allegados me lo impide, a regañadientes accedo a que entren un pequeño grupo de soldados conmigo a modo de escolta, al fin y al cabo no sabiamos que podriamos encontrarnos ahi dentro.
Llegamos a una sala hexagonal con dos puertas, a modo de pista a modo de pista vemos que las losas van de este a oeste, lo cual podria ayudarnos a salir de aquí.
Debido a esta orientacion decido ir por la puerta sudeste.
Rumbo sudeste. Sección 35
Tomáis dirección sudeste, por la puerta de metal bruñido, y avanzáis por el largo corredor. El corredor se vuelve más oscuro a medida que os adentráis, ya que vais dejando de ver la luz del exterior. Los hombres encienden antorchas y aquello se convierte en una procesión. Sabías que tenías que haber venido solo. El grupo no es lo suficientemente grande como para presentar una amenaza a cualquier criatura colosal que pudiera habitar estas estancias, pero sí lo suficientemente numeroso como para no pasar desapercibido. ¡Qué desastre! La insistencia de Ekôram te falló esta vez.
Lo miras de reojo, como reprochándole, pero él hace caso omiso e ignora tu mirada. De súbito, un repentino resplandor lo cambia todo. Parece como si la piedra misma haya rejuvenecido, el corredor está iluminado por cristales de luz adosados a las paredes y grandes tapices con extraños símbolos penden de ellas. Mientras os maravilláis observando el cambio del entorno, las luces de los cristales comienzan a palpitar rítmicamente, como advirtiendo sobre una amenaza inminente. Entonces, las junturas entre los enormes bloques de piedra que conforman las paredes comienzan a cambiar. Se separan unos de otros y se deslizan; unos hacia arriba, otros hacia abajo, otros simplemente giran sobre sí mismos.
Los gigantescos bloques comienzan a adoptar otra forma y elcorredor se retuerce para adoptar otra configuración espacial. Se abre una profunda grieta justo en mitad de la formación que engulle a un grupo de cinco hombres que caen gritando hacia la oscuridad. Otra abertura en la pared hace que desaparezca otro grupo, pero esta vez, los enormes bloques de piedra se encajan de nuevo, aplastándolos con un macabro sonido húmedo de huesos rotos y carne aplastada. Escapáis como podéis al caos geométrico en el que se ha convertido el corredor. Los bloques siguen moviéndose, subiendo y bajando, deslizándose entre ellos sin el menor decoro por las criaturas vivas que hay entre esas moles. Las piedras comienzan a embeberse de sangre a medida que más y más hombres son aplastados con el cambio de estructura. Nadie puede ayudarse entre sí, la situación es tan desesperada e imprevisible que estáis atentos a cualquier vibración, la más mínima, para cambiar de posición y evitar morir aplastados o arrojados a una sima. Cuando sientes girar la losa sobre la que te encuentras, saltas sin pensarlo dos veces, pero trastabillas y caes en uno de loshuecos. Justo encima tuya, un bloque se desplaza a gran velocidad. Interpones a Hacha de Plomo, que queda atrapada entre los dos bloques y te deja el espacio suficiente para escabullirte. El hacha parece resistir la presión del bloque y el macabro juego parece detenerse, al menos de momento. Te paras a observar la escena y el panorama es desolador. Estás solo, en mitad de un pasillo deformado en bloques cuyas paredes rezuman sangre, la sangre de tus hombres.
De repente, otro resplandor y todo vuelve a cambiar. Oyes el ruido metálico de Hacha de Plomo caer al suelo, a tus pies, pero el corredor ahora vuelve a ser el de antes; el mismo largo y oscuro corredor por el que entrasteis. Ahora estás solo, no hay rastro de ninguno de tus hombres ni de Ekôram. Si alguno ha sobrevivido, estará en otro corredor similar que se ha formado o en alguna otra parte del templo. Cada uno tendrá que buscar su camino de ahora en adelante. Improvisas una antorcha y prosigues el camino. Al tiempo llegas a una habitación hexagonal con dos puertas, una que apunta al noreste y la otra que apunta al sur. Te fijas en la decoración de sus umbrales y puedes observar que la que da al noreste está forrada de metal y muestra relieves angulosos, como los que has visto en muchos artefactos de perditecnia, pero la que apunta hacia el sur no tiene decoración alguna.
Sección 35
Si decides ir por la puerta del noreste, pasa a la sección 20.
Si decides ir por la puerta sur, pasa a la sección 34.
Nos adentramos por aquella puerta para seguir avanzando en este misterioso laberinto. De repente, sin esperarlo una grieta se abre a nuestros pies y algunos de mis guardianes caen pereciendo en el. Sin mas dilación intentamos salir de aquí, pero parece ser que habiamos entrado en un callejón sin salida. Esto parecía una trampa mortal. Los bloques que conformaban la estancia empezaron a moverse impactando contra nosotros y aplastandonos. Por suerte para mi, logre hincar el hacha entre los dos bloques que me iban a apalstar saliendo de alli de milagro. Ahora me encontraba solo, no se si habia sobrevivido alguien de mis hombres, espero que si. pero no podia asegurarlo y por desgracia no podia quedarme quiero a comprobarlo. No sabia cuanto tiempo más estari a salvo. Avanzo y veo otras dos puertas, de nuevo una decisión que podria tener el devenir de mi destino. Realmente no se si habia algun detalle que me ayudara a decidirme por uno o por otro. Una tenia decoración, la otro no. Pero una vez quieto allí segui mi instinto, seguiria yendo hacia el sur.
Puerta Sur. Sección 34
Cruzas el umbral que no estaba decorado y avanzas por el corredor. No tardas en ver luz al final del camino, el aire se vuelve más puro y te das cuenta de que conduce a otra de las salidas del templo. Esta vez avanzas a la carrerilla tan solo para asomarte al exterior y mirar el cielo, tragas una bocanada de aire fresco que te renueva todas las fuerzas y vuelves a adentrarte en el opresivo interior del templo. Ya te parece haber revivido este momento antes, o tal vez tu mente está comenzando a jugarte malas pasadas. No solo es el hecho de que pases una y otra vez por los mismos corredores, sino que te da la sensación de haber vivido las mismas situaciones. Esa sensación se acrecienta cuando llegas de nuevo a la habitación hexagonal anterior y continúas por la puerta noreste, la que estaba decorada de forma tan particular.
Sección 34
Pasa a la sección 20.
Atraviesas la puerta noreste con su exótica decoración inspirada en los artefactos de perditecnia animado porque quizás este dintel indique que este corredor conduce a algún lugar con objetos de este estilo. Hasta el momento, las pistas de los dinteles no te han servido de gran ayuda y te has movido a través de las puertas más bien al azar. Continúas avanzando y el propio corredor pasa de ser de piedra a estar fabricado en metal. Un metal casi cálido al tacto. El corredor se estrecha y la factura cambia. En lugar del corredor de un templo ahora parece más bien un enorme conducto de metal remachado. El suelo está hecho de un entramado de varillas de metal trenzadas como el mimbre. Sobre el suelo metálico te resulta difícil esconder el sonido de tus pasos. En un momento dado, al eco de tu andar te parece que se suma otro sonido, mucho más sutil. Unos pasos descalzos se solapan con los tuyos. Te detienes un par de veces a escuchar, pero cuando lo haces, los pasos también se detienen. Sin embargo, están ahí. Los escuchas claramente. Avanzas a paso ligero para obligar a tu perseguidor a apretar el paso y súbitamente te giras y corres en sentido contrario, chocándote de bruces con él y encontrándote cara a cara con un hombre flaco vestido con una gruesa túnica con capucha. Lo tienes fuertemente agarrado por el cuello y tienes apoyada la hoja de tu cuchillo sobre su mejilla.
-"¿Quién eres?" Preguntas al tiempo que le sueltas del cuello y le retiras la capucha hacia detrás.
Es un hombre enjuto con barba rala. Lleva la cabeza afeitada y no sabrías decir su edad, pero sin duda es mucha.
-"Mi nombre es Utnaspishtim." Te responde. "Muchos hombres sabios son los que acuden a mí para hacerme preguntas, mas es la primera vez que me preguntan por mi nombre."
-"¿Utnaspishtim?" Exclamas sorprendido. "¿El oráculo?"
Sección 20
Si ya has visitado al oráculo en esta aventura, pasa a la sección 36.
Si no has visitado al oráculo, pasa a la sección 40.
Tras cruzar otra de las puertas me encuentro a un individuo. Por miedo y por tener iniciativa no tuve más remedio que atacarle pensando que era un enemigo.
De repente me dice que es el oráculo, pero como era eso posible, yo mismo vi su cadáver.
¿Como? Pero eso no es posible. Yo le fui a visitar y VI su cadáver. ¿Como puede ser eso? Expliquese y dígame que hace aquí.
Visite al oráculo. Sección 36
-"¿Utnaspishtim?" Te sorprendes. "¡Pero si estás muerto!"
Observas su rostro y, salvo por el hecho de que está vivo (o eso parece), los rasgos son similares al del rostro reseco de barba rala que te encontraste en la caverna de las montañas.
-"De las muchas y extrañas cosas que me han dicho, la tuya las supera a todas, pues... ¿Cómo puedo estar muerto si estoy vivo?"
-"Antes de emprender esta misión fui a tu caverna en busca de tu consejo y encontré tu cuerpo, o el de alguien que se te parece demasiado, muerto, sentado frente a un fuego."
-"Es extraño…" Dice el anciano para sí.
-"¿Qué te parece extraño? ¿Que estás muerto en la caverna o que apareces vivo aquí?"
-"Es extraño que busques mi consejo en una caverna, pues yo... ¡Vivo en un árbol!"
Esa revelación te deja sorprendido, pero un pensamiento se cruza rápido en tu mente.
-"Todo esto puede tener que ver con las visiones que llevo sufriendo desde hace tiempo y creo que este templo tiene una gran importancia en ese asunto. Además, por muy extraño que suene, a veces experimento sensaciones extrañas y veo cómo hay cosas que aparecen y desaparecen. Como este hacha, por ejemplo."
-"Pero este hacha no parece una visión." Repone Utnaspishtim, tocándola. "Las visiones, visiones son, y esto es real. Tal vez no sea casual nuestro encuentro aquí. Hace algunas noches tuve un sueño del que desperté por el frío."
-"¿Y qué soñaste?" Preguntas, intrigado.
-"Que en este templo encontraría cosas útiles. Parece que tienes razón, joven, y este templo sea el centro de una actividad que nos altera a todos."
-"Parece que tu presencia ilumina el camino lleno de sombras por el que debo guiar mis decisiones. Me vendrá bien la ayuda de un oráculo aquí dentro."
Sección 36
Pasa a la sección 40.
-"¿Un oráculo? ¡Oh, no! ¡Válganme los dioses! Solo soy un viejo ermitaño que vive del buen consejo en la medida que lo puede aportar. No era más que un aguador de joven, pero dejé la vida mundana y me retiré a las montañas."
El anciano decide acompañarte y juntos continuáis avanzando por el corredor metálico hasta que desemboca en una amplia estancia cuyo techo abovedado se pierde entre las sombras. La parte inferior de la sala, en cambio, está bastante bien iluminada y se extiende un nivel por debajo de donde os encontráis; podéis ver que se trata de una amplia cámara dividida en dos por un arco central en forma especular. Y no solo te parece que la decoración de ambas salas sea idéntica, parece más bien que una es el reflejo de la otra.
Os agacháis rápidamente al daros cuenta que en una de las salas, la de la derecha y orientada hacia el sur, hay varios hombres cobra manipulando unas consolas de perditecnia. Sin embargo, los hombres cobra no son reflejados en la otra sala. Son cuatro, pero están tan concentrados en lo que hacen que no han reparado en vosotros. Manipulan una serie de palancas, manecillas y gemas de luz, girando ruedecillas y colocando todo el instrumental en lo que parece un orden preciso y muy concreto.
-"¿Qué hacen?" Le susurras a Utnaspishtim.
-"Cosas de hombres cobra, sin duda alguna."
Te fijas en el detalle de que los hombres cobra visten de una forma diferente y portan espadas en lugar de las armas de rayos que suelen usar. Algo en tu interior te indica que lo que estás viendo no pertenece a este tiempo. La otra sala simétrica, que ahora está vacía, está cubierta por una gruesa capa de polvo, aunque las luces de sus gemas brillan con la misma frecuencia e intensidad que sus reflejos al otro lado.
-"¿Qué hacemos?" Vuelves a susurrarle a Utnaspishtim.
-"Pues sí que te hace falta un oráculo, hijo, no haces más que preguntas..." Te responde mientras observa detenidamente los movimientos de los hombres cobra. "Creo que están programando algo para que ocurra en un futuro." Dice finalmente el anciano.
-"¿A qué te refieres?"
-"Creo que estamos viendo una escena del pasado en la que esos hombres cobra manipularon los artefactos para que ocurriese algo o simplemente para que funcionase como tiene que funcionar. Como ya sospechabas, este templo es un enorme artefacto de gran poder. Necesita unos cuidados, un mantenimiento, igual que tu hacha. ¿Qué ocurre si no afilas tu hacha? Acabará siendo menos efectiva."
No entiendes muy bien la comparación con tu hacha, pero básicamente coges la idea.
-"Bueno... ¿Y entonces qué debemos hacer?"
-"Creo que ellos ya lo hicieron. De hecho, lo están haciendo en este preciso instante. Sea lo que sea, durará todo este tiempo, hasta este preciso instante. Justo hasta ahora, que comenzaron a suceder estos hechos extraños."
-"¿Las visiones?"
-"Son algo más que eso. Son fragmentos de espacio y tiempo que se materializan o se desintegran sin un patrón definido. Es el caos."
-"Los hombres cobra han intentado acceder al Templo de Las Mil Puertas desde hace décadas, siempre tuvieron planeado hacer esto."
-"Puede que en un intento por impedir la catástrofe. Ellos conocen el funcionamiento de la perditecnia e intentaban acceder para evitar esta situación, que no solo nos afecta a nosotros sino que seguramente les afecta a ellos también. E incluso podría llegar a destruirlos."
-"Entonces deberíamos dejar que ocurra."
-"¿Tanto odio hay en ti que prefieres que no exista un mundo a que ellos estén en él?" Reflexiona el anciano.
-"¡Ahora entiendo la alianza con los gigantes! A los hombres cobra no les interesan lo más mínimo los gigantes, tan solo pretendían distraernos para tomar el templo y corregir lo que no está funcionando."
-"Pues si la distracción hubiera surtido efecto, ellos ya habrían solucionado el problema. Ahora no nos queda otra que hacerlo por nosotros mismos."
-"¿Nosotros? ¿Y qué vamos a hacer? Nunca he tenido entre mis manos ninguno de esos artefactos." Repones. "No seremos capaces de hacer lo que ellos tenían previsto hacer."
-"¡Bobadas!" Dice Utnaspishtim. "No hay nada que no pueda hacerse. Una vez conocí a un hombre que construyó un navío enorme, el mayor que he visto, porque pretendía conservar dentro de él una pareja de cada especie de animal que existía en el mundo."
-"¿Y lo consiguió?"
-"No lo sé, después llegaron las épocas de lluvia y tuvo que zarpar. No sé qué habrá sido de él. Probablemente haya llegado a la conclusión de que la mejor opción de conservar una muestra de cada especie animal sea una isla y no un barco. Bueno, muchacho, céntrate. Tenemos trabajo. Aunque tengo una duda."
-"¿Solo una?" Te asombras.
-"Podemos confiar en que lo que hacen esos hombres cobra está bien y copiamos exactamente la posición de todas las ruedas, manecillas y gemas de ese lado en este otro..."
-"O hacemos lo contrario y deshacemos lo que hacen los hombres cobra para dejarlo todo tal y como está en la cámara vacía." Añades, sin poder evitarlo. "Aunque también podríamos atacar a esos hombres cobra y dejar las cosas tal y como están confiando en que no vayan a más."
-"Eso podría hacer que el continuo se mantuviese estable... pero también podría seguir aumentando en esta espiral hacia el caos y la nada." Medita el anciano.
Ahora mismo tienes la cabeza embotada y darías lo que fuera por dejarlo todo en manos del anciano y salir de allí, pero tienes que tomar una decisión. ¿Cuál será la colocación correcta de las manecillas del artefacto para que deje de provocar este tipo de distorsiones temporales?
Sección 40
Si te fijas en lo que hacen los hombres cobra y copias la secuencia de manecillas, palancas, ruedecillas y gemas en la misma configuración que en la habitación vacía, pasa a la sección 28.
Si cruzas la cámara y corriges los ajustes que han realizado los hombres cobra para dejar la posición de las manecillas y palancas tal y como estaban anteriormente, pasa a la sección 38.
Si decides no esperar a que los hombres cobra terminen de reorientar todos esos artefactos y les atacas, pasa a la sección 48.
Esto cada vez se complicaba más, los malditos hombres cobra estaban haciendo de las suyas. Es cierto que las cosas tal y como están ahora nones que sean perfectas, pero al menos ya lo conocemos. No sabemos si con el cambio en las palancas los cobra serán capaces de cambiar todo y quien sabe subir a peor. Por mi mente pasa el atacarles, pero sólo somos dos, y mi compañero no tiene pinta de ser un gran combatiente. Escuchando las palabras del viejo decir volver a poner las palancas tal y como estaban, quizás no sea lo mejor, pero al menos esto ya lo conocemos.
Lo dejó como estaba. Sección 38.
Esperas agazapado a que los hombres cobra terminen de introducir la secuencia de giros y palancas y coloquen las ruedecillas de los artefactos en su orden. Para cuando te aseguras de que han terminado no puedes evitar saltar por la barandilla empuñando el hacha. Llevas mucho esperando y odias demasiado a aquellas criaturas. Descargas a Hacha de Plomo sobre la primera de ellas, que no tiene siquiera ocasión de desenvainar su arcaica espada. Las otras tres te atacan con una embestida, pero te parapetas detrás de uno de los paneles. Descargas un hachazo sobre el pecho del hombre cobra más adelantado, que se dobla sobre sí mismo y deja caer su arma. Los dos restantes te atacan uno por cada flanco, intentando alcanzarte el torso. Bloqueas con el filo del hacha una de sus espadas y la envías lejos, pero el otro consigue alcanzarte. Tus ropas de cuero grueso absorben la mayor parte del daño, pero finalmente consigue llegar a tu cuerpo y sientes un dolor lacerante en el costado y la tibia sensación de la sangre manando por tu piel.
Te revuelves girando el hacha por encima de tu cabeza y le asestas un tremendo tajo en la base del cuello como respuesta. El hombre cobra se desploma como una marioneta sin hilos, después te giras para enfrentarte a tu último enemigo y la criatura retrocede y cierra la guardia. Atacas, pero consigue esquivar cada embestida tuya y lanzar después una estocada, un toma y daca que al cabo de un tiempo te cansa. Apartas su hoja de un manotazo y el hombre cobra aprovecha para causarte un profundo corte en el brazo izquierdo, una acción que le cuesta la vida, porque mientras él se lanzaba a por tu brazo, tu hacha caía con todo su peso sobre su cráneo con un ruido de huesos rotos.
-Sin las armas de rayos, los hombres cobra no son gran cosa. Piensas con desprecio.
Utnaspishtim, desde arriba, te grita una vez acaba el combate.
-"¿Eso era necesario?"
Te encoges de hombros y te concentras en tu labor. Te fijas bien en cada manecilla, rueda y palanca y la dejas tal y como estaba en la cámara que deduces que es del pasado, devolviendo a su estado anterior los artefactos del templo. Sea lo que hicieron en el pasado los hombres cobra, ya está deshecho. Las luces parpadean, no suena nada extraño ni ocurre nada en especial.
Sección 38
Pasa a la sección 45.
-"¿Se supone que ya está?"
Utnaspishtim te responde desde arriba.
-"¿Qué esperabas, que la sala se llenara de enanitos que te lanzaran vítores y aplausos? Si ya has terminado, vámonos de aquí antes de que te dé otro arrebato bárbaro y rompas algo que no puedas arreglar."
Vuelves a la parte superior de la sala y cuando subes la escalerilla te fijas que Utnaspishtim lleva algo debajo del brazo.
-"¿Qué es eso?"
-"Un pebetero que encontré por ahí. Bonito, ¿a que sí?"
Su factura es de tiempos antiguos, igual que la perditecnia. Dos cabezas de dragón rematan unos aretes por donde agarrarlo.
-"Ya te he dicho que paso frío. Esto me ayudará a mantener una llama siempre encendida."
-Fuegos Eternos. Piensas.
Y caes en la cuenta de que Utnaspishtim, al igual que los hombres cobra que acabas de despachar, no pertenecen a este tiempo.
Llegáis sin problemas a una de las salidas del templo. Está comenzando a atardecer. El cielo se torna rojizo y la selva se ilumina de un tono dorado incandescente.
-"Adiós, Utnaspishtim." Te despides.
Él se despide con la mano, se gira y se marcha. Sabes que no lo volverás a ver. Al menos, con vida. Tras contemplar bucólicamente cómo desaparece entre la espesura de la vegetación, tu mente vuelve a la realidad. Has dejado un montón de cosas a medias para acudir al templo y no sabes a cuántas reprimendas tendrás que hacer frente. Solo te reconforta el hecho de que la realidad tal y como era vuelve a estar a salvo. Y encima, tu hacha no ha desaparecido como consecuencia de este ajuste en el tiempo. ¿Qué más se puede pedir?
- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -
Sección 45
Has logrado terminar la aventura con vida. ¡Enhorabuena!. Espero que te haya gustado. Ahora hay dos caminos posibles a elegir: dejar la partida con el buen sabor de boca que te ha dejado Rohak 5 o volver a empezar de nuevo en la sección 1 o en otra posterior y elegir otros caminos.
¡Tú decides!