Steve saludó a su tocayo con la complicidad que da el encontrarse a alguien conocido a horas tan intempestivas. Realmente no le hicieron falta las indicaciones del portero para llegar a casa de O'Donell, pero las agradeció igualmente. Mientras subía las escaleras, Steve rumió sobre sus posibles reacciones ante los acontecimientos venideros... ¿qué tendrían O'Donell y su hija que decirle? ¿Qué papel jugaría Ness en todo esto? No le gustaría tener que traicionar a su propio hermano... pero lo cierto es que Steve rezaba para no tener que hacerlo, en caso de que la verdad fuera demasiado sucia como para no destaparla.
Fue con estos pensamientos en mente con los que tocó el timbre de la casa de O'Donell.