La edelweiss o estrella de plata era una flor de color blanco que crecía silvestre en las montañas y en otros lugares fríos. La usaron por primera vez los enanos, puesto que prácticamente crecía por todas partes como una mala hierba. Ellos comprobaron que potenciaba la eficacia de sus medicamentos y su popularidad se extendió a todos los rincones del imperio (cosa que hizo que se extinguiera casi por completo).
Se podía utilizar con muy poca preparación. Si se frotaba su savia sobre una herida, por ejemplo, se aceleraba la curación y aliviaba el dolor. Mascar un pétalo aliviaba las dolencias menores, como la indigestión, la flatulencia y los dolores de garganta.
Amelia se encogió de hombros ante las noticias de Brecca. La verdad es que los objetos que habían conseguido eran funcionales, más contaban con marcas de uso e incluso agujeros o manchas de sangre en algunos casos. Sólo serían de utilidad para alguien desesperado o quizás para armar un contingente propio, y eso después de arreglar el género.
La joven sacerdotisa seguía dando vueltas al asunto del la tumba de Abysthor. Si Peter había puesto sus ojos en aquel cartel era muy probable que se hubiera embarcado en la misión que se ofrecía, siempre y cuando el tal Anders Berg considerara a su grupo suficientemente capaz para el trabajo, claro.
- Brecca, creo que debemos pasar por la Ronda del Río. La misión sobre la recuperación del lugar de culto de Thyr y Muir es algo que pudo llamar la atención de Peter y sus caballeros. Es algo que no podemos dejar pasar.
Ese tal Anders Berg puede ser un erudito o un sacerdote y no estará mal saber algo más de la misión que parece que lleva más tiempo ofertada en el tablón del templo de Ceres. No sé si contaremos con las referencias suficientes para que se nos permita acometerla, por otro lado. Es posible que debamos sumar algún éxito a mayores en nuestro haber. Pero si nuestro hermano lo tomó en cuenta, sería bueno saberlo. -
Luego se volvió hacia el resto. - Creo que no sería difícil que nos alquilaran un sótano o ático para guardar los bienes que no deseemos acarrear. Mucha gente tiene espacio que no usa a menudo y recibir unas monedas por darle utilidad es algo que cualquiera sensato querría. Puede que en la Ronda del Río tengan algo parecido. -
Fjorvild se lavó y se cambió de ropa, dejando la coraza en un lado de la habitación junto al enorme espadón. Después se acomodó en la cama y dejó reposar la espalda, castigada por las horas de viaje y el frío. Vestía unos pantalones ceñidos y una camiseta holgada con la que mostraba más que ocultaba, pero después de tantos días con las correas apretadas, necesitaba sentirse algo más liberada. Se tocó los músculos del cuello y realizó unos ejercicios para aliviar la tensión, cuando Doménica le plantó el libro en la cara.
La semiorco se hizo para atrás antes de coger el libro y poder leer lo que su prima había escrito. Tras un par de lecturas, se lo devolvió a Domy.
-Estoy cansada -comentó tumbándose y mirando al techo-. Es tarde, vamos a cenar. Después podemos discutir el siguiente punto, ¿no? El trabajo de aventurero es duro y en este sitio hace un frío del carajo. Parece que vuestra visita al templo de Ceres os ha valido para encontrar más trabajo todavía, pero ¿qué les habéis preguntado sobre Ralavaz y su conversión? Porque habéis ido allí para eso, ¿no? -preguntó alzando la cabeza para mirar a Domy.
Nuestras cosas no van a disfrutar de estas comodidades, replicó a Brecca. Al día siguiente, o en un par de días a lo sumo, partirían de nuevo hacia la aventura, y los dormitorios aguardarían vacíos a unos aventureros que dormían al raso. No eran tan ricos como para permitirse tales dispendios sin necesidad.
Mañana visitaremos a esa Caleddingla, dijo. Aunque los fondos de los que disponían no bastarían para adquirir las herramientas encantadas. Quizás pudiera convencer a la artífice para que aceptara un adelanto mientras ellos conseguían un trabajo más rentable.
Amelia parecía animada por la posibilidad de que su hermano hubiera hablado con el erudito que estaba organizando una expedición a la tumba del antiguo prelado de Thyr.
No será tan exquisito como la Cocatriz, pero podemos cenar en la Ronda del Río con Anders Berg, si es que sigue allí, y sirven cenas. Si no estaba, al menos podían preguntar por él en el lugar donde se había alojado.
Recogió con cuidado el libro cuando Fjorvild se lo devolvió.
Claro, prima. Hemos aprovechado el viaje para revisar el tablón del templo, pero antes hemos hablado con Adelaide, respondió. Jackar Thrunn mató a una de las sacerdotisas, y al mismo tiempo hirió el espíritu de las supervivientes. Adelaide se ha echado a temblar cuando le hemos pedido que hablara con Ralavaz. Tiene miedo de que le haga daño. Anika y Amelia le han ofrecido protección, pero yo creo que, si no puede entrevistar a Ralavaz sola y convencerse de que es inofensivo, todo esto no tiene sentido.
Sea como fuere, mañana volveremos al templo. Nos ha dicho que tendrá una respuesta "a primera hora".
Anika era joven. Todo el mundo sabía (bueno, alguna gente sabía) que los jóvenes eran más ágiles y elásticos pero también menos fuertes y resistentes. Los músculos, corazón incluido) necesitaban años para fortalecerse y aguantar horas de trabajo sin resentirse demasiado.
Había aceptado ir al templo aun estando cansada, pero cuando llegó de nuevo a la posada sentía que ya no podía más, y lo único que le apetecía era tirarse en la cama, boca abajo, y quedarse dormida allí mismo. No era posible claro, los adultos no sufrían su agotamiento y dedicarían tiempo a planificar las cosas, y estaba el tema de tener que alimentarse (aunque ella, con sus 80 libras de peso, era muy frugal en eso)
Y estaba el tema del dinero. Antes de salir de aventuras pensaba que los aventureros se guiaban por su instinto y el interés que cualquier asunto les ofrecía, pero escuchando a los veteranos el tema de conseguir dinero era importante, y las recompensas eran a menudo la motivación más relevante. Ese punto pragmático no salía en los relatos de los aventureros.
Mientras se debatían los siguienes pasos a dar, y sin la posibilidad de meterse direcamente en la cama, se dejó caer pesadamente en la silla e intentó con todas sus fuerzas estar atenta a la conversación y no ceder a la idea de cerrar los ojos un momentillo.
Brecca frunció el ceño cuando Doménica mencionó los otros lugares donde podían cenar, y fue no sin cierto rubor que decidió intervenir. - Pues, es posible que haya invitado a Kyla a cenar al Güiverno, o algo así, le dije de ir a cenar me dijo que quizá pasaría por allí para bailar... - suspiró - así que yo iré al Güiverno, pero vosotras podéis ir a cenar a otro lado, y si quieres que te acompañe a hablar con el señor Berg podemos ir mañana cuando vaya a coprar algo de ropa más decente... o puedo avisarle a Kyla del cambio de planes para que no nos busque e ir a La Ronda del Río.
Para todo lo seguro que era Brecca en combate, y a la hora de hacer planes de batalla o administrativos, lo cierto era que a la hora de conseguir citas parecía un adolescente novato que nunca hubiera aprendido las reglas del juego.
Por un instante Anika se había quedado traspuesta en la silla, aunque por suerte parecía que no había llegado a roncar. Estaba rezando porque nadie se hubiese dado cuenta cuando Brecca mencionó lo de ir a bailar esa noche.
Todo el cansancio de los varios días de caminatas desapareció al instante. Se apuntaría a ese plan, sin duda alguna.
La joven Proudstar miró a Domy con una velada sonrisa cuando mencionó la "primera hora". Parecía que madrugar era algo que no acababa de calar en algunas, pensó divertida. Luego atendió a la explicación de su hermano, al que asintió.
- No es necesario que vayamos todos juntos a la Ronda del Río, pero si alguien más se anima probaremos los productos de ese lugar. Por mi parte no voy a bailar esta noche, así que puedo ir a cenar allí con la idea de acostarme temprano para dirigirme al templo de Ceres con las primeras luces de la mañana. Creo recordar que la pequeña capitana Lelisa Summersky se alojaba allí, así que no me faltará compañía para cenar si todos decidís ir al Guiverno. -
Eso si es que la intrépida halfling no había levado anclas ya, claro. Si alguien más quería cenar en la Ronda, bienvenido sería. La verdad que el animo de Amelia no estaba para bailes con el asunto de su hermano en el aire.
- Preguntaré al dueño del lugar si hay algún espacio que podamos alquilar para almacenar cosas, dado el caso. Me refiero a un cuarto en el sótano o algo así. Mucha gente tiene rincones que no aprovecha y supongo que el ganar unas monedas extra es algo que cualquiera aprovecharía -
-Estoy dividida -dijo riéndose-. Quiero ver cómo acaba la cita de Brecca, pero también me interesa ir a la Ronda del Río. Aunque supongo que él preferirá quedarse a solas con la chica y no tener a un grupo de mujeres pendiente de sus avances -sonrió con cierta malicia-. Está bien, iré a la Ronda del Río. Me debes una.
Se enderezó en la cama y miró a su prima.
-La verdad es que el tema de Ralavaz suena delicado. No culpo a Adelaide por tener miedo a causa de lo que hizo Jackar Thrunn, es razonable que no quiera hacerlo. Ralavaz no es que tenga un aspecto... ehm... bueno, no entra por los ojos para alguien tan delicado como las sacerdotisas de Ceres. Da puto miedo, la verdad sea dicha.
Se aclaró la voz, ella también daba miedo algunas veces. Cambió de tema.
-Le pregunté a Kyla sobre el clan del Corazón de Piedra. Me dijo que si quería información tenía que visitar Thrumi’Zud, pero ya no sé si me hablaba de una persona o de un lugar. Tendremos que preguntar. Ah, otra cosa, Thasla se refirió a alguno de los asentamientos en los alrededores de Vascava como karles y huskarles, ¿tenéis idea de si son títulos o una forma de dirigirse a miembros de una comunidad o algo por el estilo?
¿Placer antes que trabajo? bromeó Doménica. ¿Tú irás con Anika y Brecca, o vienes a la Ronda? preguntó a Reliah. Aunque si Anders no está, o no nos dan de cenar allí, aún puede que vayamos a ver cómo va tu cita, Brecca.
Ante la última pregunta de su prima, se encogió de hombros.
No es una distinción sutil, respondió. Los karles de Embarcadero de Zelkor están sufriendo el chantaje de esos mercenarios porque son independientes, y están lejos de otros pueblos. Los huskarles cuentan con la protección de Lady Calaelen, o algún señor menor del Valle, como esos Malthyn. Desconozco qué tipo de obligaciones tendrán en estas tierras; estamos lejos de Tramagante.
Anika anotó mentalmente los términos para asentamientos libres y asentamientos protegidos. No los conocía, y le parecieron interesantes.
Motivo: Saber local
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+12)=32 [20]
Motivo: Saber Historia
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+12)=14 [2]
Pues dependiendo de si es un saber local (contemporáneo) o histórico o lo sabré todo o no sabré nada. A ver que me dice Tali.
- Prefiero darle una oportunidad a la Ronda. Demasiada gente, para mi gusto. - Comentó desde su cómoda posición, refiriéndose con claro desagrado al Güiverno, mientras seguía husmeando las anotaciones del libro de Doménica así como escuchando con sus largas y curiosas orejas sus conversaciones. La verdad, ella prefería mil veces cenar en las afueras, forrajear o cazar algo de comida fresca y de verdad. Mas, ya le habían dado el gusto durante los últimos días, supuso alguno que otro le correspondería ceder a los gustos más humanos.
- Los perros huelen el miedo, y suelen mostrarse dóciles con las personas bienintencionadas ¿No habrá ninguno suelto por aquí? Estoy segura uno le brindará tranquilidad a Adelaide. - Soltó una idea en pos de intentar ayudar con ese tema, si bien no era muy fanática del culto de Ceres, aparentemente el pobre Ralavaz se veía aprisionado en sus dictámenes e incapaz de ser libre por sí mismo. Por lo visto, la sacerdotisa desconfiaba del hombre. Era natural. Mas ella nunca desconfiaba del criterio de un can a la hora de confiar o no en alguien. Los hombres, mentían mucho, al fin y al cabo... Sin embargo, los animales, nunca.
Zelkor es el nombre de un mago de leyenda, en cuyo homenaje le han dado nombre al embarcadero. Desconoces sus gestas, pero dada la importancia que le dan al honor en batalla los nórdicos de la zona, debió ser un hombre que ganara batallas importantes para su pueblo.
- No me suena mucho Zelkor, solo sé que era un mago de la antigüedad y debió ser muy importante.
El Valle del Corazón de Piedra estaba resultando curiosamente rico en historia, habría mucho que documentar. Anika sacó una pequeña libreta y comenzó a apuntar las cosas, no le llevó más que un momento porque apenas si habían empezado, pero ya había varias cosas a investigar. Ni se imaginaba cuanta historia podría documentar si seguían alí un par de meses. Sin duda Monjaboba se asombraría de su trabajo cuando volviese.
Brecca sacó de la bolsa cinco monedas de oro y entregó una a cada una de sus compañeras que no iba al Güiverno - Debería ser suficiente para cubrir cualquier gasto que hagan en la Ronda, a no ser que cada una se coma un buey - miró a Anika y le dió la última - Y para ti en el caso de que nos desencontremos.
Luego observó la bolsa de dinero por un momento, y tras tomar un par de monedas la cerró y asintió antes de dársela a Doménica - No quiero dejarla aquí, y creo que estará más segura con vosotras, en caso de que os asalten las cuatro podeis defenderos mejor que yo sin armadura.
Doménica abrió la boca para responder a Reliah, pero se rindió antes de empezar. La mujer todavía necesitaba unos años para adaptarse a la cultura humana —a cualquier cultura que no sea la suya, se corrigió—, y probablemente nunca la había perseguido una camada de perros salvajes.
Observó cómo Brecca les daba una moneda a cada una, pero se quedaba dos para sí cuando decidió que la bolsa estaría más segura con ellas. Torció el labio, pero decidió dejarlo pasar. El Güiverno era un sitio caro, al fin y al cabo.
Disfrutad de la velada, deseó al único varón y la más joven de la compañía. ¿Nos vamos?
La más joven de los Proudstar enarcó la ceja con una media sonrisa ante la troupé que finalmente se había sumado a su aparentemente solitario viaje a la Ronda del Río. Sólo Anika y Brecca iban a disfrutar de los bailes del Güiverno (en principio), y dado el carácter festivo del mismo, dudaba que Brecca pudiera estar pendiente de Anika, así que no insistió en ello. Después de todo la joven ya debía empezar a usar su propio criterio a la hora de interacionar con el mundo que le rodeaba.
- Desde luego, Domy. Pongámonos en marcha. Disfruta del baile, Anika. -