Partida Rol por web

Selene iba a disculparse y aquel tipo ni siquiera se mostraba interesado. Bien, él sabría pero se veia en la obligacion de romper una lanza  en favor del humano.

He recordado como supe de vuestro nombre. Me ha venido otro recuerdo a la mente. Vinisteis a verme de noche a mi casa de Argluna y queriais pedirme algo. Buscabais mi ayuda pero no recuerdo para qué.

Respecto a la barcaza, tras agarrarme del brazo, usasteis un tono cordial y amable que no encaja con la idea que me habia lllevado a priori. Me pedisteis que os esperara arriba como el resto de la gente del barco.

¿Recordais algo de esto?

Laurel asistía a la conversación, pero ya no tenía nada que decir. La memoria volvía poco a poco y no parecía que fuese a haber pelea. En otra ocasión ya habría optado por desentenderse del asunto, pero la extraña forma en que habían llegado al bosque le inquietaba, así como las noticias de Dienteafilado de que los orcos se movían en el Norte y que tenía que dar la noticia.

-No recerdo nada de lo que me dices muchacha- respondía algo consternado el hombre canoso.

La tarde pasaba rápidamente, entre conversaciones triviales e intentos fracasados de establecer una historia cngruente de los sucesos que habían originado que el Drow, el Goblin, la Elfa y el Hombre hubieran llegado al riachuelo de la manera que lo hicieron.

La luna llegaba junto al helado viento de la oscura noche de los bosques, por momentos el Druida olvidaba que las demás criaturas no soportaban el frío como lo hacía él; rápidamente recogió algo de leña seca para formar un fuego que calentase a todos.
A su retorno, el grupo tenía en su poder un par de liebres muertas, listas para ser cocinadas.

La noche pasó rápidamente luego de la comida, con un sueño profundo que hacía recuperar las fuerzas de todos los agotados y golpeados; las yerbas y bendajes puestos por Laurel en las heridas de los necesitados habían resultado mas que eficientes.

El sol despertaba uno a uno a los presentes, recuperados de sus heridas físicas, pero aún con agujeros en sus recuerdos que aún no volvían.

Era un día que prometía ser soleado, un día en el que se debían tomar agunas desiciones con respecto a que hacer, ya que intentar armar el rompecabezas de los recuerdos había sido inútil el día anterior.

Cuando los demás se levantaron, Laurel estaba ya cocinando el desayuno. Esta vez no eran solo frutos y raíces sino que estos servían para aderezar varios pequeños pájaros que parecían asarse a fuego lento. 

- He pensado que os gustaría comer algo más reconstituyente tras la jornada de ayer.

Mientras los demás daban cuenta del desayuno, Laurel simplemente los observaba. Solo cuando hubieron terminado decidió hablarles.

- Dicen que los dioses nos hablan a través de los sueños. Además del encargo del Gran Ent hay una segunda razón por la que decidí viajar de nuevo: un sueño, recurrente. En él veía un orco, increíblemente poderoso, arrasar un bosque y matar a todos mis seres queridos, quería encontrar respuesta a ese sueño y por eso decidí viajar. Cuando os encontré me dirigía a alguna ciudad de civilizados, a buscar videntes o profetas, o a hablar con las autoridades a ver si había alguna noticia que me diese alguna pista. Y también a alertarles de mi sueño, del peligro de una guerra a muy corto plazo con una horda de orcos. 

El tono de voz era pausado, casi meditabundo, atrás había quedado el orgullo y la autoridad que se había otorgado a sí mismo el día anterior, como si aquello no fuese más que una máscara. Este Laurel parecía más auténtico y real, más humano, más vulnerable. Tenía la curiosa virtud de recordar a todo el mundo a algún amigo de la infancia especialmente querido, como si él no fuese más que un compañero surgido del pasado de cada uno y más que conocer al joven druida, se tratase de un reencuentro. Además era hermoso, hermoso hasta casi lo sobrenatural, un aspecto de adolescencia congelada y eterna.

El joven druida miró a Dienteafilado.

- Creo que tú puedes informarme sobre eso, pues si no te entendí mal ayer, esa es tu misión actual, informar de la urgencia de un posible ataque orco. Te ayudaré a cumplir tu destino, con todo el poder que tengo, que no es gran cosa.

El muchacho bajó la vista de nuevo antes de continuar.

- Ayer tuve un sueño diferente, que no me cabe duda alguna que fue enviado también por los dioses. He de ayudaros, a todos y cada uno de vosotros. No podré hacerlo si os separáis, por lo que os pido que continuéis juntos, y me permitáis acompañaros. Mi autoridad sobre vosotros por el hecho de estar en el bosque no existe, ahora me he convertido en vuestro servidor, en vuestro escudero. Buscaba respuestas para evitar que mi gente muriese, y ahora sé que vosotros sois mi respuesta, vuestros destinos son el mío, y son escabrosos.

Era sincero, de eso no cabía ninguna duda. Cuando había pedido permiso para acompañarles los había mirado a los ojos y en ellos había humildad y sinceridad. Laurel era un buen chico, cualquiera podía darse de cuenta de eso, aunque no estuviese Manzanas para demostrar que era un paladín de los dioses, y aunque Xial no hubiese hecho acto de presencia. 

- No puedo desvelaros vuestro pasado pues lo ignoro, pero en mi sueño recibí una idea de cada uno. Quizás os ayude a recordar. En tu caso, Dienteafilado, me ordenaron ayudarte a enfrentar tu destino. No sé cual es, pero te ayudaré a enfrentarte a él. En el tuyo -añadió mirando al elfo oscuro- me ordenaron que te ayudase a cumplir tu sueño. Tampoco me dijeron cual es tu sueño, solo que debía ayudarte. En cuanto a ti -continuó, mirando ahora al viejo humano-, la misión en la que me ordenaron ayudarte es la más dulce de todas, he de ayudarte a encontrar tu vida y tu amor. Por último -dijo mirando ahora a la elfa- la tuya parece la misión más desagradable, pero te ayudaré en cuanto pueda. Debo ayudarte a huir de tu vida, y a eludir a tus perseguidores. No fuisteis los únicos que aparecieron en mis sueños, aparecía también un enano de gran porte, lo que creo que es un azotamentes, y un hombre-serpiente o una gran serpiente humanoide. También a ellos debía ayudarles aunque no recuerdo haberles visto nunca ni tengo idea de quienes son. Por último, apareció de nuevo el orco que me atormentó estos días pasados en mis sueños, y los dioses me dijeron que no subestimase ni su inteligencia ni su astucia. Cuando ya me despertaba, la frase que todavía sonaba en mis oídos era que los destinos son escabrosos. Eso es todo lo que puedo deciros, diría que el destino de toda la Marca ronda vuestros propios destinos, os ayudaré en todo lo que pueda.

El druida guardó silencio unos instantes.

- ¿Hay algo que puedas contarme de ese orco? -Preguntó de nuevo a Dienteafilado.

El Goblin parecía algo contrariado, sus feos ojos saltones observaban a aquel muchacho frágil y vulnerable..... y carente de ropas.

-Los Dioses hablar mediante sueños -Dijo finalmente con tono seco -Haber visto compañeros de mi orden recibir instrucciones del protector mediante sueños, pero también haber visto locos cometer locuras por sueños corrientes, no equivocarse hombre-niño, sueños poder ser engañosos, mentes jugar trucos sucios.

Dienteafilado hace una pausa mientras bebe un sorbo de agua de un pequeño pozo que se había formado por el rocio de las hojas de los pinos de gruaso tallo -Cumplir mi destino!!, todos cumplir destino, ser algo trivial- Definitivamente el Goblin parecía ser alguien instruido y por momentos inteligente, pero era su rústica forma de hablar la que quitaba todo el adorno que sus intrincadas palabras expresaban.

-Orcos si, orcos ser peligrosos, orcos congregarse en miles en montañas del fin del mundo, hordas y hordas agruparse bajo una sola bandera, yo tener que viajar a Eternlud a avisar en templo, yo viajar desde monasterio de tierras contraelmuro como lo llaman ustedes los dithak*, yo agradecer ayuda de hombre-niño.

Laurel servía el suculento plato de pájaro sazonado con extrañas hierbas, delicioso para él, pero si no fuera por el hambre que había en los estómagos de los demás, mas de uno quizá lo hubiera dejado en el plato.

Mientras comían, el Goblin comenzaba a recitar toscamente su relato. -Gran orco llamarse Oboldo, Oboldo muchas-flechas, Oboldo estar hace varios años ocupando ciudadela Felbar de Enanos, Oboldo llamarla fortaleza flecha-negra, pero otros orcos descender de montaña y debilitar a Oboldo, Enanos aprovechar y retomar la ciudadela; Muchas-flechas huir con vida con adepta Negra Lorog, refugiarse por años y jurar regresar. Su juramento estar a punto de cumplirse, gran horda de muchos orcos moverse en las montañas, muchos orcos jurar obediencia a Oboldo, exploradores de hojaverde informar de batidores orcos sobre Felbar, creer que Oboldo descender directamente a su antigua fortaleza.
Las defensas de Felbar no estar listas todavía. Otros informar que Oboldo conversar con otros orcos de Rauvin, con cráneos rotos y colmillos rojos y con hobgoblins Khalarstauk, también con red negra de Zentharims, gigantes verse en sus filas, ejército peligroso, lideres de orden hablar con lideres de marca, guerra venir, guerra venir pronto.

Selene abre los ojos. Otro flash de su memoria perdida se desvanece con la luz que entra en la caverna.

-Laurel. Gracias por tus palabras, tu ayuda nos será de un valor indispensable -dijo con esa sonrisa suya que te absorbía como un remolino marino. Dou'h tro, ya no me cabe duda de que dices la verdad y te ayudaré en la medida de mis posibilidades.

Selene miró al drow pero no dijo nada. Después, continuo.

-Niemerov, he recordado algo de nuestro pasado que solo nos incumbe a nosotros, ¿me acompañas afuera, a dar un paseo? Es algo de gran importancia.

Selene empezó a caminar antes de escuchar la contestación del humano, como si estuviera acostumbrada a que los hombres hicieran lo que ella pedía.

Selene se detiene al cabo de unos pocos pasos al comprobar que el humano no reacciona.

-¿Niemerov?

Parecía que la rutina matutina no mejoraba los ánimos de Niemerov. En apariencia, ya no tenía esa urgencia por comenzar el viaje, pero se veía en sus ojos el resentimiento hacia el resto, presumiblemente porque habían decidido acampar en vez de marcharse de una vez. Masticaba lentamente, observando a los comensales. No pronunció palabras ante el extraño anuncio de Laurel, ni se privó de saborear su desayuno, por el cual había dado unas silenciosas gracias. Sus intensos ojos decían suficiente.

-Oboldo lo hizo una vez- afirmó, lamiéndose los dedos entre palabras. -Puede hacerlo otra vez, si así lo desea. Después de todo, así son esas bestias. Hacen lo que se les viene en gana- Había roto su silencio en furia, cargando sus palabras con desdén. Pero cuando Selene se dirigió a él parecía pacífico, tanto así que no le prestó más atención a ella que a su comida al principio.

Alzó la vista luego del segundo llamado. -Si hubiera algo importante, los dioses deberían de habérmelo dicho en mis sueños, ¿o no?- Suspiró sardónicamente mientras se levantaba, limpiando algo de grasa de sus dedos con sus ropas esta vez. -Espero que los dioses te hayan susurrado al oído, muchacha- Se acercó a Selene. Su ligera urgencia al caminar delató su falsa paz interior.

-Ignoro si estas mintiendo al decir que no recuerdas nada para protegernos a ambos pero yo voy recordando cada vez mas cosas y se porque viajabamos juntos. Al parecer te contrataron para acabar conmigo usando a tu familia para chantajearte. En vez de intentarlo acudiste a mi y me lo contaste. Me dijiste que necesitabas mi ayuda para liberar a tu familia y me sacaste de la ciudad clandestinamente. Yo jure ayudarte. Es todo lo que recuerdo.

Te lo cuento porque dijiste que los secuestradores eran orcos. De alguna forma, creo que el goblin tiene razon y que nuestros destinos se entrecruzan. 

Había comprendido que aquella gente podía tomarlo por sorpresa, y comenzaba a cuidarse de sus sobresaltos. ¿Mas qué podría haberlo preparado para eso? Se llevó la mano a la cintura, un viejo reflejo eterno que le acompañaría a la tumba y más allá, cuando su alma formara parte del muro de los muertos. Esta vez sabía que sus dedos volverían vacíos, por lo que intentó disimular el gesto en vano.

En sus ojos se reflejaba una batalla encarnizada de la esencia misma de su ser. -Es decir... todo podría terminar tan rápido- Más allá de su mirada, fija en aquella de la muchacha, era claro que su memoria aún estaba en blanco. La idea de que el pasado le abrumara al punto de quebrar y acobardarse, si es que había siquiera considerado llevar a cabo su "encargo", no era descabellada para Niemerov. -Pero debo haber tenido una buena razón para pedirte ayuda en vez de desangrarte- Lanzó una mirada fugaz hacia el grupo, receloso. -¿Por qué necesitaría tu ayuda y, más importante aún, por qué me la darías de buena voluntad?-

Su rostro se había congelado en una expresión incierta, pues un debate interno que había perecido resurgía para plantar dudas en su alma. Aún así, no podía dejar de lado su ira y la necesidad de repartir sentencias. -¿Y quién diablos eres que mi Vylna y mi niño deben pagar por tu pasado?-

Selene se encogió de hombros ante las preguntas del humano. La elfa estaba tranquila, incluso cuando Niemerov hablo sobre cumplir su encargo. Selene se estiró bajo el sol, como una gata que acaba de despertarse. Su pelo atrapó los rayos matutinos y los reflejó por su vestido de seda.

-Digamos que en las camas de las personas importantes se escuchan cosas peligrosas.

Vió entonces el cambio en la expresión del guerrero y se le acercó un poco con gesto compasivo.

-Os ayudé porque vos me ayudasteis a mí, advirtiéndome y sacándome de la ciudad. ¿Por qué no intentasteis acabar conmigo? Quiero pensar que fue por razones morales, pues no recuerdo que nos conociéramos de antes.

-En cuanto a para qué me necesitabais, aún no lo recuerdo. Imagino que debía ser por mis habilidades...sociales.

Niemerov se levantaba de su puesto y seguía a Selene, algo alejados del sitio de campar, donde los susurros eran inaudibles para el resto del grupo, quienes permanecían en silencio comiendo de su plato para calmar el clemente ruego de comida que los estómagos pedían.

Finalmente el Goblin volvío a romper el silencio.

-Dou'h tro tener que partir a Eternlud rápido, Dou'h partir ya con o sin ayuda de niño de bosque, pero pedir indicaciones de camino, porque dou'h tro no saber por donde llevar sus pies.

El Goblin se levanta de su puesto, a la espera de la reacción de los demás, esperando a que Laurel se levantara de su puesto y le diera indicaciones a donde ir....

Una vez más, Niemerov  guardaba silencio. Lo que Selene le había contado no era algo fácil de digerir pero la realidad era aquella y no había más vuelta de hoja. 

Mientras esperaba su respuesta, la elfa escuchó las palabras del goblin y volvió a entrar en el campamento.

Quería ayudar a Douh'tro. No por razones morales, que a ella le dejaban bastante indiferente, sino por conveniencia. No era bueno para nadie que un ejército de orcos se estuviera alzando tan cerca de la Marca. Además, estaba convencida de que Laurel estaba en lo correcto. No podía ser casualidad que hubieran coincidido todos en aquella barcaza. Eterlund, por otro lado, estaba aún demasiado cerca de Luna Plateada y aquello no la tranquilizaba demasiado. Bueno, había poca gente en el mundo tan buena como ella a la hora de disfrazarse, así que aquello tampoco representaría demasiado problema.

-Tienes razón, Douh'tro. Partamos cuanto antes. Creo que tanto Niemerov como yo también viajaremos en tu misma dirección. Cuatro cabezas confusas piensan mejor que una sola - dijo Selene obviando a propósito la presencia del drow.

- Partamos pues -y sin más, Laurel comenzó a caminar, a buen ritmo, buscando el futuro tan duro que ya podía entrever.

Había un vestigio de desconcierto allí en su expresión, y hasta se había colado un leve sonrojo en ella, que probablemente le habría costado su reputación en Fuerte Nuevo. Momentos después de que Selene se distanciara, aún la observaba, con el mismo rostro. Acabó por negar con la cabeza con aire de burla, como si hubiera caído en una trampa que nunca podía evitar.

-Debo estar poniéndome viejo como para que un pigmeo y unos niños se me adelanten- comentó, con ese tono sardónico cargado de desprecio que comenzaba a sonar familiar y cansino a oídos del resto. -Así es, ya que Eternlund es allí donde nuestros destinos convergen, mejor será que los obedezcamos. Por muy escabrosos que puedan resultar ser- agregó, sin un ápice de seriedad.

Lo cierto es que, en la retaguardia, se mantuvo silencioso. Una hiena burlona convertida en un predador más del bosque, de ojo avizor y oído agudo, o al menos eso aparentaba, ya que observaba cada hoja y rama como un potencial enemigo.

Malviirach no sabia que pensar, el descanso que habían tomado gracias a Laurel le había permitido reposar y penetrar en la ensoñación que les permitía a el y a otros como el descansar. Pero a pesar de ello sus sueños se vieron inmersos de muerte, castigo, combates y terror primigenio. Y aun no terminaba de cuadrar todo ello en su actual situación.

- Por mi parte os acompañare hasta Eterlund, aunque por ser lo que soy dudo que pueda ir con vosotros más allá de las puertas. Aun a pesar de eso, os acompañare ya que no tengo aun aclarado que hacia yo por estos lugares cuando me encontrasteis, y tengo preguntas que alguien debe responder. – comento el Drow mientras miraba de reojo a Niemerov. – Aun así, Laurel, ya que conocéis estos parajes mejor que nosotros, ¿Qué peligros podremos llegar a encontrarnos?

- No creo que nos encontremos ningún problema serio.

El camino había sido casi placentero, los pájaros cantaban y coreaban en suave melodías mientras avanzaban por el hermoso bosque de pinos, mientras el sol se filtraba y resaltaba el verdor del bosque que hasta ahora no habían podido contemplar por la confución del momento.

Ahora, algo mas calmados y con un propósito por delante, las cabezas empezaban a dar señales de recurdos que se habían borrado, la mayoría eran simplemente insignificantes.

La conversación no fluía entre los viajeros, mas que los alaridos que expresaban la risa del Goblin, la mirada de los presentes se centraba en el camino que Laurel iba labrando paso a paso a través del bosque.

Finalmente, luegod e varias horas casi silenciosas, el vestigio de la civilización aparecía ante los ojos de los viajeros, una ciudad iluminada por la luz naranjada que irradiaba el sol a punto de ocultarse en el horizonte; una gruesa muralla de piedra rodeaba la ciudad, atravesada en cinco lugares por las puertas de la ciudad, Varias calles anchas y rectas, como los radios de una rueda, iban desde las puertas hasta una gran plaza central atestada de caravanas y puestos comerciales, una gran campana colgaba en el centro de la plaza.

La apariencia fisica de la ciudad era un testimonio tanto de sus fundadores como de sus actuales líderes, se trata de una comunidad muy bella y estética, sin la apariencia de una ciudad guerrera que su historia sugiere. Los edificioes están construidos principalmente de piedra y madera, y muestran claras evidencias de arquitectura tanto Elfica como Enana.

El Río Rauvin transcurre por el centro de la ciudad cruzado por dos puentes.

Los viajeros apresuran el paso ya que es bien conocido que las puertas cierran al anochecer.

Llegaban a la puerta mas occidental de la ciudad, desde el norte del Rauvin, mientras eran intensamente observados por un arrogante hombre con vestiduras negras y mirada soberbia, al acercarse mas y mas, el hombre sale a su encuentro, custodiado por 8 guardias con insignias en sus armaduras de una media-luna, el símbolo de la guardia de la ciudad de Eternlud.

- Jummmm -Murmuraba el hombre al acercarse a los recién llegados, con un tono de desidia burlona.

-Un anciano y un niño, una prostituta Elfa y un Mártir Drow, y un Goblin que olvida sus origenes y trae oscuras noticias; parece que los Dioses se han rendido en la lucha por Toril al haber enviado a este "grupito" de desvencijados maleantes para cosas importantes. Soy Malvin Draga, y soy el guardián de los puentes; ¿Quienes son y con que propósito vienen a MI ciudad?,

-Ya conocerme, Draga, Dejarnos entrar, traer noticias importantes, no poder esperar....