Aldea de [Nombre] Región de Barovia.
Hace algunos años, la aldea de [Nombre] era un lugar rico y próspero. Su situación, a apenas cuarto de hora de la principal ruta comercial de Barovia, hacía de este pueblo un lugar de parada obligatoria, lo que provocó una avalancha de gente que se estableció en esta pequeña aldea. La aldea comenzó a crecer y a expandir sus límites, incluso se llegó a hablar de abrir una escuela de magia debido a que ciertas personas estaban empezando a desarrollar aptitudes mágicas.
Harkor I, señor de [Nombre], estableció una dinastía de grandes señores que eran los encargados de dirigir la próspera villa. Muchos comerciantes se establecieron en [Nombre] debido a que su pequeña población no ponía reparos en vender tierras para construir casas a quien pagara los desorbitados precios que se pedían por el suelo.
Ahora la situación, es mucho más crítica de lo que cualquiera se atreviera a imaginar.
Harkor IV murió en extrañas circunstancias, dejando una hija como heredera. Por las leyes de [Nombre], la pequeña Alice no podía gobernar por lo que el hijo bastardo de Harkor IV era el supuesto elegido para gobernar. Pero claro, era un bastardo. Se formó un extraño consejo por algunos de los aldeanos entre los cuales decidieron una cosa. Si Harkor el bastardo se casaba con Alice podría gobernar en [Nombre].
En apenas una semana Alice accedió a casarse, conservando así la herencia familiar y perpetuando el nombre. Cómo lograra casarse con una persona que había manifestado claramente el desprecio que sentía hacia él, era todo un misterio, pero como la condición se había cumplido, no había marcha atrás.
Harkor el bastardo no resultó ser un buen dirigente. Empezó a cobrar a los mercaderes un impuesto muy elevado por el tránsito de mercancias y personas, hasta ahora gratuito, y exigió que las viviendas de los mercaderes pertenecieran a su persona, pasando estos a pagar un alquiler por las viviendas que ellos mismos habían construido. Los comerciantes se marcharon de [Nombre] y la ciudad fue cayendo cada vez más y más en un olvido hasta el punto de regresar a ser la aldea moribunda que había sido al principio. Lo extraño en todo esto es que nadie se haya quejado, que nadie haya arremetido contra Harkor, que el consejo que le permitió gobernar no haga nada mientras [Nombre] se pudre en la miseria y que ningún aldeano desesperado haya intentado nada en contra de la pequeña nobleza rural.
Así pues, esa va a ser vuestra misión. Tal vez Harkor es un tirano de puño de hierro o sencillamente los aldeanos son unos imbéciles, pero sea como sea tengo especial interés en que las rutas comerciales regresen a [Nombre] por lo que necesito que ese tal Harkor retire el peaje. Id a su pueblo y de la forma más diplomática posible convencedlo de ellos.
Del Mundo de los Sueños
No es un plano de existencia propiamente dicho sino más bien un estado de la mente. No tiene potestad para causar daño físico alguno a una persona como tal, pero no obstante, el poder de una pesadilla puede conducir a la locura, el terror y el infarto cerebral. Adentrarse en el mundo de los sueños es la cosa más sencilla del mundo. Basta con echarse a dormir y al poco el personaje se ve a si mismo. La perspectiva puede variar, pues se han dado casos de gente que se ha visto a si misma en tercera persona, o en primera. El tiempo tampoco funciona igual, pues lo que en un sueño puede parecer que ha transcurrido muchísimo tiempo en la realidad pueden haber sido apenas unos segundos. Ni siquiera lo físico puede servir. Aunque en un sueño alguien vea a sí mismo torturado y magullado, en la realidad no tiene herida alguna. Lo que pasa en el sueño se queda en el sueño.
Sabios de todo el mundo han intentado a lo largo de la historia controlar este mundo, para poder alterar los sueños, pero eso no es más que una ridícula utopía. Cada persona tiene un sueño único por lo que lo que pueda ocurrir en su mente mientras duerme sólo le concierne a él.