Habías solicitado una sesión de prueba, así que, la srta. Parker te tramitó y organizó el encuentro, para ello te facilitó una tarjeta magnética con una clave. Diste la vuelta y comprobaste que el logo pertenecía a un hotel, se especificaba tanto su dirección como la habitación, así como una hora.
Acudiste a la dirección en cuestión y sin ningún contratiempo llegaste a la habitación, entre medias nadie te preguntó ni hizo referencia alguna, como si fueras una cliente más del hotel. Si alguien sabía que estabas allí por un motivo muy concreto, nadie parecía ocultar interés alguno en conocerlo. Tampoco te cruzaste con nadie por los pasillos de la planta de la habitación a la que te dirigías, todo sucedía de manera discreta.
Nada más entrar se iluminaron las luces de la habitación. Una gran cama dominaba el centro de la estancia con una mesa de despacho con sillones al fondo, al lado de un gran ventanal. Pasaste también a ver cómo era el baño y descubriste que estaba en su punto, tanto la sauna como el jacuzzi o la mini piscina que había, que estaba regurgitando el agua con sus burbujas características. Todo estaba listo y en su punto.
-¡ME SIENTO COMO EN CASAAAAAAAAAAAAAA! -Gritó tras haber recorrido la estancia y tirándose en la cama brutalmente.
La verdad es que se podría acostumbrar a aquella vida. Aunque, a decir verdad, ya viviera una parecida. Pero, en aquel caso, no estarían sus padres. Sería todo para ella.
-¡OH, SÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! -Exclamó como si de un orgasmo visual se tratara.
Mientras estabas comprobando las instalaciones en la suite, escuchaste una puerta cerrarse; vuelves tus pasos y te encuentras en la habitación con un hombre de unos 35-40 años, rubio, alto (180 cm) y bien tallado en un traje de ejecutivo - Ah, hola! Soy Mark... he timbrado pero al no haber escuchado... tengo la tarjeta para entrar y... estoy aquí - te mira de arriba a bajo, primero con cierto disimulo, aunque luego ya es todo más directo - supongo que tú serás... ¿has venido de parte de Élite, verdad?
Se dirige hacia el mueble bar - ¿te apetece tomar algo? - se mueve con pasos firmes y decididos, pase por la habitación sin aparentemente timidez ni prejuicio alguno - ¿cómo te llamas? ¿la primera vez... quizás?
Pero su inesperada cita de prueba llegó. De momento, no le gustó. Parecía muy mayor. A ver, le gustaban mayores, pero... no a ese nivel. O sí, pero que fueran más atractivos.
-Vale, encantada, soy Evolet Riley. Sí, es la primera vez que uso este sistema... -comentó acercándose al mueble bar también.
Mark dio varios paseos por la habitación como si estuviera buscando algo - La primera vez impone demasiado. Recuerdo hace dos años que estaba... Como un flan, sí, no te lo puedes imaginar - por fin parece que ha encontrado lo que andaba buscando, un mando a distancia, ves como lo activa en dirección a la venta y acto seguido, automáticamente, se despliegan unas cortinas ocultando completamente las vistas - es por privacidad, hay que ser discretos - acto seguido apunta en otra dirección y se activa el aire acondicionado, así como el hilo musical, aunque es una melodía instrumental con un tono bastante tenue - La oscuridad funciona bien para los comienzos - ves como se van apagando las luces hasta dejar un hilo de luz con el que apenas se ve el suelo.
- Y dime, Evolet ¿Qué te parece si... - interrumpe la conversación al escuchar el timbre de la puerta, extrañado se dirige a la entrada - ¿esperas visita? Será un error, un momento ahora vuelvo.
Evolet se bebió de un trago la copa y observó cada paso de su acompañante. Aún pensaba que era demasiado para ella, además que no le atraía. Esperaba que, con el alcohol, aquello le hiciera sentir un poco más cómoda.
Aquel hombre fue apagando las luces poco a poco, dando una sensación de seguridad. Sin embargo... llamaron a la puerta.
Escuchas a Mark hablando con otro hombre, hay una pequeña discusión que termina con Mark regresando a donde tú te encuentras para pedirte disculpas - me tengo que ir, me ha surgido algo importante. Lo siento. No te preocupes, han mandado a otro - sin más recoge sus cosas y sale por la puerta.
Escuchas al otro hombre entrar y apagar las luces - no te asustes, es simplemente que me gusta tener la suficiente discreción - escuchas sus pasos hasta una butaca en la que se sienta.
-¿Y tú eres...? -preguntó con diferencia. Empezaba a pensar en el berenjenal que se había metido.
Evolet suspiró. Estaba en el limbo del nerviosismo, aunque más bien, la incertidumbre era la que le hacía gran sombra. Estaba arrepintiéndose de haber solicitado una prueba, de haberse metido en ciertos marrones.
-Tú eres Evolet. Yo soy tu cita. -La voz era suave, firme, la dicción perfecta. No podías verle, el desconocido quedaba cubierto por las sombras, pero seguramente él a ti sí, gracias a la luz del anochecer en la ciudad que se filtraba por el gran ventanal.
-Tienes dos opciones, Evolet. Jugar conmigo. O marcharte ahora. Si aceptas la experiencia, entonces, desnúdate. Por completo. Y quédate ahí, de pie, frente a mí.
Evolet gruñó. No veía al hombre y este había sido demasiado brusco.
-Está bien.
Poco a poco, con cierta lentitud, fue desnudándose.
Un cuerpo de mujer, muy bello y en forma, de líneas sugerentes, quedó al descubierto frente al desconocido. El tuyo.
Transcurrió quizá medio minuto mientras el hombre te miraba. Te notabas observada con descaro. -Te sientes incómoda. Con la incertidumbre a flor de piel. Aun así, me has obedecido. Tu curiosidad y la emoción del riesgo prevalecen sobre tu prudencia.
Hubo una pausa.
-Evolet. Has dado el primer paso en el juego. Ten en cuenta que esta experiencia se basa en tus preferencias y gustos. Es un desafío. Una aventura. No sucederá nada que no quieras que pase, nada a lo que no des tu consentimiento. Para ello, debes confiar.
Se puso en pie, en las sombras. Era alto. Abrió el mueble bar.-Dime qué te apetece beber. Qué música quieres escuchar.
Evolet asintió antes las palabras de aquel misterioso hombre. Su voz parecía sensual y grave, pero aquello no evitó que sintiera pudor al principio. Era una experiencia y una situación un tanto verosímil para ella.
-Me gusta cualquiera de The Weknd, me parece muy sensual para... Estos tipos de situaciones. -Carraspeó ruborizada. No me sentía cómoda con tu compañero. Vino, por favor.
Una mano de la que vislumbraste hasta la muñeca, con alguna clase de tatuaje, te acercó una copa de vino rosado, fresco, afrutado al paladar, cuando lo saboreaste. Te relajó los nervios. Continuabas sin ver al hombre, aunque la sombra te mantuvo la impresión de altura y fortaleza.
-Todos somos clientes. Con más o menos experiencia.-Buscó en el enorme televisor conectarse a YouTube- The Weknd. No conozco. -Puso la primera canción que encontró.
-Bebe, Evolet. Baila para mí. Imagina que estás sola. Tomándote una copa. Quieres relajarte tras un día especialmente duro. O tal vez prefieras bailar para tu chico. Tu chica. El calor del vino enardece tu sangre. Te mueves, y sientes la excitación que nace en mí, las emociones que me provoca tu hermoso cuerpo y sus sensuales movimientos.
El cierto mistecismo que tenía aquel hombre le causaba cierto juego en el que quería desenvolverse.
-¿Por qué no te muestras...?
Evolet se sentía lujuriosa. Tal vez por el vino, por el misterio o por la canción. O quién sabía, si por un conjunto de las tres cosas.
Bebía de la copa mientras contoneaba su cintura.
-Bailar sola... No es nada divertido. - comentó con una sonrisa pícara.
-¿Te vas sintiendo mejor? ¿Más confiada, más...en ambiente? -A tu pregunta te respondió con otras, sin disipar tu duda. Luego mantuvo el silencio mientras te contemplaba bailar, observando los movimientos ligeros y serpenteantes de sus caderas.
-Pero sí lo es mirarte. Excitante. -Hizo una pausa, se sirvió entretanto una copa para él. -¿No te sugestiona entonces bailar sola? Evolet, no estás danzando sola. Mis ojos lo hacen contigo. Siguen tu cuerpo, admiran tus piernas, tus pies. La redondez de tus nalgas, la línea esbelta de tu talle. La sensual agitación de tus senos turgentes, el incipiente endurecimiento de tus pezones.
Bebió un sorbo de su copa- Incluso me llega el perfume de mujer que emana tu piel. ¿Te atrae la idea de seducirme con tu baile? Inténtalo.
Otra pregunta, señorita Evolet. Dime qué clase de narración/descripción prefieres o te sientes más cómoda. ¿Superficial, erótica, o tipo porno, lenguaje descarado, suave..?
Evolet sonrió asintiendo con la cabeza. Se sentía más cómoda con aquel misteriosos hombre que con el anterior. Miró al rededor de la habitación por si tenía algo con lo que poder usar. Sin embargo, no había lo que buscaba.
-Acepto el reto, pero necesito de tu ayuda. Necesito que te sientes en el borde de la cama.
Obviamente sabía que era una petición trampa. El morbo que sentía por descubrirlo y verlo le podía muchísimo y, de algún modo, le excitaba.
-Hace tiempo que practico danza del vientre.
Me gusta así!
Una sonrisa divertida fue la primera respuesta del desconocido en las sombras.
-Claro. Ponte primero esto.
Te pasó una máscara de piel
Una vez con ella tapándote la visión, * pudiste sentir sus pasos y que se sentaba en la cama. Te llegó la fragancia fresca y especiada de su perfume, con un ligero toque a pimienta y madera.
-Veamos esa danza. Disfrútala. Yo pretendo hacerlo -te pareció que sonreía.
*Entiendo que Evolet se la pone, ya que tomó la decisión de aceptar desnudarse, y para avanzar la acción. Si te vas a negar, modificamos el turno ;)
Evolet se puso la máscara. No veía absolutamente nada. Ahora mismo, sólo dependía de sus sentidos, sobre todo del oído. Temía caerse o tropezarse o que lo que danzase no fuera de gusto de aquel misterioso hombre.
Al cabo de unos largos minutos en el tiempo, Evolet se sentía un poco cansada. ¿Le había satisfecho?
Hubo unos tímidos aplausos cuando terminaste la danza. Eres consciente de que el desconocido se pone en pie.
-Bailas bien. -Notas un dedo de pronto que asciende desde tu abdomen, su yema se unta de tu ligera transpiración. -Y sabes mejor-Tal vez se lo llevó a la boca. Luego ese dedo realizó el mismo movimiento, pero en esta ocasión, su yema la deslizó , suave, en tus labios.
El hombre se situó detrás de ti. Sus manos, fuertes, iniciaron un masaje en tus hombros. -Joven, atrevida, con ciertos gustos peculiares. Un cuerpo atractivo y en forma. -El masaje casi te hace ronronear. Sus dedos aliviaron tu espalda, descendiendo por ella hasta tus caderas, casi parecían teclear cuando acariciaron tu vientre y subieron de nuevo apenas rozando tus senos para continuar con el masaje en la zona superior de la espalda.
-¿Qué tal así?
Me despisté con el turno :/
-Hmmm... así mejor...-comentaba con cierto gusto al sentir el masaje sobre sus hombres. El tacto de su mano era suave, como si aquel hombre misteriosos se las cuidase.
-¿C-Cuándo podré verte?