Partida Rol por web

No se podía creer como se había podido confundir con la ciudad. Estoy demasiado nervioso, y esto no es bueno, se cometen errores y un error te puede costar la vida. Había estado demasiadas veces en Aguas Profundas como para no reconocerla . Cuando las palabras fueron pronunciadas enseguida noto las oleadas de energía recorriendo su cuerpo, cuando se recupero del mareo y pudo abrir los ojos, sus ojos le ofrecían una imagen bien distinta de la que había estado contemplando hacía un momento

Aguas Profundas
Aguas Profundas es el centro metropolitano de mayor poder en Faerûn. Se beneficia de un puerto excelente, un gobierno inteligente, un espíritu tolerante y una fuerte tradición de instruir magos buenos. El sobrenombre de la ciudad es "La Ciudad del Esplendor" y nunca se dice con sarcasmo por aquellos que la habitan. Su gente sabe que Aguas Profundas es una maravilla y que la vida en ella es, si no mejor, al menos más extraña.
Si los profundinos tienen una característica propia, es creer que no hay nada nuevo bajo el sol. es decir, todos son tratados como partes iguales en la constante mezcla de razas y tradiciones de esta inmensa ciudad.

Cedric...Cedric Anthorek...
Las palabras retumbaban en mi mente, mientras iba reconociendo la imponente ciudad de Aguas Profundas. Cerca de dos años habian pasado desde la ultima vez que la visitara, y la gran metropolis bullia más que nunca.
Donde preguntar?...Pensaba. Quizás en alguna de las puertas de ingreso, la guardia pudiera informarle sobre esta persona...Cedric.
Despues de todo, en sus sueños premonitorios, había aparecido el alto castillo del gobierno, y segundos más tarde, éste hombre..Cedric Anthorek.
Sin embargo, algo inquietaba al adivino. Un presentimiento. Una sensación de peligro, como hace mucho no sintiera.

Dirigiéndose hacia uno de los más ricos distritos de la ciudad, el líder Dagaconjuros se aproximó vestido con sus lujosas ropas, y vio al fin a lo lejos el puesto de guardias.

El camino se prolongaba poco más de un kilómetro hasta llegar a un portal fortificado casi al lado mismo de la costa. Al sur de la entrada, se abría la inmensa superficie del mar de las Espadas, salpicada aquí y allá por las velas blancas de los grandes navíos de cargas. Por el lado norte, y a un par de metros de altura sobre la playa, se iniciaba la pendiente de un acantilado. A medida que la ladera subía hacia el este de forma abrupta hasta convertirse en un farallón.

En la cumbre del acantilado aparecía una muralla muy alta, con grandes torreones a intervalos regulares. El muro sólo se interrumpía en el centro, donde la pendiente era casi vertical y no podía ser escalado. Al otro lado del muro, asomaban los orgullosos cimborrios de un centenar de torres. Malkar no tenía ninguna duda de que, por fin, veía la Ciudad de los Prodigios.

Más allá de Aguas Profundas, una pequeña montaña de casi trescientos metros de altura se elevaba sobre la planicie como un centinela de la ciudad que llevaba su nombre. En el pico del monte Aguas Profundas había una torre solitaria alrededor de la cual volaban bandadas de pájaros enormes. Incluso desde esta distancia, Malkar podía ver sus cuerpos y la forma de sus alas.

Cuando estuvo más cerca del portal, Malkar descubrió que las aves en el cielo de Aguas Profundas no eran tales. Tenían las alas y la cabeza de las águilas, pero sus cuerpos y garras eran de león. Eran grifones, y sobre el lomo cargaban a sus jinetes. El joven pensó en las dificultades que se habría ahorrado si hubiese podido disponer de una de aquellas monturas.

Iba tan absorto ante la visión de los grifones que, cuando  se detuvo, casi no se dio cuenta de que había llegado al portal. Dos centinelas le cerraban el paso, vestidos con armaduras de placas negras. En los petos aparecía una luna en cuarto creciente dorada rodeada por nueve estrellas de plata. Detrás de ellos había otro hombre, ataviado de cuero verde y cota negra, pero con una insignia donde sólo aparecía la luna dorada. Otra docena de soldados vestidos de la misma manera permanecían junto al portal, ocupados en atender a diversos viajeros.

—Alto. Diga su nombre y actividad —dijo el primer guardia. Evitó acercarse al adinerado comerciante que tenía delante.

El noble se quitó el exótico sombrero dejando descubierta la preciosa diadema sobre su frente. A pesar del ardiente sol, el viento proveniente del mar lo refrescaba, con lo cual su fina túnica no resultaba inapropiada ni calurosa.
Asintiendo levemente su cabeza, un movimiento leve, pero que no pasó desapercibido para los guardias, fijas sus miradas en la enjoyada diadema, el noble respondió.
Soy Kazamar Zaojem. Hace tiempo que no visito vuestra exquisita ciudad, sin embargo ya he estado aqui, en la joya. La mano del noble, recorre poéticamente y por casualidad, la joya de su frente, secando con el puño de su tocado el leve sudor producido por el sombrero.
Estoy buscando a uno de ustedes. Un reconocido miembro de la milicia. Cedrik. Les agradecería si me indicaran donde hallarlo.
Volviendo a colocarse el lujoso sombrero, apoya su mano en el cinturón, a un lado de una pequeña cartera de cuero negro y opaco.

Cuando estaba a punto de hablar con el guardia tuvo un súbito flash, jamas en su vida había tenido una visión mas clara que aquella, vio  un palacio compuesto de tres edificios y con un cartel de madera en el cual bajo la efigie d euna sirena se podía leer La Sirena Sonrojada. El palacio era extremadamente lujoso, vió a una figura que se acercaba  a el, y supo claridad que se tataba de Cedric Anthorek. Vió como Cedric entraba en el edificio, en ese instante supo que era un hombre conocido y apreciado en la ciudad.

Antes de que los guardias lleguen a responder al adivino, un grupo de visiones extrañamente claras estallan prácticamente en la cabeza del mago. Malkar lleva una mano a su sien, movimiento que seguramente reflejara a los guardias el cansancio del camino. Sin embargo, al instante el noble parpadea rápidamente, y dando un suspiro agrega dubitativo.
Debo...debo reunirme en...la...La Sirena Sonrojada...Me indicarían su dirección?

Esto es muy raro...es demasiada precisa la visión!...Has...Sentido eso Cartu?.

Un impecable y blanco hamster, se asoma en ese momento desde uno de los bolsillos de la túnica. El animal tiene un pelaje impecable, y para un ojo entrenado, resultará evidente que los cuidados que recibe han de ser más costosos de los de más de un niño en la gran ciudad.

Creo que alguien nos está llamando, sea consciente o inconscientemente...Será mejor ir alerta amigo.

Una dama se acerco  a el con porte distinguido.

- Bien venido, a La Sirena Sonrojada.  ¿ Tiene reserva para comer o es la primera vez que viene ?

Tras agradecer las indicaciones de los guardias, el adivino se dirigió directamente hacia el distrito de los muelles.
Enseguida reconoció al imponente edificio. Sus tres lujosas construcciones, se destacaban del resto de los edificios del distrito.
Malkar entró al establecimiento seguro de que encontraría allí a la persona que estaba buscando. A pesar de ello, algo latía dentro de su mente; un presentimiento, una sensación de que cierto oscuro y antiguo peligro asechaba por sobre su hombro.

Una vez adentro, el mago se quitó el fino sombrero y sus ojos comenzaron a inspeccionar el lugar.
Será mejor que permanezcas oculto Cartu...no sabemos como recibirán aquí a tus compadres! Jaja, de todos modos, si vamos a comer en este lugar, te ruego, como siempre, que me avises si ves a algún otro ejemplar de los tuyos de acuerdo?

Bromeando con su familiar, continuó observando con detenimiento la posada.
Cedric...el Cedric de sus visiones, el mismo del que recordara ahora algunas historias, no se encontraba presente. En su lugar, una joven camarera, ataviada casi como una dama de la corte por sus costosas y exquisitas prendas, se acercó al hechicero.

Cita:

Haciendo un floreo con su sombrero, el erudito sonrió a la joven.
Parece que no me recuerdan por aquí señorita? Claro! Hace ya varios años que no paso por Aguas Profundas...y tu?...De seguro hace unos pocos años trabajas aquí?
Sin dejar de sonreír, el sabio agrega rápidamente.
No es mi primera vez aquí, pero debo admitir que no tengo ninguna reserva...Salvo...salvo que Cedric la haya solicitado? pregunta enarcando una ceja.
Acaso está presente Anthorek aquí? pregunta mientras vuelve a recorrer el establecimiento con su mirada.

-          El único Anthorek es el capitán de la guardia –Sin esperar una respuesta la joven saco un libro de uno de los cajones que había detrás del pequeño mostrador. – Deje que lo compruebe. –tras revisar el libro un par de veces levanto la cabeza hacia Melkar. – Lo siento, no tiene ninguna reserva a ese nombre, quizás por otro nombre.

Mientras estaban hablando un joven, ataviado como un caballero, pero con una mascara que le cubría el rostro  se acerco a la chica que estaba atendiendo a Melkar. – Si nos disculpa un segundo –Le dijo el chico a Melkar para luego dirigirse a la chica

-          El caballero de la 315 dice le subamos la comida a la habitación. Les diré a los de la cocina que pasen el pedido.  –Acto seguido el chico se marcho por uno de los pasillos.

- Nos alegra de volver a tenerle por aquí, y como podrá comprobar nuestro servicio sigue siendo el mejor de Aguas profundas.

El erudito se queda sorprendido al ver al enmascarado. Cuando al fin se retira pregunta.
Quien era ese? Me ha llamado la atencion su extraño atuendo!...Se trata de un juglar?¿

Respecto a Anthorek ...Si, creo que es a su hijo al que busco.

La muejr esbozo una ligera sonrisilla apenas perceptible. - Los que van con la máscara son los empleados. ¿ Entonce sentiendo que no va  hopedarse con nosotros, si no que solo esta esperadno a su amigo ?

El erudito hecha la cabeza hacia atrás, y sonríe para sus adentros. Hace años que no venia a este lugar...había olvidado algunas costumbres.
Me hospedaré en vuestro establecimiento, y ya he almorzado así que de momento no deseo nada más. Si fuera tan amable, me podría mostrar que habitación tiene para ofrecerme?
A pesar de que hace menos de una hora Malkar se hallaba a gusto en la cofradía, no le vendría nada mal un lugar donde ubicarse en Aguas Profundas. Si necesitaba utilizar sus artes para encontrar a Cedric, de seguro pasaría al menos una noche en la ciudad.

Una vez a solas, luego de haberse asegurado de que ninguno de los clientes actuales de la gran posada coincidia con el de sus visiones, el mago extrajo un espejo de plata, de un pequeño bolso de su cintura, enmarcado en platino y adornado con preciosas gemas. Extrañamente, el espejo era aun más grande que la propia boca del saco contenedor. El mago, colocó el espejo sobre una exquisita mesa de la habitación, y tomando asiento frente a éste, comenzó a imaginar en su mente los números y letras de un difícil conjuro.
Jammening Jammening! Scrapeus Beuseu!...Scrapeus Cedric! Cedric Anthorek...
Mientras susurraba estas palabras, en su mente visualizaba el rostro del guerrero que se le había aparecido en sueños. Aunque la imagen había sido muy precisa, encontrar a una persona tan solo por recuerdos oníricos, podía resultar una tarea agotadora.

Poco a poco el espejo dejo de reflejar la imagen de Malkar para devolverle la imagen de dos hombres.

Malkar reconoció al tal cedirc junto a otro hombre algo mas entrado en años, pelo cano que por su forma de moverse se dio cuenta de que estaba en forma.
 - ¿Por qué no vamos a comer a La sirena Sonrojada? Me han dicho que allí hay alguien que me busca para entregarme un mensaje, así que podría ocuparme de ese asunto y despues te acompañaré a ver a ese testigo ¿te parece bien? –Le dijo cedric al otro hombre

-          Vaya, tienes buen gusto ¿ te olvidas que solo soy Capitan de la guardia? Tu padre es un hombre pobre, pero bueno, un dia es un dia vayamos  -dijo pasandole un brazo por encima del hombro

Para a continuación emprender el camino por las calles de una ciudad de modo amigable

Concentrado en el espejo, Malkar observa a los dos soldados avanzar por la ciudad...
Hummm, parecer que mis sueños, eran más que una visión...eran una visión del futuro!
Cartucho observa atento la imagen, al rato, inquieto, desciende hasta el suelo y comienza a olfatear el lugar...Descontento al no oler ningún rastro de alimento ni a otros ratones, trepa nuevamente hasta el hombro del adivino.
Están por llegar...pero...como es que Cedric sabe de mi presencia? Habrá tenido las mismas vi...no, no es posible. Alguien parece haberle advertido...pero quien?
Ademas, yo no tengo respuestas para el...sino, él para mi. Diantres!

De repente la escena cambia delante de ellos aparecen tre sfiguras salidas de la nada una de ellas no llevaba armadura, ni ningún tipo de arma, su altura era como la de un enano aunque un poco más ancho. Una capa raída de cuero, que parecía varias tallas más grande de lo necesario, cubría su cuerpo y lo que parecía una mochila a su espalda. Caminaba claramente encorvado aunque no usaba ningún tipo de bastón o cayado. Sus pasos parecían ser seguros y firmes.
Sólo se entreveían unas gruesas botas de caminante y una cara muy barbuda en el escaso fragmento que su capucha no terminaba de ocultar.  La otra figura es un robusto e imponente enano, de casi metro cuarenta, embotado en una reluciente armadura de acero blasonada con un murciélago blanco. En el interior del murciélago puede apreciarse claramente el símbolo religioso de Moradin. De su yelmo, con forma de murciélago, brota una característica barba blanca y grisácea, a juego con sus ojos gris rojizo. Una nívea lanza de caballería, de adamantita blanqueada, se extiende desde su mano derecha, como si de una enorme estalactita se tratara. Lleva en su espalda un imponente mandoble de acero, con empuñadura en forma de murciélago también. A su espalda se extiende una lustrosa capa, elaborada con el pelo de algún animal de un blanco intenso. La tercera y ultima figura no debía pasar de su altura no sobrepasa los 3 pies y su peso no alcanza las 30 libras. A simple vista podría pasar por un niño, aunque quien se pare y le mire más detenidamente podría observar que, en su mirada no hay nada de infantil.
Vistía una armadura de cuero tachonado, negra como el betún, cubriendo una camisola. Sus pantalones son de cuero y porta botas altas.
De su cinturón parte una gran cantidad de bolsitas de cuero en la que guarda sus herramientas y otro equipo, a parte de su querido Kukri, al que llama, Liberador.
 llevaba un sombrero, diadema u otro adorno para la cabeza.
Su cuello lo rodea con una capa negra cuyas solapas une con un precioso broche.

  El hombre que acompañaba a Cedric al ver que parecían las tres figuras e interpuso entre Cedric y ellas y saco su arma