Partida Rol por web

La gema se iba debilitando tanto fisicamente como en su aura ante la mirada de Marco.
Pronto caera y ante sus palabras la gema se combirtio en polvo.

Miro a su alrededor y lo que vio no le sento nada bien, era inusitado, los aventureros se acercaban cada uno a sus dobles para dar mas acentuamiento a la situacion.
Ya que no va a haber planta lo mas seguro es que ni Joanna ni yo lleguemos hasta aqui aunque ya no se que pensar, me gustaria poder comunicarme con Mystra en busca de su guia creo que ella sabra cuales son nuestras mejores opciones.
Se dio cuenta de que aun sostenia a la pequeña Joanna en sus brazos y con cuidado la deposito en el suelo mientras le preguntaba con una sonrisa.
¿A ti que te parece todo esto?

- Bueno, si todos creéis lo mismo, quizás sea yo la equivocada. En todo caso, si podéis esperar a mañana por la mañana, me gustaría dormir -Dijo una de las Alasas- Mañana podré preparar un conjuro de comunión y saber qué piensan los dioses de tener dos sacerdotisas suyas por el mundo...

Algo no encajaba, pero el derviche no conseguía llegar a desentrañar la madeja que dominaba sus recuerdos. ¿Cómo era posible? Sólo habían pasado unos pocos días desde el suceso que les había unido a todos, y sin embargo era como si hubieran pasado años.
Sus ojos pasaban de unos a otros, sobre todo vigilando a sus yo pasados y realizando una cuenta mental, intentando alejar la niebla que envolvía y su mente para poder acceder a sus recuerdos recientes.

Y entonces comprendió. Poco importaban las muestras que demostraban que sus réplicas eran ellos mismos, pues el grupo no estaba completo.
Algo había cambiado y podía ser de vital importancia el avisarlo. Si se equivocaba al decirlo resultaría menos perjudicial que si se equivocaba al callarlo.

Hemos cambiado el pasado, - comentó Cedric sin apartar la vista de los recien llegados - pero este ya había cambiado antes de nuestra aparición.

Extendió su brazo y lo movió lentamente en círculo, abarcando a todos los presentes - ¿No lo veis? ¿Acaso no recordáis? Cuando combatimos contra el légamo Yal estaba con nosotros, así como Rogan...y ellos no están aquí. No se qué sucede, pero lo único extraño aquí no es nuestra presencia, sino la ausencia de otros.

- Sí, lo hemos cambiado, hemos evitado que suceda lo que sucedió la otra vez. Y si no están aquí los mismos que combatieron entonces contra aquella maléfica planta es porque ellos, nosotros, habíamos llegado tarde. Esta vez nos hemos anticipado, y al anticiparnos hemos evitado el renacimiento del dios maligno, y lo hemos hecho antes de que todo el grupo se reuniese.

Que los dioses decidan.

La cara de concentración de ilistil se hizo patente para todos en un momento dado empieza a hacer una cruz cabalistica en el aire, luego se giro hacia el este y tocandose la frente dijo - Ateh. -y Tocandose  la parte inferior del estómago pronunció -  MAKUTH. -Tocandose el hombro derecho pronunció -  VE-GEDURAH. -Tocandose  el hombro izquierdo pronunció -  VE-GEDULAH. -Finalmente con todos los dedos de la mano juntos se toco el centro del pecho y dijo - LE-OLAN. -Repitió la misma operación en todos los puntos cardinales .- Ante mí flamea el Pentagrama, tras de mí brilla la estrella de seis rayos.

coa-mma-nna, hara yo emmë maquetië Corellon

Al principio nada pareció suceder, luego una imagen les rodeó, era una imagen familiar, que les proporcionaba calma .

- Salud y prosperidad. Habeis hecho un buen trabajo, el mundo esta a salvo gracias a vosotros.
 

Luego tomo así mismo forma al lado de la pequeña Joanna y le dió la mano

¿ Les devolvemos a casa pequeña?

El sol comenzó a hacer su camino más y más rápido. Se podía ver como el sol trazaba su camino y, como la luz del dia cambiaba,  dibujando con tonos pastel el maravilloso paisaje en que se encontraban, el paisaje cambiaba bajo las distintas luces.

Sus antiguos yos, y los elfos desaparecieron de su vista. Cuando salieron las estrellas ya estaban solos .  El sentido del tiempo se perdió hasta que en un momento dado vieron como la velocidad de paseo del sol descendía, poco a poco la velocidad era menor, hasta que finalmente se detuvo.

Aún estaban rodeados por la imagen de corellon.

-Os he devuelto al cauce de la vida que os pertenece.

Estaban en el mimso sitio de donde habían partido, pero ahora estaban en casa.

Ahora he de irme, pero prometo que tu y yo estaremos en contacto.- dijo mirando a Joanna

La figura se desmaterializó.

Por fin todo había acabado.

El lenauro tragó saliva. Si bien se sabía un protegido de Mielikki, era la primera vez que tenía a una divinidad a su lado y eso lo había impresionado. Se mantuvo en silencio mientras Corellon se ocupaba de regularizar el tiempo a su alrededor y realizó una leve inclinación de su enorme torso cuando se despidió.

Finalmente, una vez solos miró a sus compañeros mientras comentaba - Creo que atesoraré este momento en mis recuerdos. No todos los días uno ve a un dios en persona. Aunque parece que algunos ya lo conocían - agregó mientras miraba a la pequeña, sin saber que pensar de ella

- Parece que nuestra misión ha terminado. Supongo que deberé volver a mis praderas a cuidar de los míos. pero cuenten conmigo si alguna vez necesitan ayuda... solo espero que no sea para embarcarnos en algo tan... eh... bueno, en algo tan complicado. Aunque si hace falta aquí estaré -

ante la aparicion de Corellon un curioso pensamiento atraveso su mente, en la anterior linea temporal posiblemente aquel fuera el instante en que Corellon apareciese en la taberna en la que se encontraban y le avisase de papel en aquella aventura...

El tiempo a su alrededor se acelero y para alivio de Marco fueron regresados a su momento temporal.
Despiodio al Dios con una muda inclinacion de cabeza, las ultimas palabras que habia dirigido a la pequeña resultaron bastante desconcertantes.

El Lenauro fue el primero en hablar tras la marcha del dios. Y sus primeras palabras le sacaron un sonrisa sincera y alegre, es verdad que el ya se habia encontrado antes con Corellon y hasta con la propia Mystra aun sin haberse dado cuenta mas tarde, el recordar esto le hizo acentuar mas la sonrisa, ante su propio despieste.

Solo me cabe decir que ha sido un autentico honor conoceros a todos y luchar a vuestro lado, nosotros... miro a Joanna, dandose cuenta de que su vida de errante por el mundo se habia acabado, deberia asentarse y procurar que la pequeña disfrutara mientras aun pudiese de su niñez. Nosotros buscaremos un sitio donde asentarnos y vivir, comprar una casita... tu que dices pequeña donde prefieres, ¿cerca del mar?,¿cerca de la montaña? donde puedas haya mas niños con los que puedas jugar...

Realmente  aquello se podia considerar una nueva aventura.

- Conozco un lugar -dijo Alasa con una sonrisa- Es un lago de montaña con buenos y frondosos robles rodeándolo. El agua baja largo tiempo por un valle, pero calmada, y cuando llega el verano le da tiempo a calentarse con lo que es un lago cálido, no como esos helados lagos de deshielo. A un par de días al norte están las montañas, con sus picos afilados con nieves perennes, y cuatro o cinco días al sur, ya te encuentras marjales y al final de estos algunas playas de fina arena dorada. El lago abastece a un amplio valle sumamente rico, y allí hay una próspera comunidad con muchos críos. A mitad de camino entre el lago y las montañas hay un monasterio, dedicado al Señor de la Luz, yo iré allí un tiempo a descansar y aprender nuevas cosas, también enseñaré a los nuevos acólitos. Siempre reciben bien a una sacerdotisa poderosa que les enseñe nuevos caminos. La zona es muy segura, sólo acercándose a los marjales hay algún peligro para los viajeros desarmados, pero con un monaseterio de Lazhander tan cerca ningún mal dura mucho tiempo sin ser erradicado. En la aldea tengo una casa, muy amplia, de tres pisos. Me la dejó en herencia un rico comerciante al que una vez salvé la vida. Es demasiado grande para mí, así que puedo cederos una planta. No me veréis demasiado, yo estaré mucho tiempo en el monasterio. Sí, creo que iré allí, aunque deberé buscarme un nuevo amante, Daled estaba a punto de casarse con una linda muchacha de pelo trigueño la última vez que lo vi, y me apuesto algo a que estas alturas ya es padre...

Alasa rompió a reír sin razón aparente, en su expresión se adivinaban lejanos recuerdos con aquel tal Daled, pero sobre todo era una risa de puro gozo. Sólo ahora se daba cuenta de lo peligrosa que había sido esta última aventura, con el destino del mundo en las manos de aquel selecto grupo y aquella niña que era un avatar de Corellon. Un error más y quizás el futuro habría sido bajo el yugo de un terrible nigromante.

- Estuviste muy rápida amiga -añadió mirando a Alessëa- Pensaste más rápido que los demás y eso salvó a este maldito mundo de los planes de Acerak. Los bardos cantarán gestas sobre ti.

La mirada era realmente radiante, y la sonrisa permaneció largo tiempo en su rostro, sólo al final se ensombreció un poco.

- Quizás volvamos a vernos, Acerak sigue ahí, bien escondido en su maldito semiplano y todavía tengo que salgar cuentas con él. Pero ahora que sé lo que hay al otro lado, sé que todavía tengo que aprender más antes de enfrentarme a él. No lo desafiaré a la ligera de nuevo, pero habremos de encontrarnos antes del final de mis días. Creo que ahora me iré, si alguien quiere acompañarme...

Alessëa abrazó a Alasa, y luego, uno a uno, a todos sus compañeros.

En silencio, y con una sonrisa. Ya nadie se extrañó, ahora ya todos sabían de los silencios de la arquera, de sus sentimientos a flor de piel. Cuando acabó, se quedó quieta, mirándoles. Podría haberse ido con Alasa, podría haber salido tras alguno de los demás. Sin embargo, sabía que no se movería de allí. En alguna parte de la joya de ciudad élfica, había alguien que la esperaba. Alguien a quien ella había prometido una respuesta, y si cuando se fue, ella no podía darle su corazón, ahora sí.

Se giró, sin dejar de sonreir. Y se alejó. Shenasil la esperaba...

En la mágica hora que sucede el ocaso, el sol torna de un fuerte color rojizo como no se ve en ningún otro momento, ni siquiera en el amanecer. Aquel largo valle tenía al Norte las Montañas, y al sur, ya lejos, los marjales, pero el lago se extendía largo hacia el Oeste, antes de desbordar ligeramente y desvanecerse por múltiples lugares para dejar un montón de tierra húmeda donde el trigo crecía con tal fuerza que a finales  de la primavera se convertía en un mar de tonos rojizos caprichosamente ondulado por la brisa. Unos días al año, el sol mismo contribuía a ese efecto, dejando ver su sueño a través del desfiladero, y en esas fechas, si uno tenía suerte y ese año no llovía, el espectáculo era tal que muchos viajeros venían de lejos sólo para contemplar aquellas puestas de sol donde el universo mismo parecía querer virar de color.

Aunque no era precisamente una extranjera, Alasa había decidido llegar por el camino del Este, precisamente para hacer coincidir su llegada con aquel espectáculo maravilloso de luz, que sólo una sacerdotisa que había consagrado su vida a luchar contra la oscuridad sabía apreciar en su justa medida.

Viajaba ahora sin armadura, y salvo por una daga también sin armas. Sin embargo ningún bandido la tomaría por una dama indefensa, pues sólo la diadema con la que recogía el pelo mostraba tal poder que incluso alguien sin capacidad de ver magia se sentía acongojado ante ella. Por si no bastase, la fama de Alasa era tal en toda la comarca que su menuda figura y su rostro blanquecino eran la pesadilla de todos que mostraban veneración por el robo y el asesinato. Casi en la misma obsesión con la que los amantes del bien y de la luz amaban la figura de la joven.

Caminaba despacio ahora, casi sin hacer ruido, conocía aquellos parajes como si fuesen el patio trasero de su casa, cada recoveco y cada árbol, cada cervatillo y... y cada paisano. Así que cuando vio al viejo Das buscando por el bosque supo que buscaba a alguna de sus hijas, quien probablemente estaba en ese momento disfrutando del placer de algún muchacho. Das no era mal hombre, pero sentia una obsesión por la pureza y la virginidad que ninguna de sus hijas compartía, todas ellas buenas seguidoras de la senda de la sanación y del placer que había seguido la propia Alasa. La mayor de ellas, de hecho, había compartido cama con la sacerdotisa en alguna ocasión, y amante en alguna otra.

Cuando Das vio a Alasa soltó un respiro de resignación, con la pasional sacerdotisa cerca se habían acabado las posibilidades de encontrar a Irena, su hija menor, apenas una adolescente y la única que seguía compartiendo el hogar paterno. Resignado, espero a que la joven y hermosa mujer (quien le provocava oscuros deseos pero a la que racionalmente no podía adorar como otros) llegase a su altura.

- Dichosos los ojos que la ven, Dama Alasa.

- Saludos Das, veo que la puesta de sol es tan majestuosa como siempre, echaba de menos estos colores, donde he estado no existía ningún color, era un mundo helado y gris.

Aquello recordaba a Das que su felicidad dependía de que otros como ella luchasen por él. Podía no compartir la senda sensual de Alasa, pero donde no dejaría de estarle agradecido por siempre era en su poderosa lucha contra las fuerzas del mal.

- El sol brilla más gracias a su trabajo mi señora, aquellos que plantamos los campos siempre estaremos agradecidos.
Y aquello recordaba a Alasa que incluso los más humildes tenían su función en el puzle de las cosas, y no era el de agricultor un trabajo menor. Alasa podía no compartir su extraño sentido de la moralidad, pero no podía dejar de admirar su capacidad para sacar vida de la tierra.

- Necesitaría un favor Das, vengo caminando desde hace muchos días e iré directamente a mi casa en el pueblo a descansar las piernas. Necesito que encuentres algún muchacho que acepte ir al monasterio a avisar de mi llegada, pagaré bien el servicio, como siempre.

Ahí estaba. Das no podía negarse, y eso le enviaba de vuelta al pueblo.

- Si señora Abadesa.

Abadesa... en realidad poco más que un cargo honorífico, pues era una aventurera, no una profesora a tiempo completo, aunque ahora quizás fuese capaz de aguantar unos meses y trasmitir todo lo aprendido en esta última aventura... bueno, todo no, no había muchos chicos capaces de aprehender tantas cosas.

Das no esperó más, y con un saludo de cabeza, montó en su caballo y salió al trote hacia el pueblo, dos minutos más tarde se perdía tras la siguiente colina.

- Podéis salir, ya se ha ido.

Era Irena, la menor de las hijas de Das, apenas unos 17 años. Aunque al menos un par de ellos más que su amante quién se había puesto extremadamente rojo al ver a la atractiva sacerdotisa cuando apenas llevaba ninguna ropa puesta y los efectos de Irena en él eran claramente perceptibles. Reteniendo la risa que amenazaba con salir, Alasa buscó una piedra donde reordenar su mochila, tiempo suficiente para que el chico recuperase la compostura... y la ropa, ante la atenta mirada de su amante, mucho más desinhibida y a quien la presencia de Alasa no intimidaba en absoluto. Al fin y al cabo era su amiga y profesora, y de ella había aprendido todo lo que sabía de artes curativas, el modo en que se ganaba la vida y de forma notablemente beneficiosa como negocio, aunque nunca lo había visto como un negocio y, como Alasa, se olvidaba de cobrar sus servicios la gran mayor parte de las veces.

Alasa respiró profundamente, la presencia de su vieja amiga Irena (que seguía más interesada en ver como se vestía el apuesto muchacho) le había traído infinidad de recuerdos y una extraña sensación de cansancio y paz a partes iguales. Alasa tenía muy buen olfato y por su nariz se colaron infinidad de olores y matices, desde el seco del polvo que venía del trigo, a las feromonas de los dos adolescentes que hasta unos momentos antes se habían declarado amor eterno sólo por una noche. El trino de los pájaros despidiendo el día, en alta y confusa algarabía, parecían añadir sus sonidos a la bienvenida a la clériga, y intenso rojo de los últimos rayos de sol parecieron convertir el lago en el punto mismo en que el sol se estaba retirando a pasar la noche, y eso, para una sacerdotisa seguidora de todos los dioses de la luz, era un momento cuasi místico.

Alasa disfrutó de la saturación de los sentidos, que le impidieron pensar en nada más que en disfrutar de aquellas múltiples sensaciones en un instante de pura felicidad.

- Ya estoy en casa.

Zizel se quedó callado ante la llega del dios y los manejes que hacían con él hasta que dijo.

Basura de dioses moviéndome de un lado al otro, basura la niña esta a la cual estaba tocada y manejada por ustedes o siendo una más de ustedes, cosa que no me interesa.
Por supuesto no entienden mi odio ahora, tal vez no mañana pero un día verán lo inútiles que son y lo vagas que son sus existenciencias moviéndome a su antojo.

YO SOY YO Y HAGO LO QUE QUIERO HACER!

Explotó literalmente en fuego un aureola de fuego surgió de él llegan hasta mucho más allá de su lado pero aquellos compañeros de aventuras no resultaron afectados. Al instante un nuevo fuego surgió de él pero tampoco dañó a sus compañeros si bien estaban a su lado, evidente el mago sabía forjar su magia.

Que porquerías son al final no he hecho nada más que deambular por un laberinto buscar derrotar a un lich que nunca vi, traicionado por un tal Brass que jamás sabré quien es.
Este Corellon me lo simplificó todo, pero algo sé, se que fue él quien me negó todo aquello que buscaba en este momento y mi vida es larga, quizás mucho más de lo que él cree.

Lo dioses morirán Corellon y tu serás el primero de todos!

Las despedidas nunca habían sido el fuerte de Cedric, pese a que, por desgracia, ya había tenido que afrontar muchas de ellas, mayormente por causas más nefastas que las actuales.
La muerte le había arrebatado a parientes y amigos, pero esta vez sería diferente. Todos continuarían con sus vidas allá donde les dirigiesen sus pasos, por lo que nadie sabía lo que el destino les deparaba y podrían encontrarse nuevamente.

Se mentía. Estaba convencido de no volver a verlos jamás, por lo menos en lo que se refería a esta vida. Negación, sólo eso le serviría para evitar que la tristeza le llenara y empañara la última visión que tendría de ellos.
No le avergonzaban las lágrimas que pugnaban por salir, pero no era el modo en que quería que le recordaran, no. Simplemente el jovial explorador que conocieron en su momento, pese a que el júbilo había quedado atrás, quizá en el plano de Acerak.
¿Volvería a recuperarlo? Seguramente sí...el tiempo lo diría.

Mi vida es vuestra. - dijo a modo de despedida - Si me necesitáis buscadme en Aguas Profundas. Allí aún queda mucho por hacer.

Y el derviche se alejó, luchando consigo mismo para no volver la cabeza. Se alejaría como el guerrero que quería llegar a ser.
La próxima vez, si existía tal oportunidad, sería mucho más fuerte de lo que lo era actualmente. Acerak tendría que pensárselo dos veces antes de reaparecer.

Sus pasos le guiaron hacia la ciudad donde su padre le aguardaba.