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RESOLUCION TURNO 200
 

El poblado que tenían delante no tenía ni nombre. No eran más que un puñado de casas, en el que Vivian apenas media docena de familias, y que se ganaban el pan con el trasiego de mercancías producto del comercio fluvial. Casas bajas, de madera y con los tejados vegetales, tal y como ya habían visto al otro lado de La escalinata Norte. Había pasado más de tres horas desde que iniciaron el descenso, para cuando llegaron a aquel poblado, el sol estaba en lo más alto. Era la hora de comer, y por qué no, aprovechar para hacerlo allí, antes de dirigirse de nuevo al rio. El enano, en particular, se pareció la mejor idea cuando Agranil lo sugirió. A saber, cuándo podrían volver a comer caliente.

Tenían pensado haber llegado mucho antes, haber embarcado de nuevo y comer una vez hubieran tomado tierra de nuevo, comer. Ahora comerían en el poblado, cosa de agradecer, pero para cuando dejasen la embarcación de nuevo, les quedarían una o dos horas de luz. Se habían retrasado, y la bajada por La Escalinata, tampoco había sido rápida. Aquello hacia tambalear su plan inicial de llegar antes que los orientales a Caras Gwidor. Tal vez haciendo el esfuerzo conseguirían algo, pero estaban seguros de que mereciese la pena, llevaban casi tres horas de retraso.

Turno 201

Por fin estaban abajo del salto del agua, y como arriba había un pequeño asentamiento en el que vivían varias familias, que vivían de lo que les daba el río, la foresta circundante y, sobre todo, el trueque entre la gente que transitaba por aquella zona.

Gwalin se acercó a las chozas siguiendo el olor que desprendía una tremenda cazuela puesta al fuego donde hervñian varias verduras y algo de carne. El aroma invitaba a acercarse y a comer allí por algo de dinero. El enano, que había adelantado a Ional había llegado un poco antes y miraba hacia atrás esperando que el resto de la gente llegara cuanto antes. Si bajaban rápido les daría tiempo a comer caliente de aquel guiso. Pero eso no sucedió. el grupo tardo en bajar y el retraso acumulado era bastante grande.

Como de costumbre el enano gruñó. 

-Gggrmmmmmmm -tanto por su boca como por su tripa salió el típico gruñido del guerrero-. Vamos, no tenemos tiempo de comer caliente. Comeremos por el camino y así no perderemos más tiempo...¿no te parece?-terminó preguntando a Larrid al acordarse que él no llevaba la voz cantante y que era Larrid el jefe del grupo.

Turno 201

El descenso de la última parte de la escalinata fue más sencillo aunque el ruido del agua dificultó que el norteño escuchase correctamente el relato de Hallfrid acerca de Boromir. La asunción inicial del animista, que dicho personaje fuese un conocido del campesino, resultó ser errónea; se trataba de un legendario héroe gondorino, por lo que lamentó no haber entendido bien todos los detalles. Aun así, le quedaba la posibilidad de pedirle a Hallfrid que volviera a contar esa historia cuando estuvieran lejos del Rauros.

Para cuando llegaron abajo, la impresión de que se habían demorado demasiado le quedó patente a Grimbeorn por el gesto de los esgarothianos. Se acercaba la hora de comer y estaban aun lejos de un tramo navegable. Lo lógico hubiera sido parar a descansar y llenar sus estómagos, aunque fuese de forma frugal, aprovechando la proximidad de un poblado. Gwalin fue el primero en expresar una opinión distinta.

- También podríamos parar brevemente, tomar un refrigerio ligero mientras las bestias descansan - Señaló a los caballos. - y reanudar el camino con más ímpetu que el que tendremos con el estómago vacío. - En este caso, el animista apostaba por hacer un acopio de fuerzas que les permitiera viajar más rápido y recuperar el tiempo perdido en lugar de realizar un esfuerzo que podría pasarles factura antes de que cayera el sol.

TURNO 201

Llegados a cierto punto del descenso, el rugido del Rauros era sencillamente ensordecedor. De modo que, para evitar desgañitarse la garganta, el joven campesino había optado por cerrar la boca y concentrarse en los húmedos peldaños de roca que tenía por delante. Ya más tarde, seguro habría alguna oportunidad de volver a sus amadas historias de héroes gondorianos.

Sin embargo, al terminar por fin con el último tramo de la escalera, otras preocupaciones se cernieron sobre la expedición. Estaba claro que todos preferirían aprovechar la oportunidad de una buena comida antes de continuar el viaje. Pues muy probablemente sería el último almuerzo decente que se podrían permitir en mucho tiempo.

Pero, a la vez, también sabían que llevaban cierto retraso.

- Yo no tendría problemas en saltearme una comida... - comentó el muchacho casi para si mismo, inseguro sobre la importancia que los demás podrían darle a sus palabras. - O esperar al menos a llegar al río. Y asegurarnos de contar con una embarcación para el resto del trayecto. No podemos arriesgarnos a perderlas.

Aunque normalmente en su vieja granja no sufrían grandes privacions, el campesino estaba acostumbrado a comer salteado. Sobre todo en algunas épocas del año, cuando la cosecha había sido magra. O cuando se lanzaban a la búsqueda de ganado perdido.

Pero aún así, debía apelar a toda su fuerza de voluntad para resistir el penetrante aroma que salía de rústico poblado.

Turno 201

Cuando llegaron abajo, Edan secundó las palabras del enano.
Gwalin tiene razóndijo, palmeando el hombro de su compañero Grimbeorn ...a mi también me gustaría pegarme un pequeño homenaje amigo, pero ya hemos acumulado bastante retraso, y no nos conviene que esos orientales llegasen a Caras Gwidor antes que nosotros...¿No crees? terminó dedicandole una sorisa amable al hombre de los bosques.
Quizas unos cuantos se puedan demorar un rato aqui para hacer acopio de las provisiones necesarias mientras el resto nos encargamos de preparar el viaje en barco...

Edan no estaba dispuesto a arriesgar en lo más minimo las posibilidades que tenian de llevar a cabo lo más parecido a un plan que tenían. Debian llegar a Caras Gwidor cuanto antes y preparar la emboscada a los orientales lo mejor posible. Sus vidas estaban en juego. Y sus estomagos podrian esperar.

Turno 201

- No - dijo Agranil - Debemos continuar, hemos perdido ya mas tiempo del que nos podamos permitir. - Se limito a decir. Algo escueto, parecía preocupado.

Turno 201

Cuando le hicieron notar el tiempo que habían tardado en cruzar el paso del Rauros, Leofred se alarmó. Pensaba que estaban recorriendo un atajo, pero las condiciones del camino apenas les habían permitido avanzar más deprisa. Si se trataba de dar alcance a los orientales todavía tenían una oportunidad, pero difícilmente podrían adelantarse a ellos a ese ritmo.

- ¿Hay más poblados de camino a Caras Gwidor? Este no parece muy bien provisto. Si contamos con suficientes víveres para llegar a la siguiente aldea creo que podríamos continuar directamente por el río para ganar tiempo. - El bardo se ahorró comentar la culpabilidad que sentía por haber retrasado su partida en primer lugar, y aunque no podía hacer gran cosa por acelerar la marcha, al menos no pondria ninguna queja si tenían que renunciar a algunas comodidades para recuperar el tiempo perdido.

Turno 201

- Si, hay que seguir - confirmo Egorant - Con el retraso que hemos acumulado, mas nos vale continuar... - dijo apoyando a Agranil. - Yo mismo pagare un gran banquete cuando esto acabe, pero acabamos de empezar.

Turno 201

- Podemos cabalgar paso ligero - sugirió Larrid - Ganaremos algo de tiempo y quizás lleguemos a tiempo para zarpar esta misma tarde.

RESOLUCION TURNO 201
 

El cielo claro, apenas se veían algunos grupos de nubes cerca, subía la fría temperatura de días anteriores. El invierno había sido especialmente gélido, y lluvioso, aunque ya llegaba a su fin. Pese a que la primavera estaba tan cerca, seguían notándose los rigores de la estación fría.

Estaban sopesando la idea de quedarse a comer algo caliente en el pueblo, posiblemente la última en algún tiempo. Unos preferían hacerlo, meterse al buche algún guiso o carne a la brasa, sopa o incluso unos buenos huevos en los que mojar pan recién hecho. Pero lo cierto es que habían acumulado un gran retraso, y tenían que recuperar el tiempo. Entre la salida tardía esa mañana del puerto de Tir Anduin, y el lento descenso por la Escalinata Norte, habían perdido casi tres preciosas horas. A priori no parecía que fuese demasiado, pero la realidad era que, si no llegaban a tiempo a los muelles, pocos querrían zarpar al atardecer.

Agranil y los comerciantes tomaron la decisión de continuar, muy a pesar de Gwalin, y en menor medida de Grimbeorn. El resto, bien preferían seguir, o bien no se habían pronunciado. Larrid sugirió montar, tratar de recortar parte del retraso en lo que les quedaba hasta los muelles. No era demasiada distancia, poco más de un kilómetro, pero podía marcar la diferencia. Entre comer, y reanudar el viaje, perderían una o dos horas más. Sin embargo, continuar apenas les llevaría media hora, la mitad si forzaban a los caballos a ir al trote. Una vez en el embarcadero, se pondrían en marcha, comerían algo rápido mientras navegaban y antes del anochecer, con suerte, llegarían a su destino.

Así hicieron, y subidos en los caballos, espolearon a los animales para acelerar el paso. El caballo que sobraba y que llevaba la mayoría de la carga, todos tenían su parte, iba amarrado al caballo de Larrid. La mula de Leofred, era algo más lenta, pero no se le daba mal seguir el trote de los demás. Tras el bardo, cargaba su parte del peso a buen paso.

Media hora después, llegaban junto al rio. El rumor del Rauros quedaba lejos, pero aún se escuchaba como un rumor apartado. Allí, al final del camino, no había más que una gran nave de madera frente a una pasarela, un muelle, de madera que se adentraba en la corriente del rio. Allí había varias embarcaciones, botes de remos pequeños y medianos a los lados, una gabarra al fondo, y un solo barco grande con velas anclado a pocos metros y al que solo se podía llegar en barca. Era más pequeño que el Madero.

Turno 202

- Vayamos a ver - dijo señalando el único edificio - Supongo que estarán allí los dueños de esas embarcaciones - añadió cambiando la dirección de su dedo hacia el muelle.

Turno 202

Gwalin hechó un último vistazo a las parrillas repletas de carne y a la cazuela que alimentaba solo con el olor que desprendía. El enano sabía que debían continuar y así lo había hecho saber a todos, pero todos sabían, pese al poco tiempo que habían compartido juntos, que era un gran comedor.

Montó en su caballo al cual tuvo que acceder desde una piedra y luego siguió a sus compañeros. Esta vez no iba en cabeza, pues cabalgar no era lo suyo, pero se las ingenió para seguir el ritmo que pusieron. Así ganaron un poco de tiempo cuando llegaron al muelle que les haría embarcar de nuevo en otra embarcación. Esto también les recortaría las horas que sus aventajaban los orientales.

-Ggrrmmmmmm, pasamos de matamala a matapeor -rumió en un susurro el guerrero, acompañado de su habitual gruñido, al ver neuvamente las embarcaciones. Si bien montar a caballo no era lo suyo, al haber pasado tanto tiempo custodiando caravanas, se había hecho a la monta equinos. Además el hecho de vivir en Aglarond, conviviendo con el pueblo Rohir, hacia que no fuese un animal extraño si no todo lo contrario, un animal querido y admirado por Gwalin. Pero que le gustaran o cayera simpáticos los caballos no significaba que supiera y que le gustara montar. No, pero era muchísimo mejor que montar en una embarcación.

El enano se bajó del caballo y lo ató a un madero junto con los demás. Esperó a que los comerciantes hicieran su "magia" y contratasen al mejor precio posible alguna embarcación. Mientras él se comenzó a quitar la cota de mallas y a guardarla en su mochila. Mientras lo hacía, se le oía refunfuñar por lo bajo.

Tras guardarla, miró a los comerciantes y se acercó a ellos.

-Si queréis me acerco con vosotros a modo de elemento persuasivo -propuso Gwalin tocando su hacha mientras levantaba una ceja.

Turno 202

Grimbeorn se limitó a encongerse de hombros cuando los esgarothianos, incluso Edan, dispusieron que el grupo no se detendría. - Tampoco creo que un corto alto en el camino para recobrar fuerzas y comer algo nos hubiera retrasado tanto. - El animista tiró del caballo mientras continuaba tras el rohir, aunque su animo flaqueó un poco cuando Larrid sugirió montar a lomos de los caballos. El norteño observó cómo otros subían y se sentaban sobre las nobles bestias pero él tardó algunos segundos más antes de decidirse por imitarles. Picar espuelas para acelerar al animal fue algo más complicado; las sacudidas del movimiento hacían temer al animista una caída en cualquier momento debido a la falta de costumbre. Mientras marchaba, se preguntó si realmente fue posible que los elfos cabalgasen ciervos, sin sillas ni arneses, y no dieran con sus huesos en el duro suelo.

- Qué extraño. - Grimbeorn examinó el muelle y las embarcaciones amarradas cuando llegaron finalmente a su destino. Después de ver la actividad en los anteriores lugares, le sorprendía la tranquilidad de aquel embarcadero. No veía gente en el puerto ni en las barcas ni botes, nada de pescadores descargando su botín o estibadores moviendo cajas,... - ¿No debería haber algo más de gente por aquí? - El norteño habló mientras desmontaba. Acarició el cuello de la bestia para tranquilizarla, y agradecerle que no le hubiera derribado, al tiempo que recuperaba su lanza y embrazaba el escudo. Por precaución.

Turno 202

El viaje restante hasta los muelles fue corto, pero saber que habían dejado atrás una comida caliente, tal vez la última hasta Caras Gwidor, se hacía sentir como un peso en el alma y en el estómago. Las visión de las embarcaciones no ayudaron a subir la moral, todas eran más pequeñas que el barco con el que habían descendido por el Rauros, solo les quedaba esperar que al menos hubiera sitio para sus caballos.

- No tenemos muchas opciones disponibles. - señaló Leofred mirando hacia el barco apartado de la orilla, y con algo más de desconfianza hacia la gabarra. - No es muy apropiado que el barco más decente esté tan lejos de la orilla, si tenemos que subir a todas las monturas en barca tardaremos una eternidad ¿porqué no nos vamos encargando de eso mientras los veteranos negocian el precio a convenir? ¿deberíamos darles una voz? - Mientras hablaba, Leofred se cubría los ojos con las manos para que el sol no le deslumbrara intentando distinguir alguna figura a bordo a la que poder dirigirse.

Turno 202
​Percepción

El sol estaba bien alto, y su luz alumbraba con fuerza. Aun así, Leofred no pudo distinguir a nadie sobre ninguno de los botes, ni sobre la gabarra..

Turno 202

Ional llegó montado en su caballo hasta el embarcadero. El lugar era otra pequeña aldea de pocas casas. Allí había amarrados pocas embarcaciones y más pequeñas que las que les habían llevado en un principio. Lo malo eran las monturas que no sabían si cabrían en los barcos allí amarrados.

El joven estaba feliz pues iba a volver a montar nuevamente en un barco que, pese a la mala experiencia que había vivido, en el barco río arriba, deseaba volver a vivir la experiencia pues sabía que solo reviviéndola aprendería y mejoraría. 

Ional desmontó y se acercó a sus compañeros. Siguiendo lo que estaba haciendo el enano, se quitó la armadura, pues dentro del barco de poco le serviría.

Nuevamente a bordo del barco para surcar el Rauros río abajo. Seguramente esta vez sea todo más fácil, pues tenemos la experiencia de nuestra parte y eso siempre cuenta.

TURNO 202

Hallfrid festejó la decisión de los esgarothianos de continuar viaje sin perder más tiempo. Aún cuando el rugido de sus tripas amenazaba con recriminarle amargamente esa decisión durante lo que quedara del día.

El tremendo atracón que se había dado en Tir Anduin, cuando sus patrones le propusieron el trabajo, ya se había asentado. Y el joven campsino empezaba a sentir su cuerpo mucho más ligero. Aunque aún tardaría algunos días en volver a su estado normal. Después de todo, uno no se recupera tan fácil de la mayor comilona que recordara en años.

Sin embargo, lo cierto era que Hallfrid hubiera preferido continuar viaje de todos modos, aún cuando llevara semanas sin probar bocado. Y ello se debía a cierto sentimiento de culpa que anidaba en su pecho.

Pues el joven todavía se recriminaba a sí mismo el haber tardado tanto en conseguir sus pertenencias. Y el haber retrasado un poco la partida. Por fortuna, el tal Leofred había demorado bastante más, y eso liberaba la pesada carga de responsabilidad que el campesino se había calzado a los hombros. Pero no la eliminaba por completo.

- Yo no estaría tan seguro... - respondió con aire pensativo a las afirmaciones de IONAL, mientras observaba preocupado las embarcaciones que todavía quedaban en el muelle. Hablaba bajo, para que sus palabras no llegaran hasta el enano, y así evitar preocuparlo sin sentido - No veo aquí ninguna nave tan grande como "El Madero". Así que, o mucho me equivoco, o creo que extrañaremos su firmeza.

- No se cómo será el río más adelante. Pero imagino que puede ser todo un desafío para cualquier de estas embarcaciones...

Turno 202

El pequeño trayecto en caballo devolvió parte de animo al Rohir. Sentir de nuevo una grupa bajo sus piernas lo hacía sentir más seguro. Si pudieran enfrentarse a los orientales a campo abierto y al galope, todos sus miedos se devanecerian como el humo de su pipa a bordo del madero. Pero aquella era otra historia, y nada cierto había todavia sobre aquel futurible encuentro.

Recibió de buena gana la decisión de continuar. Cuanto antes llegasen a su destino, antes podrían preparar la emboscada. Edan no queria dejar al azar nada de lo que ellos pudiesen controlar.

En silencio, se mantuvo a un lado cuando los comerciantes se dirigieron a una de las casetas a preguntar por las embarcaciones y empezó a disponer sus cosas. Uno a uno fue conduciendo a los caballos hasta el muelle, y los aseguró cerca de la embarcación más grande. La que juzgó sería la encargada de llevarlos hasta Caras Gwidor.

RESOLUCION TURNO 202
 

La llegada al embarcadero fue silenciosa, dada la soledad que reinaba en el lugar. Mientras Leofred buscaban gente en tierra, o en los barcos, Grimbeorn se embrazaba el escudo y sujetaba su lanza. Estaban en tierras aliadas, y aunque cualquier precaución era poca a sabiendas del peligro que se venía encima, allí no corrían peligro. No había nadie, debían estar todos dentro de la nave.

Larrid se acercó, junto a los esgarothianos, hacia el edificio. Mientras, los demás se fueron acercando al único muelle. El enano comenzó a quitarse la cota de malla, un proceso no muy sencillo, mientras sus empleadores acordaban la siguiente parte del viaje. Mientras, Edan fue preparando, junto a Freagulf, los caballos para volver a embarcarse. El resto de compañeros ayudaron a descargar todo, dispersándolo por todo el embarcadero. Era el único punto al que acceder a los botes o a la gabarra, el rio allí no tenía playa, solo rocas que evitar en ambas orillas.

Hallfrid dudaba de la firmeza de lo que tenía delante, y estaba seguro de que echarían de menos a El Madero, aunque a Ional no parecía importarle, el jubiloso montaraz estaba entusiasmado por volver a navegar. Eso sí, imitó a Gwalin a la hora de quitarse la armadura. Temían caer y ahogarse.

Agranil, y los dos comerciantes, precedieron a Larrid cuando salieron de la estructura de madera. No los seguía nadie, pero cuando llegaron, pudieron informar de que habían cerrado un trato, y pronto podrían embarcar. Ultimaron todo y aun tuvieron que esperar un rato antes de que comenzasen a salir varios hombres. Parecían rudos, fuertes y no eran demasiado viejos, eran doce. Sus ropas eran cómodas y calzaban unas buenas botas. Eran los dueños de varias de las embarcaciones y sus remeros. Estaban dispuestos a portar hasta la gabarra a los caballos. Según informo Agranil, los animales podrían viajar en la barcaza, mientras que los demás irían de a tres, en el resto de botes.

Las barcas no eran pequeñas, diseñadas para transportar una buena cantidad de mercancías, con tan solo cuatro hombres, dos por través. Podían llevar a un caballo y tal vez algo de carga a la vez. Les llevó algo de tiempo, el uso de cuatro de las embarcaciones, y dar hasta cuatro viajes cada una, para tener la gabarra lista. Los animales estaban a bordo, las provisiones también, y ahora solo restaba que ellos y sus mochilas, subiesen en las cuatro barcas.

Habían aprovechado para comer algo mientras todo era cargado. Fruta, queso, vino y pan engullidos en el propio muelle. No se parecía en nada a la carne a la brasa, servida en una mesa, que podrían haber degustado en el asentamiento, al menos la conciencia les decía que estaban haciendo lo que podían por llegar a tiempo.

Agranil, Dorhand y Larrid subieron en una los primeros, mientras que Egorant subió en otra esperando a que el resto se animasen. Cuando todos estuvieron sentados, la carga y los animales en su sitio, comenzaron a descender el Anduin. La gabarra era impulsada por diez remeros, aunque con la corriente, estaban más para dirigir la embarcación que para impulsarla. A las barcas les ocurría algo parecido, y los remos tan solo acompañaban el empuje de las aguas. Se hicieron a la corriente, y la nueva etapa daba comienzo.

El rio no distaba demasiado de lo ya vivido. Aunque tal vez se presentaba más caudaloso, y profundo tras el salto del Rauros, y eso se traducía en una cierta calma. El viaje parecía ir bien tranquilo, rápido y seguro. Como pudieron saber solo había una zona pequeña y peligrosa, que debían atravesar. Estaban en buenas manos, habían hecho aquel viaje infinidad de veces.

TURNO 203

El joven campesino ayudó a mover y trasladar la carga que llevaban a las diversas embarcaciones. Y luego procuró acomodar también sus propias pertenencias, tratando de amontonarlas de la manera más parecía posible a como habían sido dispuestas durante el viaje en "El Madero".

En esta ocasión, decidió despojarse también de sus grebas de cuero, pues solo le habían resultado un estorbo la última vez, y empezaba a creer que tampoco le serían de gran utilidad para mantenerse a flote, si todo salía terriblemente mal.

El trabajo fue tedioso, y les llevó lo que Hallfrid se le antojó una eternidad. Pero entre viaje y viaje a las barcas, el muchacho se las ingenió para hacerse con algunos trozos de pan y queso que le calmaron el rugido de las tripas. Aunque no demasiado, pues ya durante el tramo anterior de su paseo por el río había empezado a notar cierto malestar que lo había incomodado, y creía que podía tener que ver con ello.

Quizás navegar con el estómago vacío no fuera tan buena idea. Pero estaba seguro que tampoco lo era atiborrarse como si fuera la última comida que iba a probar en su vida... aún cuando quizás así fuera.