Partida Rol por web

Turno 319 (Una noche difícil)

A medida que la noche avanzaba, el rocío empezaba a empaparlo todo.

Chakka fue el primero en reaccionar tras el Beornida después de lo ocurrido. No tardo en acercarse al Ailgratha para comprobar la gravedad de su estado, pero su cara dejaba a las claras que sabía como debía actuar, enseguida Haelembor se puso manos a la obra recordándonos (recordándome) por qué su presencia era necesaria, [no, imprescindible] para el grupo.

Ahí tienes la razón, enano estúpido. Me maldije en silencio. Faelginor sabía lo que se hacía después de todo...
En verdad nos había retrasado durante gran parte del camino, pero a mayor o menor ritmo, siempre avanzábamos... de otro modo, nunca hubiéramos alcanzado al claro y ahora no estaríamos a apenas unos metros del gran camino. Sin embargo, si algo nos ocurriese...algo como lo que le acababa de suceder a Freagulf...sin la ayuda del Norteño, estaríamos estancados...condenados a esperar sin ninguna garantía o abandonar a nuestros propios compañeros.

Ahora lo entendía... y más nos valía cuidar bien del Beornida si no queríamos desfallecer al primer desafío que nos plantease aquel bosque y los enemigos que albergaba.
Podía ser que el resto aguantásemos mejor la fatiga y las inclemencias del tiempo, pero antes o después, su abrazo mortal nos alcanzaría y solo la habilidad del Gigante de la Carroca se interpondría entre nosotros y las estancias de Mahal.

Mientras Haelembor diagnosticaba al paciente, yo callaba y escuchaba. Al fin y al cabo, no entendía nada de lo que hacía. A decir verdad, no sentía mucho afecto por el Rohir en aquellos momentos y me importaba bien poco su dolor.
Observaba impaciente la reacción de todos, intentando evaluar en que situación me dejaba todo aquel asunto.
El último en intervenir fue el Umli...todos se mostraban incomodos, hastiados y enfadados incluso. Pero ninguno quiso o se atrevió a tomar partido...
No me costó interpretar el claro gesto de abandono que escondían sus evasivas...no debía esperar más apoyos por parte de ninguno...
Evitaron el tema con mayor o menor habilidad y se centraron en las Guardias.
Nos culpaban a ambos por igual, equiparando nuestros actos.
La injusticia que percibía, me hizo apretar los dientes en silencio. Tendría que cuidar mucho mis próximas acciones si no quería terminar atado a uno de aquellos correosos árboles milenarios y abandonado a mi suerte en la espesura.

No veo la necesidad de que enfrentes 2 guardias solo...si algo o alguien te sorprendiese...deje la frase flotando en el aire...me parece un riesgo innecesario.

Y haciendo un último esfuerzo por ocultar mi pesadumbre, proseguí:

Yo os he dicho que no creo que pueda conciliar el sueño en estos momentos...no podría aunque lo intentase.
Si te parece bien, yo haré la primera Guardia contigo...y sino....bueno, supongo que me quedaré vigilando desde mi saco y más tarde haré mi turno como dices... terminé la frase abatido, derrotado.

...no me apetece seguir discutiendo...creo que esta noche ya he rebasado mi cupo...y por la roca que acoge a mi Abuelo, “Bain Rompescudos”, que no pienso hacerlo.

Lenta y manifiestamente decaído, me dirigí hasta mi mochila y empecé a extender mi saco en un rincón alejado de la Hoguera y del resto de mis compañeros.
Si nadie era capaz de dirigirme la mirada, les daría el gusto de no tener que apartar su cara para hacerlo.

Antes de volver a la hoguera y escuchar la decisión que habían tomado sobre las guardias, me detuve un instante bajo el techo de verde que envolvía todo....todo, salvo un pequeño agujero entre dos ramas de Abedul que dejaba entrever las luces vacilantes de la Corona de Durin.
Su brillo se me antojó demasiado lejano y febril...igual que los tiempos que se avecinan para mí... reflexioné.
Tras unos segundos absorto con la belleza que suponía aquel absurdo contraste...mi mente retornó al Viejo bosque Verde y a los tormentos que me aguardaban entre sus sombras.

Turno 319 / 2

Parpadeando varias veces, dirgí mi mirada hacia el deformado naugrim. Fruncí el ceño, y siempre práctico, dije:

- Tienes razón, sumando simplemente una hora mas a las guardias, los que necesitais 8 horas de sueño, dispondreis de ellas. Es mas seguro, en efecto, hacer las guardias de dos en dos... No había atisbo de enfado o de reproche en mis palabras, solo unos ojos grises , fríos. De hecho, a parte del malestar generado por la trifulca, Erik, ni siquiera me había contrariado: - ... siempre que no consiga que nos maten a todos con sus explosiones de genio...

- Yo haré la primera contigo, y la última con Haelembor o Chakka. Creo que es bueno que Kolli haga la del medio, donde la oscuridad será mas impenetrable para el resto... Que decís??, dije, rascandome ligeramente el menton, aún con el sabor de la bilis en la garganta, debido al nerviosismo generado por trifulca que acabó en pelea.

- En esa primera guardia, trataré de hablar con Erik..., si encuentro las palabras adecuadas..., aventuré, con un nudo en la garganta.

Turno 319

Kolli permanecía callado, todavía esperando que alguien respondiese a su llamada. Nada pasó. 

Dejó de de atusarse la espesa barba, pues con su nerviosismo, iba a conseguir arrancarse todos los pelos como un perro enfermo mordiéndose la piel. Aquello no era bueno.

- Perfecto.- Gruñó a modo de asentimiento a las palabras de Tulak. Y eso fue todo.

Quizá por la mañana habría algo más de esperanza. Aquella noche pertenecía a la desesperanza.

Turno 319

El tuerto simplemente asintió a la última propuesta de guardias. Si, pensó, uno solo nunca debe hacerla.  Se dispuso a descansar cerca de su hermano, que poco a poco se iba durmiendo, notándose, gracias a los cuidados de Haelembor, que los dolores se apaciguaban.

Su cabeza daba mil vueltas a todo lo ocurrido y en su interior sabía que Freagulf había actuado impulsivamente. Tampoco le quitaba culpa a Erik, pues de dos trifulcas, él estaba en ambas. Por un momento, pensó que la aparición de los orientales ayudaría a que el grupo se uniese más, bien sabía que dos que se peleaban, se enfrentarían juntos a un enemigo común, pero ahora sería nefasto que aquello ocurriese. Su hermano tenía serios problemas para levantarse. Ahora un ataque sería su perdición.

Con estos pensamientos, poco a poco fue hundiéndose en un suave sueño. Ligero y lleno de pesadillas como estaba acostumbrado.

Turno 319 / 3 (Conversación con Erik, durante la guardia)

Tras remover un poco los tocones incasdencentes de la hoguera, y añadir otro madero de un viejo y nudoso roble que habiamos encontrado caído aquella mañana, levanté mis ojos grises al cielo, bueno, al exiguo pedazo del mismo que, con la ultima luz del sol, se veía entre las perezosas hojas que, con el viento, se mecían a uno y otro lado, allá en las copas de los altos árboles de este Eryn Lasgalen: - Será una noche clara..., pensé, antes de menear la cabeza, y centrarme en lo que sabía que tenía que hacer, o al menos intentar para que la convivencia de nuestro peculiar grupo no se fuera al garete.

Erik, con el deformado rostro con gesto adusto, callaba, algo harto raro en él, y, pese a que me hubiera congratulado con eso en cualquier otro momento, no era el caso ahora, pues indicaba la mas que probable tormenta de sentimientos que debía estar experimentando ahora mismo. En ningún modo me consideraba sentimental, de hecho mi frío modo de ser a veces se confundía con desprecio, o al menos no aprecio, cuando no tenía por qué ser el caso. Era simplemente la lógica y la practicidad lo que me impelían a acercarme al bravo guerrero de Dúrin, así que, cuando me quedó claro que todos los demás dormían, me acerqué a él, acercándole una de las botellas de licor que aun quedaban de las que, con gran empeño, consiguió del Mariscal:

- Ejem..., carraspee en bajo, sintiendo la garganta repentinamente seca como si todo el maldito polvo del camino se hubiese alojado en mi garganta. En un movimiento automático agarré la botella que le acaba de pasar, y arranqué el corcho, escupiendolo lejos, para dar un largo trago que abrasó mi garganta, poco acostumbrada a esos quilates. Tras respirar profundamente un par de veces, volví a cederle la botella al naugrim, y comencé a hablar, en tono bajo y grave:

- Como estás?? Se que el viaje no está siendo fácil para ninguno de nosotros, continué, sin darle tiempo a responder, ahora que había empezado, diría todo lo que tenia que decir, del tirón, como había hecho varias veces en las ultimas horas, en mi mente, tras llegar a la conclusión de que debía hablar con Erik. De hecho, está siendo jodidamente tumultuoso, sin haber encontrado aun a un solo oriental con el que luchar... Ahí sí frené un poco, buscando las palabras, pues sabía que caerían con sal en las heridas del enano. Esto no pretende ser, ni mucho menos, una reprimenda, ni un reproche, simplemente creo que debo aportar mi granito de arena para evitar que os mateis. Volví a coger la botella y a dar un largo trago. Tu decidirás si merece la pena hacer caso o no... En ese momento, levanté mis grises ojos, enfrentandolos a los saltones de mi mediohermano: - En no llega a una semana te has enfrentado a Kolli y a Freagulf. No pretendo meterme en eso..., siempre y cuando no ponga en peligro al resto, y a la misión que hemos jurado llevar a cabo. Tanto Freagulf como Kolli son guerreros de gran ego, al igual que tu, y Freagulf ha cometido un error que ha podido ser fatal tanto para ti como para el resto. Aun no se si se podrá subsanar... Pero no es de eso de lo que te quería hablar: Respeto. Esa es la cuestión. Respeto. Lo mancillas una y otra vez, cada vez que surge un imprevisto, y esa falta de respeto genera ira, que puede acabar en rencor en algunos, y echa por tierra cualquier intento de Disciplina que pretendas impartir...

Y ya, ahí acabaron mis palabras. Solté el aire poco a poco, quitandome una gran presion de encima, mientras volvía a desviar la mirada y pasaba la botella de nuevo a Erik.

El silencio de la noche se me antojó forzado, y aquel aire frio que se filtraba desde el norte, golpeando con fuerza las copas de los arboles, y que apenas bajaba la temperatura allí, a ras de suelo, se me antojó caliente, mucho mas de lo que me hubiera gustado

Cabizbajo, escudriñaba las sombras que  danzaban caprichosas entre las hierbas próximas, al son que marcaban las ascuas de la hoguera.

Sería una Guardia larga e incómoda. O al menos eso pensaba, cuando Tûlak se acercó para ofrecerme aquella botella de Brandy.

Tome aquel acercamiento como algo positivo y acepté su ofrecimiento.

La botella no duró mucho en mis manos. El Umli carraspeó y acto seguido me la arrebató para dar un profundo y prolongado trago. Parecía nervioso, más de lo habitual y el Licor le ofreció el valor suficiente para empezar lo que había venido a hacer.

Tras un par de rodeos, finalmente lo soltó. Sonreí resignado ante la sutil introducción del Montaraz.  Humphf...Cuando uno tiene que explicar lo que no pretende decir una frase, es que eso es exactamente lo que quiere decir ...

La botella bailaba de mis manos a las suyas y tras cada trago, la determinación del medio-enano se reafirmaba, hasta que finalmente pudo sostenerme la mirada.

Sus palabras fueron duras, pero asépticas. No me resultó fácil recibir la lección del Respeto de sus labios, como seguramente, tampoco lo fue para él pronunciarlas delante de mí, pero al final, la franqueza del Umli, consiguió traspasar la dura coraza del orgullo sin que su sentido se perdiese del todo, diseminado entre las cosas que de verdad eran importantes.

Tûlak era inteligente y había escogido sus palabras con cuidado. Pude ver en ellas, parte de la verdad que yo mismo había diagnosticado tras el incidente del cervatillo, y fue por ello, que el resto de reproches, calaron en mí de una manera mucho más honda, que ninguna de las otras veces que me las habían recriminado.

Soy consciente de lo que dices...demasiado tarde me di cuenta de ello.

No sois mis subordinados, y no merecéis que os trate como tales...

Quise  llevaros al límite, quería que entendieseis que no podíamos seguir así... sabía que podía terminar en disputa, pero no me importó, lo hice igualmente, porque necesitaba saber quién de entre vosotros tenía la iniciativa necesaria...

Me detuve y lo observé fijamente a los ojos...el Umli era inteligente, prudente ,  reflexivo y audaz...Ohh Tulak, si tan solo fueras un poco más decidido...

No me arrepiento de haber llegado a las manos con el Herrero...fue el quien me faltó al respeto en primer lugar...todos debemos aprender a hacernos dueños de nuestras palabras...aunque empiezo a entender que Kolli  no es dueño ni de su propia lengua...dije mientras reía casi entre susurros. Más que un nuevo reproche, casi parecía una chanza reconociéndola peculiar naturaleza del herrero...él seguramente no pretendía ofenderme cuando me insultaba, sencillamente no sabía hablar de otro modo.

...Y tampoco me arrepiento de lo que acabáis de ver...dije señalando al Ailgratjha con un gesto...Puede que lo haya llevado al límite, lo admito, pero ese malnacido vino a por mi con la intención de segarme la vida, a traición...las últimas palabras se elevaron por encima del resto y tuve que girarme atenazado para comprobar que nadie se había despertado...No existe el perdón en la lengua de los enanos para tal acto de cobardía.

Entonces volví a mirar al Umli y nuevamente un gesto de resignación acudió a mi rostro acompañado de una sonrisa rota...

Pero si me arrepiento de haberlo hecho aquí , ahora, donde todo se confunde con un asunto de vida o muerte...de haber forzado tanto la situación...de haber comprendido demasiado tarde que  no sois guerreros,... de haberos fallado como camarada y de haber fallado a mi señor.

Mis palabras eran sinceras y reflejaban mi verdadero estado de ánimo.

Mi rol al cargo de este grupo ha fracasado, eso lo sé. No existe la forma en que pueda recuperar la confianza del grupo...hoy tras la pelea con Freagul, lo he visto en vuestros ojos...en los de todos. Reconocí  mirándolo fijamente de nuevo.

No sabía que hacer Tulak...te aseguro que  he intentado buscar una solución a todo esto...pero todos los caminos que imagino terminan con el Rohir apuñalándome por la espalda en cuanto lo pierdo de vista. Mi tono casi manifestaba una súplica disfrazada.

Pero tus palabras me han abierto los ojos Tulak.. Me recompuse. Reconozco mi parte de culpa en todo este asunto, que no es la menor de todas...y juro  anteponer mi propia vida   para enmendarlo.

Todavía tengo una misión que levar a cabo. En 35 años nunca he faltado a mi palabra y no pienso empezar ahora.

Mañana os reuniré y hablaré cara a cara con Freagulf...”todos”, y digo “todos”, decidiremos que hacer con él...y “todos”, acataremos esa decisión sin excepciones...no hay otra forma admití abatido...aunque eso signifique mi muerte, o la de todos nosotros.

Al terminar, propondré una segunda votación...elegiremos un Lider. Uno al que todos podamos obedecer sin cuestionar cada pequeño detalle...nos comprometeremos a seguir sus órdenes y rezaremos porque estas sean las correctas como dijo Chakka, creo que es lo mejor.

Por último tomé la botella que el Umli me ofreció por enésima vez y concluí.

Eso es todo cuanto puedo prometerte ahora...si lo que venias buscando era mi perdón para el Etheod, lo siento, pero eso no puedo concedértelo...sin embargo, si al final las cosas no salen como a mí  me hubiese gustado, quizás todos podáis descubrir  que la palabra de un enano es mucho más poderosa que cualquier Juramento de  Pies-largo....

Elevé la botella a la altura de nuestras cabezas,  y de un trago, sellé mi compromiso de cara al medio enano.

RESOLUCION TURNO 319

Cada guarida paso, como venía siendo habitual, sin ningún sobresalto digno de mención. No había rastro de los orientales, o al menos no los detectaron. Tan solo el sonido de algún curioso animal, o del viento meciendo las ramas, logro la atención momentánea de los vigías. Eran guardias muy largas, pues habían acordado cubrir un total de cuatro horas por cada una de las tres en que dividieron la noche. En cuatro horas había tiempo para mucho. Los había que permanecían en silencio, escondidos desde algún sitio en el que pudieran ver todo el campamento, como Tülak, que aguantaba bien el frio. Otros permanecían cerca de la hoguera, para combatir las frías temperaturas a las que se llegaba por la noche. No obstante, y a pesar del frio, siempre se tomaban un tiempo para hacer varias rondas por los alrededores, turnándose en tal menester entre los dos miembros que cubrían la guardia en ese momento. Así, la noche paso lentamente, cada uno daba vueltas en su cabeza sobre lo ocurrido. Daban por perdida la unidad y la confianza del grupo, nada volvería a ser igual, eso era un hecho.

Haelembor aprovecho su guardia para ver a Freagulf. El ailgratha no había dormido nada bien esa noche, y despertaba cada poco. No logro hacerlo más de veinte minutos seguidos sin que el dolor le despertase súbitamente cuando trataba de moverse en suelos. El beornida nada podía hacer por él, no al menos por el momento y sin las hierbas adecuada. Se limito a darle de nuevo, algo que le calmara los nervios y el dolor. Vino caliente con miel, y tabaco para fumar. Una mezcla que si bien no era efectiva, al menos haría que durmiera algunos minutos más.

La mañana comenzó a despuntar fuera de la cúpula del bosque. Éste se lleno de colores, apagados al principio, pero que iban cogiendo fuerza con el paso de los minutos. Todos fueron despertados para retomar el viaje. En silencio, taciturnos, desayunaron algo de queso curado con membrillo y un poco de pan tostado al fuego. Luego recogieron, siempre sumidos en ese silencio, pensativos por todo lo que había ocurrido.

Mientras preparaban los caballos, recogían los enseres para cargarlos en ellos, y buscaban la manera de que Freagulf pudiese montar, Haelembor y Tülak aprovecharon esas primeras luces para buscar alguna de las hierbas mencionadas por el beornida. El umli no conocía la hierba, pero como buen rastreador que era, basto una descripción detallada del beornida para que supiese que buscar, y donde era más probable encontrarlo. La camomila del sanador era una  planta que, según Haelembor, tenía unas hojas parecidas al encaje y racimos de pequeñas flores similares a las margaritas, cada una con un centro grande y negro y unos pocos pétalos pequeños. Era fácil confundirla con otras plantas, por lo que era importante fijarse en el detalle único de sus hojas. Con las instrucciones en mente, ambos se dispusieron a buscar la flor, que era lo que realmente le era útil al sanador.

No tardaron en volver más de la cuenta, pues pasaron poco más de media hora y no se alejaron más que una decena de metros de sus compañeros. Ese tiempo fue suficiente para que el resto recogiese y ellos diesen por concluida su búsqueda. Cuando regresaron, vieron que entre todos habían logrado subir, no sin esfuerzo pues la altura de los enanos no ayudaba, a Freagulf sobre su montura. Ulfer no era un caballo normal, era más espabilado que el resto, incluso a veces parecía saber lo que su dueño necesitaba. A orden del ailgratha, el caballo incluso agacho sus patas delanteras para facilitar la tarea de subirlo. Una vez arriba, el dolor se incremento, no era la mejor postura para su dolencia. Tenía que ir reclinado hacia delante, para tener la espalda arqueada, en una postura nada cómoda. Pero al menos podría cabalgar por el momento.

Ya listos, se dispusieron a comenzar una nueva jornada de viaje.

Turno 319 / 4 (Conversación con Erik, durante la guardia)

La verdad, esperaba que el enano, o bien estallara en una de sus deflagrantes bombas de ira, o bien que se sumiese en un hosco silencio, tras mi, aunque constructiva, agresión a su orgullo, por eso levanté los ojos, sorprendido, ante la evidente muestra de sinceridad del enano. Escuché su exposición, sus motivos, y sobre todo, sus conclusiones, asintiendo lentamente durante todo el proceso, extrañamente menos incomodo que hace unos momentos, quizá por el licor, pero también porque, tras la coraza de agresividad y malas pulgas, Erik se había abierto, mostrandome su lado vulnerable, herido.

Cuando acabó, simplemente sonreí, y agregué: - Como dije, siento tu dolor, compañero, aunque no había llegado a formular esa frase mas que con un impersonal "Como estás??" al que no le dejé responder, pero me alegro sobremanera de que, pese a los fallos que hayamos poder cometido todos, tu intención sea subsanarlo, o al menos tratar de arreglarlo. Eso, para mí, es un modo de empezar a ganarte el respeto que buscas...

Enseguida la sonrisa se esfumó entre los pelirrojos pelos de mi barba, cuando continué: - Sobre el eörlinga, mi opinión dista mucho de hacer borrón y cuenta nueva, pero dificil tarea tenemos por delante, y espero de veras que responda como lo has hecho tú, porque necesitamos lo mejor de todos nosotros para sacar esta misión adelante. Una vez esté completada, creo que estás en tu derecho de pedir las compensaciones que estimes. Y coindido contigo: trató de asesinarte, a sangre fría, y sin ningun tipo de honor, agregué, frío, duro.

Después, volví a bajar los ojos al fuego, y acabé diciendo: - No se si serás o no un buen lider, Erik Frost, porque no todos nacen para serlo, pero con respeto y ejemplo, puedes intentar lograrlo. Cuentas con mi apoyo.

Tras eso, volví a callar. Es verdad que había hablado mucho mas de lo que solía, pero la ocasión lo merecía: la misión, y con ella mi palabra para cumplirla, podía irse al traste, y no podía quedarme de brazos cruzados si había alguna posibilidad de enmendarlo. Mi mirada quedó prendada de la llama, ese fuego que tan mal toleraba, ni inlcuso su calor que a otros reconfortaba, pero que tanto hipnotizaba mi mirada en las noches de guardia...

Turno 319 / 5 (Forrajear)

La mañana llegó, al menos en mi caso, con la incomoda realidad golpeando mi mente, embotada tanto por el profundo sueño que alcazaba en mis solo tres horas de descanso, necesidad mas que manifiesta para que los de mi raza descansasemos de esa forma, como por el poco acostumbrado licor que ingerí en mi primera guardia. No había sido gran cantidad, pero con la falta de costumbre, y lo pobre de la cena que ingerimos, en fin, mi cabeza se quejó en los primeros albores de mi segunda guardia.

Cuando el dia despuntó y fuimos despertando a todos, mohinos, con caras largas, y al menos en el caso de Freagulf, mezclada con la falta de sueño y el lacerante dolor, mi punzante dolor de cabeza habái desaparecido, asi que enseguida me dirigí al gigantón Haelembor, y le pedí que me describiese las plantas que necesitaba para tratar la dolencia del eorlinga:

- Las conozco, respondí, escueto, pero confiado: - En breve te encontrarás mejor, éothéod, te necesitamos de una pieza, y cuanto antes..., dije, con una clara declaración de intenciones para la inevitable reunión, de vital importancia, que tendríamos en breve.

Y con esas, me fijé en la base de la floresta, en busca de las pistas que me dirigiesen a la cepa en cuestión...

Turno 319
Forrajeo
 

El beornida se puso a rastrear junto al umli. Buscaban cierta planta. La describió y ambos se pusieron manos a la obra. No tenían demasiado tiempo, y no pudieron alejarse todo lo que debían, tampoco lo consideraron una buena idea. Algunos se seguían sintiendo perseguidos por el encuentro con el explorador Sagath unos días antes. Eso y que todo el mundo se preparaba para la partida, hizo que ambos buscadores no pudieran centrarse todo lo necesario.

Aun así no volvieron con las manos vacías. Habían encontrado una sola planta de Camomila del sanador. Pero lamentablemente la planta tenia ya sus flores prácticamente muertas. Aunque esa planta tenia flores todo el año, las lluvias habían encharcado el terreno y conseguido marchitar la planta. Haelembor podría elaborar una sola infusión usando todas las flores apagadas que pudieron recoger.

Por la noche, podría elaborar la bebida, pues necesitaba descanso para conseguir sus efectos.