Mientras avanzábamos siguiendo el rastro del negro pensaba en las palabras de Lope. Se que cuento con estos hombres para rescatar a mi hermano. de pronto el rastro se detiene y Lope duda de a dónde seguir, revisa el piso y nos informa que el rastro de Toa Rappa no va directo al pueblo.Sigamos su rastro es el único que nos puede permitir consolidar está revolución, pero depende de ti lope, eres guía.
James camina detrás, paralelo a Armando mientras escucha con atención todo lo que refiere el chaval. Siente la vida dura que ha tenido que pasar el muchacho, además de la pérdida de un brazo. Había conocido en su vida portuaria a muchos zagales en su misma situación de pérdida, sin rumbo por ningún lado.
- También puedes contar con mi ayuda para salvar a tu hermano si está prisionero. Esto de naufragar, hermana mucho.
Iba junto a preguntar a Lope cómo iba la cosa, sentía ya algo de sudor cayéndole por la espalda cuando Lope se giró para ver que la senda seguida presuntamente por Toa Rappa giraba inesperadamente en una dirección distinta a la que pensaban que debía seguir.
Esperó la respuesta a la pregunta de Lope, preparándose para dar algún empellón a los prisioneros si tardaban algo más de lo que era (o al menos James pensaba) un tiempo oportuno para contestar.
Lope obviamente ha hecho su pregunta a los monteñeses porque cree que conocen la isla, pero puede que no sea así. Eso es algo en lo que Lope caerá cuando ellos le respondan. En ese momento, les preguntará cuánto tiempo llevan en la isla, y aprovechará también para intentar averiguar cuánto tiempo lleva Dul Motte, y cuánto la colonia. Toda información es poca.
Tras el empujón de James, uno responde con mala cara: -¡Ehh!¡Tranquilo!-
Señala hacia el frente, la parte más baja situada entre dos colinas al este: -Venimos por allí de Nuevo Paix. Ese es el camino más corto y director hacia la colonia. Y que nosotros sepamos, ir hacía el norte solo serviría para dar un rodeo.-
Cuano Lope les interroga, también responde de mala gana: -Pues casi un año ya que llevamos aquí en esta isla con monsieur Dul Motte y a las órdenes de Sebastién, y se me han hecho eternos. La colonia llevaba existiendo unos dos años antes de nuestra llegada, creo. No estoy seguro.- Luego, se queda más callado que un muerto.
Lope no ve rastros cercanos del gorila. Quizás quiera dedicar un buen rato a parar aquí y buscar por los alrededores mientras sus compañeros acampan o algo. Requeriría una nueva tirada de Intelecto + Profesión.
Lope sopesa con detenimiento las respuestas del monteñés y las opciones del grupo, e interroga con la mirada a su socio espadachín. ¿Qué deben hacer? No tarda en decidirse.
—Hmmm… Sí, mejor sigamos hacia norte —comenta, respondiendo en parte a la pregunta anterior de Armando—. Si las colinas al este son un lugar transitado, mejor dar ese rodeo... ¿Qué opinas tú? —pregunta a James.
Independientemente de la respuesta de su compañero, Lope no ha acabado con los presos.
—¿Quién es ese Sebastién del que habláis? ¿Estuvo con vosotros en lo de San Juan? —preguntará, dando a entender que sabe a ciencia cierta que estuvieron en San Juan, para pillarles con la guardia baja—. Habláis de él acojonados, se nota —dirá con tono burlesco, para picarles y que se les suelte la lengua—. Y hablando de todo eso… No habrá prisioneros castellanos en la colonia, ¿hm? … ¡Hablad!
Antes de seguir camino, Lope propondrá algo más a sus compañeros: si le dan un rato, localizará el rastro del gorila. Nunca está de más tener claro por dónde ha ido un animal de trescientos kilos y dos cabezas que puede arrancarte la tuya de cuajo. Si sus compañeros no ponen impedimento, se pondrá a la tarea de inmediato.
-Sebastién "el cruel" es la mano derecha de Jean Baptiste. Y si, el capitán estuvo a nuestro mando en San Juan.- Miró a Lope con descaro: - ¡Cuando le conozcas, tú también le temerás!-
Ante la última pregunta de Lope, lanza una mirada confusa antes de responder: -¿Cómo? ¿Prisioneros castellanos? ¿A qué viene esa pregunta?-
Mira al otro prisionero, que niega con la cabeza, como confirmando a su compañero que no sabe nada de eso. -No, no tenemos ningún prisionero castellano. Hasta donde yo se, los montaigne somos los únicos que sabemos de la existencia de la isla... a parte de los nativos que habitaban en ella cuando llegamos.-
Hace una pausa antes de percatarse de algo: -Y ahora vosotros, claro.-
- Lope, busca al bicho, me quedo más tranquilo sabiendo por donde se ha marchado. Y sí, estoy muy de acuerdo contigo que es mejor dar un rodeo que encontrarnos con otra de las patrullas de Dul Motte.
- En cuanto a tí - dice señalando a Pierre - agradezco mucho que nos respondas a lo que pregunta mi compañero. Pero no quiero más bravuconadas o te aseguro que no llegarás a ver cómo conocemos al tal Sebastién.
Hace una pausa como meditando. Luego le mira fijamente.
-Después de todo, con un solo prisionero nos valdría, ¿no es cierto?
Relaja un poco el gesto y observa como Lope empieza a rastrear en pos de la senda del gorila bicéfalo.
Cuando el soldado monteñés se jacta de su capitán Sebastién, Lope simplemente intercambia una mirada con James: «Tendremos que andarnos con cuidado con ese» dicen sus ojos. En cambio, a la revelación de que no hay prisioneros castellanos en la colonia apenas frunce el ceño. Su interrogatorio termina ahí, pero es obvio que ha tomado buena nota.
Cuando James pone en su sitio al prisionero, Lope sonríe lobunamente y suelta un pequeño bufido de diversión. A continuación, y sin decir nada más, deja su mochila a un lado y parte en busca del rastro del gorila. Lleva consigo sus armas, incluyendo un mosquete listo para hacer fuego.
Tirada oculta
Motivo: Rastreo (Intelecto + Profesión)
Dificultad: 0
Habilidad: 5+8
Tirada: 3 6 6
Total: 6 +5 +8 = 19 Éxito
No replicó, pero lanzó a James Lawson una mirada de profundo odio.
¬¬
Lope hizo una magnífica búsqueda por los alrededores, hasta a un kilómetro, de modo que encontró la pista sobre varios pequeños animales.
También encontró un muy atigüo rastro con multitud de huellas de botas y también ruedas muy marcadas en dirección al paso que discurría entre las dos colinas al este. Era un rastro similar al que hayó cerca del poblado, posiblemente el mismo.
Pero de la enorme criatura, en cambio, no halló rastro alguno. Puede que en su vagabundo hubiese desistido de ir hacia el este, o puede que su rastro se hallara mucho más al sur o al norte. Sea como fuere, todo parecía indicar que no iban a encontrarse con el engendro por el momento.
Al ver la charla entre James y los Montaigne, no puedo soportar la risa por situación. Hahaha con la gente que vine a terminar, las palabras de apoyo de James y Lope me permitirán enfrentarme a todo un ejército, aunque no falta mucho para eso. Me preguntó si mi hermano realmente habrá sobrevivido Un suspiro escapa mi cuerpo cuando me siento esperando por un camino que seguir.
Mientras sus compañeros y los presos recobran energías, Lope comienza a investigar los alrededores, primero lo más cercanos, pero cada vez más lejos del lugar del grupo. Durante el rato que está buscando, los demás pueden verle por acá o por allá, ora arrodillándose junto al barro blando de la orilla de un arroyo, ora desapareciendo entre unos arbustos, ora oteando desde una elevación. Al cabo de un rato, reaparece en el lugar de descanso y llama a sus socios a un aparte.
—Nada: ni rastro del mono… —informa, y vuelve un instante su rostro sudoroso hacia el este—. Creo que no vamos a tener problemas por ahora con él… ella… Bueno: con eso —añade, visiblemente incómodo de hablar del tema—. Por lo demás, hacia el este hay un rastro viejo de un gran grupo de hombres calzados y de carromatos pesados… Los que arrasaron la aldea, sin duda.
No hace falta que diga nada más: el dato simplemente refuerza la decisión de ir hacia el norte. Lope tampoco ha encontrado nada más. Está listo para continuar.
Siguieron camino por la rampa ascendente siguiendo los pasos del cabezota anciano nativo.
Para cuando llegaron a la parte superior el sol estaba bastante alto y hacía calor. Subir la eterna cuesta les supuso un esfuerzo extra, y los prisioneros empezaron a quejarse del roce de las cadenas.
Sin embargo, lograron divisar un par de figuras que venían bordeando el terraplén desde el oeste. Uno de ellos podía ser Toa Rappa y el otro... parecía un occidental.
Cuando estuvieron más cerca, vieron que Toa Rappa venía acompañado de un hombre al que reconocieran enseguida. Había sido otro de los tripulantes del barco en el que naufragaron. Un caballero Vodaccio.
Aunque no habían compartido conversación durante el viaje con él, recordaron que solía relacionarse bastante con el capitán de la nave.